Tratados entre Roma y Cartago

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Relieve de una corbita romana encontrado en las ruinas de Cartago. La disputa en el control del comercio marítimo entre ambas naciones llevó a que se ensayaran, en diversos acuerdos, repartos de áreas de influencia en el Mediterráneo.

Los tratados entre Roma y Cartago son de fundamental importancia para la comprensión de las relaciones entre sendas metrópolis, las dos ciudades más importantes del Mediterráneo por aquellos tiempos. Estos pactos revelan los cambios en la forma como Roma se percibía a sí misma y en cómo Cartago percibía a Roma, y desvelan la diferencia entre las apariencias y el estado real de las cosas. También representan la diferencia entre guerra y paz, victoria y derrota, y la influencia que tuvieron dichas ciudades en el curso de la historia mediterránea.

Como ciudades-estado que pasaron a ser imperios, Roma y Cartago encontraron necesario formalizar sus intereses recíprocos y zonas de influencia. Durante siglos ambas operaron una junto a otra como aliadas. Sus intereses y métodos de expansión eran, en efecto, simétricos entre sí: Roma no se entrometía en el mar, comprometida como estaba, primero, en defenderse de sus enemigos vecinos como los etruscos, los galos y los griegos, y luego en conquistarles a todos. Cartago, sin ejército real y expulsada de Sicilia por los griegos, se mostró indecisa con respecto a su estrategia expansionista: mientras que la aristocracia se inclinaba a expandir el poder de la ciudad en territorios circundantes, los mercaderes estaban más interesados en explotar nuevas rutas comerciales. Todo esto no sería suficiente para contener sus conflictos, pero por cuatro principales tratados estipulados y aceptados, las relaciones entre las dos potencias siguieron un camino de recíproca tolerancia durante varios siglos.

Contexto

Cartago

Ruinas de Cartago

Cartago fue fundada en el año 814 adC por colonos fenicios de Tiro. Hacia el siglo VI adC los marineros y comerciantes de Cartago eran conocidos a lo largo del Mediterráneo occidental. En el siglo IV adC, siguiendo una serie de conquistas militares, Cartago controlaba varios territorios al oeste del golfo de Sirte en la actual Libia, y también muchas partes de las costas de Numidia e Iberia. Las costas de Cerdeña y Córcega estaban bajo control cartaginés cuando la ciudad-estado intentó, en tres guerras entre 408 y 307 adC, conquistar Sicilia, pero fueron detenidos por los griegos, quienes ya habían colonizado la isla. Principalmente interesada en el comercio, Cartago no poseía un ejército real, y siempre utilizaba fuerzas mercenarias, compuestas de libios e iberos, y de caballería númida.

Roma

Coliseo romano

Roma fue fundada sólo setenta años después de Cartago (753 adC). En los primeros siglos de su historia, Roma estuvo envuelta en largas series de guerras con sus vecinos, lo cual llevó a la especialización del ejército romano en guerras en tierra. Además, la economía y la estructura social romanas empezaron al incorporar los resultados de estas guerras: pidiendo tributo, redistribuyendo las tierras conquistadas, algunas veces usando gentes subyugadas como aliados militares (foederati). Para el comercio marítimo, los romanos se confiaban a la flotas etruscas o griegas.


Control comercial

En el siglo II adC una gran línea dividía el comercio del Mediterráneo: los mares Egeo, Adriático y Jónico eran controlados principalmente por las ciudades marítimas de los griegos (en Grecia, Asia Menor y, luego de Alejandro Magno, Egipto). El Mediterráneo occidental era la zona comercial de los cartagineses, con la excepción del mar Tirreno, en donde Cartago compartía las aguas con los etruscos y con los colonias griegas del sur de Italia.

