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Fuentes[editar]

La fuente principal de casi todos los aspectos de la primera guerra púnica[n. 1]​ es el historiador Polibio (200 a. C.-118 a. C.), un griego enviado a Roma en 167 a. C. como rehén.[2][3]​ Sus obras incluyen un manual —ahora perdido— sobre tácticas militares,[4]​ pero sí se conservan Las Historias, escritas después de 146 a. C., esto es, aproximadamente un siglo después de la guerra.[2][5]​ La obra de Polibio se considera ampliamente objetiva y neutral entre los puntos de vista cartaginés y romano.[6][7]

Los registros escritos cartagineses fueron destruidos junto con su capital, Cartago, en 146 a. C., por lo que el relato de Polibio de la primera guerra púnica se basa en varias fuentes griegas y latinas, ahora perdidas.[8]​ Polibio era un historiador analítico y siempre que era posible entrevistó personalmente a los participantes de los eventos sobre los que escribió.[9][10]​ Sólo el primer libro de los cuarenta que comprende Las Historias trata de la primera guerra púnica.[11]​ La precisión del relato de Polibio se ha debatido mucho durante los últimos ciento cincuenta años, pero hay consenso entre los historiadores modernos en aceptarlo en gran medida al pie de la letra, y los detalles de la batalla en las fuentes modernas se basan casi por completo en interpretaciones de él.[11][12][13]​ El historiador Andrew Curry considera que «Polibio resulta ser bastante confiable»;[14]​ mientras que Dexter Hoyos lo describe como «un historiador notablemente bien informado, trabajador y perspicaz».[15]​ Existen otras historias posteriores de la guerra, pero en forma fragmentaria o resumida,[3][16]​ y generalmente describen las operaciones militares en tierra con más detalle que en el mar.[17]​ Los historiadores modernos también suelen tener en cuenta las historias posteriores de Diodoro Sículo y Dion Casio, aunque el historiador Adrian Goldsworthy afirma que «el relato de Polibio suele preferirse cuando difiere de cualquiera de los otros relatos».[10][n. 2]

Otras fuentes son las inscripciones, las pruebas arqueológicas y empíricas de reconstrucciones como el trirreme Olympias.[19]​ Desde 2010 se han recuperado varios artefactos en el lugar de la batalla, y su análisis y la recuperación de más elementos están en curso.[20]

Situación[editar]

Operaciones en Sicilia[editar]

Mapa del Mediterráneo occidental que muestra el territorio controlado por Cartago y Roma al comienzo de la primera guerra púnica.
Territorio controlado por Roma y Cartago al inicio de la primera guerra púnica.

En el año 264 a. C., los estados de Cartago y Roma entraron en guerra, lo que dio comienzo a la primera guerra púnica.[21]​ Cartago era una potencia marítima bien establecida en el Mediterráneo occidental; la Italia continental al sur del río Arno había sido recientemente unificada bajo control romano. La causa inmediata de la guerra fue el control de la ciudad siciliana de Messana (la moderna Mesina). Más ampliamente, ambos bandos deseaban controlar Siracusa, la ciudad-estado más poderosa de Sicilia.[22]

Barcos[editar]

El buque de guerra típico de este conflicto fue el quinquerreme, una nave de cinco remos que una galera de unos cuarenta y cinco metros de eslora, cinco de manga a nivel del agua y un francobordo de unos tres metros, que desplazaba alrededor de cien toneladas.[17]​ El experto en galeras John Coates sugiere que estos barcos podían navegar a una velocidad de siete nudos (13 km/h) durante períodos prolongados.[23]​ La moderna réplica de la galera Olympias alcanzó velocidades de ocho nudos y medio (16 km/h) y navegó a cuatro nudos (7,4 km/h) durante horas y horas.[17]​ Se registraron velocidades medias de cinco a seis nudos (9-11 km/h) en viajes contemporáneos de hasta una semana.[24]

Las embarcaciones fueron construidas como catafractos, o barcos «protegidos», es decir, con una cubierta completa, para poder transportar mejor a los infantes de marina y a las catapultas;[25][26]​ también tenían unas estructuras anexas al casco principal en las que se disponían los remeros. Estas permitían fortalecer el casco, aumentar la capacidad de carga y mejorar las condiciones de trabajo de los remeros.[27]​ La teoría generalmente aceptada con respecto a la disposición de los remeros en quinquerremes es que había conjuntos —o filas— de tres remos, uno encima del otro, con dos remeros en cada uno de los dos remos superiores y uno en el inferior, con un total de cinco remeros por fila, orden que se repetía a lo largo de los costados de la galera en las veintiocho filas de cada borda, por lo que había un total de doscientos ochenta.[28]

Un diagrama que representa las posiciones de los remeros de los tres remos diferentes en un trirreme.
Representación de la posición de los remeros de los tres remos diferentes en un trirreme griego.

