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Reports and grants[editar]

Homeless[editar]

Temas[editar]

En enero de 1989, Bundy fue entrevistado por James Dobson una tarde antes de su ejecución. En la entrevista Bundy dijo que la pornografía violenta desempeñó un importante papel en sus crímenes sexuales. Según Bundy, cuando era un niño encontró "fuera de casa, en el supermercado local, en una farmacia, pornografía suave... Y de vez en cuando encontraba libros pornográficos con contenido más explicíto..."[1]​ Bundy dijo, "Sucedió en etapas, poco a poco, mi experiencia con la pornografía en general, pero con la pornografía que presenta un nivel alto de violencia sexual, una vez que te vuelves adicto a ella, —y esto lo veo como una especie de adicción igual que otros tipos de adicción— comienzas a buscar todo tipo de material con cosas más potentes, más explícitas, más gráficas. Hasta llegar a un punto en el que la pornografía va tan lejos que comienzas a preguntarte como sería hacerlo en realidad"[1]

El 9 de febrero de 1978 secuestró a Kimberly Leach, de 12 años, en Lake City. Su amiga Priscila narró a la policía que la había visto subirse a una camioneta blanca con un hombre del que no pudo aportar más datos. Ocho semanas después se encontró en Florida el cuerpo de Kimberly.

Tras el asesinato de Leach, Bundy por alguna razón regresó a su apartamento de Tallahassee, al parecer se deshizo de la furgoneta blanca y casi fue detenido cuando intentaba robar otro vehículo. Escapó cuando el oficial lo dejó solo mientras revisaba las placas del coche robado. De regreso a su apartamento limpió el lugar de huellas, robó un VW y finalmente dejó Tallahassee. Después de algunos encontronazos con los empleados del hotel en relación con sus tarjetas de crédito (eran robadas y habían sido denunciadas), Bundy terminó en Pensacola, Florida, donde las placas del auto robado fueron reconocidas por un oficial de patrulla que lo detuvo, después de una corta persecución y de una breve lucha fue detenido de nuevo.

Mind the Gap in Wikipedia[editar]

Mujer y trabajo[editar]

cuidado está altamente feminizado. Casi un 71% de los trabajadores del cuidado son mujeres empleadas en el servicio doméstico en hogares, al que se suma un 23% de mujeres que trabajan en otras ocupaciones vinculadas con el cuidado (servicios educativos y de salud, casi a partes iguales). El 6% restante corresponde a hombres que trabajan en el servicio doméstico (3,7%) y en otras ocupaciones del ámbito del cuidado.[2]

  • El sesgo de género

que pauta la distribución del trabajo no remunerado de cuidados traspasa la frontera de los hogares y se refleja en una sobrerrepresentación femenina en el empleo de este sector. Esto sucede también en América Latina: el 94,2% de los trabajadores remunerados del cuidado son mujeres. Este porcentaje duplica con creces la representación de mujeres en el resto de los ocupados, donde la proporción promedio de mujeres es del 37,3% (véase el gráfico III.7).[2]

  • Alrededor de 12% de la población de América Latina y el Caribe viviría al menos con una discapacidad, lo que involucra aproximadamente a 66 millones de personas. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyecta que la región finalizará este año con 167 millones de personas en situación de pobreza, un millón de personas menos que en 2011, lo que equivale a 28,8% de los habitantes. El número de personas en extrema pobreza o indigencia se mantendrá estable en 2012, sumando 66 millones, la misma cifra que en 2011. [3]
  • Las desigualdades en el ámbito del

cuidado penalizan a las personas con discapacidades (sobrerrepresentadas en todos los indicadores de exclusión).[2]

  • Al analizar la distribución por sexo en las distintas

categorías dentro del sector del cuidado surgen algunos matices. La presencia femenina es mayor entre los trabajadores del servicio doméstico que en el resto de los trabajadores del cuidado (un 95,2% en 2000 y un 90,6% en 2010). También es más alta en los servicios educativos y en los servicios comunitarios y en los hogares que en los servicios de salud (un 94,4% y un 95,2%, respectivamente, en 2000 y un 85,9% en 2010). Como se observa en el gráfico III.9, estas diferencias se han mantenido relativamente estables en la última década. De esta manera, la caracterización de los trabajadores remunerados del cuidado en la región es clara. Casi el 71% corresponde a mujeres en el servicio doméstico en hogares, el 23% a mujeres en otras ocupaciones vinculadas con los cuidados (servicios educativos y salud, en proporciones relativamente iguales). El restante 6% corresponde a hombres que trabajan en el servicio doméstico (3,7%) y en otras ocupaciones vinculadas al cuidado (véase el gráfico III.10).[2]

  • En todas las inserciones laborales, tanto en cuidados

como en el resto de las ocupaciones, los hombres trabajan de manera remunerada en promedio más horas que las mujeres. La diferencia es más marcada en las ocupaciones fuera del sector del cuidado y en el servicio doméstico. En este último caso hay que tener en cuenta que los hombres son una proporción minoritaria en la ocupación.[2]

