Diferencia entre revisiones de «Compañía de Jesús»

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== Denominación y símbolos ==
== Denominación y símbolos ==
AEl nombre de «jesuitas» se empezó a utilizar en Alemania, como le hizo notar '''S. Pedro Canisio''' a Pedro Fabro en una carta de 1545: "seguimos llevando adelante las obras de nuestro instituto, no obstante la envidia y las injurias de algunos que incluso nos llaman "jesuitas". La denominación se extendió al resto de Europa. [[Ignacio de Loyola]] había leído durante su convalecencia en 1521 muchos libros piadosos, entre ellos la ''Vida de Cristo'' del cartujo [[Ludolfo de Sajonia]] (fallecido en [[1378]]), que había sido traducido del latín al castellano por el franciscano [[Ambrosio Montesino]] (Alcalá de Henares, [[1502]]). Un capítulo de dicha obra dice:
A los miembros de esta Orden se les llamó, casi desde sus inicios, «jesuitas». El nombre se empezó a utilizar en Alemania, como le hizo notar San Pedro Canisio a Pedro Fabro en una carta de 1545: "seguimos llevando adelante las obras de nuestro instituto, no obstante la envidia y las injurias de algunos que incluso nos llaman "jesuitas". La denominación se extendió al resto de Europa. [[Ignacio de Loyola]] había leído durante su convalecencia en 1521 muchos libros piadosos, entre ellos la ''Vida de Cristo'' del cartujo [[Ludolfo de Sajonia]] (fallecido en [[1378]]), que había sido traducido del latín al castellano por el franciscano [[Ambrosio Montesino]] (Alcalá de Henares, [[1502]]). Un capítulo de dicha obra dice:


{{cita|¡Jesús, Jesús, cuánto dice un nombre! Este nombre de [[Cristo]] es nombre de gracia; mas este nombre de Jesús es nombre de gloria. Por la gracia del bautismo se toma el nombre de cristiano y de la misma manera en la gloria celestial serán llamados los santos, jesuitas, que quiere decir salvados por la virtud del Salvador.}}
{{cita|¡Jesús, Jesús, cuánto dice un nombre! Este nombre de [[Cristo]] es nombre de gracia; mas este nombre de Jesús es nombre de gloria. Por la gracia del bautismo se toma el nombre de cristiano y de la misma manera en la gloria celestial serán llamados los santos, jesuitas, que quiere decir salvados por la virtud del Salvador.}}


Sin embargo, el término «jesuita», que en su variante peyorativa data de [[1544]]-[[1552]] nunca fue usado por Loyola. Las Constituciones SJ ([[1554]]) hablan de «''los de la Compañía''», y la Santa Sede, hasta los años 70, siempre habló de «''los religiosos de la Compañía de Jesús''». En síntesis, el apelativo «jesuita» les fue aplicado inicialmente a los miembros de la Compañía de modo despectivo, pero con el paso del tiempo adquirió un tono neutral o positivo.
Sin embargo, el término «jesuita», que en su variante peyorativa data de [[1544]]-[[1552]] nunca fue usado por Loyola. Las Constituciones de la SJ ([[1554]]) hablan de «''los de la Compañía''», y la Santa Sede, hasta los años 70, siempre habló de «''los religiosos de la Compañía de Jesús''». En síntesis, el apelativo «jesuita» les fue aplicado inicialmente a los miembros de la Compañía de modo despectivo, pero con el paso del tiempo adquirió un tono neutral o positivo.


Según un artículo publicado por el diario español "ABC":<ref>Diario "ABC", de 5 de enero de 2008, pág. 28</ref>
Según un artículo publicado por el diario español "ABC":<ref>Diario "ABC", de 5 de enero de 2008, pág. 28</ref>


{{cita|"La palabra "jesuita" no fue inventada, ni mucho menos utilizada, por San Ignacio de Loyola. Tampoco por la Compañía, que no utilizó dicho término en ninguna de sus Constituciones o documentos oficiales desde la aprobación de la orden en 1540 hasta 1975. Según indica el padre Araoz, durante los primeros años de la Compañía a los "seguidores de San Ignacio" se les denominaba de muy distintos modos: "iñiguistas", "papistas", "sacerdotes reformados", "teatinos" o "apóstoles". De hecho, el término "jesuitas" surgió como un modo despectivo de nombrar a los miembros de la congregación recién aprobada por Paulo III, sobre todo en Austria y Alemania, países donde había triunfado la Reforma (...). Con el transcurrir de los años, la evolución semántica de este término fue derivando hacia tres posibles significados: la atribución a los religiosos de esta orden de fechorías de todo género; como sinónimo de "astuto" e "hipócrita"; o simplemente como un modo coloquial de designarles." (Diario "ABC", de 5 de Enero de 2008)}}
{{cita|"La palabra "jesuita" no fue inventada, ni mucho menos utilizada, por San Ignacio de Loyola. Tampoco por la Compañía, que no utilizó dicho término en ninguna de sus Constituciones o documentos oficiales desde la aprobación de la orden en 1540 hasta 1975. Según indica el padre Araoz, durante los primeros años de la Compañía a los "seguidores de San Ignacio" se les denominaba de muy distintos modos: "iñiguistas", "papistas", "sacerdotes reformados", "teatinos" o "apóstoles". De hecho, el término "jesuitas" surgió como un modo despectivo de nombrar a los miembros de la congregación recién aprobada por Paulo III, sobre todo en Austria y Alemania, países donde había triunfado la Reforma protestante (...). Con el transcurrir de los años, la evolución semántica de este término fue derivando hacia tres posibles significados: la atribución a los religiosos de esta orden de fechorías de todo género; como sinónimo de "astuto" e "hipócrita"; o simplemente como un modo coloquial de designarles. Este último sentido, más popular, acabó por imponerse en el mundo católico aunque, como recuerda la Compañía, "no ha sido ni promovido ni deplorado" por la misma. Finalmente, y gracias al impulso de Pedro Arrupe, la XXXII Congregación General utilizó por primera vez, el término "jesuita" en un documento oficial." (Diario "ABC", de 5 de Enero de 2008)}}

Este último sentido, más popular, se impuso en el mundo católico. La Congregación General 32 (1975) utilizó por primera vez, el término "jesuita" en un documento oficial.