Los romanos tenían poca experiencia naval previa; en las pocas ocasiones en que habían sentido la necesidad de una presencia naval, normalmente habían confiado en pequeñas escuadras proporcionadas por sus aliados latinos o griegos.[29][30][31]​ En 260 a. C. los romanos se propusieron construir una flota y utilizaron un quinquerreme cartaginés naufragado como modelo para el suyo.[32]​ La falta de experiencia en construcción naval hizo que construyeran copias más pesadas que las embarcaciones cartaginesas, lo que las hacía más lentas y menos maniobrables.[33]​ El quinquerreme fue el caballo de batalla de las flotas romanas y cartaginesas durante las guerras púnicas, aunque también se mencionan ocasionalmente a los hexarremes —seis remeros por banco—, a los cuatrirremes —cuatro remeros por banco— y a los trirremes —tres remeros por banco—. Tan ubicuo era este tipo de navío que Polibio lo usa como sinónimo de «buque de guerra» en general.[34]​ Un quinquerreme contaba con una tripulación de trescientos hombres, de los cuales doscientos ochenta eran remeros y veinte tripulantes y oficiales de cubierta.[35]​ Normalmente también llevaba una dotación de cuarenta infantes de marina,[36]​ número que aumentaba hasta los ciento veinte cuando se preveía un combate inminente.[37][38]

Conseguir que los remeros remaran como una unidad, así como ejecutar maniobras de batalla más complejas, requería un entrenamiento largo y arduo,[39]​ y al menos la mitad de los remeros debían tener algo de experiencia para que el barco se pudiera manejar con eficacia.[40]​ Como resultado, los romanos estaban inicialmente en desventaja frente a los cartagineses. Todos los buques de guerra estaban equipados con un ariete y un juego triple de hojas de bronce de sesenta centímetros de ancho que pesaban hasta doscientos setenta kilogramos colocadas en la línea de flotación. Se fabricaban individualmente por el método de la cera perdida para encajarlas de manera inamovible en la proa de la galera y se aseguraban con púas de bronce.[41][42]​ El abordaje se había vuelto cada vez más común y había ido sustituyendo a la embestida como sistema de ataque durante el siglo anterior a las guerras púnicas, ya que los buques más grandes y pesados adoptados en este período carecían de la velocidad y maniobrabilidad necesarias para arremeter al enemigo, al tiempo que la construcción más robusta de los cascos reducía el efecto del ariete incluso en el caso de un impacto directo del espolón.[43][44]​ El método de ataque consistía en arremeter al barco enemigo por el costado o la popa, lo que evitaba la posibilidad de ser embestido uno mismo por el ariete del contrario. Se requería habilidad para impactar a una galera enemiga con la fuerza suficiente para romperle las vigas del casco, abrirle una vía de agua y hacer que se hundiera, pero sin que el choque incrustase la propia nave en la del enemigo. La protección de cada buque dependía en gran medida de los demás de la escuadra, y las tácticas de la época requerían la coordinación de escuadras completas en lugar de la mera maniobra de barcos individuales, aunque las batallas a veces se dividían en una serie de combates individuales entre navíos que se han comparado con los duelos aéreos del siglo XX.[45]

264-250 a. C.[editar]

En gran parte debido a la invención por parte de los romanos del corvus, un dispositivo que les permitía agarrar y abordar los barcos enemigos con mayor facilidad, los cartagineses fueron derrotados en grandes batallas navales en Milas (260 a. C.), en Sulci (257 a. C.), en Ecnomo (256 a. C.) y en el cabo Hermeo (255 a. C.). Poco después de la última de ellas, la gran mayoría de la flota romana fue destruida en una tormenta, con una pérdida estimada de cien mil hombres; la inestabilidad de las naves romanas en condiciones meteorológicas adversas debido a la presencia del corvus pudo haber contribuido a este desastre.[46][47]​ En cualquier caso, no utilizaron este dispositivo a partir de entonces.[48]​ Los romanos reconstruyeron rápidamente su flota, pero en el 253 a. C. perdieron otros ciento cincuenta barcos a causa de otra tormenta, por lo que la volvieron a reconstruir, y en el 250 a. C. bloquearon la principal base cartaginesa en Sicilia de Lilibea con doscientos barcos de guerra.[49]

