Pío de Pietrelcina

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San Pío de Pietrelcina
OFM Cap.
Información personal
Nombre de nacimiento Francesco Forgione Ver y modificar los datos en Wikidata
Nombre en italiano Pio da Pietrelcina Ver y modificar los datos en Wikidata
Apodo Padre Pío
Nacimiento 25 de mayo de 1887
ciudad de Pietrelcina,
región de Campania,
Italia Bandera de Italia
Fallecimiento 23 de septiembre de 1968 (81 años).
San Giovanni Rotondo,
región de Apulia,
Italia Bandera de Italia
Nacionalidad Italiana (1946-1968)
Religión Catolicismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación Presbítero regular y sacerdote católico Ver y modificar los datos en Wikidata
Área Iglesia cristiana y catolicismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Información religiosa
Beatificación 2 de mayo de 1999, por Juan Pablo II
Canonización 16 de junio de 2002, por Juan Pablo II
Festividad 23 de septiembre
Venerado en Iglesia católica
Orden religiosa Orden de Frailes Menores Capuchinos Ver y modificar los datos en Wikidata
Sitio web www.padrepio.it Ver y modificar los datos en Wikidata

Pío de Pietrelcina O. F. M. Cap., también conocido como Padre Pío (Pietrelcina, 25 de mayo de 1887 - San Giovanni Rotondo, 23 de septiembre de 1968) fue un religioso capuchino y santo italiano. Famoso por los estigmas que exhibía en las manos. Fue canonizado en 2002 por Juan Pablo II bajo el nombre de «san Pío de Pietrelcina».

Infancia

Francesco Forgione nace en Pietrelcina en el año de 1887, sus padres fueron Grazio Orazio Mario Forgione y María Giussepa di Nunzio. Su familia era de clase humilde, trabajadora y muy devota. Desde niño mostró mucha piedad e incluso actitudes de penitencia. Su infancia se caracterizó por una salud frágil y enfermiza. Es desde esta edad donde manifestó un gran deseo por el sacerdocio, nacido por el encuentro que tiene con un monje capuchino del convento de Morcone (a 30 km de Pietrelcina) llamado Fray Camillo quien pasaba por su casa pidiendo limosna. Su padre tuvo que emigrar a América para poder pagar sus estudios, en 1898 a Estados Unidos y en 1910 a Argentina. Desde su niñez sufre los llamados «encuentros demoníacos», que lo acompañaran a lo largo de su vida. Amigos y vecinos testificaron que en más de una ocasión le vieron pelear con su propia sombra.

Comienza la vida de fraile

El 6 de enero de 1903, con 16 años, fue aceptado como novicio en el convento de Morcone. El maestro de novicios era el padre Tommaso da Monte Sant’Ángelo, a quien el padre Pío recordaba como «un poco severo pero con un corazón de oro, muy bueno, comprensivo y lleno de caridad con los novicios».

La vida en el noviciado era muy dura, llena de ayunos y mortificaciones que influyeron en el carácter y espíritu de los novicios los ayudaba a discernir si tenían verdadera vocación; fue en este período que las enfermedades que arrastraba desde niño fueron creciendo y se quedaron con él hasta el día de su muerte. El maestro de novicios testificó que fray Pío «fue siempre un novicio ejemplar, puntual en la observancia de la regla y nunca daba motivo para ser reprendido».

El 22 de enero de 1904 terminó su noviciado y pronunció sus votos temporales.

El 25 de enero de ese mismo año se trasladó al convento de Sant’Elía para continuar con sus estudios. Es en este convento donde sucede su primera bilocación asistiendo al nacimiento de Giovanna Rizzani, futura hija espiritual suya, nacida en Udine, Venecia, lejos de donde físicamente se encontraba el padre Pío en ese momento.

El 27 de enero de 1907 hizo la profesión de sus votos solemnes. Ese mismo año fue trasladado al convento de Serracapriola, ubicado a quince kilómetros del mar, pero no le hizo nada bien y su salud decayó. Sus superiores lo enviaron de regreso a Pietrelcina para ver si el clima de su casa le hace bien. En esta época la gente de su pueblo confiaba en él, pidiéndole consejo, y así Francisco empezó una dirección de almas.

