Usuario:Butoro/Zitarrosa

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Su vida y sus creaciones[editar]

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Como todo creador, Alfredo Zitarrosa nutre su obra de fuentes diversas, aun así, en su caso particular es de destacar el alto componente autobiográfico, o la exposición de vivencias personales, que aparecen en sus creaciones.

Así tenemos, por ejemplo, que en el tema Pájaro rival refleja una honda preocupación existencial y hasta tiene una intuición premonitoria de su muerte próxima, ocurrida poco después de finalizar la grabación del disco donde está incluido, Sobre pájaros y almas, editado póstumamente en 1989:

Por sanar de una herida
he gastado mi vida
pero igual la viví
y he llegado hasta aquí.

Por morir, por vivir,
porque la muerte es más fuerte que yo
canté y viví en cada copla
sangrada querida cantada
nacida y me fui... [1]

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Esa herida de la que habla, más allá de la duda existencial común a cualquier ser humano, tiene que ver con su particular historia personal, la que se refleja en Explicación de mi amor, una canción donde reúne elementos de los tres padres que tuvo, fundamentalmente del biológico, que lo negó, y cuya sombra lo persiguió toda su vida:

Mi padre serás, como fuiste mi padre,
un gameto en la grieta cerrada del tiempo...

Mas mientras te busque en las cosas,
en tanto regreses sin que yo te llame o te olvide,
te pido que limpies mi amargo dolor;
por favor, que no sigas muriendo.

O de lo vivido con su padre adoptivo, Carlos Durán, al que acompañó en sus últimos días. Años después, así recordó el episodio: "Carlos no era mi padre y yo lo sabía. Era muy viejo para ser mi mejor amigo, pero cuando ya viudo me pidió que no lo abandonara, sentí que más que mi padrastro era mi hermano, y lo acompañé hasta el final, y lo enterré, con la ayuda de sus sobrinos auténticos, después de rescatarlo, desnudo, de la morgue del Hospital Militar. Su ataúd sonó como un bramido al dar un tumbo en el fondo del Panteón Policial del Buceo".[2]​(Se refiere al cementerio ubicado en el barrio montevideano conocido como El Buceo)

...voz ronca de un órgano ya enmudecido,
ahí estás, larga caja de pino. [3]

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Rinde homenaje al mismo Carlos Durán, que había sido, entre otros oficios, policía ('milico', en el lenguaje popular) por necesidad, dedicándole uno de sus temas más emblemáticos, la Chamarrita de los milicos. Él lo explica de esta manera: "(…)Fue escrita de un tirón en la mesa de un bar de Bvar. Artigas y 18 de julio, el 27 de enero de 1970. Ese día había nacido mi hija Carla Moriana y yo sentía que le estaba escribiendo al que no pudo ser su abuelo, mi padre adoptivo, Carlos Durán, quien siendo hijo de coronel ‘colorado’, había terminado de ‘milico’ en los años 40. Pobres como éramos, yo recuerdo el gran revólver de mi padre, descargado, que él guardaba en un cajón del ‘trinchante’, después de quitarse ‘las correas’, cada noche o cada mañana, según las guardias. Las balas, siempre separadas, olían a todas las cosas que allí guardaba mamá. Yo no podía imaginarme de qué modo se abrían, ni qué demonios tendrían adentro que eran tan peligrosas. Pero eran, esas balas y ese revólver, el lujo subalterno de aquella humilde casa, una prenda del Estado -así me decían- que mi padre portaba como una penitencia no exenta de cierto orgullo vacilante." [4]​:

Chamarrita cuartelera,
no te olvides que hay gente afuera,

cuando cantes pa’ los milicos,
no te olvides que no son ricos,
y el orgullo que no te sobre,
no te olvides que hay otros pobres.

[5]



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En gran parte de sus canciones pone de manifiesto, también, su conocimiento del campo y el medio rural, adquirido durante su infancia en sus frecuentes visitas a los hermanos de su madre adoptiva, particularmente su tío José Pepe Carbajal. Dijo él al respecto: "Todas las vacaciones, en el tiempo de verano, yo me iba al centro mismo del país, a la ciudad de Trinidad, capital del departamento de Flores, que -tal vez- es el más atrasado de estos departamentos del interior del país; una zona eminentemente ganadera, de grandes latifundios (…) Allí yo he pasado los tres meses de verano, desde que recuerdo hasta los 12 años, desde muy pequeño hasta los 12 años. Allí, claro, aprendí todo lo que sé del campo, aunque más tarde viviera en el campo también, pero ya de adolescente. Aprendí a montar a caballo, a ordeñar; cosas del campo... a cazar".[6]​ Esta frecuentación hizo que tomara especial preferencia por la música campera, y que su personalidad se impregnara de rasgos campesinos, dándole algo más que elementos para sus creaciones. La milonga Mi tierra en invierno es una de ellas, en la que demuestra conocer muy bien distintas facetas del quehacer rural.

