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* [http://d1f.com/tauromaquia El toro de lidia]
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* [http://www.liceus.com/cgi-bin/ac/pu/Evoluci%C3%B3n%20Hist%C3%B3rica%20del%20Toro%20Bravo.pdf Evolución histórica del toro bravo]
* [http://www.liceus.com/cgi-bin/ac/pu/Evoluci%C3%B3n%20Hist%C3%B3rica%20del%20Toro%20Bravo.pdf Evolución histórica del toro bravo]
* [http://www.elrocio.com.mx/ Ganaderia de reses bravas en México]


[[Categoría:Tauromaquia]]
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Revisión del 22:47 18 jun 2010

Toro de lidia en una corrida, en Madrid.

El toro de lidia es un toro criado y seleccionado por el hombre en los últimos tres siglos, con fines comerciales, destinado a espectáculos taurinos. Procede de las razas autóctonas españolas (el llamado «tronco ibérico»), que viven en la Península Ibérica desde tiempo inmemorial y que propició las formas más primitivas de tauromaquia. Algunos especialistas consideran que es el descendiente más directo del uro –el antepasado de todas las razas bovinas actuales–, ya que, además de su rusticidad y su vida salvaje, comparte con él numerosas características fenotípicas. Conserva sus instintos atávicos de defensa y los atributos físicos (astas grandes y hacia delante, potente aparato locomotor) que los bovinos del resto de Europa. Lo que distingue al toro de lidia es una mezcla de atributos físicos y temperamentales, que se sintetizan en la llamada bravura, por lo que también se le conoce como toro bravo.

Algunos expertos cuestionan que se trate de una raza de bovino diferente a la del toro y la vaca comunes.[1]

Orígenes

Grabado anónimo encontrado en Augsburgo, a principios del siglo XIX. Representa a un uro, raza salvaje ya extinguida. El parecido con el toro de lidia es evidente.

Uno de los aspectos de la historia del toro de lidia que más se presenta a discusión es la determinación sobre la aparición de la crianza del mismo con fines de lidia, seleccionando ejemplares y razas, con fines comerciales, o destinados a los espectáculos taurinos de toda índole. No parece que existiera una selección especial durante la Edad Media, en la que sin embargo, los toros, como otros animales salvajes, eran mantenidos en cautividad y protegidos por los señores feudales para propósitos de cría o de caza.

En tiempos de los Reyes Católicos ya se empezaron a conocer, así que los primeros indicios de selección del toro bravo apuntan a los siglos XV y XVI en la provincia de Valladolid, donde la proximidad a la corte, aún itinerante en esta época, hizo que se criara en amplios terrenos una vacada que pudo sentar las bases del toro de lidia actual. Desde los términos de Boecillo, La Pedraja de Portillo y Aldeamayor de San Martín, partían los toros para las fiestas de los pueblos, de la corte o para las eclesiásticas[cita requerida]. El nombre de esta pretendida ganadería primigenia fue Raso de Portillo, y fue conocida hasta finales del siglo XIX. Existe la creencia que estos toros fueron los primeros en festejos reales.

Paralelamente comenzaron a desarrollarse ganaderías en otros lugares de España. Andalucía se puso a la cabeza en la cría de toros, si bien también tuvieron su importancia los que se criaron a orillas del Jarama, los llamados Jijones de Villarrubia de los Ojos, los navarros y los aragoneses. Fue en la segunda mitad del siglo XVII cuando las vacadas de toros bravos empezaron a organizarse, aunque todavía sin fines claramente comerciales. Tuvo que pasar un siglo más para que el espectáculo taurino cobrara auge y aparecieran las ganaderías orientadas claramente a los espectáculos taurinos ya con fines comerciales.

Así pues, el toro actual puede considerarse el resultado del trabajo de selección efectuado desde principios del siglo XVIII mediante la prueba de la tienta a fin de elegir para su reproducción ejemplares en los que concurrieran determinadas características, aquellas que permitieran el ejercicio de la lidia; es decir, la sucesión de suertes que se ejecutan en las corridas de toros desde que el toro sale al ruedo hasta que, una vez que el diestro le ha dado muerte, es arrastrado por las mulillas. Estas características han variado tanto a lo largo de los siglos como el toreo mismo, manteniéndose como sostén del mismo un único denominador común: la bravura del toro. Nacieron entonces, ya en la segunda mitad del siglo XVIII, las que se consideran las castas fundacionales de las que parten los encastes actuales: Morucha Castellana (Boecillo), Navarra, Toros la Tierra y Jijona (Madrid y la Mancha), Cabrera y Gallardo (El Puerto de Santa María), Vazqueña, Vega-Villar (Utrera) y Vistahermosa, si bien en la actualidad el 90% de la divisas existentes proceden todas de esta última.

Características de las castas

Monumento al toro de lidia en Tordesillas Valladolid

Casta navarra. Los toros navarros, hoy inexistentes como tales, fueron toros de sierra, pequeños de tamaño, pero de temperamento tan bronco y casta tan señalada que suplían su falta de trapío con una portentosa acometividad y bravura.

Casta jijona. Reconocible por sus muchos ejemplares de pelo colorao. Todavía hoy se denomina a los animales de este pelaje como toros jijones.

Casta castellana o morucha-castellana. De toros grandes, hermosos y muy duros de lidiar.

Casta andaluza. Según José María de Cossío debería ocupar el primer lugar en consideración por haber sido la que ha logrado el prototipo y epítome del toro de lidia.

Casta cabrera. De gran alzada, cuerpo largo y agalgado, con defensas muy desarrolladas, de la que proceden, entre otros, los ejemplares de Miura.