  • El porcentaje de jefas de hogar es

mayor en las trabajadoras del sector del cuidado que en el resto de las ocupadas. Además, casi un tercio de las trabajadoras del servicio doméstico (31,7%) son jefas de hogar, una proporción que en el resto de las cuidadoras alcanza el 27,9%. Finalmente, entre las trabajadoras de los cuidados —y muy especialmente entre aquellas que se desempeñan en el servicio doméstico— el porcentaje de jefas de hogar ha sufrido un incremento significativo que supera por mucho al registrado para el resto de las ocupadas (véase el gráfico III.17B).[2]

  • Las condiciones laborales de los trabajadores remunerados del sector del cuidado son muy

heterogéneas. Las trabajadoras del servicio doméstico son en su gran mayoría asalariadas privadas, mientras que en el resto de los cuidadores el sector público tiene una importancia significativa. Esta estructura ocupacional de los trabajadores del cuidado contrasta con la del resto de los ocupados, en donde el trabajo independiente cobra mayor relevancia. Los trabajadores remunerados del cuidado —en especial las trabajadoras del servicio doméstico— gozan de una menor protección social, trabajan en promedio menos horas semanales y cumplen más trabajo a tiempo parcial que el resto de los ocupados. Las brechas salariales por hora —ajustadas por características de los trabajadores— muestran una penalización considerable para el servicio doméstico en la gran mayoría de los países. Las condiciones de los trabajadores del cuidado en el sector de la educación no evidencian un patrón general, mientras que los cuidadores de la salud gozan de una prima salarial al ser comparados con el resto de los ocupados de similares característica.[2]

  • La edición de 2009 del

Panorama Social de América Latina aportó información sustancial en esta materia, al revelar la carga de trabajo no remunerado en cuidado, que recae mayoritariamente en las mujeres. Las encuestas de uso del tiempo permiten visibilizar estas asimetrías de género, ya que contribuyen al reconocimiento del problema y alertan sobre la necesidad de avanzar hacia un nuevo pacto de género en los hogares, así como la urgencia de contar con políticas públicas que ayuden a lograr una mayor conciliación entre trabajo no remunerado y remunerado.[2]

  • Aun cuando se espera que el empleo remunerado

sea una de las principales vías para salir de la pobreza, la mayoría de las personas pobres y vulnerables (de 15 años y más) ya se encuentran ocupadas. Los desocupados representan solo alrededor de un 8% entre los indigentes y un 6% entre los pobres no indigentes. Esto de nuevo evidencia una situación persistente en la región, derivada de la heterogeneidad de su estructura productiva, y es que cualquier tipo de empleo remunerado no es garantía de superación de pobreza. Adicionalmente, se registran grandes diferencias en la condición de actividad en función del sexo. Mientras que el porcentaje de hombres ocupados en cualquiera de las cuatro categorías analizadas supera el 60%, el porcentaje de mujeres ocupadas no alcanza ese valor en ninguna categoría, ya que la mayoría no participa en el mercado laboral.[2]

  • educido de la población acumula una gran

proporción de todos los ingresos generados, mientras que los más pobres sólo alcanzan a recibir una escasa porción. El promedio simple de los valores de los 18 países de los que se cuenta con información relativamente reciente indica que el 10% más rico de la población recibe el 32% de los ingresos totales, mientras que el 40% más pobre recibe el 15%. En la Argentina, el Ecuador, El Salvador, México, Nicaragua y el Perú se registran valores mayores en el extremo inferior de la distribución (un 16% o un 17%) y algo menores entre el 10% más rico (en torno al 30%). En el Uruguay y Venezuela (República Bolivariana de) se da la menor concentración, ya que las proporciones son del orden del 20% al 23% en ambos extremos.[2]

  • La desconfianza en las instituciones políticas y del Estado

aumentó entre 1997 y 2003, se redujo significativamente entre 2003 y 2004 y presentó una disminución menos pronunciada entre 2004 y 2006. Esta tendencia se detuvo en 2007 y 2008, para dar lugar a una nueva baja entre 2008 y 2009 y un aumento leve entre 2009 y 2011. En 2011, seis de cada diez latinoamericanos confiaban poco o nada en las instituciones políticas y del Estado, lo cual es un valor muy alto.[2]

  • La percepción de injusticia distributiva y la

desconfianza en el poder legislativo, el poder judicial y los partidos políticos se asociaron a lo largo del período 1997-2011. Algunos países presentaron sistemáticamente menos desconfianza y percepciones de injusticia más bajas (Costa Rica, el Uruguay y Venezuela (República Bolivariana de)), otros registraron valores intermedios (Colombia y México) y también hubo países (la Argentina, Guatemala y el Perú) que manifestaron en todo el período analizado niveles muy altos de percepción de injusticia en la distribución del ingreso y de desconfianza en las instituciones (véase el gráfico 8).[2]

  • El empleo doméstico: vulnerabilidades y discriminación.[2]
  • El cuidado de las personas con discapacidad

en América Latina y el Caribe.[2]

  • Arabia, sì alle carriere femminili ma in una città per sole donne.[4]
  • Quelle afghane stuprate e condannate per adulterio.[5]
La esposa de Onodera Junai, uno de los 47 rōnin, se prepara para realizar jigai y acompañar así a su marido en la muerte.
Una esclava en venta, óleo de José Jiménez Aranda, en 1897.
  • Categorías:
  • • Mujeres por ocupación
  • • Científicos
  • Categoría:Medallistas olímpicos de oro de atletismo femenino
Estatua de Fanny Blankers-Koen en Rotterdam.
La «carrera de las dependientas» en París en 1903.

