Diferencia entre revisiones de «Orden de Predicadores»

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Pronto se hicieron muy populares, y grandes teólogos se forjaron en sus filas. Los casos más renombrados son los de [[Tomás de Aquino]], [[Alberto Magno]], el ''Maestro'' [[Meister Eckart]] y [[Vicente Ferrer (santo)|Vicente Ferrer]].
Pronto se hicieron muy populares, y grandes teólogos se forjaron en sus filas. Los casos más renombrados son los de [[Tomás de Aquino]], [[Alberto Magno]], el ''Maestro'' [[Meister Eckart]] y [[Vicente Ferrer (santo)|Vicente Ferrer]].


La preparación y formación teológica expuesta tanto por los dominicos como por los franciscanos hizo que al fundarse la [[Inquisición]], en [[1231]], las autoridades se fijaran en estos religiosos y le confiaran su organización, que llevaron adelante con mucho celo, al punto de que los primeros quedaron asociados para siempre con este tristemente célebre tribunal. Tal vez los más famosos inquisidores son [[Bernardo Gui]] (o de Guio) y [[Tomás de Torquemada]], ambos dominicos.
La preparación y formación teológica expuesta tanto por los dominicos como por los franciscanos hizo que al fundarse la [[Inquisición]], en [[1231]], las autoridades se fijaran en estos religiosos y le confiaran su organización, que llevaron adelante con mucho celo, al punto de que los primeros quedaron asociados para siempre con este célebre tribunal. Tal vez los más famosos inquisidores son [[Bernardo Gui]] (o de Guio) y [[Tomás de Torquemada]], ambos dominicos.


Tras una decadencia que afectó a todas las órdenes religiosas en general durante el siglo XIV, los dominicos se reformaron en el siglo XV, y alcanzaron su época de mayor gloria intelectual que protagonizaron los dominicos del [[Convento de San Esteban (Salamanca)|Convento de San Esteban]] de Salamanca, donde se forjó la [[Escuela de Salamanca]], en su faceta teológica, que daría después sus frutos en el derecho y en la economía, con personajes de la talla de [[Francisco de Vitoria]], [[Tomás de Mercado]] o [[Domingo de Soto]], que hicieron unos planteamientos sobre los problemas de la sociedad inusualmente avanzados.
Tras una decadencia que afectó a todas las órdenes religiosas en general durante el siglo XIV, los dominicos se reformaron en el siglo XV, y alcanzaron su época de mayor gloria intelectual que protagonizaron los dominicos del [[Convento de San Esteban (Salamanca)|Convento de San Esteban]] de Salamanca, donde se forjó la [[Escuela de Salamanca]], en su faceta teológica, que daría después sus frutos en el derecho y en la economía, con personajes de la talla de [[Francisco de Vitoria]], [[Tomás de Mercado]] o [[Domingo de Soto]], que hicieron unos planteamientos sobre los problemas de la sociedad inusualmente avanzados.

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Orden de Predicadores
Sigla O.P.
(Ordo Praedicatorum)
Gentilicio Dominicos
Lema Laudare, Benedicere, Pradicare
Tipo Orden mendicante
Fundador Santo Domingo de Guzmán
Fundación
Aprobación 1216
Superior General Maestro General
Fr. Carlos Azpiroz Costa
Religiosos 6,109
Religiosos sacerdotes 4,488
Presencia 50 países
Curia Piazza Pietro d'Illiria, 1
100153, Roma, Italia
Página Web http://www.op.org/

La Orden de Predicadores (del latín: Ordo Praedicatorum, O.P.) conocida también como Orden Dominicana y sus miembros como Dominicos, y en Francia como Jacobinos, es una orden mendicante de la Iglesia Católica fundada por Domingo de Guzmán en Toulouse durante la Cruzada Albigense, y confirmada por el Papa Honorio III el 22 de diciembre de 1216.[1]​ La Orden Dominicana destacó en el campo de la teología y doctrina al abrigo de figuras como Alberto Magno o Tomás de Aquino, siendo encargada de la Inquisición Medieval. Fundadora de la Escuela de Salamanca, alcanzó su mayor número de miembros durante la expansión del catolicismo en los territorios de América, África y Asia incorporados a las coronas de Portugal y de España, donde la labor de personajes como Bartolomé de las Casas es recordada por su contribución temprana a la defensa de los derechos humanos. La evolución social y política en Europa surgida tras las revoluciones del siglo XIX llevaron un declive de la Orden, pero pudo no obstante recuperar su influencia con el impulso de teólogos como Enrique Lacordaire, participando activamente en el Concilio Vaticano I y desde entonces, contribuyendo al desarrollo del catolicismo contemporáneo.