El '''lema''' de los jesuitas es «''[[Ad maiorem Dei gloriam]]''», también conocido por su abreviatura AMDG. En [[latín]] significa «''A la mayor gloria de Dios''».
El '''lema''' de los jesuitas es «''[[Ad maiorem Dei gloriam]]''», también conocido por su abreviatura AMDG. En [[latín]] significa «''A la mayor gloria de Dios''».


Las '''siglas''' [[IHS]], tradicional monograma de la palabra ''Jesús'', fue adoptado en su sello por San Ignacio, con lo que devino en símbolo de la Compañía.<ref>[http://www.enciclopediacatolica.com/i/ihs.htm El monograma IHS.]</ref>
Las '''siglas''' [[IHS]], tradicional monograma de la palabra ''Jesús'' (también simplemente IH, como XP lo es de ''Cristo'') fue adoptado en su sello por Ignacio de Loyola, con lo que devino en símbolo de la Compañía.<ref>[http://www.enciclopediacatolica.com/i/ihs.htm El monograma IHS.]</ref>


== Carisma ==
== Carisma ==

Revisión del 22:53 24 ago 2010

Compañía de Jesús
Nombre latino Societas Jesu o Societas Iesu
Siglas S.J. o S.I.
Nombre común Jesuitas
Fundador San Ignacio de Loyola
Fundación 1534
Lugar de fundación París
Aprobación 27 de septiembre de 1540 por el Papa Paulo III
Superior General Padre Adolfo Nicolás Pachón
Religiosos 18.516 (2009)
Sacerdotes 13.112
Desaparición 1773 (supresión)
Curia Borgo Santo Spirito 4, CP 6139 Roma
Actividades Educación, Misiones, Trabajo intelectual,
Personas destacadas San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, Beato Pedro Fabro, San Francisco de Borja, San Pedro Canisio, Matteo Ricci, Cristopher Clavius, Baltasar Gracián, Gerard Manley Hopkins, Pierre Teilhard de Chardin, San José María Rubio, San Alberto Hurtado, Karl Rahner, Pedro Arrupe, Peter-Hans Kolvenbach.
Sitio web www.sjweb.info
Una de las primeras versiones del sello de la Compañía de Jesús (Iglesia del Gesù, Roma). El trigrama "IHS", comprendido por las tres primeras letras griegas de "IHΣOYΣ" (Jesús), posteriormente interpretado como "Iesus Hominum Salvator", Jesús, Salvador de la Humanidad.

La Compañía de Jesús (Societas Jesu o Societas Iesu, S.J. o S.I.) es una orden de la Iglesia Católica, fundada por San Ignacio de Loyola, junto con San Francisco Javier, Beato Pedro Fabro, Diego Laynez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla y Simón Rodrigues en 1534, en París y aprobada en 1540 por el Papa Pablo III. Con cerca de 19.000 miembros, sacerdotes, estudiantes y hermanos, es la mayor orden religiosa masculina católica hoy en día. Su actividad se extiende a los campos educativo, social, intelectual, misionero y de medios de comunicación católicos.

Descripción de la orden

La Compañía de Jesús (SJ) es una orden religiosa de carácter apostólico y sacerdotal -aunque la conforman también Hermanos, es decir, religiosos no sacerdotes-. Está ligada al Papa por un "vínculo especial de amor y servicio"; su finalidad, según la Fórmula del Instituto, documento fundacional de la Orden (1540) es "la salvación y perfección de los prójimos". En términos de Derecho Canónico, la SJ es una asociación de hombres aprobada por la autoridad de la Iglesia, en la que sus miembros, según su propio derecho, emiten votos religiosos públicos y tienden en sus vidas hacia la "perfección evangélica".

La formación en la SJ empieza con un noviciado que dura dos años. Continúa con un proceso de formación intelectual que incluye estudios de Humanidades, Filosofía y Teología. Además, los jesuitas en formación realizan dos o tres años de docencia o «prácticas apostólicas» (período de magisterio) en colegios o en otros ámbitos (trabajo parroquial, social, medios de comunicación, etc). El estudio a fondo de idiomas, disciplinas sagradas y profanas, antes o después de su ordenación sacerdotal, ha hecho de los miembros de la SJ, durante casi cinco siglos, los líderes intelectuales del catolicismo.

S. Ignacio de Loyola, el fundador, quiso que sus miembros estuviesen siempre preparados para ser enviados, con la mayor celeridad, allí donde fueran requeridos por la misión de la Iglesia, donde el Papa los necesitara. Por eso los jesuitas profesan los tres votos normativos de la vida religiosa (obediencia, pobreza y castidad) y, además, un cuarto voto de obediencia al Papa, «circa misiones»[1]​ La Fórmula del Instituto (confirmada por Julio III en 1550) dice: «Militar para Dios bajo la bandera de la cruz y servir sólo al Señor y a la Iglesia, su Esposa, bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra».

La Congregación General (CG) es el órgano supremo de gobierno y no se convoca, como en el resto de órdenes, periódicamente sino en caso de muerte del Prepósito General o para tratar de asuntos de especial importancia. Aunque el cargo de Superior General es vitalicio (ningún General renunció en la Compañía anterior a la supresión), las Normas Complementarias vigentes desde 1995 contemplan la posibilidad de renunciar, si el General lo considera conveniente, en conciencia. El primero General en renunciar -por motivos de salud graves- fue Pedro Arrupe, en 1983 y autorizado por la CG 33. P-H Kolvenbach, su sucesor, hizo lo mismo en 2008.

La Compañía de Jesús ha sido una organización que ha vivido entre la alabanza y la crítica, siempre en la polémica. Su lealtad incondicional al Papa los ha colocado en más de un conflicto: con la Inglaterra isabelina, frente al absolutismo del Rey Sol, el regalismo español, con la Alemania de Bismarck, de donde fueron expulsados (durante el Kulturkampf) y con los gobiernos liberales de diversos países en América y Europa. Asimismo, los regímenes comunistas de Europa Oriental y de China limitaron ampliamente su actividad a partir de 1945.