Dopaje: La velocista estadounidense Marion Jones admitió en 2007 haber recurrido el dopaje

Archivo:Photo by Salathiel Toledo.jpg
Mujer
Llegada de un 100 m femenino
Machismo

WikiWomenCamp[editar]

WP:Clubhouse? An Exploration of Wikipedia’s Gender Imbalance

Por sexo

Por regla general, las categorías no deberían hacer distinción por sexo, y agrupar a hombres y mujeres de una misma categoría en una única categoría, incluso aunque por cuestiones lingüísticas el nombre neutro equivalga al de género masculino (Ej: "Actores" incluye tanto a actores como actrices).

Es aceptable crear categorías separadoras si los representantes de uno de los sexos formaran una corriente especial dentro de la actividad, que tengan en común el género o lo utilicen como bandera, pero no se limiten sólo a dicha similitud. Por ejemplo, aunque no se acepten categorías separadas de actores y actrices, sí se aceptarían de políticas mujeres. Sin embargo, no se aceptan categorías específicas de políticos hombres, ya que no constituyen una corriente unificada dentro de la política en general.

En http://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:Caf%C3%A9/Portal/Archivo/Noticias/2011/02#WIkipedia_busca_mujeres

se argumenta que «si la gente no edita sobre zapatos de moda y pulseritas, entonces hay demasiados hombres en porcentaje» «Yo lo que quiero es gente que colabore, y me da igual su sexo, religión y orientación sexual, son cosas que no entiendo si no es que simplemente se busque publicidad fácil y gratuita», «Pero busquemos mujeres bonitas», «no entiendo que tiene que ver el sexo de la persona en esto», «es Sue la que escupe falacias», «es una ejecutiva a la que no le importa lo más mínimo si Wikipedia es una buena o mala enciclopedia; a ella lo que le interesa es que simplemente venga mucha gente, y si el 90% viene para ver y editar páginas de actrices porno y zapatos de moda, no pasa nada», «no me gusta nada ese enfoque», «empeño de Sue Gardner de dedicar recursos *solo* a aumentar el porcentaje de mujeres», «¿Los hombres lo hacemos mal?» Lo del sesgo me parece simplemente absurdo, disculpen la franqueza, pero... ¿significa que siempre los hombres vamos a desmerecer el trabajo de una mujer»,


En ¿Menor presencia de mujeres en es: que en otras versiones de Wikipedia? se lee
«no lo considero un dato relevante», «Da igual que el usuario sea hombre o mujer, lo importante es que cree artículos», «¿De verdad alguien a estas alturas es capaz de defender sin reírse que lo importante en un editor es lo que tenga entre las piernas? », Salvo que se traigan pruebas evidentes de que aquí se discrimina a los de uno u otro sexo, esta cuestión es simplemente absurda: no hay más mujeres simplemente porque no han venido, Darle importancia a esta cuestión dice poco en favor de quien la plantea, especialmente si se hace en minutos de prime time que bien podrían haberse dedicado a cuestiones realmente importantes, como (por poner un solo ejemplo) el hecho de que haya muy poco material (libros, imágenes) publicado bajo licencias libres por parte de instituciones y organismos públicos hispanos. Creo que el problema es la falta de una agenda coherente, o bien la existencia de una agenda desalineada con los intereses reales de la comunidad, «A la mayoría de las mujeres no les interesa internet salvo para contestar mensajes en el correo o visitar redes sociales. Esto está probado científicamente», «Si no se discrimina a nadie, y la entrada es libre, pues si no vienen será porque no quieren o no les interesa», si quieren venir, vendrán, sin que nadie les diga nada, las declaraciones de la señora relacionando género de los wikipedistas con el trato que los mismos pueden recibir dentro del Proyecto no fueron las más afortunadas,

En Wikipedia está dominada por los hombres, lo que no implica que sea sexista se lee «podían al menos buscar mujeres con un doctorado», «aquí no hay guardianes ni barreras ni (salvo evidencia en contra) una horda de misóginos ahuyentando impunemente (y con la connivencia de los demás, claro) a las damiselas en apuros que vienen a aliviar el sufrimiento de los escolares del tercer mundo escribiendo artículos sobre diseñadores de moda. Wikipedia no puede liderar ningún cambio social, pues no deja ser el reflejo del statu quo o, para ser exactos, del de la parte interesada en el proyecto. Todo lo demás es cancamusa, por lo que se ve », «no es la misión de Wikipedia cambiar el mundo».