Su hábito es blanco con una túnica, escapulario, cogulla con capucha y una capa de color negro. Utilizan como emblema más conocido una cruz flordelisada pintada con los colores de la orden. El lema de la Orden es Laudare, Benedicere, Praedicare (Alabar, Bendecir y Predicar).

Una etimología apócrifa atribuye el nombre de la orden a "Domini Canis", es decir, perros (guardianes) del Señor, pero en realidad se deriva del nombre de su fundador Santo Domingo (Dominicus, en latín). Igualmente los Dominicos se consideran a sí mismos como los perros pastores de la Iglesia.

El gobierno máximo de la Orden reside en el Capítulo General, que se reúne cada 3 años. Para el gobierno cotidiano se nombra un Maestro General que gobierna durante 9 años y se considera Sucesor de Santo Domingo. Él, junto con la Curia Generalicia radica en Roma, en el antiguo Convento y Basílica de Santa Sabina, en el Aventino. El actual Maestro de la Orden es Fray Carlos Aspiroz Costa (electo en 2001).

Historia

Emblema de la Orden de Predicadores, una cruz flor de lis de color blanco y negro sobre un campo de lo mismo, colores alusivos al hábito de los dominicos.[2]

Los dominicos nacen en el contexto de la cruzada albigense, guerra emprendida por iniciativa de la Iglesia Católica y la nobleza del reino de Francia en contra de los cátaros y la nobleza de Occitania a comienzos del siglo XIII.

María con Santo Domingo y Santo Tomás de Aquino, por Fra Angélico, fresco (196 x 187 cm) ejecutado en 1420, hoy en Hermitage, San Petersburgo, Rusia.

Domingo de Guzmán, natural de Caleruega, era un clérigo que integraba el capítulo de la catedral de Osma). Durante un viaje diplomático realizado con su obispo Diego de Acevedo al norte de Europa, fue encargado del intento de conversión de los cátaros instalados en el sur de Francia. Hacia 1206, organizó con la aprobación del Papa, un grupo de predicación que imitaba las costumbres de los cátaros, viviendo pobremente, sin criados ni posesiones, pero sus intentos fueron un fracaso lo que decidió el uso de la fuerza y el inicio de la llamada cruzada contra los cátaros.

Santo Domingo continúa madurando su idea y se va a vivir a la diócesis de Toulouse, donde fundó un monasterio femenino en Prouille. Finalmente, hacia 1215 organizó la primera comunidad formal de "hermanos predicadores", como fue llamada la Orden naciente. Se componía de 16 integrantes. Dicha comunidad se guiaba bajo la regla de San Agustín y vivía en conventos o casas urbanas, bajo una espiritualidad a la vez monástica y a la vez apostólica. El lema escogido fue «Contemplari et contemplata aliis tradere», es decir: «Contemplar y dar a otros lo contemplado». Todo esto fue novedoso para la época, pues hasta entonces, los religiosos vivían en monasterios y no se dedicaban a la predicación, la cual era oficio propio de los obispos. Los dominicos tomaron como ejes de su carisma el estudio y la predicación, unidos a la pobreza mendicante.

La Orden fue aprobada por el papa Honorio III en 1216. Pocos años después Santo Domingo toma la decisión de dispersar al pequeño grupo, enviándolo a lugares claves de la Europa de entonces: París y Bolonia, donde se encontraban las dos principales universidades del mundo occidental. El éxito fue inmediato. Si en 1221, cuando murió su fundador, Los dominicos eran alrededor de 300 frailes, unos cincuenta años más tarde el número bordeaba los 10.000 miembros. Hasta el siglo XIX, los dominicos representaron la segunda comunidad masculina más numerosa, después de los franciscanos.

Pronto se hicieron muy populares, y grandes teólogos se forjaron en sus filas. Los casos más renombrados son los de Tomás de Aquino, Alberto Magno, el Maestro Meister Eckart y Vicente Ferrer.

La preparación y formación teológica expuesta tanto por los dominicos como por los franciscanos hizo que al fundarse la Inquisición, en 1231, las autoridades se fijaran en estos religiosos y le confiaran su organización, que llevaron adelante con mucho celo, al punto de que los primeros quedaron asociados para siempre con este célebre tribunal. Tal vez los más famosos inquisidores son Bernardo Gui (o de Guio) y Tomás de Torquemada, ambos dominicos.