Basílica de Loyola.

La Compañía de Jesús desarrolló una actividad importante durante la Reforma católica, sobre todo en los años inmediatamente posteriores al Concilio de Trento; reconquistaron para el catolicismo regiones protestantes como Baviera en el sur de Alemania y los actuales estados de Renania del Norte-Westfalia, Renania-Palatinado y Sarre; Polonia, Hungría, Austria, y el sur de Holanda. Su presencia en la educación occidental y en las misiones en Asia, África y América ha sido muy activa.

Ha contado entre sus filas a una larga serie de santos, teólogos, científicos, filósofos, artistas y pedagogos: San Francisco Javier, San Luis Gonzaga, Matteo Ricci, Francisco Suárez, Luis de Molina, Juan de Mariana, San Roberto Belarmino, San Pedro Canisio, José de Acosta, Atanasio Kircher, Cristóbal Clavio, San Pedro Claver, Eusebio Kino, etc.

Capítulos notables de su historia han sido el origen y desarrollo de sus colegios y universidades en Europa, la actividad misionera en la India, China y Japón, las reducciones de Bolivia, Paraguay y Argentina, la exploración y evangelización del Canadá, del Mississipi y del Marañón, los conflictos teológicos con los protestantes y los jansenistas, su confrontación con la Ilustración, su supresión (1773) y su restauración (1814).

En 1965 llegaron a su máxima expansión numérica: 36.000 jesuitas en más de un centenar de unidades administrativas (provincias y misiones). Hoy, los jesuitas y los laicos que comparten su espiritualidad trabajan en los campos más diversos, tratando de colaborar con la Iglesia respondiendo a las nuevas necesidades de la sociedad y a los retos que éstas plantean. Así la Compañía trabaja en la acción social, la educación, el ámbito intelectual, el servicio a parroquias y comunidades cristianas y en medios de comunicación.

Entre 1965 y 2008 sus Superiores Generales fueron Pedro Arrupe (español, 1965-1983) y Peter Hans Kolvenbach (holandés, 1983-2008, año en que presentó su renuncia por motivos de edad). El 7 de enero de 2008 comenzó su Congregación General 35, para elegir nuevo Prepósito (superior mundial) y legislar sobre aspectos de la misión y carisma de la Orden. El 19 de enero fue electo (en el segundo escrutinio) como trigésimo General el Padre Adolfo Nicolás, español, perteneciente a la Asistencia de Asia Oriental y Oceanía que, como Arrupe, había sido Provincial de Japón.

Pablo VI describió a los jesuitas de la siguiente manera (1975): "Donde quiera que en la Iglesia, incluso en los campos más difíciles o de primera línea, ha habido o hay confrontaciones: en los cruces de ideologías y en las trincheras sociales, entre las exigencias del hombre y mensaje cristiano allí han estado y están los jesuitas."

Historia

Origen de la Compañía

Iglesia Central de la Compañía de Jesús en Roma.

En septiembre de 1529, Ignacio de Loyola, un vasco que combatió en la guerras contra Francia defendiendo la causa de Carlos I, había optado por dedicarse a «servir a las almas». Decidido a estudiar para cumplir mejor su propósito, se incorpora al Colegio de Santa Bárbara —dependiente de la Universidad de París— y comparte cuarto con el saboyano Pedro Fabro y el navarro Francisco Javier. Los tres se convirtieron en amigos. Ignacio realizó entre sus condiscípulos una discreta actividad espiritual, sobre todo dando Ejercicios espirituales, un método ascético desarrollado por él mismo.

Regimini militantis Ecclesiae.

En 1533 llegaron a París Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla y Simão Rodrigues, que se unieron al grupo de Ignacio. El 15 de agosto de 1534, fiesta de la Asunción de la Virgen, los siete se dirigieron a la capilla de los Mártires, en la colina de Montmartre, donde pronunciaron tres votos: pobreza, castidad y peregrinar a Jersusalén. Así nació la Compañía de Jesús como un grupo de amigos con un ideal religioso común.

Después de los votos de Montmartre se incorporaron al núcleo inicial tres jóvenes franceses, «reclutados» por Fabro: Claude Jay, Jean Codure y Paschase Broët. Los diez se encontraron en Venecia y misionaron el norte de Italia a la espera de embarcarse hacia Jerusalén. Al no poder viajar a Palestina debido a la guerra entre Venecia y el Imperio Otomano, el grupo se dirigió a Roma. El 27 de septiembre de 1540, el Papa Pablo III les reconoció como una nueva Orden religiosa y firmó la bula de confirmación, Regimini militantis ecclesiae.

A partir de la aprobación papal comenzó un proceso de expansión numérica, de organización interna y de responder a las misiones encomendadas: fundación de Colegiosa a petición de ciudades interesadas, reforma de monasterios, participación en el Concilio de Trento, diálogo con los protestantes, misiones diplomáticas, etc. Los primeros compañeros se dispersaron: Rodríguez fue a Portugal, Javier a Oriente, Fabro recorrió Europa predicando y dando los Ejercicios Espirituales... Entre 1540 y 1550 se unieron a la Orden notables personajes para su posterior desarrollo: Jerónimo Nadal, Francisco de Borja (Duque de Gandía y Virrey de Cataluña), Pedro Canisio, notable teólogo (Doctor de la Iglesia), y Juan de Polanco, secretario de Ignacio.

En 1556, cuando murió el fundador, eran 1,000 compañeros. El segundo General fue Diego Laínez.

Complejos agroindustriales jesuíticos

Iglesia de la Compañía de Jesús en Córdoba (Argentina).

Una de las primeras innovaciones en los métodos de producción fue la introducción de complejos agroindustriales en sus haciendas lo que hacía mejorar la producción. En las haciendas administradas por Jesuítas en los siglos XVII y XVIII en Sudamérica, supieron con pericia gestionar verdaderos emporios agro industriales con métodos de gerencia que se adelantaron a los utilizados en la actualidad. Además agregaron la participación patrimonial de lo recaudado en las haciendas para luego ser redistribuido entre indígenas, esclavos y empleados, llegamos a la conclusión que fueron los primeros en otorgar una suerte de “títulos de propiedad” a sus subordinados.