En 1908 regresó al convento, pero esta vez a Montefusco. En noviembre de ese año recibió las órdenes menores (portero, lector, exorcista, acólito) y luego el subdiaconado. Toda esta época fue para él de mucha oración y estudio.

El 10 de agosto de 1910 fue consagrado sacerdote en la catedral de Benevento. Pero permaneció con su familia hasta 1916 por motivos de salud. Allí en su pueblo natal dijo haber recibido los estigmas. En septiembre de 1916 fue enviado al convento de San Giovanni Rotondo, donde vivió hasta su muerte. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió en el cuerpo médico italiano (1917-1918).

Los estigmas

El padre Pío, con los estigmas de sus manos expuestos. Si bien llevaba usualmente las manos cubiertas, sus superiores pidieron en ocasiones que él descubriera sus manos para que las heridas pudieran fotografiarse.
Fachada de la Iglesia de los Capuchinos (a la izq.) y del Santuario de Nuestra Señora de las Gracias en San Giovanni Rotondo (provincia de Foggia), ciudad turística visitada principalmente por fieles de este santo.
Hospital «Casa Alivio del Sufrimiento» ubicado frente a la capilla del padre Pío.

Sin duda alguna lo que hizo más famoso al padre Pío fue el fenómeno de los estigmas, llamados pasionarios (por ser semejantes a los de Jesucristo en su Pasión): heridas en manos, pies, costado y hombro, dolorosas aunque invisibles entre 1911 y 1918, y visibles desde este último año hasta su muerte. Su sangre tenía al parecer perfume de flores, aroma asociado a la santidad. La noticia de que el padre Pío tenía los estigmas se extendió rápidamente. Muy pronto miles de personas acudían a San Giovanni Rotondo para verle, besarle las manos, confesarse con él y asistir a sus misas. Se trató del primer sacerdote estigmatizado.

Ante la fama del padre, la Santa Sede envió a investigar a una celebridad en materia de psicología, el padre Agostino Gemelli, franciscano, doctor en medicina, fundador de la Universidad Católica de Milán y amigo del papa Pío XI. Cuando el padre Gemelli se fue de San Giovanni, publicó un artículo en que afirmaba que los estigmas eran de origen neurótico. El Santo Oficio se valió de la opinión de este psicólogo e hizo público un decreto el cual declaraba que «no se constata la sobrenaturalidad de los hechos».

En los años siguientes hubo otros tres decretos y el último fue condenatorio, prohibiendo las visitas al padre Pío o mantener alguna relación con él, incluso epistolar. Como consecuencia, el padre Pío pasó 10 años ―de 1923 a 1933― aislado completamente del mundo exterior.

A raíz de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el padre fundó los «Grupos de Oración del Padre Pío». Los grupos se multiplicaron por toda Italia y el mundo. A la muerte del padre los grupos eran 726 y contaban con 68.000 miembros, y en marzo de 1976 pasaban de 1400 grupos con más de 150.000 miembros.

El hospital Casa Alivio del Sufrimiento

El 9 de enero de 1940, el padre Pío reunió a tres de sus grandes amigos espirituales y les propuso un proyecto al cual él mismo se refirió como «su obra más grande aquí en la Tierra»: la fundación de un hospital que habría de llamarse Casa Alivio del Sufrimiento. El 5 de mayo de 1956 se inauguró el hospital con la bendición del cardenal Lercaro y un inspirado discurso del papa Pío XII. La finalidad del hospital es curar a los enfermos tanto desde el punto de vista espiritual como físico.

