Diferencia entre revisiones de «La Vanguardia»

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Siete años más tarde, comenzó la historia de La Vanguardia como modelo de diario independiente, plural y moderno. El [[31 de diciembre]] de [[1887]] dejó de publicarse como órgano del Partido Constitucional, y el [[1 de enero]] de [[1888]], primer día de la Exposición Universal de Barcelona, presentó un nuevo formato,<ref name="logo"></ref> con doble edición de mañana y tarde, al margen ya de cualquier partido político.<ref name="hist"></ref>
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Revisión del 14:27 3 jun 2010

La Vanguardia
Libertad de opinión


Sede de La Vanguardia
Tipo Periódico diario
Formato tabloide
País España
Sede Barcelona
Ámbito de distribución Nacional
Fundación 1 de febrero de 1881
Fundador(a) Carlos Godó y Bartolomé Godó
Género Información general
Ideología política Liberalismo, catalanismo, centrismo
Idioma Español
Precio 1,20 euros (2010)
Frecuencia diaria
Tirada 246.170 (OJD, promedio jul. 2007–jun. 2008)
Difusión 205.504 (OJD, promedio jul. 2007–jun. 2008)
Director(a) José Antich
Editor(a) Grupo Godó
Editor(a) jefe Javier Godó, Conde de Godó
Escritores Xavier Batalla
Màrius Carol
Víctor Amela
Ima Sanchís
Lluís Amiguet
Quim Monzó
Xavier Bru de Sala
Carlos Sentís
Sergi Pàmies
Julià Guillamon
Martina Klein
Lluís Permanyer
Joan de Sagarra
ISSN 1133-4835
Sitio web www.lavanguardia.es

La Vanguardia es un diario matinal de información general editado en Barcelona para toda España redactado principalmente en castellano, aunque en algunas secciones y suplementos emplea la lengua catalana. Publicó su primera edición el 1 de febrero de 1881, hecho que lo convierte en uno de los periódicos más antiguos de España.

Según los datos del estudio de la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD), entre julio de 2007 y junio de 2008 ha tenido una tirada promedio de de 246.170 ejemplares diarios, y una difusión promedio de 205.504 ejemplares diarios.

Pertenece al Grupo Godó e ideológicamente está considerado un periódico de centro político catalanista y monárquico. Cuenta con corresponsales propios en las principales ciudades de todo el mundo.

En el año 2010 tiene un precio de 1,20 euros de lunes a sábado, y de 2,20 euros los domingos, día en que incluye diversos suplementos temáticos.

Historia

La larga historia de La Vanguardia comienza el 1 de febrero de 1881,[1]​ cuando dos empresarios de Igualada, los hermanos Carlos y Bartolomé Godó Pie sacaron a la calle el primer número del diario. Definido entonces como «Diario político de avisos y noticias», nació como órgano de expresión de una fracción del Partido Liberal de Barcelona, que aspiraba a conseguir la alcaldía de la ciudad.[2]

Siete años más tarde, comenzó la historia de La Vanguardia como modelo de diario independiente, plural y moderno. El 31 de diciembre de 1887 dejó de publicarse como órgano del Partido Constitucional, y el 1 de enero de 1888, primer día de la Exposición Universal de Barcelona, presentó un nuevo formato,[1]​ con doble edición de mañana y tarde, al margen ya de cualquier partido político.[2]

El periodista que consiguió convertir un diario partidista en el gran referente de la prensa independiente barcelonesa fue Modesto Sánchez Ortiz, un director andaluz que Sagasta recomendó a Carlos Godó. Sánchez Ortiz fue director entre 1888 y 1901, y se integró plenamente en la vida cultural de Barcelona y abrió las páginas del diario a los jóvenes artistas e intelectuales catalanes más destacados, que supieron conectar con los aires renovadores que vivía la sociedad catalana. Casas, Nonell, Rusiñol, Casellas y una larga nómina de artistas e intelectuales son una muestra de aquella profunda transformación, como lo demuestra que, en 1900, el diario ya publicaba la primera crítica de un joven pintor llamado Pablo Ruiz Picasso. Durante aquella época, La Vanguardia contó también con la firma de intelectuales como Leopoldo Alas Clarín, así como con la de Unamuno y los principales escritores de la generación del 98.[2]

El 25 de octubre de 1903, el rotativo se trasladó de la calle Les Heures, cercana a la plaza Real, a un edificio modernista en la calle Pelayo 28, a la vez que renovó su sistema de composición. Ya bajo la dirección del intelectual mallorquín Miquel dels Sants Oliver, La Vanguardia contrató a los más prestigiosos colaboradores del Diario de Barcelona, decano de la prensa continental. Uno de sus más grandes y resonantes éxitos fue ser el primer diario español que envió corresponsales a París y Berlín, capitales de los bandos contendientes durante la Primera Guerra Mundial. En aquella época, La Vanguardia conectó plenamente con la vida cultural y social catalana, y se convirtió, con más de 80.000 ejemplares, en el diario de mayor difusión de Cataluña.

A Miquel dels Sants Oliver, que fue director hasta el año 1920, le sucedió el antiguo corresponsal en París, Agustí Calvet, Gaziel. Bajo su dirección y con el empuje empresarial de Ramón Godó Lallana, La Vanguardia se consolidó como el primer diario de España y uno de los principales de Europa. Aquel éxito fue posible gracias a que el diario fue pionero a la hora de introducir todos los avances técnicos, la conexión con las principales agencias, la utilización del huecograbado en 1929, coincidiendo con la Exposición Universal, y la instauración de una amplia red de corresponsales en el extranjero. En 1931, con La Vanguardia en plena expansión, moría Ramón Godó, al que sucedió su hijo Carlos.