Primer tratado

Principales áreas de influencia en el Mediterráneo hacia el 509 adC

El primer tratado entre las dos ciudades-estado fue establecido en el año de la fundación de la República de Roma, 509 adC. Durante la guerra con Ardea, ciudad en la provincia de Roma, siguiente al derrocamiento de Tarquinio el Soberbio, la República encontró necesario protegerse a sí misma y a sus suministros, los cuales se encontraban en su mayor parte bajo control de mercaderes giegos y etruscos. (El puerto etrusco de Cerveteri suplía a Roma). Roma, por lo tanto, puso a prueba el apoyo de los cartagineses, quienes por su parte estaban operando también en Cerveteri.

Al mismo tiempo, Cartago estaba comprometida en combates con las colonias griegas del Mediterréneo occidental. Las ciudades griegas en las costas sureñas italianas y en el este de Sicilia limitaban el comercio cartaginés con las poblaciones interiores. Y en Iberia, Cartago competía con las colonias focenses. En Cerdeña y Córcega, Cartago estaba unida con los etruscos en la competición en contra de los focenses, lo que terminó en la retirada de estos últimos: Córcega y el Tirreno pasaron a los etruscas, y Cerdeña y la parte occidental de Sicilia a los cartagineses (la parte oriental de Sicilia permanecería en manos de los griegos por varios siglos más). En 510 adC, Cartago tuvo que enfrentar las incursiones espartanas en el oeste de Sicilia.

Texto

Γίνονται τοιγαροῦν συνθῆκαι Ῥωμαίοις καί Καρχηδονίοις πρῶται, κατὰ Λεύκιον Ἰούνιον Βροῦτον καὶ Μάρκον Ὡράτιον, τοὺς πρώτους κατασταθέντας ὑπάτους... ταῦτα δ΄ἔστι πρότερα τῆς Ξέρξου διαβάσεως εἰς τὴν Ἑλλάδα τριάκοντ΄ἔτεσι λείπουσι δυεῖν. ἃς καθ ὅσον ἦν δθνατὸν ἀκριβέστατα διερμηνεύσαντες ἡμεῖς ὑπογεγράφαμεν.[...]. ἐπὶ τοῖσδε φιλίαν εἶναι Ῥωμαίοις καὶ τοῖς Ῥωμαίων σύμμαχοις καὶ Καρχηδονίοις καὶ τοῖς Καρχηδονίων σύμμαχοις μὴ πλεῖν 'Ρωμαίους μηδὲ τοὺς Ῥωμαίων συμμάχους ἐπέκεινα τοῦ Καλοῦ ἀκρωτερίου, ἐὰν μὴ ὑπὸ χειμῶνος ἢ πολεμίων ἀναγχασθῶσιν ἐὰν δέ τις βίᾳ κατενεχθῇ, μὴ ἐξέστω αὐτῷ μηδὲν ἀγοράζειν μηδὲ λαμβάνειν πλὴν ὅσα πρὸς πλοίου ἐπισκευὴν ἢ πρὸς ἱερά, ἐν πέντε δ'ἡμέραις ἀποτρεχέτω. Τοῖς δὲ κατ'ἐμπορίαν παραγινομένοις μηδὲν ἔστω τέλος πλὴν ἐπὶ κήρκι ἢ γραμματεῖ. Ὅσα δ' ἂν τούτων παρόντων πραθῇ, δημοσίᾳ πίστει ὀφειλέσθω τῷ ἀποδομένῳ, ὅσα δ΄ἂν ἢ ἐν Λιβύῃ ἢ ἐν Σαρδόνι πραθῇ. Ἐὰν Ῥωμαίων τις εἰς Σικελίαν παραγίγνεται, ἧς Καρχηδονίοι ἐπάρχουσι, ἴσα ἔστω τὰ Ῥωμαίων πάντα. Καρχηδόνιοι δὲ μὴ άδικείτωσαν δῆμον Ἀρδεατῶν, Ἀντιατῶν, Λαρεντίνων, Κιρκαιιτῶν, Ταρρακινιτῶν, μηδ'ἄλλον μηδένα Λατίνων, ὅσοι ἂν ὑπήκοοι ἐὰν ὡς πολέμιοι εἰς τὴν χώραν εἰσελθῶσιν, ἐν τῇ χώρᾳ μὴ ἐννυκτερευέτωσαν.
(Polibio, Historias, III, 22)