La finalidad de estas propiedades era sostener sus colegios, pues éstos -debido a una rigurosa concepción del voto de pobreza- eran gratuitos. Sin embargo, la riqueza de estos complejos y haciendas atrajó la ambición de las Coronas y particulares y, a la larga, fue un factor para la supresión de la Orden.

Expulsiones y supresión

Archivo:IHS sello2.jpg
Sello de lacre utilizado por San Ignacio.

Los gobiernos ilustrados de la Europa del siglo XVIII se propusieron acabar con la Compañía de Jesús por su defensa incondicional del Papado, su actividad intelectual, su poder financiero y su influjo político. Ciertamente se se habían ganado poderosos enemigos: los partidarios del absolutismo, los jansenistas y los filósofos franceses (Voltaire, Montesquieu, Diderot). No faltaron tampoco las intrigas de ciertos grupos en la misma Roma. El contexto político europeo se caracterizó en estos años por el advenimiento del llamado Despotismo Ilustrado y por un declive notorio del prestigio político del Papado y la voluntad política de los Borbones y de la Corona Portuguesa de robustecerse en detrimento de la Iglesia.

El Padre General desde 1758 era el florentino Lorenzo Ricci. El primer país en expulsar a la Compañía de Jesús fue Portugal. El ministro Carvalho, marqués de Pombal, fue su principal adversario; encerró en el calabozo a 180 jesuitas en Lisboa y expulsó al resto en 1759. Con esta dura medida pretendía robustecer la autoridad real y dar una clara señal al Papa de que no toleraría intromisiones pontificias en los asuntos del Estado. Más de mil jesuitas de Portugal y sus colonias fueron deportados con destino a los Estados Pontificios. Clemente XIII protestó por la medida.

En 1763, Luis XV de Francia los acusó de malversación de fondos debido a la quiebra del P. Antoine Lavalette en Martinica. El Parlamento de París, que ya desde la fundación de la Orden había impugnado lapresencia legal de la Orden en Francia, condenó las Constituciones y el Rey decretó la disolución de la orden en sus dominios, y el embargo de sus bienes.

Más tarde, los jesuitas fueron expulsados de los territorios de la Corona española a través de la Pragmática Sanción de 1767 dictada por Carlos III el 2 de abril de 1767 y cuyo dictamen fue obra de Pedro Rodríguez de Campomanes (futuro conde de Campomanes), regalista y por entonces Fiscal del Consejo de Castilla.[2]​ Al mismo tiempo, se decretaba la incautación del patrimonio que la Compañía tenía en estos reinos (haciendas, edificios, bibliotecas), aunque no se encontró el supuesto «tesoro» en efectivo que se esperaba. Los hijos de San Ignacio tuvieron que dejar el trabajo que realizaban en sus obras educativas (lo que supuso un duro golpe para la formación de la juventud en la América Hispana) y sus misiones entre indígenas, como las famosas Reducciones guaraníes y las menos célebres, pero no menos esforzadas misiones entre los Tarahumara en México y a lo largo del Amazonas (Misiones del Marañón).

La supresión de los jesuitas fue llevada a cabo en 1773, cuando el nuevo Papa Clemente XIV enfrentó fuertes presiones de los reyes de Francia, España, Portugal y de las Dos Sicilias quienes, por razones políticas, le exigían la desaparición de la Compañía. El Papa cedió y mediante el breve Dominus ac Redemptor suprimió la Compañía de Jesús. Los sacerdotes jesuitas podían convirtieron al clero secular; los escolares y hermanos coadjutores quedaron libres de sus votos. El P. General, Lorenzo Ricci, y su Consejo de Asistentes fueron apresados y encerrados en el Castillo Sant'Angelo (Roma) sin juicio alguno.

Sin embargo, en Rusia -concretamente en Bielorrusia- y Prusia el edicto de supresión no fue promulgado por los monarcas. Jesuitas de toda Europa aceptaron la oferta de refugio hecha por la zarina Catalina la Grande, quien esperaba continuar así, con el apoyo intelectual de la Compañía, la obra de modernización iniciada por Pedro el Grande.

En 1789 —el mismo año en que la Constitución de Estados Unidos entró en vigor y en el que se inició la Revolución francesa— fue fundada el Obispo John Carroll -ex jesuita- la universidad católica más antigua de Estados Unidos, la Universidad de Georgetown, en Washington D.C.; en el siglo XIX, esta universidad sería integrada a la Compañía restaurada.

Restauración

Cuarenta años después, en medio de los efectos causados por la Revolución francesa, las guerras napoleónicas y las guerras de independencia en la América Hispánica, Pío VII decidió restaurar a la Compañía. De hecho, los jesuitas habían sobrevivido en Rusia —unos cuantos centenares— protegidos por Catalina II. La restauración universal era vista como una respuesta al desafío que representaban quienes eran vistos en ese entonces como los enemigos de la Iglesia: la masonería y los liberales, principalmente.

De 1814 hasta el Concilio Vaticano II[3]​ de 1960, la SJ es asociada con corrientes conservadoras y elitistas. La Orden es identificada con un incondicional apoyo hacia la autoridad del Papa. Poco tiempo después de la restauración, el Zar expulsa a los jesuitas de Rusia. Los Generales (Fortis, Roothaan y Beckx) vuelven a instalarse en Roma después de un paréntesis de 40 años. Durante el siglo XIX la SJ sufre las consecuencias de las revoluciones políticas de corte liberal y tiene que afrontar numerosos ataques. Acaba siendo nuevamente expulsada de Portugal, Italia, Francia, España, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Alemania, etc.

Archivo:Antiguonoviciado.jpg
Antiguo noviciado jesuita, Lima.

El resurgimiento italiano, es decir, la unificación de la península bajo la égida de la Casa de Saboya, acarreó complicaciones al Papado y a la Compañía. El conde de Cavour, primer ministro del Rey Víctor Manuel, era francamente liberal y, por ende, anticlerical. En 1870 surge la «cuestión romana» cuando los ejércitos piamonteses ocupan Roma y el Papa se declara prisionero en el Vaticano. La situación política posterior en Italia, obligó al Padre General Luis Martín a abandonar Roma y a gobernar desde Fiésole.

