Transubstanciación

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La disputa del Sacramento, por Rafael Sanzio, Vaticano, Estancias de Rafael.

La Transubstanciación o Transustanciación es una doctrina católica romana de la Eucaristía, definida por un canon del Concilio de Trento. Aunque en realidad ya figuraba desde el siglo IV, puesto que Cirilo de Jerusalén ya lo había redactado en el Catecismo a los catecúmenos. Posteriormente el Concilio de Trento no hace más que confirmar lo que hacía 1.500 años se venía creyendo en lo referente a que "la consagración del pan y del vino que se opera en el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo y de toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre".[1]​ Significando "especie" para estos efectos, los "accidentes" del pan y del vino: color, gusto, cantidad, etcétera.

Esta conversión se opera, de acuerdo a lo establecido en el Catecismo Católico romano, en la plegaria eucarística con la consagración, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo.[2]​ Se considera que bajo las especies consagradas del pan y del vino, "Cristo mismo, vivo y glorioso, está presente de manera verdadera, real y substancial, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad" (cf Cc. de Trento: DS 1640; 1651)"[3]​ Dicha presencia eucarística se mantiene mientras subsistan las especies eucarísticas.[4]

La Transubstanciación se basa en el sentido literal e inmediato de las palabras de Cristo en la Última Cena: "esto es mi cuerpo... y mi sangre" Marcos 14:12-16 16:22-26, Mateo 26:26-28, Lucas 22: 14-23. Si bien en el evangelio de Juan no se hace mención a la instauración de la Eucaristía, Jesús hace mención a dar de comer su carne como alimento de vida eterna (Jn 6: 51-58). Los cristianos de la Iglesia ortodoxa aceptan también esta doctrina, opuesta a la doctrina luterana de la consubstanciación. Las Iglesias de Comunión Anglicana aceptan la presencia real de Jesús en los elementos consagrados, sin entrar a discutir la manera en cómo ocurre el Misterio, simplemente en las palabras de Jesús: "este pan es mi Cuerpo", "este vino es mi Sangre". Los Protestantes la rechazan, argumentando que para obtener la vida eterna, no es necesaria otra cosa que una fe verdadera en Jesús, lo que eliminaría la necesidad de cualquier sacramento. A veces, también bajo el argumento de que a los judíos les tenían (y tienen) prohibido beber sangre y ellos aún estaban bajo esa ley.

Doctrina de la Transubstanciación

La doctrina de la Transubstanciación halla su base en la narración bíblica de la última cena y en la interpretación literal que de ella se hace. Se basa en las palabras de Cristo:

"Tomad y comed, esto es mi cuerpo. " ... "Tomad y bebed, esto es mi sangre"
Mateo 26: 26-29, Marcos 14: 22-25, Lucas 22: 14-20

Que son interpretadas de manera literal, sin simbolismos. De hecho, el texto original del Evangelio según San Juan utiliza las palabras griegas "fagon" que en español significa literalmente "comer".

Se debe al monje benedictino y abad de la Abadía de Corbie, Pascasio Radberto el primer escrito en defensa de la transubstanciación en su De Corpore et Sanguine Domini del año 831. El monje Ratramnus, de la misma abadía, sostenía en su De corpora et sanguine Domini que en el pan consagrado hay pan y Cristo, y que en el vino hay vino y Cristo, por lo tanto Cristo está presente en el pan y el vino en una manera espiritual, pero que no era la misma carne y sangre que nació de María y que fue crucificada.[5]​ La posición de Ratramnus es prácticamente la misma que la consubstanciación o panificación que siglos después sostendría Martín Lutero. Las ideas de Ratramnus serían retomadas por Berengario de Tours en 1047.[6]

Como tal, el término transubstanciación parece haber sido utilizado por primera vez por un discípulo de Berengario, Hildeberto de Lavardin alrededor del 1097.

Durante la historia, esta presencia real de Cristo en las especies de pan y vino fue negada por diversos grupos cristianos de manera directa o indirecta, como los docetas, y más tarde por Wyclif, Juan Calvino, Zwinglio, y en cierto aspecto Lutero. Este último elaboró la doctrina de la Consubstanciación como opuesta a la Transubstanciación, que aunque no negaba la presencia real, hacía permanecer la substancia del pan y el vino al lado de la substancia del cuerpo y sangre de Cristo.

La Transubstanciación fue declarada como doctrina sobre todo contra las sectas espiritualistas nacidas de la Iglesia Católica en el siglo XII, como los albigenses, cátaros o petrobrusianos, quienes atacaban la jerarquía eclesial, con ello el poder del sacerdote o presbítero de consagrar y por último la presencia real de Cristo en la eucaristía. La doctrina fue reafirmada por el Concilio de Trento a medidados del 1.500, esta vez contra los reformadores.

Para explicar y entender la doctrina de la Transubstanciación se emplean dos términos filosóficos básicos: sustancia y accidentes. Sustancia es aquello que hace que una cosa sea lo que es. Accidente corresponde a las propiedades no esenciales de una cosa y que son perceptibles por los sentidos.

Los partidarios de la Transubstanciación creen que la sustancia del pan cambia, por un milagro y por las palabras de la consagración que pronuncia el sacerdote, y se convierte en la sustancia del cuerpo de Cristo, el pan ya no tiene lo que lo hacía pan, ahora es el cuerpo de Cristo. De igual manera pasa con el vino, pero permaneciendo los accidentes del pan y el vino como su olor, textura, sabor y otros elementos perceptibles. Como la substancia es la de Cristo, cualquier pedazo minúsculo contiene a Cristo todo entero, igualmente cualquier gota del vino. De este modo comiendo sólo el pan o bebiendo sólo el vino se come o bebe el cuerpo entero de Cristo.

El Catecismo de la Iglesia Católica romana afirma al respecto:

"La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, `no se conoce por los sentidos, dice S. Tomás, sino sólo por la fe , la cual se apoya en la autoridad de Dios'. Por ello, comentando el texto de S. Lucas 22,19: `Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros', S. Cirilo declara: `No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Señor, porque él, que es la Verdad, no miente"
S. Tomás de Aquino, s.th. 3,75,1, citado por Pablo VI, MF 18[7]

Referencias

Bibliografía

  • Royston, E. Diccionario de religiones. Fondo de cultura económica. México, 1994
  • Catecismo de la Iglesia Católica Compendio. San Pablo. Santiago de Chile, 2006.

Enlaces externos

Véase también