Condiciones a Roma

Con el tratado de 509, citado por Polibio, Roma y sus aliados prometieron no navegar más allá de Cape Bello (en el golfo de Cartago), a menos que se encontraran allí por tormentas o enemigos; en cualquier caso sólo se podría negociar lo que fuera necesario para reparaciones o ceremonias religiosas, y tendrían que devolverse en cinco días. Los comerciantes podrían operar en Cerdeña y África sólo bajo el control de subastadores para garantizar la parte vendedora. En la Sicilia cartaginesa, sin embargo, los romanos tendrían los mismos derechos que los cartagineses.

Es notable que Cartago consideraba Cerdeña y África completamente suyas, si bien especificaba que sólo controlaba la parte no griega de Sicilia.

Condiciones a Cartago

En el tratado de 509, Cartago y sus aliados prometieron no atacar una serie de colonias en el Lazio, las cuales estaban sometidas a Roma, y también prometieron no atacar las ciudades independientes. En caso de conquista, Cartago tendría que devolverlas intactas a Roma. Los cartagineses no podrían construir fortalezas en el Lazio y no podrían pasar la noche en aquel lugar.

Es notable ahora que Roma considerba al Lazio como propiedad suya. El tratado no hablaba de Campania ni nombraba nada significante de Etruria.

En cualquier caso, el comercio marítimo romano era inexistente y Cartago no podría pensar en operaciones militares en el Lazio, comprometida como estaba en la guerra con los griegos: ambas ciudades prometieron no hacer lo que no eran ni lo que pensarían hacer.

Análisis

División del área:
1: Área prohibida a Roma
2: Área tolerada en caso de emergencias
3: Aguas abiertas

Podemos observar que Cartago no renunció a acciones militares, excepto en contra de un pequeño territorio (Lazio) en el cual podría tener ciertos pequeños intereses, ni a mantener libre voluntad en acciones en contra de los griegos y los etruscos, quienes eran económica y militarmente más poderosos y peligrosos que los romanos.

En el gráfico de la derecha, las áreas significan:

  1. Esta área estaba prohibida para los romanos, y, en efecto, la armada cartaginesa bloqueaba cualquier acción competitiva más allá del canal de Sicilia o en la costa africana.
  2. Esta área no estaba bajo directo control cartaginés. De hecho, los marineros griegos y etruscos navegaban por aquí libremente. Cartago se reservó el derecho de rechazar competición, pero "magnánimamente" le ofreció refugio a los romanos en caso de emergencia o malas aguas.
  3. Esta área estaba bajo control griego y etrusco, y los romanos eran casi exclusivamente contactados por los cartagineses para combatientes mercenarios.

Segundo tratado

Cartago no mejoraba. Los etruscos estaban bajo ataque romano y galo.

Se intentaba, en la práctica, copiar el primer tratado, con la adición de algunas ciudades más. Por su parte, los cartagineses agregaron Tiro y Útica, mientras prometían no atacar las ciudades costeras del Lazio que se habían aliado a Roma.