El apego al caballo y su especial cuidado, como elemento imprescindible en las tareas cotidianas:

…y aunque el caballo esté sano,
lo cuida de la garganta
que, aunque el caballo no canta,
lo ha de tener siempre a mano.

Las tareas con el ganado:

...porque llegado setiembre
será tiempo de castrar,
de marcar y descolar...

Las plagas:

...Hay que vigilar la hormiga
que hace pirva en campo llano...

O los tiempos de cosecha:

...se trilla el trigo en diciembre. [7]

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En su temprana juventud, conchabado ya como locutor en la radio, en Montevideo, comienza a despertar su vocación artística y su gusto por la bohemia, y la noche y sus fantasmas. Son tiempos de experimentos diversos, en los que pone a prueba su capacidad en diferentes quehaceres del arte. La parte medular de esa etapa de su vida transcurre en el Barrio Sur, donde habita en una casa frente a una plaza, a la que también da el cementerio; ese lugar -barrio de negros, de candombe, de carnaval, de llamadas, de gente humilde, solidaria y fraterna- deja su impronta en la sensibilidad del joven Alfredo Zitarrosa, que tiene, desde siempre, una inclinación particular: quiere parecer mayor, mostrarse como una persona seria y cirscunpecta, por el gusto de hacerlo y también, quizá, porque siempre aparentó tener menos años de los que tenía. Llegaba a tal punto esta obsesión, que hasta se puso anteojos, que no necesitaba, para aumentarse la edad. Con el tiempo, y ya en su oficio de cantor, siempre se presentaría en sus actuaciones, en el lugar que fuera, vestido a la manera tradicional, con traje y corbata y con una apariencia rigurosamente formal.

Aparecen elementos y circunstancias relativos a esta etapa de su vida en varias canciones, una de ellas es Coplas del canto, donde afirma:

De tanto vivir frente
del cementerio
no me asusta la muerte
ni su misterio.[8]

Y es una de sus canciones más reconocidas, Candombe del olvido, compuesta muchos años después, la que se inspira casi por completo en la evocación de ese tiempo:

Ya no recuerdo el jardín de la casa,
ya nadie me espera en la plaza.
Suaves candombes, silencios y nombres
de otros; se cambian los rostros.

Quién me dará nuevamente mi voz inocente,
mi cara con lentes.
Cómo podré recoger las palabras habladas,
sus almas heladas.

Qué duros tiempos, el ángel ha muerto,
los barcos dejaron el puerto.
Tiempo de amar, de dudar, de pensar y luchar,

de vivir sin pasado.

Tiempo raudal, una luz cenital
cae a plomo en la fiesta de Momo,
tiempo torrente que fluye;
por Isla de Flores llegan los tambores.

Fuego verde, llamarada,
de tus roncos tambores del Sur,
techos de seda bordada.

...el candombe es una planta que crece,
y hasta el cielo se estremece.

[9]

Referencias[editar]

  1. Pájaro rival, letra y música de Alfredo Zitarrosa
  2. Inserto del disco Textos políticos. Fotón, México. 1980. 
  3. Explicación de mi amor, letra: Enrique Estrázulas / Alfredo Zitarrosa, música: Alfredo Zitarrosa
  4. Inserto del disco Textos políticos. Fotón, México. 1980. 
  5. Chamarrita de los milicos, letra y música de Alfredo Zitarrosa
  6. Entrevista concedida al periodista Joaquín Soler Serrano, en el programa A fondo. Televisión Española. 1976. 
  7. Mi tierra en invierno, letra y música de Alfredo Zitarrosa
  8. Coplas del canto, letra y música de Alfredo Zitarrosa
  9. Candombe del olvido, letra: Alfredo Zitarrosa, música: Juan Descrescencio / Alfredo Zitarrosa