A pesar de estas expulsiones y conflictos, el número de jesuitas va ascendiendo lentamente. Cuando los jesuitas alemanes fueron expulsados por Otto von Bismarck, cientos de ellos se trasladaron a Norteamérica y colaboraron en la evangelización del interior de los Estados Unidos.

Siglo XX

A inicios del siglo XX el P. General es el alemán Franz Xaver Wernz y los jesuitas alrededor de 15,000. Durante la Primera Guerra Mundial asume el generalato el polaco Wladimir Ledóchowski que, considerado un excelente líder y administrador, desarrolla vigorosamente la Orden en sus tradicionales frentes: educación y misiones. No faltaron los jesuitas que se destacaron como capellanes y camilleros en las trincheras; entre ellos, Pierre Teilhard de Chardin y el beato Rupert Mayer.

Hacia el final de los años 30, los jesuitas de Estados Unidos sobrepasan a los españoles en número, formando el grupo regional más grande con más de 8,000 jesuitas.

En España, por decreto de 23 de enero de 1932, la Segunda República Española disuelve la compañía de Jesús por obedecer a un poder extranjero (el Papa) y se incauta de todos sus bienes. Durante la Guerra Civil Española, se decreta, el 3 de mayo de 1938, la derogación del decreto de 23 de enero de 1932 sobre disolución de la Compañía de Jesús e incautación de sus bienes, y en su virtud, la Compañía de Jesús vuelve a adquirir plena personalidad jurídica y podrá libremente realizar todos los fines propios de su Instituto, quedando, en cuanto a lo patrimonial, en la situación en que se hallaba con anterioridad (B.O.E., 7 de mayo de 1938, p.7162s).

Después de la II Guerra Mundial

El general Ledóchowski muere durante la contienda y el vicario general Norbert Boynes no puede convocar una Congregación General (XXIX) hasta septiembre de 1946. De esta congregación general fue elegido Jean-Baptiste Janssens como vigésimo séptimo Prepósito General de la Compañía. Su gobierno no pasó desapercibido para el pontificado de Pío XII, sobre todo por las figuras que emergen poniendo en peligro la ortodoxia y unidad católicas de la Iglesia. Ante las sospechas, después asentadas en las cátedras, Pío XII publica la encíclica Humani generis en 1950 condenando y advirtiendo de los desvíos que ya San Pío X denunciara en la Pascendi Dominici gregis.

Los jesuitas más destacados antes y durante el Concilio Vaticano II fueron:

Hacia fines de los años 50, Teilhard y Murray son cuestionados por Roma. El evolucionismo de Teilhard es visto como peligroso; en tanto, la posición favorable de Murray hacia el ecumenismo y la libertad religiosa hace que el Vaticano también lo censure. El General Jean Baptiste Janssens (belga) es obligado a callar a Teilhard.

Durante el gobierno del P. Janssens se desarrolla con fuerza un nuevo apostolado jesuítico: el trabajo social. Se ha querido ver como pioneros de esta nueva manifestación del carisma ignaciano a San José María Rubio (español) y San Alberto Hurtado (chileno). Su generalato terminó casi al mismo tiempo que el Concilio y que significó la apoteósis de la Compañía, la Orden llega a su máxima expansión numérica (36,000 jesuitas) y se abre un nuevo capítulo en la relación de la Compañía con Roma. La promulgación del decreto del concilio sobre libertad religiosa reivindica al Padre Murray. La figura del jesuita Karl Rahner cobra especial relevancia en el mundo teológico.

Durante el final del mandato del P. Janssens surgen disensiones que no son ajenas al resto de la Iglesia católica. En 1965 (Congregación General 31), el viceprovincial de Japón, el vasco Pedro Arrupe, es elegido General, dándose durante su generalato un giro en la línea de gobierno de la Compañía. Se pone gran énfasis en los temas de promoción de la justicia social e inculturación del Evangelio. Pero los cambios en el mundo y en la Iglesia son acelerados y comienza la disminución en el número de ingresos a los noviciados europeos. Miles de sacerdotes católicos abandonan el ministerio en el periodo posconciliar; la Compañía no escapó a esta tendencia, pues alrededor de 8,000 jesuitas dejan la Orden. Arrupe es acusado por sectores tradicionales de ser muy permisivo; otros lo ven como un profeta de la nueva evangelización. La Congregación General de 1975 (la N° 32) respalda al General y proclama la nueva forma de entender la misión de la SJ: Fe y Justicia. A pesar del aprecio que Pablo VI siente por la Orden, le llegan frecuentes quejas de los obispos por desafíos de ciertos jesuitas al Magisterio. El mismo Papa recibió críticas de teólogos jesuitas por su encíclica Humanae Vitae. Durante la CG 32, Pablo VI prohíbe explícitamente a los congregados a hacer cambios en lo referente al cuarto voto, "impasse" que fue ampliamente recogido por los medios de comunicación.

Problemas con el Papado

Como vemos, la innovación al interior de la Orden puso en peligro -según la Santa Sede- la propia naturaleza de la Compañía tal como la fundó S. Ignacio, expresada en una de sus características fundamentales: el voto de obediencia al Papa. En 1981, cuando Pedro Arrupe quedó paralizado por una embolia, Juan Pablo II actúo por encima del Instituto SJ y nombró un Delegado Pontificio y un Adjunto para el gobierno de la Orden, respectivamente los Padres Paolo Dezza y Giuseppe Pittau. Tal figura no está presente en la legislación jesuítica, por lo que fue una medida extraordinaria. La respuesta de la Compañía a esta medida fue ejemplar, salvo algunas voces críticas (carta de Karl Rahner y otros teólogos al Papa). Pero todos los observadores serios reconocieron que la transición se hizo en un ambiente de paz. En 1983, cuando por fin se reunió la Congregación General 33, el lingüista neerlandés Peter Hans Kolvenbach fue electo como 29º General.