Texto

ἐπὶ τοῖσδε φιλίαν εἶναι Ῥωμαίοις καὶ τοῖς Ῥωμαίων συμμάχοις καὶ Καρχηδονίων καὶ Τυρίων καὶ Ἰτυκαίων δήμῳ καὶ τοῖς τούτων συμμάχοις. τοῦ Καλοῦ ἀκρωτηρίου, Μαστίας Ταρσηίου, μὴ λῄζεσθαι ἐπέκεινα Ῥωμαίουω μηδ' ἐμπορεύεσθαι μηδὲ πόλιν τινὰ μὴ οὖσαν ὑπήκοον Ῥωμαίοις, τὰ χρήματα καὶ τοὺς ἄνδρας ἐχέτωσαν, τὴν δὲ πόλιν άποδιδότωσαν. ἐὰν δέ τινες Καρχηδονίων λάβωσί τινας, πρὸς οὓς εἰρήνη μέν ἐστιν ἔγγραπτος Ῥωμαίοις, μὴ ὑποτάττονται δέ τι αὐτοῖς, μὴ καταγέτωσαν εἰς τοὺς Ῥωμαίων λιμένας, ἐὰν δὲ καταχθέντος ἐπιλάβηται ὁ Ῥωμαίοις, ἀφιέσθω. ὡσαύτως δὲ μηδ᾿ οἱ Ῥωμαῖοι ποιείτωσαν. Ἂν ἔκ τινος χώρας, ἧς Καρχηδόνιοι ἐπάρχουσιν, ὕδωρ ἢ ἐφόδια λάβῃ ὁ Ῥωμαῖος, μετὰ τούτων τῶν ἐφοδίων μὴ ἀδικείτω μηδένα πρὸς οὓς εἰρήνη καὶ φιλία ἐστὶ Καρκηδονίοις. ὡσαύτως δὲ μηδ᾿ ὁ Καρκηδόνιος ποιείτω. εἰ δέ, μὴ ἰδίᾳ μεταπορευέσθω. ἐὰν δέ τις τοῦτο ποιήσῃ, δημόσιον γινέσθω τὸ ἀδίκημα. Ἐν Σαρδόνι καὶ Λιβύῃ μηδεὶς Ῥωμαίων μήτ᾿ ἐμπορευέσθω μήτε πόλιν κτιζέτω, (...) εἰ μὴ ἕως τοῦ ἐφόδια λαβεῖν ἢ πλοῖον ἐπισκευάσαι. ἐὰν δὲ χειμὼν κατενέγχῃ, ἐν πένθ᾿ ἡμέραις ἀποτρεχέτω. Ἐν Σικελίᾳ ἧς Καρχηδόνιοι ἐπάρχουσι καὶ ἐν Καρχηδόνι πάντα καὶ ποιείτω καὶ πωλείτω ὅσα καὶ τῷ πολίτῃ ἔξεστιν. ὡσαύτως δὲ καὶ ὁ Καρχηδόνιος ποιείτω ἐν Ῥώμῃ.
(Polibio, Historias, III, 24)

Estado de Roma

Roma, luego de 150 años, había conquistado una buena parte de Etruria y había repelido la invasión gala de 390 adC, no obstante se había sentido amenazada en la segunda invasión de 360 adC. Por encima de todo, Roma estaba siendo sacudida por revueltas internas, la mayor parte entre los patricios y los plebeyos para acceder al cargo público y, por tanto, a la actividad política y al manejo de tierras y propiedades incautadas de las incesantes guerras. Por necesidad o por elección, Roma estaba peleando contra las poblaciones de los omnipresentes etruscos y estaba preparando lo mismo para los samnitas, quienes habían venido de las montañas a saquear Campania, cosa que Roma también deseaba hacer.

En Sicilia y el sur de Italia, donde Dionisio el Viejo había puesto los inicios de un estado unificado, Dionisio el Joven, su hijo, trató de ampliar su herencia pero encontró resistencia de otras fuerzas griegas. Un torbellino de alianzas, incluidas algunas con Cartago, comandaron la desintegración del poder de Dionisio y su deposición en 345 adC.

Tarento, que se había excluido del combate, creció en poder, y nuevas fuerzas llegaron de Grecia. Dentro de estas luchas, Roma comenzó a meterse por sí misma.

Estado de Cartago

Cartago, después de haber cerrado la guerra con los cirenaicos, lo cual estabilizó la frontera oriental del territorio fenicio, se mantuvo siempre en guerra con los griegos, y en particular con Siracusa, por el control total de Sicilia. También estuvo en conflicto con los etruscos, quienes, bloqueados al norte de Italia por los galos y en el Lazio por los romanos, se lanzaron agresivamente al control del mar Tirreno para manejar el tráfico de esa zona.