Tras una decadencia que afectó a todas las órdenes religiosas en general durante el siglo XIV, los dominicos se reformaron en el siglo XV, y alcanzaron su época de mayor gloria intelectual que protagonizaron los dominicos del Convento de San Esteban de Salamanca, donde se forjó la Escuela de Salamanca, en su faceta teológica, que daría después sus frutos en el derecho y en la economía, con personajes de la talla de Francisco de Vitoria, Tomás de Mercado o Domingo de Soto, que hicieron unos planteamientos sobre los problemas de la sociedad inusualmente avanzados.

Mientras tanto se enfrentaban a una nueva tarea: la Evangelización de América. Su trabajo allí fue muy importante y en los anales de la historia se tiene en especial consideración a Fray Bartolomé de las Casas, Fr. Antonio de Montesinos, Fr. Pedro de Córdoba, San Luis Beltrán y otros más por su labor en la defensa de los derechos de los indígenas americanos.

En América, los Dominicos también intervinieron en la educación de la población criolla, a través de la fundación de centros universitarios y en la propagación de prácticas y devociones que aún hoy están presentes entre la población católica, como la devoción a la Virgen María a través del rezo del rosario.

Al advenir la época de las revoluciones (siglos XVIII-XIX) tanto en Europa como en América, la Orden soportó la crisis más grande de su historia. La inobservancia, la laxitud, la aridez intelectual, unida a los ataques que desde el exterior lanzaron las autoridades políticas de corte liberal, la llevaron a casi desaparecer por completo. A partir del siglo XIX comenzó una segunda restauración, si bien el número de religiosos nunca volvió a tener el guarismo de otras épocas. Uno de los restauradores más conocidos por su influencia en Francia y en Europa en general, fue Enrique Lacordaire.

En el siglo XX la Orden Dominicana recuperó parte de su antiguo esplendor en el campo teológico y pastoral. Por medio de teólogos como Santiago Ramírez y Aniceto Fernàndez, entre otros, los dominicos tuvieron una influyente participación en el Concilio Vaticano II. En la actualidad, los alrededor de 6500 frailes que existen se dedican especialmente al estudio teológico y filosófico, a la pastoral en parroquias, a la misión y la enseñanza en centros de estudio.

Atributos iconográficos

Santo Domingo de Guzmán, por Claudio Coello, c. 1685, Museo del Prado. El santo porta la cruz patriarcal de la Orden en la mano derecha, emblema de su misión apostólica, y en la izquierda un libro, el Evangelio de San Pedro, además de un ramo de azucenas, símbolo de pureza. Sobre su cabeza, una estrella a modo de planeta centrando el nimbo o aureola. De su cintura se desprende un rosario y a sus pies, descansan el globo del mundo y un perro portando una antorcha encendida, completando los atributos iconográficos clásicos del santo y la Orden dominica.

Se describen en la "Leyenda", denominación genérica de la primera biografía de Santo Domingo de Guzmán obra del fraile español Pedro Ferrand. Según ésta, Juana de Aza, estando embarazada del santo, tuvo un sueño en el que daba a luz un cachorro que portaba una antorcha encendida en su boca y un globo a sus pies. Inquietada por el sueño, peregrinó a un monasterio benedictino cercano fundado por Santo Domingo de Silos, el cual interpretó que anunciaba la luz que el niño daría al mundo con su predicación. Según la "Leyenda", agradecida la madre, puso el nombre de aquél a su futuro hijo. Los propios dominicos se considerarían a sí mismos como los perros pastores de la Iglesia.

La estrella, presente en el «stemma liliatum» (escudo liliado) de la Orden, es descrita en otro episodio de la "Leyenda", que narra cómo durante el bautismo del predicador apareció una estrella en su frente. En cuanto al origen de la cruz del escudo de los dominicos, responde a otro atributo del santo, la flor de lis, presente ya en forma de cruz flordelisada en el propio escudo de la familia Aza.

En su predicación por Europa, siempre se le describe acompañado del Evangelio de San Pedro y las Cartas de San Pablo, otro atributo del Santo y, en general, de la Orden. Su hagiografía cuenta que en una noche de vigilia, los Santos Pedro y Pablo se manifestaron mientras oraba. San Pedro, portando su Evangelio, y San Pablo, portando sus Cartas, le anunciaron: «Ve y predica, porque has sido llamado para este ministerio».

Estos son los atributos más importantes junto a la iconografía del rosario, el cual le fuera revelado a Santo Domingo por la Virgen María en otro episodio mítico de su vida. El rosario sería uno de los ejes principales de doctrina de la Orden de Santo Domingo.

Presencia de los Dominicos en Santuarios

Santos y beatos de la orden

Personalidades de la orden

Dominicos en la ciencia

Notas y referencias