Durante el largo generalato de Kolvenbach (1983-2008) se normalizaron las relaciones de la SJ con el Vaticano. El General modificó ciertas estructuras de gobierno, renovó el apostolado educativo y apoyó la creación de nuevos centros sociales y obras dedicados al trabajo con refugiados y migrantes. Estas orientaciones fueron ratificadas por una nueva Congregación General, la 34, reunida en 1995. El número de jesuitas continuó disminuyendo lentamente durante los años 80 y 90, hasta situarse en 20,000 a inicios del siglo XXI. El principal declive numérico se registra en Europa, en menor medida en Estados Unidos y América Latina. En cambio, la Compañía de Jesús crece en África (1.427 jesuitas en 2009) y, sobre todo, en la India (4.004, según el Servicio de Información SJ de abril 2009).

Situación actual

La Compañía de Jesús ha cambiado a lo largo de los siglos. Sus publicaciones dirigidas al exterior afriman que el cambio ha sido externo, en ciertas formas. Algunos detractores (el exjesuita Malachi Martin, el autor español Ricardo de la Cierva) hablan de un relajamiento en su espíritu, incluso de haber adoptado criterios modernistas. A inicios del siglo XXI la Compañía incluye en su seno diferentes identidades eclesiales, desde las conservadoras, hasta las más progresistas. Un ejemplo de estas últimas posiciones es la Teología de la liberación desarrollada por algunos jesuitas, entre otros sacerdotes y religiosos, en América Latina durante los años 1960 y 70.

El hecho de tomar partido ha sido a veces peligroso para los jesuitas. En 1983, el sacerdote James F. Carney (el "Padre Guadalupe), fue asesinado en Honduras por las fuerzas militares debido a su ideología revolucionaria. En 1989, el jesuita Ignacio Ellacuría y otros cinco religiosos de la Compañía, fueron asesinados por la Fuerza Armada de El Salvador, luego de años de intensa actividad en defensa de los derechos humanos en ese país. Varios han muerto en guerras civiles en África, India y el sudeste de Asia, realizando acciones de ayuda social.

La Compañía de Jesús tiene fuertes debates internos, signo visto como fortaleza o debilidad dependiendo de los criterios. En esta línea, el 6 de mayo de 2005 se hizo público el retiro de Thomas Reese, S.J., como editor de América, la prestigiosa revista jesuita de Estados Unidos. La Congregación para la Doctrina de la Fe pidió a la Compañía su remoción argumentando que su línea editorial ponía en duda el magisterio de la Iglesia. Y, en marzo de 2007 la Congregación para la Doctrina de la Fe condenó la obra del teólogo salvadoreño, de origen español, Jon Sobrino, uno de los padres de la Teología de la Liberación, porque «sus proposiciones no están en conformidad con la doctrina de la Iglesia», «La medida no puede ser interpretada como una sanción o condena» del teólogo, explicó el portavoz del Vaticano, el sacerdote Federico Lombardi, jesuita como Sobrino.

En un contexto de cambios rápidos y profundos en la sociedad (y por tanto en la Iglesia), y transcurridos 12 años desde la CG 34 (1995), los jesuitas consideraron necesario reunir su máximo cuerpo legislativo para responder con «fidelidad creativa» a los nuevos retos. Después de casi 25 años en el gobierno, el P. Kolvenbach anunció en 2005 su deseo de dimitir. El P. General convocó la Congregación General 35, que comenzó el 7 de enero de 2008.

El P. Kolvenbach, después de obtener el consentimiento de (Benedicto XVI) y escuchar a sus consejeros, decidió presentar su renuncia, aduciendo avanzada edad (casi 80 años) y la larga duración de su gobierno (casi 25 años).[4]​ En enero de 2008, durante la CG 35, fue elegido como sucesor de Kolvenbach el español P. Adolfo Nicolás (71 años), en la segunda votación.

Algunas personas consideran que los precedentes de la actual situación de la Compañía datan desde mediados de los años 1950 cuando comenzaron a disminuir las vocaciones en Europa. La edad promedio de los jesuitas es 57 años. En el último cuarto de siglo la disminución del número de miembros ha motivado la unificación de algunas Provincias y el cierre de obras o el traspaso de la dirección de algunas a seglares. En 2009 entraron en la Orden 453 novicios (el 40% de ellos en Asia). El 1 de enero de 2009 los jesuitas eran 18.516. De ellos, los sacerdotes son 13.112, los escolares (jesuitas preparándose para el sacerdocio), 3.705 y los hermanos (jesuitas no sacerdotes), 1.699.

Obras encomendadas en la actualidad

Obras de la SJ o encomendadas a ella son: Radio Vaticana, Observatorio Astronómico Vaticano, el Movimiento de Educación Popular «Fe y Alegría» (en Iberoamérica), Hogar de Cristo (obra social presente en Chile, Perú y Ecuador), Servicio Jesuita a Refugiados, fundado por su General hasta 1983, Pedro Arrupe, centenares de misiones, parroquias y centros sociales, además de aproximadamente 800 colegios y universidades en los cinco continentes. Además son asesores de una institución laica de derecho pontificio: las Comunidades de Vida Cristiana — CVX con los que comparten la misma espiritualidad.

Denominación y símbolos

A los miembros de esta Orden se les llamó, casi desde sus inicios, «jesuitas». El nombre se empezó a utilizar en Alemania, como le hizo notar San Pedro Canisio a Pedro Fabro en una carta de 1545: "seguimos llevando adelante las obras de nuestro instituto, no obstante la envidia y las injurias de algunos que incluso nos llaman "jesuitas". La denominación se extendió al resto de Europa. Ignacio de Loyola había leído durante su convalecencia en 1521 muchos libros piadosos, entre ellos la Vida de Cristo del cartujo Ludolfo de Sajonia (fallecido en 1378), que había sido traducido del latín al castellano por el franciscano Ambrosio Montesino (Alcalá de Henares, 1502). Un capítulo de dicha obra dice:

¡Jesús, Jesús, cuánto dice un nombre! Este nombre de Cristo es nombre de gracia; mas este nombre de Jesús es nombre de gloria. Por la gracia del bautismo se toma el nombre de cristiano y de la misma manera en la gloria celestial serán llamados los santos, jesuitas, que quiere decir salvados por la virtud del Salvador.