Análisis

Obviamente, Cartago debería haber visto a Roma como un posible adversario, la cual había resistido invasiones y, en guerra, se estaba mostrando potencialmente peligrosa, así como en relación al largo territorio que ya controlaba; más largo que el de su perenne enemigo, Siracusa. Además, el hecho de que los mercaderes cartagineses obtuvieran la posibilidad de funcionar en Roma muestra cómo Cartago no le temía a la competición comercial con Roma, y eso pudo haberlo puesto a trabajar para poseer territorios mientras que el naciente poder itálico se estaba convirtiendo en un cliente potencial y que debía ser puesto bajo su control político.

Tal vez se deba a la diplomacia cartaginesa que la revisión al tratado de 509 hubiera impuesto restricciones adicionales a Roma, escrita en un tiempo donde esta última se encontraba comprometida en obligaciones militares, y por lo tanto económicas. Otro punto de interés es la prohibición a la fundación romana de nuevas ciudades. Esto no apareció en el primer tratado, y muestra que Cartago pudo haberse dado cuenta del método de expansión utilizado por Roma. El comercio no interesaba a Roma tanto como el control y explotación de su territorio. Si un área estaba abandonada sería sustancialmente ocupada; si el área estaba inhabitada, ésta sería conquistada y forzada a pagar en activos y tropas y, eventualmente, a aceptar las colonias romanas. Esto era probablemente extraño para la mentalidad comercial de los cartagineses hacia 509 adC, quienes fundaban colonias casi exclusivamente para construir almacenes de recursos adyacentes.

Tercer tratado

Cartago opera en Sicilia sin éxito. Guerras Samnitas en Italia.

En 306 adC, se estipuló el tercer tratado entre Roma y Cartago. Polibio afirma que este tratado nunca existió ya que fue una falsificación del historiador Filino de Agrigento.[1]​ Pero si seguimos a Filino, Roma estuvo de acuerdo en no entrar a Sicilia, mientras Cartago aceptó no poner pie en la península itálica. Esto parecería implicar la inferior condición de Roma, como las estipulaciones a Cartago no cambian—mientras que Roma, que antes había comerciado bajo condiciones iguales, se encontraba ahora fuera del mercado siciliano.

Hay algún debate en general sobre si este tratado existió del todo.

Sin embargo, recientes investigaciones sugieren que, en efecto, sí existió.[2]​ Desde que Polibio dudara de la existencia de tal tratado, no tenemos el texto actual; por lo tanto no podemos más que especular sobre las condiciones puestas en éste.

Considerado de manera diferente, Roma pudo haber estado tratando de limitar los frentes que tenía que dirigir mientras luchaba con los samnitas, y para prevenir futuras alianzas entre Cartago y los etruscos mientras peleó en el continente. En efecto, Roma, que por esa época había puesto bajo su control la mayor parte del sur de Etruria y el territorio de Campania, estaba en medio de sus guerras con los samnitas. Comenzadas en 343 adC, éstas no serían terminadas hasta 290 adC, y se habían convertido, además, en una revuelta global de los pueblos de Etruria y el Lazio para tratar de escapar del yugo romano.

Cartago, por su parte, tuvo que sentir las convulsiones por ese tiempo generalizadas en el Mediterráneo oriental. En junio de 323 adC, Alejandro Magno murió. El territorio por él conquistado se había convertido en el campo de batalla de los diádocos, los generales del ejército greco-macedonio, quienes estaban tratando de dividir sus reinos. Egipto, Grecia, Macedonia, Asia Menor y Siria se vieron envueltas en incesantes guerras que amenazaron el pacífico comercio que había hasta entonces. En 316 adC, además, Agatocles se hizo con el trono de Siracusa y emprendió una campaña para deshacerse de los cartagineses en Sicilia. En 311 adC, habiendo sido derrotado en Sicilia, llevó la guerra a África y, en el año siguiente, se alió con Cirenaica.

Cartago, que había intentado dominar el resto del Mediterráneo occidental, pudo haber encontrado necesario protegerse de una Roma cada vez más poderosa. En 303 adC, de hecho, Roma y Tarento concluyeron un tratado que fijaba los límites de navegación romana, y en 306 adC Roma llegó a un acuerdo con Rodas, otra ciudad en camino de una fuerte expansión comercial.