Los cartagineses recuperaron el mando del mar en el 249 a. C. con victorias sobre el bloqueo de la flota romana en Drépano y en Phintias. Estas derrotas desmoralizaron tanto a los romanos que restringieron sus actividades navales a operaciones a pequeña escala durante siete años.[50][51][52]​ La ausencia de flotas romanas probablemente llevó a Cartago a desmantelar gradualmente la mayor parte de su armada. Goldsworthy afirma que la flota cartaginesa se volvió inactiva y considera probable que se mantuvieran pocos barcos en servicio.[53]​ Ciertamente retiraron la mayoría de sus buques de guerra de Sicilia.[54][55]​ Los dirigentes cartagineses prefirieron ampliar su área de control en el norte de África a costa de los nativos númidas. Hannón el Grande fue puesto a cargo de las operaciones en África en el 248 a. C. y pasó a conquistar un territorio considerable en el 241 a. C. El historiador Nigel Bagnall sugiere que durante este período Cartago consideraba a Sicilia como un teatro secundario.[56]

Preludio[editar]

Un mapa de Sicilia que muestra la pequeña cantidad de territorio controlado por Cartago.
El punto de apoyo de Cartago en Sicilia occidental, 248-241 a. C., en oro; el territorio controlado por los romanos, en rosa; el de Siracusa, en verde.

En el año 248 a. C., la guerra había durado quince años, con muchos cambios de suerte. Se había convertido en una lucha en la que los romanos intentaban derrotar decisivamente a los cartagineses y, como mínimo, controlar toda Sicilia.[57]​ Los púnicos seguían su tradicional política de esperar a que sus oponentes se desgastaran, con la esperanza de recuperar entonces algunas o todas sus posesiones y negociar un tratado de paz mutuamente satisfactorio. Roma se había hecho con el control de la mayor parte de Sicilia y los cartagineses sólo conservaban dos ciudades en la isla,[58]​ Lilibea y Drépano, que estaban bien fortificadas y situadas en la costa occidental, donde podían ser abastecidas y reforzadas sin que los romanos pudieran interferir con su ejército superior.[59][60]

Cuando Amílcar Barca[n. 3]​ tomó el mando de los cartagineses en Sicilia en el año 247 a. C. sólo se le dio un pequeño ejército y la flota cartaginesa se fue retirando. Las hostilidades entre las fuerzas romanas y cartaginesas se redujeron a operaciones terrestres a pequeña escala, lo que convenía a la estrategia cartaginesa. Amílcar empleó tácticas de armas combinadas en una estrategia fabiana desde su base en Erix, al norte de Drépano. Esta guerra de guerrillas mantuvo a las legiones romanas inmovilizadas y preservó la posición de Cartago en Sicilia.[55][56][62]

Al principio del bloqueo de Lilibea y Drépano, cincuenta quinquerremes cartagineses se reunieron frente a las islas Egadas, situadas a 15-40 kilómetros al oeste de Sicilia. Una vez que hubo un fuerte viento occidental, navegaron hacia Lilibea antes de que los romanos pudieran reaccionar, y allí descargaron hombres —cuatro o diez mil según diferentes fuentes antiguas—[63]​ y una gran cantidad de suministros. Además, evadieron a los romanos saliendo de noche, y evacuaron a la caballería cartaginesa.[64]​ Los romanos habían sellado el acceso por tierra a Lilibea con campamentos y murallas de tierra y madera, y ahora hicieron repetidos intentos de bloquear la entrada del puerto con barreras de gruesos troncos, pero la turbulenta situación en la mar se lo impidió.[65]​ Unos quinquerremes ligeros y muy marineros que burlaban el bloqueo enemigo merced a sus tripulaciones y pilotos expertos, buenos conocedores de los bajíos y corrientes de esas difíciles aguas, mantenían abastecida a las dos guarniciones cartaginesas. El principal burlador del bloqueo era Aníbal el Rodio, quien capitaneaba una galera y presumía ante los romanos de la superioridad de su barco y de su tripulación, aunque finalmente fue capturado con su navío.[66]

En el año 243 a. C., tras más de veinte años de guerra, ambos estados estaban agotados financiera y demográficamente.[67]​ Una prueba de la situación financiera de Cartago es su solicitud de un préstamo de dos mil talentos[n. 4]​ al Egipto ptolemaico, que fue rechazada.[54]​ Roma también estaba cerca de la bancarrota y el número de ciudadanos varones adultos, que proporcionaban la mano de obra para la armada y las legiones, había disminuido en un 17% desde el comienzo de la guerra.[69]

Nueva flota romana[editar]

A finales del año 243 a. C., al darse cuenta de que no podrían capturar Drépano y Lilibea a menos que pudieran extender su bloqueo al mar, el Senado romano decidió construir una nueva flota.[70]​ Con las arcas del Estado agotadas, el Senado se dirigió a los ciudadanos más ricos de Roma para pedirles préstamos que financiaran la construcción de un barco cada uno, reembolsables con las reparaciones que se impondrían a Cartago una vez ganada la guerra, y para que donaran esclavos como remeros. El resultado fue una flota de aproximadamente doscientos quinquerremes, construidos, equipados y tripulados sin gastos gubernamentales.[71][72]​ Los romanos modelaron los barcos de su nueva flota a partir de la nave capturada a Aníbal el Rodio.[70]​ A estas alturas, estos ya tenían experiencia en la construcción de barcos y, con un buque probado como modelo, produjeron quinquerremes de gran calidad.[53]​ Es importante destacar que el corvus fue abandonado,[70]​ lo que mejoró la velocidad y el manejo de los barcos, pero obligó a los romanos a cambiar de táctica; tendrían que ser superiores a los marineros, en lugar de a los soldados, para vencer a los cartagineses.[73][74][75]