Sin embargo, el término «jesuita», que en su variante peyorativa data de 1544-1552 nunca fue usado por Loyola. Las Constituciones de la SJ (1554) hablan de «los de la Compañía», y la Santa Sede, hasta los años 70, siempre habló de «los religiosos de la Compañía de Jesús». En síntesis, el apelativo «jesuita» les fue aplicado inicialmente a los miembros de la Compañía de modo despectivo, pero con el paso del tiempo adquirió un tono neutral o positivo.

Según un artículo publicado por el diario español "ABC":[5]

"La palabra "jesuita" no fue inventada, ni mucho menos utilizada, por San Ignacio de Loyola. Tampoco por la Compañía, que no utilizó dicho término en ninguna de sus Constituciones o documentos oficiales desde la aprobación de la orden en 1540 hasta 1975. Según indica el padre Araoz, durante los primeros años de la Compañía a los "seguidores de San Ignacio" se les denominaba de muy distintos modos: "iñiguistas", "papistas", "sacerdotes reformados", "teatinos" o "apóstoles". De hecho, el término "jesuitas" surgió como un modo despectivo de nombrar a los miembros de la congregación recién aprobada por Paulo III, sobre todo en Austria y Alemania, países donde había triunfado la Reforma protestante (...). Con el transcurrir de los años, la evolución semántica de este término fue derivando hacia tres posibles significados: la atribución a los religiosos de esta orden de fechorías de todo género; como sinónimo de "astuto" e "hipócrita"; o simplemente como un modo coloquial de designarles. Este último sentido, más popular, acabó por imponerse en el mundo católico aunque, como recuerda la Compañía, "no ha sido ni promovido ni deplorado" por la misma. Finalmente, y gracias al impulso de Pedro Arrupe, la XXXII Congregación General utilizó por primera vez, el término "jesuita" en un documento oficial." (Diario "ABC", de 5 de Enero de 2008)

El lema de los jesuitas es «Ad maiorem Dei gloriam», también conocido por su abreviatura AMDG. En latín significa «A la mayor gloria de Dios».

Las siglas IHS, tradicional monograma de la palabra Jesús (también simplemente IH, como XP lo es de Cristo) fue adoptado en su sello por Ignacio de Loyola, con lo que devino en símbolo de la Compañía.[6]

Carisma

Una de las ideas claves para explicar el ideario ignaciano es su espiritualidad, entendida como una forma concreta de plasmar su seguimiento de Cristo y que fue desarrollada por San Ignacio en el libro de los Ejercicios espirituales y se plasma también a lo largo de las Constituciones de la Compañía, de las cartas del Fundador y otros documentos de los primeros jesuitas (Jerónimo Nadal, Luis González de Cámara, Pedro Fabro, Francisco Xavier...). Se caracteriza, por el deseo expresado por San Ignacio de «buscar y encontrar a Dios en todas las cosas». Esto significa que es una espiritualidad vinculada a la vida, que invita a los que la siguen a levantar la mirada hacia la globalidad, pero aterrizando en lo concreto y lo cercano.

Implica un gran dinamismo, ya que obliga a estar siempre atentos a los nuevos retos y tratar de responder a ellos. Esto ha conducido a los jesuitas a realizar su trabajo, en muchas ocasiones, en las llamadas «fronteras», sean geográficas o culturales. Esta espiritualidad ha impregnado no sólo el estilo de los jesuitas, si no también de otras Congregaciones Religiosas y numerosos grupos de laicos.

El fomento y difusión de esta espiritualidad tiene su eje central en lo que llamamos los Ejercicios espirituales, que son un proceso de experiencia de Dios para buscar, descubrir y seguir su voluntad.

Algunos conceptos centrales de su espiritualidad son:

  • La Encarnación: Dios no es un ser lejano o pasivo, sino que está actuando en el corazón de la realidad, en el mundo, aquí y ahora; eso es lo que representa la Encarnación de Dios en un ser humano, Jesús de Nazaret. La espiritualidad de Ignacio es activa; es un discernimiento continuo, un conocimiento del Espíritu de Dios actuando en el mundo, en forma de amor y de servicio.
  • El «tanto cuanto»: El hombre puede utilizar todas las cosas que hay en el mundo tanto cuanto le ayuden para su fin, y de la misma manera apartarse de ellas en cuanto se lo impidan.
  • La «indiferencia»: La necesidad de ser indiferentes a las cosas del mundo, en el sentido de no condicionar a circunstancias materiales la misión que el hombre tiene en su vida. Es una manera de enfocar los esfuerzos en aquello que es considerado importante y trascendental, distinguiéndolo de aquello que no lo es.
  • El «magis»: Solamente desear y elegir lo que más nos conduce al fin para el que hemos sido creados. Este 'más' (magis en latín) se trata de realizar la misión de la mejor manera posible, exigiendo siempre más, de manera apasionada.

La labor educativa

La Educación la asume la Compañía de Jesús como una participación en la misión evangelizadora de la Iglesia. Por eso sus Centros ofrecen a la sociedad, según su propio criterio, una clara inspiración cristiana y un modelo de educación liberadora y humana. Los jesuitas tienen instituciones en todos los niveles educativos: universidades, colegios, centros de formación profesional o redes educativas.

  • En 69 países la Compañía tiene 231 instituciones de Educación Superior (universidades), 462 de Secundaria, 187 de Primaria y 70 de Profesional o Técnica.
  • En ellas trabajan 130,571 seglares y 3.732 jesuitas como educadores o administradores.
  • Además, existen las Redes Educativas (principalmente de Fe y Alegría en Latinoamérica) con 2.947 centros.
  • El número total de alumnos se calcula en unos 2.928.806.[7]

Los jesuitas han fundado centros educativos en todos los continentes; en el año 1640 contaban ya con 500 centros de estudios superiores repartidos por Europa y América. La cifra fue aumentando a lo largo del siglo siguiente, hasta alcanzar la más importante red educativa de la época: más de 800 colegios y universidades al momento de su supresión.