En 1940, el padre Pío inició planes para abrir su hospital en San Giovanni Rotondo, que se llamaría la Casa Sollievo della Sofferenza (o Casa de Alivio del Sufrimiento). Barbara Ward, una humanitaria británica y periodista en misión en Italia, jugó un papel importante en la obtención de una subvención de 325.000 dólares por parte del UNRRA (United Nations Relief and Rehabilitation Administration: Socorro de las Naciones Unidas y Administración de Rehabilitación). El hospital abrió sus puertas en 1956.[1][2]

Con el fin de que el padre Pío pudiera supervisar este proyecto directamente, en 1957 el papa Pío XII le concedió la dispensa de su voto de pobreza.[3][4]

Sin embargo, en 1959, periódicos y semanarios empezaron a publicar informaciones acerca de la administración que el padre Pío hacía de la Casa Alivio del Sufrimiento, acusándolo de apropiación indebida de fondos.[3]​ En Italia, la izquierda lo había bautizado «el monje más rico del mundo».[5]

Después de varias investigaciones conducidas por la Curia Romana, se le quitó la administración del hospital. A sus seguidores se les recomendó no asistir a sus misas ni confesarse con él. Pero estos se negaron a seguir las recomendaciones.

Muerte

El 20 de septiembre de 1968 el padre Pío cumplió 50 años de sufrir los estigmas, celebrando una misa multitudinaria. Sus fieles ubicaron alrededor del altar 50 grandes macetas con rosas rojas, por sus 50 años de sangre.

Tres días después, el 23 de septiembre de 1968, el padre Pío falleció. Su funeral fue tan multitudinario que se tuvo que esperar cuatro días para que la multitud de personas pasara a despedirse. Se calcula que hubo más de 100.000 participantes en el entierro.

Antes y después de su muerte

San Pío expuesto a pública veneración en 2008.

Tiempo antes de morir ―al no disponer de privacidad, bajo control médico― los estigmas que había padecido los últimos 50 años cicatrizaron. Cuando le quitaron los guantes prácticamente no quedaban marcas de ellos.

En noviembre de 1969 comenzaron los preliminares de la causa de beatificación del padre Pío. El 18 de diciembre de 1997, el papa Juan Pablo II lo pronunció venerable. El 2 de mayo de 1999, el mismo papa lo beatificó, y el 16 de junio de 2002, lo canonizó bajo el nombre de san Pío de Pietrelcina.[6]

Dones del padre Pío

Según los creyentes en el padre Pío, sus dones fueron:

  • Discernimiento extraordinario: capacidad de leer las conciencias, don que utilizó frecuentemente durante el ministerio del sacramento de la confesión.
  • Curación: curas milagrosas mediante el poder de la oración.
  • Bilocación: estar en dos lugares al mismo tiempo.
  • Perfume: en su presencia se podía percibir fragancia de flores (el «olor de santidad»).
  • Lágrimas: cuando rezaba el Rosario a veces derramaba lágrimas.
  • Estigmas: exhibió estigmas desde el 20 de septiembre de 1918 y los llevó durante 50 años hasta tiempo antes de su muerte (en septiembre de 1968).

Citas de Pío de Pietrelcina

Solo soy un humilde fraile que ora...
Quédate conmigo, Señor...
Reza, ten fe y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración... La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón...
Dulce es la mano de la Iglesia también cuando golpea, porque es la mano de una madre.
Haré más desde el Cielo, que lo que puedo hacer aquí en la Tierra.
El hábito de preguntar «por qué» ha arruinado el mundo.[5]

Oración

Bienaventurado padre Pío, testigo de fe y de amor. Admiramos tu vida como fraile capuchino, como sacerdote y como testigo fiel de Cristo. El dolor marcó tu vida y te llamamos «un crucificado sin cruz». El amor te llevó a preocuparte por los enfermos, a atraer a los pecadores, a vivir profundamente el misterio de la Eucaristía y del perdón. Fuiste un poderoso intercesor ante Dios en tu vida, y sigues ahora en el cielo haciendo bien e intercediendo por nosotros. Queremos contar con tu ayuda. Ruega por nosotros. Lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Controversias

El padre Pío fue objeto de numerosas investigaciones.[2][3]​ En el período comprendido entre 1924 a 1931, la Santa Sede hizo varias declaraciones negando que los acontecimientos en la vida del padre Pío se debieran a alguna causa divina.[1][2]​ En un momento dado, se le impidió públicamente el desempeño de sus deberes sacerdotales, como el confesar y dar misa.[2]