Casta vazqueña. Fundada hacia 1780 por don Gregorio Vázquez reuniendo los mejores ejemplares de ganaderías castellanas y andaluzas. Adquirida por el rey Fernando VII y, después, por el Duque de Veragua, en cuyas manos cobró fama imperecedera.

Casta Vistahermosa. Fundada por el conde del mismo nombre en 1772, estirpe de la que proceden la mayoría de las reses que se lidian en la actualidad.

El trapío

El trapío de un toro de lidia es el conjunto de rasgos externos, actitudes y reacciones observables a simple vista. Existe un riquísimo vocabulario taurino para designar los diferentes aspectos de la morfología y comportamiento del toro. Se dice que un toro tiene trapío cuando reúne las cualidades físicas y la presencia necesaria para la lidia. Según Pedraza Jiménez,[2]​ los principales rasgos morfológicos para determinar el trapío de un toro son:

  • Tamaño y peso.
  • Estatura.
  • Conformación del tronco.
  • Conformación de las extremidades.
  • Conformación de la cabeza y el cuello.
  • Conformación de la cornamenta.
  • Piel, pelo y capa.

Comportamiento

El toro de lidia es un animal gregario, que halla seguridad y refugio en una manada. Después del nacimiento, y antes del destete, el becerro vivirá ocho o nueve meses alimentado y protegido por su madre. Dado que su madurez sexual se produce a los 16 meses aproximadamente, poco después del año se separan machos y hembras, que, a partir de ese momento, vivirán en cercados diferentes. Las diferentes edades se denominan con nombres específicos: añojos (un año), erales (dos años), utreros (tres años), cuatreños (cuatro años) y cinqueños (cinco años).

En las manadas de toros se establece una rigurosa jerarquía. Se denomina mandón al toro dominante y que maltrata a los demás. Con cierta frecuencia, este jefe es desafiado por otro miembro de la torada para arrebatarle el liderato, produciéndose violentas peleas. El toro derrotado se denomina abochornado y es atacado y perseguido por el resto de la manada, quedando apartado de la misma y volviéndose irascible y muy peligroso.

Dado que los toros no tienen acceso a las hembras, se montan unos a otros para mitigar su apetito sexual. En cada torada acostumbra a haber un toro maricón, más débil o tímido que el resto, al que montan los demás.[2]

Interés zoológico

Al contrario que la mayoría de las razas de ganado doméstico, los toros de lidia presentan una serie de características físicas y temperamentales más propias de un bóvido salvaje[cita requerida]. Esto no debe resultar extraño si se tiene en cuenta que a la hora de desarrollar esta raza los criadores nunca pretendieron potenciar cosas como una mayor producción de carne y leche o una mansedumbre y ausencia de cuernos acentuadas para hacer a los animales más manejables al trato humano, sino que simplemente se buscó conservar (y aún potenciar ligeramente) un comportamiento algo más violento de lo normal que hiciera al animal más propenso a la acometida y por tanto al espectáculo taurino. Ciertos autores como el neerlandés Cis van Vuure han señalado diversas coincidencias en la estructura corporal y coloración comunes del toro de lidia con poseídas por el hoy extinto toro salvaje europeo o uro, del que se diferencia por poco más que su menor tamaño y longitud de cuernos. Durante su vida en semilibertad en las dehesas, el toro de lidia mantiene también unas costumbres similares a las de un animal salvaje, formando manadas, defendiéndose de posibles peligros por sí mismo y desempeñando una labor incalculable en el medio.

Toros de lidia. Dehesa. Salamanca 27-11-2005

Van Vuure llega a sugerir incluso que los toros de lidia son aún más "urinos" que los uros recreados por cría selectiva en algunos zoológicos durante el siglo XX, como el llamado toro de los Heck, y que hoy han sido introducidos en reservas naturales de los Países Bajos y Alemania[cita requerida]. A pesar del empeño puesto en la selección, estos supuestos uros modernos siguen presentando en la actualidad una complexión más ligera de la esperada, tamaño erróneo, cuernos de longitud variable y coloración no siempre correcta. En el aspecto temperamental los uros recreados se encuentran en una situación aún peor, ya que son incapaces de encontrar alimento suficiente en invierno o defenderse de los lobos. Por esta y otras razones, los críticos de los Heck consideran su experimento fallido, consistente en un simple grupo de vacas sacadas del establo y puestas a pastar en bosques y praderas. El profesor Z. Pucek, responsable del programa de recuperación del bisonte europeo en el Bosque de Bialowieza (Polonia), ha llegado incluso a definir al toro de los Heck como "la mayor estafa científica del siglo XX" y se ha negado en rotundo a la introducción de unas cuantas cabezas en la reserva.

En su lugar, parte de estos críticos proponen someter a los toros de los Heck a un nuevo programa de cría o sustituirlos directamente por una nueva generación de ganado selecto partiendo de cero, en la que se daría más peso al toro de lidia y otras razas de características primitivas como la sayaguesa de Zamora, la esteparia húngara, las enanas de Córcega y Turquía, la Corriente, el toro de la Camarga y la maronesa de Portugal[cita requerida].

Referencias

  1. Guí­a de campo de las razas autóctonas españolas. Miguel A. Garcí­a Dory, Silvio Martí­nez Vicente y Fernando Orozco Piñán. Alianza Editorial, 1990, Madrid. Página 228. ISBN 84-206-0458-5
  2. a b Pedraza Jiménez, F. B., 2001. Iniciación a la fiesta de los toros. EDAF, Madrid, etc., 290 pp. ISBN 84-414-0293-0

Véase también

Enlaces externos