El 19 de julio de 1936, estalló la Guerra Civil en Barcelona y la Generalidad se incautó del diario, con lo que acabó la etapa de dirección de Gaziel, que se exilió. Durante aquel periodo, La Vanguardia fue el principal órgano de expresión, primero del Gobierno de la Generalidad, y más tarde, al instalarse el Gobierno central en Barcelona, del Gobierno de la República. Ilustres intelectuales estamparon durante la guerra su firma en el diario, como Antonio Machado, Pere Bosch i Gimpera, Iliá Erenburg, André Malraux, Max Aub, Ramón J. Sender, y un largo y brillante etcétera.

Con la victoria del bando franquista, la propiedad recuperó el control financiero del diario, pero, a causa de la censura, no podía influir en la línea editorial. El diario fue obligado a cambiar su histórica cabecera por la de La Vanguardia Española.[1]​ Entonces se impuso como director a Luis de Galinsoga, que no era de Barcelona y hasta se declaró públicamente enemigo de Cataluña y de todo lo catalán, lo cual hizo pasar al diario por uno de sus momentos más difíciles. Aun así, La Vanguardia mantuvo su hegemonía dentro de la prensa catalana. Su sección de Internacional, encabezada por el prestigioso periodista Santiago Nadal, fue de las pocas proaliadas de la prensa española durante la Segunda Guerra Mundial. La dirección de Galinsoga duró hasta que el propio general Franco decidió relevarlo del cargo, en 1960, debido a la movilización popular en su contra. En 1963, le sucedió en la dirección Javier de Echarri, que permaneció en el cargo hasta 1966. En aquella difícil etapa de cierta transición política, el nuevo director, Horacio Sáenz Guerrero, inició una valiente apertura encaminada a conseguir un diario plural y democrático, que representase el sentir de sus lectores. Entonces comenzaron a colaborar en sus páginas prestigiosas firmas, como Antoni Tàpies, Ramón Trías Fargas, Joan Fuster, Baltasar Porcel o Fabián Estapé, que reflejaban el espectro político más avanzado de la sociedad catalana. A partir de aquel momento, el diario apoyó el cambio democrático, la instauración de la monarquía y el restablecimiento de la Generalidad de Cataluña. El 16 de agosto de 1978, recuperó su antiguo nombre: La Vanguardia.[3]

El diario celebró en 1981 su primer centenario con un profundo cambio tecnológico que impulsó el nuevo editor, Javier Godó. Este cambio comportó la incorporación de los videoterminales en la redacción y otros departamentos del rotativo. El 30 de junio de 1983, siendo director Lluís Foix, se publicó el último ejemplar con la tipografía realizada en plomo. En octubre de 1989, ya bajo la dirección de Juan Tapia, La Vanguardia culminó su intensa etapa de reconversión tecnológica presentando un nuevo diseño de carácter rupturista, que fue proyectado por el prestigioso creativo de Manhattan Milton Glaser,[1]​ autor del logotipo de la ciudad de Nueva York. El nuevo diseño fue un éxito plenamente aceptado por los lectores y comportó una nueva alza en las cuotas de mercado en Cataluña y en el resto de España. Aquel cambio se culminó con una nueva rotativa en offset color. En 1996, Quim Monzó se incorporó a las páginas de opinión.

En abril del 2000, José Antich sucedió a Juan Tapia[4]​ en la dirección del diario, en el marco de un relevo generacional que coincidió con la expansión del Grupo Godó. Al mismo tiempo, Alfredo Abián sustituyó como director adjunto a Lluís Foix, que pasó a desempeñar responsabilidades en La Vanguardia Digital. Antich reestructuró la redacción, renovó y amplió la red de corresponsales abriendo nuevas corresponsalía en Pekín, Buenos Aires o La Habana, e introdujo temas semanales de debate entre especialistas de distintas materias. La oferta dominical del diario se incrementó con un innovador suplemento de economía, una atractiva guía de clasificados que incluye secciones especiales dedicadas al mundo del motor, y una remodelación de la Revista del Domingo. En el año 2002 empezó a publicarse un nuevo suplemento en color denominado Cultura/s, que cada miércoles recoge la información sobre libros, artes y nuevas tendencias.

En abril del 2004, La Vanguardia cambió de sede.[5]​ Fue otro de sus momentos históricos, ya que desde 1903 había transcurrido más de un siglo de su vida en la calle Pelai, 28. El acto de despedida de sus emblemáticos locales fue muy emotivo, y muchos familiares y amigos de los redactores, así como suscriptores y lectores pasaron a visitar el edificio donde el diario se convirtió en una auténtica institución ciudadana. La Vanguardia se trasladó entonces a tres plantas acristaladas del rascacielos donde se concentran la mayoría de publicaciones y empresas del Grupo Godó, en la Diagonal, 477. Fue el momento de renovar totalmente su material, así como los ordenadores y los servicios tecnológicos. Además de ganar espacio, confort y luminosidad, las nuevas instalaciones están dotadas y diseñadas para implementar las tecnologías más avanzadas. Parte de los servicios auxiliares del diario se trasladaron al edificio del Poblenou, donde está la planta impresora. Y en otro local de la calle Pelai se inauguró un punto de atención a los subscriptores y lectores.

Secciones destacadas

«La contra»

La contraportada del periódico La Vanguardia es una de sus secciones más conocidas. Se trata de entrevistas que a menudo sorprenden por los personajes curiosos que presenta.

«La contra» en la actualidad está escrita por los periodistas Ima Sanchis, Víctor M. Amela y Lluís Amiguet; juntos han publicado varios libros recopilatorios de artículos de La contra.

Referencias

Enlaces externos