El Vaticano envió como investigador al fundador del Hospital Universitario Católico de Roma, el médico y psicólogo Padre Agostino Gemelli, quien concluyó que el padre Pío era «un ignorante y psicópata automutilador que se aprovecha de la credulidad de las personas».[5]​ Por temor a disturbios locales, un plan para transferir al padre Pío a otro convento fue abandonado y un segundo plan fue cancelado cuando un motín estuvo a punto de suceder.[5]

En 1933 la marea empezó a cambiar, cuando el papa Pío XI ordenó a la Santa Sede que revirtiera la prohibición de la celebración de misa del padre Pío. El papa declaró: «No he estado mal dispuesto hacia el padre Pío, sino que me habían informado mal».[1]​ En 1934 se le permitió volver a escuchar confesiones. También se le dio permiso honorario para predicar, a pesar de no haber tomado el examen para la licencia de predicación.[1]​ El papa Pío XII, quien asumió el papado en 1939, animó a los devotos a visitar al padre Pío.

El papa Juan XXIII

De acuerdo con un reciente libro, el papa Juan XXIII (1958-1963) no adoptó la perspectiva de su predecesor, y escribió en 1960 sobre el «engaño enorme» del padre Pío.[7]

El papa había recibido denuncias de algunos eclesiásticos (en esa época se acostumbraba a escribir en latín) que acusaban al monje ―que con frecuencia se azotaba con un látigo con puntas de metal― de «bis in hebdómada copulabat cum muliere» (‘dos veces en la semana copula con mujeres’). El papa Juan XXIII autorizó que controlaran las actividades del sacerdote, incluso que lo espiaran en su confesionario.[5]

Existieron largas investigaciones para resolver al menos 23 denuncias de seguidores íntimos, que decían que el padre Pío falsificaba los milagros y había tenido relaciones sexuales con sus seguidoras más fieles. En la jerarquía de la Iglesia muchos dudaban de que su estigmas fueran reales (sugerían que las provocaba con ácido nítrico) y que utilizaba agua de colonia para crear el «olor de santidad» que lo hacía famoso.[8]

Se afirma que las supuestas habilidades místicas del padre Pío fueron comprobadas solo con pruebas anecdóticas. Algunas de sus supuestas bilocaciones son coherentes con meras alucinaciones. Nunca se le pudo controlar continuamente para garantizar que no utilizaba productos químicos (como el ácido carbólico o yodo) para evitar la cicatrización de sus heridas.[9]

[10]

El 25 de junio de 1960, el papa Juan XXIII escribió en su diario íntimo acerca de las actividades del padre Pío:

Stamane da mgr Parente, informazioni gravissime circa P.P. e quanto lo concerne a S. Giov. Rotondo. L’informatore aveva la faccia e il cuore distrutto. [...] Con la grazia del Signore io mi sento calmo e quasi indifferente come innanzi ad una dolorosa e vastissima infatuazione religiosa il cui fenomeno preoccupante si avvia ad una soluzione provvidenziale. Mi dispiace di P.P. che ha pur un’anima da salvare, e per cui prego intensamente» annota il Pontefice. L’accaduto ―cioè la scoperta per mezzo di filmine, «si vera sunt quae referentur», dei suoi rapporti intimi e scorretti con le femmine che costituiscono la sua guardia pretoriana sin qui infrangibile intorno alla sua persona― fa pensare ad un vastissimo disastro di anime, diabolicamente preparato, a discredito della S. Chiesa nel mondo, e qui in Italia specialmente. Nella calma del mio spirito, io umilmente persisto a ritenere che il Signore faciat cum tentatione provandum, e dall’immenso inganno verrà un insegnamento a chiarezza e a salute di molti.
Esta mañana recibí por Mons. Parente, informaciones gravísimas sobre el P. P. y cuanto se relaciona con San Giovanni Rotondo. El informador tenía la cara y el corazón destruidos. [...] Con la gracia de Dios, me siento tranquilo y casi indiferente como ante una dolorosa y vastísima infatuación religiosa, cuyo fenómeno preocupante comienza con una solución providencial. Lo siento por el P. P., que tiene sin embargo un alma que salvar, y por quien ruego intensamente. Lo acaecido ―esto es, el descubrimiento de estas filmaciones, si vera quae sunt referentur [‘si las verdades a las cuales se refiere’, en latín], sus relaciones íntimas e incorrectas con las mujeres que forman su guardia pretoriana hasta ahora infranqueable en torno a su persona― me hacen pensar en un vastísimo desastre de almas, diabólicamente preparado para desacreditar a la Santa Iglesia en el mundo, y especialmente aquí en Italia. En la calma de mi espíritu, humildemente persisto en creer que el Señor faciat cum tentatione provandum (‘haga de la tentación una prueba’), y de este inmenso engaño vendrá una enseñanza para la claridad y la salud de muchos.
Papa Juan XXIII, diario del 25 de junio de 1960, en cuatro hojas;
permaneció inédito hasta 2007, en que fue publicado por Sergio Luzzatto[11]