Cuarto tratado

Roma controla casi toda la península itálica. Roma y Cartago, en competición directa.

Entre el primer y el segundo tratado, pasaron 161 años. Entre el segundo y el tercer tratado, pasaron 42 años. Y entre el tercer y cuarto tratado, sólo 27 años. El cuarto tratado entre Roma y Cartago fue formalizado en 279 adC.

Texto

Ἐν αἷς τὰ μὲ ἄλλα τηροῦσι πάντα κατὰ τὰς ὑπαρχούσας ὁμολογίας, πρόσχειται δὲ τούτοις τὰ ὑπογεγραμμένα. Ἐὰν συμμαχίαν ποιῶνται πρὸς Πύρρον ἔγγραπτον ποιείσθωσαν ἀμφότεροι, ἵνα ἐξῇ βοηθεῖν ἀλλήλοις ἐν τῇ τῶν πολεμουμένων χώρᾳ, ὁπότεροι δ᾿ ἂν χρείαν ἔχωσι τῆς βοηθείας, τὰ πλοῖα παρεχέτωσαν Καρκηδόνιοι καὶ εἰς τὴν ὁδὸν καὶ εἰς τὴν ἄφοδον, τὰ δὲ ὀψώνια τοῖς αὑτῶν ἑκάτεροι. Καρκηδόνιοι δὲ καὶ κατὰ θάλατταν Ῥωμαίοις βοηθείτωσαν, ἂν χρεία ᾖ. Τὰ δὲ πληρώματα μηδεὶς ἀναγχαζέτω ἐκβαίνειν ἀκουσίως.
(Polibio, Historias, III, 25)

Tarento

En el año 290 adC, concluyeron oficialmente las Guerras Samnitas. Las acciones de Roma en su territorio habían reducido la presión de las poblaciones itálicas en las ciudades griegas del sur de Italia, y, en particular, en Tarento. Siracusa permaneció en guerra con Cartago y, después de la muerte de Agatocles, se vio envuelta en una guerra civil. Los ítalos fueron atacados por las legiones romanas. Tarento estaba experimentando un periodo de expansión y esplendor, igualado al momento de la limitación al tráfico marítimo romano en el tratado de 303. Roma se demostró como un enemigo fuerte y notable, como se había mostrado antes a los samnitas. En 282 adC, un escuadrón de diez naves romanas apareció en aguas tarentinas, violando el tratado, pero fueron destruidas u obligadas a escapar. Cuando una delegación romana fue enviada a solicitar la restitución de los barcos perdidos y la devolución de los prisioneros, fue insultada. La guerra, inevitablemente, empezó en 281 adC. Los tarentinos, al principio, trataron de formar una liga anti-romana con las poblaciones itálicas, pero esto fue considerado insuficiente, por lo que ellos pidieron la asistencia de Pirro, el rey de Epiro.

Pirro

Archivo:Pyrrhus.jpg
Pirro, rey de Epiro

En el año 280 adC, Pirro tenía 39 años. Había estado preso en Egipto por Casandro de Macedonia, quien fue puesto en el trono de Epiro en 297 adC por Tolomeo I Sóter. Dos años después de ser devuelto al mando, Pirro se casó con la hija de Agatocles de Siracusa.

En 280 adC, Pirro fue llamado a Italia por Tarento, que estaba sucumbiendo ante las legiones romanas. Llegó con un ejército de 25,000 hombres y 20 elefantes, presentándose a sí mismo como el abanderado de Grecia en contra de la avanzada de los bárbaros italianos. El ataque de Pirro a Roma fue, inicialmente, declarado como un éxito: la Batalla de Heraclea, en Lucania, en contra de las legiones al mando del cónsul Publio Valerio Levino, fue ganada gracias al uso de los elefantes, los cuales no habían sido vistos nunca por los romanos. Es bastante probable que la súbita aparición de una flota cartaginesa en el puerto romano de Ostia, forzó a los romanos a recordar la ya casi olvidada presencia de la importante ciudad fenicia.