La nueva flota romana se completó en el año 242 a. C. y el cónsul Cayo Lutacio Cátulo, ayudado por el pretor Quinto Valerio Faltón, la condujo a Sicilia. Al llegar con los doscientos quinqueremes y setecientos transportes cargados de suministros y refuerzos legionarios, Cátulo se apoderó del puerto de Drépano y de los fondeaderos frente a Lilibea sin oposición, ya que no había barcos cartagineses para contrarrestar a la flota romana. Cátulo y Faltón mantuvieron una fuerte escuadra frente a cada ciudad siempre que el tiempo lo permitía, para evitar cualquier posibilidad de que los suministros cartagineses pasaran por delante de ellos, y para ejercitar a las tripulaciones en maniobras y ejercicios. También se aseguraron de que las tripulaciones recibieran un buen trato, incluyendo una dieta adecuada, y crearon una flota con una marinería al máximo de su capacidad.[75][76]​ Impresionado por la energía de Cátulo y Faltón, el Senado extendió sus mandatos más allá del año normal, y así se convirtieron en procónsul y propretor respectivamente.[77][78]

Las guarniciones de Lilibea y Drépano y el ejército de Amílcar en Erix se mantuvieron firmes, pero sin los suministros de Cartago no podían resistir indefinidamente. Esta última comenzó a preparar una flota, a equipar los transportes, a reunir suministros y a entrenar a las tripulaciones y a los marinos para hacer frente al desafío romano. Tardaron nueve meses en preparar doscientos cincuenta barcos de guerra[70]​ y entre ciento cincuenta y trescientos cincuenta transportes. Cartago estaba presionada por el tiempo, ya que los suministros en sus fortalezas bloqueadas se estaban agotando, además, tuvieron dificultades para encontrar los cien mil hombres necesarios para tripular sólo los buques de guerra, y no tuvieron tiempo suficiente para proporcionar el entrenamiento prolongado necesario para que la marinería trabajara junta de manera efectiva como equipos.[70][79]

Batalla[editar]

La flota cartaginesa estaba dirigida por un comandante llamado Hannón; se distingue de otros cartagineses llamados Hannón por ser conocido como hijo de Aníbal. Posiblemente se trate del general que había perdido la batalla de Agrigento y Ecnomo; aunque el historiador John Lazenby considera probable que hubiera sido ejecutado por sus anteriores fracasos. No se sabe por qué los vencedores de Drépano, Aderbal y Cartalón, no estaban al mando.[80]​ El plan cartaginés consistía en reunir su flota de doscientos cincuenta quinqueremes y un número grande pero desconocido de transportes en secreto frente a Hiera (Isla Santa), la más occidental de las islas Egadas, donde esperarían un viento de seguimiento, y confiarían en la sorpresa y el número para llevarles a los 45 km a Lilibea antes de que los romanos se dieran cuenta y concentraran su flota. Esto habría sido una repetición de la exitosa hazaña cartaginesa con una flota más pequeña varios años antes. A continuación, descargarían sus cargamentos, sobre todo de grano, y embarcarían a gran parte del ejército cartaginés para utilizarlo como marineros en sus quinquerremes, y a continuación, se configurarían para la lucha y buscarían la flota romana. No está claro, dado el gran número de transportes disponibles, por qué los barcos de guerra cartagineses también iban cargados; y por qué no llevaban ya marineros tomados de sus fuerzas en África. La flota cartaginesa llegó a Hiera a principios de marzo del 241 a. C.[70][81]

Notas[editar]

  1. El término púnico viene de la palabra latina Punicus —o Poenicus—, que significa «cartaginés», y se refiere a la procedencia fenicia de los cartagineses.[1]
  2. Bernard Mineo analiza otras fuentes distintas a Polibio en «Principal Literary Sources for the Punic Wars (apart from Polybius)».[18]
  3. Amílcar Barca era el padre de Aníbal.[61]
  4. Dos mil talentos era aproximadamente 52 kg de plata.[68]

Referencias[editar]

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  2. a b Goldsworthy, 2006, p. 20.
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  8. Goldsworthy, 2006, p. 23.
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  10. a b Goldsworthy, 2006, p. 21.
  11. a b Goldsworthy, 2006, pp. 20-21.
  12. Lazenby, 1996, pp. x-xi, 82-84.
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Bibliografía[editar]