El 29 de julio de 1960 ―apenas un mes después de la anotación del papa―, el monseñor Carlo Maccari (1913-1997), quien más tarde se convertiría en el arzobispo de Ancona, comenzó otra investigación en nombre del papa Juan XXIII y el Santo Oficio. Se dice que el informe de 200 páginas que compiló, aunque nunca se publicó en su totalidad, es devastadoramente crítico. Los rumores en el Vaticano por mucho tiempo sostuvieron que el Expediente Maccari fue un obstáculo insuperable para otorgar la santidad al padre Pío. Los seguidores del padre Pío afirman que el arzobispo Maccari murió en su lecho y que habría orado al padre Pío.[5]​ Sin embargo el arzobispo Maccari falleció el 17 de abril de 1997 en la calle, en un accidente de tránsito.[12]

En los pasillos del Vaticano el consenso decía que el padre Pío era un ingenuo histérico, o en el peor de los casos, un estafador.[cita requerida] El papa Juan XXIII le prohibió decir la misa en público, publicar sus populares oraciones, recibir visitas, y hablar con mujeres en privado.[cita requerida]

Sin embargo, tras la muerte de Juan XXIII (3 de junio de 1963), el papa Pablo VI rechazó las acusaciones de su antecesor, aunque sin aportar ninguna prueba.[5][3]

En 2007, el historiador y profesor italiano Sergio Luzzatto (1963-) publicó Padre Pio. Miracoli e politica nell’Italia del Novecento, donde denunció estos hechos. Entrevistó a personas que habían conocido al padre Pío personalmente:

El padre Pío me llamó en absoluto secreto y me pidió que no les dijera a sus hermanos; me dio personalmente una botella vacía, y me pidió si podría llevarlo a él de vuelta desde Foggia a San Giovanni Rotondo con cuatro gramos de ácido carbólico puro. Me explicó que el ácido era para desinfectar jeringas para inyecciones. También pidió otras cosas, como pastillas Valda.
Maria De Vito, prima del farmacéutico de Foggia[13]

Las denuncias fueron recibidas con una instantánea desmentida de los seguidores del padre Pío.

El señor Luzzatto es un mentiroso [...] y propaga calumnias anticatólicas. [...] Nos gustaría recordarle al Sr. Luzzatto que ―de acuerdo con la doctrina católica―, la canonización lleva consigo la infalibilidad papal. Nos gustaría sugerir al Sr. Luzzatto que dedique sus energías al estudio de la religión de manera apropiada.
Pietro Siffi, presidente de la católica Liga Antidifamación[13]

En 2011, Stefano Campanella (director de Tele Radio Padre Pio, en San Giovanni Rotondo) publicó el libro Obedientia et pax. La verdadera historia de una persecución falsa, donde afirmó que el papa Juan XXIII no había estado en contra del padre Pío.[14]