En 297 adC, una segunda gran batalla, la Batalla de Ásculo, fue vista como una victoria del rey epirota sobre las fuerzas de los cónsules romanos vigentes. Esta batalla, sin embargo, fue excedida en número de pérdidas por el ganador—tan grande que esto dio origen al término "victoria pírrica". Luego de esto, Pirro regresó a Tarento.

Cartago

Siracusa, tratando de cambiar su suerte, y tomando ventaja del hecho de que Pirro estaba casado con la hija de Agatocles, le ofreció la corona de Sicilia a cambio de ayudarlos a ellos con la victoria sobre los cartagineses. Pirro aceptó, en parte para dejar la península y evitar a los romanos. Pirro pisó tierra en Sicilia exitosamente al empujar a los cartagineses al Lilibeo. Estas maniobras de Pirro y Siracusa provocaron a Cartago a ir en contra de Roma, y, así, firmaron el cuarto tratado.

Análisis

Pronto siguió una mejora en la condición de Roma, un reconocimiento a su creciente poder militar y económico, mientras Cartago mostraba una gran debilidad, resultado probablemente de sus conflictos en Sicilia. Cartago concedió a Roma un igual papel. Polibio apunta que Pirro fue explícitamente citado y que las dos partes, aunque no se aliaron con él, formarían una alianza en caso de ataque en sus respectivos territorios.

Hubo un evidente intento de Cartago de arrastrar a Roma a una guerra en Sicilia, habiendo visto que Roma ya había luchado contra Pirro. Los cartagineses suministrarían barcos para el transporte de tropas y pagarían los costes de suplementos, pero no comprometerían a sus tropas en guerras terrestres.

Éste es un punto en particular importante: las naves no podían transportar más pasajeros adicionales, y los generales comúnmente usaban a los marineros como soldados cuando llegara el tiempo de batalla. La ayuda de la armada cartaginesa que había sido ofrecida en contra de Pirro era, por lo tanto, consecuente. Los fenicios pensaban, evidentemente, que tenían que pelear contra los epirotas y los griegos sólo en Sicilia, en tierra; los marinos eran muy valiosos como para perderlos en combate. Pero, más que ninguna otra cosa, los marineros eran cartagineses, mientras que la mayor parte del ejército terrestre estaba compuesta por mercenarios. En la opinión de Cartago, probablemente, Roma no era otra cosa que una fuente de tropas a un buen precio.

Efectos diversos

Aunque técnicamente las dos ciudades no se vieron obligadas a ir en ayuda de la otra, parece claro que Cartago estaba intentando forzar a Roma a prestar asistencia en caso de guerra terrestre, en la cual Cartago se sentía menos capaz. También parece claro que ellos fallaron al no reconocer la determinación de Roma de crecer: para los ojos de los cartagineses, los romanos eran muy parecidos a los mercenarios que ellos y los griegos usaban en sus incesantes guerras.

Este tratado le dio a los romanos la opurtunidad de entender su propia capacidad de dearrollo: la importancia y el poder de la República y, por encima de todo, los verdaderos límites del poder de los cartagineses. Si Roma había tenido siempre un complejo de inferioridad con respecto a Cartago, ahora no ciertamente. Con Pirro derrotado (quien en su tiempo había derrotado a los cartagineses), Roma sólo necesitó alargar un poco más su brazo para hacerse con Sicilia y todas sus grandes riquezas.

En 275 adC, luego de la caída de Maleventum (Beneventum), Pirro retornó definitivamente a Epiro, dejando a Roma como dueña de toda la península italiana y, al sur, en contacto cercano con la cultura griega y, por consiguiente, con la maestría naval y gerencial; y enterado del creciente poder de las legiones: enterado de la posibilidad de expansión.

Quince años después, en 264 adC, la Primera Guerra Púnica daba comienzo.

Véase también

Notas

  1. Polibio, Historias, iii.26
  2. Classical Quarterly, volumen 56, Neptun's Altars:The Treaties between Rome and Carthage, 2006


Bibliografía

  • Polibio, Historias, Madrid: Editorial Gredos. ISBN 9788424918415.
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Enlaces externos

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