Son muy reconocidos aún [cita requerida]los métodos que emplean los jesuitas en materia de educación, que básicamente se fundamentan desde 1599 en la Ratio Studiorum y en la IV Parte de las Constituciones de la Compañía de Jesús. Desde 1986 han actualizado sus métodos y paradigmas educativos por medio del documento "Características de la Educación SJ", al que siguió en 1993 "Pedagogía Ignacia: un planteamiento práctico".

Algunos antiguos alumnos de centros jesuitas que se pueden destacar son: Descartes, Voltaire, Cervantes, Quevedo, Túpac Amaru II, San Francisco de Sales, José Ortega y Gasset, Antoine de Saint-Exupéry, Charles de Gaulle, Paulo Coelho, Alfred Hitchcock, Fidel Castro, el Subcomandante Marcos y James Joyce. Sin lugar a dudas se trata de una lista muy heterogénea...De entre los literatos españoles añadir, además de los mencionados arriba, entre otros a Calderón de la Barca, Gabriel Miró y Miguel Hernández.

Estructura interna

La Compañía de Jesús está regida por el Padre General, cuyo cargo es vitalicio. Sin embargo, puede renunciar a su cargo, si una causa grave le inhabilita definitivamente para sus tareas de gobierno. En otros casos, como enfermedad o edad avanzada, el General puede nombrar un Vicario Coadjutor. Pero, por encima de él, la Congregación General, es el órgano supremo de gobierno de la Compañía de Jesús.

Al Prepósito General le ayudan directamente en su tarea, cuatro asistentes Generales (denominados Asistentes ad Providentiam, elegidos por la CG), que tienen por objetivo: atender a la salud y gobierno del Superior General y vigilar su capacidad de gobierno. Además, en la estructura de gobierno de la Compañía, existen: los Asistentes regionales, los Provinciales, los Superiores de Regiones y los Superiores locales. Existen órganos de gobierno que se reúnen periódicamente, como las Congregaciones Provinciales y la Congregación de Procuradores.

El conjunto de las normas y principios que guían la vida de los jesuitas está recogido en las Constituciones de la Compañía, redactadas por Ignacio de Loyola. Para facilitar el gobierno, la Orden está dividida en sectores geográficos o lingüísticos llamados asistencias (actualmente son nueve) y, dentro de cada una de ellas, en Provincias que suman un total de 65.

Relación de Superiores Generales

Ver General de la Compañía de Jesús

Santos jesuitas

Ver Santos de la Compañía de Jesús

Véase también

Referencias

  1. La última petición explícita de un Pontífice a la Compañía ha sido la de enfrentarse al ateísmo, encomendada por Pablo VI en 1965.
  2. Fueron expulsados los miembros de la SJ de todos los dominios hispánicos: contabilizando los de Ultramar eran cerca de 6,000.
  3. La Santa Sede - Archivo - Documentos del Concilio Vaticano II
  4. El primer General Jesuita en dimitir según esta legislación fue Pedro Arrupe.
  5. Diario "ABC", de 5 de enero de 2008, pág. 28
  6. El monograma IHS.
  7. Datos estadísticos

Bibliografía y fuentes

| título = Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús | año = 2001 | autor = Varios Autores | editorial = Universidad Pontificia Comillas e Institutum Historicum SJ

| título = La Compañía de Jesús desde dentro | año = 1977 | autor = Joaquín Sangrán Medina, SJ | editorial = Mensajero

| título = Los primeros jesuitas | año = 1993 | autor = John O'Malley, SJ | editorial = Mensajero- Sal Terrae

| título = Jesuitas, Iglesia y marxismo, 1965-1985: la teología de la liberación desenmascarada | año = 1986 | autor = Ricardo de la Cierva | editorial = Plaza & Janés

  • título = Historia de la Compañía de Jesús

| año = 1981 | autor = Bangert, William | editorial = Sal Terrae

  • título = Jesuitas. Vol. I. Los Conquistadores. Vol. II. Los Continuadores.

| año = 1993 | autor = Jean Lacouture | editorial = Paidos

  • Seis números sobre la Compañía de Jesús de la revista Artes de México: Colegios, Misiones, Espiritualidad I y II, Ciencia y Los jesuitas ante el despotismo ilustrado. México.

En el cine y la literatura

  • La misión. - Dirección Roland Joffé - País: Reino Unido - Año 1986. Película ganadora del Festival de Cannes ambientada en el siglo XVIII en las reducciones del Paraguay. Recrea los eventos que condujeron a la destrucción de las reducciones jesuíticas y a la supresión de la SJ. La famosa banda sonora del filme fue compuesta por Ennio Morricone.
  • Sotana negra. - País: Canadá - Año 1991. Filme acerca de un jesuita francés del siglo XVII que misiona entre los algonquinos del Canadá.
  • El Vizconde de Bragelonne. Novela de Alejandro Dumas, en la que Aramis, uno de los tres mosqueteros se ha convertido en jesuita y juega un rol importante en la trama.
  • Retrato del artista como adolescente, novela de James Joyce (exalumno de la Compañía) en la que el protagonista, Stephen Dedalus, es estudiante de dos centros jesuitas irlandeses: Clongowes Wood College y Belvedere College.
  • Un caso de conciencia, novela de ciencia ficción escrita en 1958 que tiene a un jesuita como protagonista.
  • El Gorrión, publicada en español como "Rakhat: la última misión de la Compañía" es una novela de ciencia ficción de 1996 acerca de una misión jesuita enviada a una civilización extraterrestre. Su secuela, escrita dos años más tarde se llama Los niños de Dios.
  • El Exorcista. Novela y filme rodado en Georgetown University y Fordham University, dos universidades de la SJ en EE.UU. Dos sacerdotes jesuitas intervienen en un caso de posesión diabólica en Washington. La novela y el guión fueron escritos por William Peter Blatty, graduado de Georgetown.
  • El hombre de la máscara de hierro, película de 1998 en la que Jeremy Irons interpreta a Aramis, General oculto de los Jesuitas.
  • "Padre Pro" -Dirección Miguel Rico -País: México- Año: 2007. Película sobre la vida de Miguel Agustín Pro, mártir jesuita mexicano, ejecutado durante los conflictos anticlericales de los años 20.

Enlaces externos