Bibliografía

  • CHIRÓN, Yves: El padre Pío: el capuchino de los estigmas. Palabra: Madrid, 1999. ISBN 978-84-8239-352-0.
  • DA POBLADURA, Melchiorre, y Alessandro DA RIPABOTTONI: Epistolario. Padre Pio da Pietrelcina. Foggia: Padre Pio da Pietralcina, 2002.
  • DA RIESE PIO X, Fernando: Padre Pío de Pietrelcina. Un crucificado sin cruz. Madrid: Centro de Propaganda, 1974.
  • HAMEL, R.: Con el P. Pío. Lo que yo he visto y oído en San Giovanni. Barcelona: Vergara, 1957.
  • LUZZATTO, Sergio (1963-): Padre Pio: miracoli e politica nell’Italia del Novecento. Turín (Italia): Einaudi, 2007.
  • PIETRELCINA, Pío de: Pensamientos, experiencias, sugerencias (selección de textos del padre Melchor de Pobladura). Madrid: Centro de Propaganda, 1973.
  • SÁEZ DE OCÁRIZ (OFMCap), Leandro: Pío de Pietrelcina, místico y apóstol. Madrid: San Pablo, 2004. ISBN 978-84-285-2686-9.
  • SÁNCHEZ-VENTURA PASCUAL, Francisco (1922-2007): El padre Pío de Pietrelcina. Zaragoza (España): Círculo, 1976.
  • SOCCI, A.: El secreto del padre Pío. Madrid: La Esfera de los Libros, 2009
  • WINOWSKA, M.; LIZÁRRAGA, C.; SOTO YARRITU, R.: Un estigmatizado de nuestros días, (1887-1968) Padre Pío de Pietrelcina. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1977. ISBN 84-330-0396-8.
  • ZAVALA, José María: Padre Pío. Los milagros desconocidos del santo de los estigmas. LibrosLibres, Madrid, 2010

Notas

  1. a b c d «Padre Pio, the man» (parte 2). Consultado el 18 de octubre de 2011.
  2. a b c d «Religion: The stigmatist», artículo en la Time del 19 de diciembre de 1949. Consultado el 18 de octubre de 2011.
  3. a b c d «Roman catholics: a Padre’s patience», en revista Time del 24 de abril de 1964. Consultado el 7 de abril de 2011.
  4. «Letter on Blessed Padre Pio: stigmata – sacraments of penance and eucharist – suffering», carta del padre Dom Antoine Marie (OSB) publicada el 24 de abril de 2000. Consultado el 18 de octubre de 2011.
  5. a b c d e f g «For all who feel put upon by the Vatican: a new patron saint of Holy Rehabilitation», artículo en inglés de John L. Allen en el periódico National Catholic Reporter del 28 de diciembre de 2001, consultado el 24 de septiembre de 2011.
  6. Artículo sobre el padre Pío en el sitio web Corazones.
  7. «Italian saint stirs up a mix of faith and commerce», artículo de Ian Fisher y Daniele Pinto en The New York Times del 25 de abril de 2008, pág. 9. Consultado el 18 de octubre de 2011.
  8. «Vatican’s startling conversion to cause of Padre Pío, the man it silenced for years», artículo en inglés de Paul Vallely en el periódico The Independent del 17 de junio de 2002, consultado el 24 de septiembre de 2011.
  9. «El pequeño secreto del padre Pío», artículo en el sitio web Rationalist International.
  10. «Desmontar a un santo. Una biografía revela que varios papas desconfiaron severamente del padre Pío, canonizado por Juan Pablo II», artículo de Enric González en el diario El País (Madrid) del 31 de octubre de 2007. Consultado el 23 de mayo de 2013.
  11. «Padre Pio, un immenso inganno; Giovanni XXIII annotava: “I suoi rapporti scorretti con le fedeli fanno un disastro di anime”» (‘el padre Pío, un inmenso engaño; Juan XXIII anotó: sus incorrectas relaciones con sus feligresas crean un desastre de almas’), artículo de Aldo Cazzullo en el periódico Corriere della Sera del 25 de octubre de 2007.
  12. El arzobispo Maccari no habría muerto en un lecho sino en la calle, en un accidente de tránsito, según su biografía en la Wikipedia en italiano.
  13. a b «Padre Pio faked stigmata with carbolic acid? No, because Pope is infallible» (‘¿El padre Pío creó sus estigmas con fenol? No, porque el Papa es infalible’), artículo en inglés de Austin Cline en el sitio web Atheism, del 1 de noviembre de 2007. Consultado el 23 de mayo de 2013.
  14. «El Padre Pío y la historia de una falsa persecución», artículo en español en el diario católico Zenit (Roma) del 31 de marzo de 2011. Consultado el 23 de mayo de 2013.

Enlaces externos