Masculinismo

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Uno de los símbolos del movimiento masculinista

El masculinismo es un conjunto polisémico de ideologías y movimientos políticos, culturales y económicos[1][2][3][4]​ que tienen como objetivo el análisis de la «construcción masculina de la identidad y los problemas de los varones frente al género».[5]​ Se considera la contraparte del feminismo, ya que busca la igualdad con las mujeres, pero desde el punto de vista masculino;[6]​ así, este término puede utilizarse en distintos ámbitos para referirse a la defensa de los derechos y necesidades de los varones, de la adhesión o promoción de las opiniones, y de los valores y actitudes consideradas como típicas de los varones.[7][8][9]

Alternativamente, y desde una óptica feminista, el masculinismo es referido como una forma particular de antifeminismo[10]​ y un enfoque que se centra en la superioridad masculina,[11]​ la exclusión de las mujeres[7]​ y su dominación.[12]

Historia

La primera respuesta secular al feminismo provino del escritor y filósofo británico Ernest Belfort Bax —considerado el primer antifeminista—, quien en 1908 escribió The Legal Subjection of Men como respuesta al ensayo de John Stuart Mill de 1869 titulado The Subjection of Women. Posteriormente, este autor —adscrito al pensamiento socialdemócrata de fines del siglo XIX y principios del siglo XX— publicó El fraude del feminismo (1913), donde describió los efectos adversos del feminismo[13]​ en sendos capítulos titulados «La cruzada antivarón», «Siempre las inocentes heridas» y «La falsa caballerosidad»; además, es considerado como uno de los textos clásicos de la corriente anti voto femenino, y se utilizó como referente para justificar la hipotética inferioridad de las mujeres.[14]​ Otro texto que presenta el punto de vista masculinista sobre diversos temas es In Defense of Women de Henry Louis Mencken, que se publicó en 1917.[15]

En el siglo XX, el masculinismo se desarrolló como respuesta al cambio de actitud y función de las mujeres que comenzaron a exigir un trato justo e igualitario, enfrentando la visión androcentrista vigente hasta ese momento; su aparición se remontaría a las décadas de 1970 y 1980.[10][16]​ Sin embargo, el masculinismo no fue simplemente una respuesta al feminismo, ya que aunque algunas ideas surgieron tras confrontar temas feministas, hay otras cuestiones como la crianza de los hijos y el servicio militar que pueden identificarse como causas sin vínculos con temas feministas.[17][18][19]

El primer ámbito fue abordado por Charles V. Metz, quien en 1968 publicaría Divorce and Custody for Men, texto en el que atacó la legislación familiar, el feminismo y abogó por el retorno de las funciones sociales tradicionales para varones y mujeres, contextualizando su posición en la necesidad de volver a las tradiciones de género en la sociedad y el hogar. Esta publicación darían cierto sustento a Ruben Kidd y George Partis quienes en 1960 habían fundado la primera organización formal circunscrita a la defensa de los derechos de los padres, y que denominaron Divorce Racket Busters, el que posteriormente cambiaría a United States Divorce Reform.[20]​ Posteriormente, sería Richard Doyle quien, tras publicar The Rape of the Male en 1976, guiaría a este incipiente movimiento hacia la unificación de propuestas al abordar un aspecto más amplio de dicha problemática que el realizado por Metz.[17][18]

Aunque hay algunas instituciones masculinistas desde la década de 1970, como la National Coalition for Men, a partir de la década de 1990 estas asociaciones toman fuerza y comienzan a extenderse a varios países. El masculinismo ganó popularidad, con el apoyo de una interpretación particular del discurso de la autora feminista Doris Lessing, quien pidió que los hombres dejen de ser insultados.[21]​ Otros autores como Warren Farrell se distanciaron de los ideales feministas e incorporaron la visión masculinista dentro de las cuestiones de género.[22]

Entre los teóricos contemporáneos, repersentantes del masculinismo mitopoiético, se encuentran Robert Bly, exfeminista[23]​ y actual activista masculinista[24]​ que publicó en 1990 Iron John: A Book About Men y que se transformó en uno de los textos base del denominado masculinismo mitopoiético que busca analizar los cambios de la identidad masculina debido a la industrialización y los valores asociados a dicho género.[5]

El masculinismo profeminista nació a mediados de la década de 1970 tras el despertar feminista de dicho período, e incluye en general objetivos símiles de igualdad que propugna el feminismo.[5][16][25]​ Esta corriente recibió influencias de la segunda ola feminista, el Poder Negro y el activismo del movimiento estudiantil y el Movimiento LGBT de los años 1960 y 1970, entre otros.[26]

Estudios sobre la masculinidad y masculinismo

El masculinismo se inserta dentro del campo académico interdisciplinario de los estudios sobre la masculinidad, junto a otros temas relacionados al Varón, género y política.[27]​ Este campo a menudo incluye la teoría masculinista, historia social, la ficción masculina, la salud de los varones, el psicoanálisis masculinista y todas aquellas prácticas influenciadas precisamente por el masculinismo y los estudios de género dentro de las humanidades y las ciencias sociales.[28][29][30]​ Algunos de los aportes teóricos claves intentan conciliar las interpretaciones masculinista/feminista de los estudios de género, e incluyen entre otros a Does Feminism Discriminate Against Men de Warren Farrell y James Sterba,[31]​ y Gendering, Courtship and Pay Equality de Rory Ridley-Duff.[32][33]

Dentro del grupo de investigadores, no solo se encuentran personalidades y organizaciones del ámbito masculinista, sino que también organizaciones feministas en Canadá, Australia, Reino Unido y Estados Unidos.[34][10][2][35]

La lucha por la custodia de sus hijos es una de las áreas más visibles del activismo masculinista.[36]

En 2014 el colectivo masculinista ManKind realizó un experimento en las calles de Londres denunciando la doble moral a la hora de juzgar la violencia de género en función de si la persona que agrede es un varón o una mujer mostrando qué sucede con la violencia contra el varón.[37][38]​ El canal estadounidense ABC realizó un documental en 2006 llamado Turning the Tables: How Do People React When There's Abuse in Public, But the Gender Roles Are Reversed analizando como la gente reaccionaba cuando una mujer agredía a un varón.[39][40]​ La psicóloga Carrie Keating de la universidad de Colgate, afirmó que «los varones al pegar provocan más daño, pero las mujeres golpean más».[41]​ Una de las denuncias es que si la víctima es un varón y la agresora una mujer, la sociedad minimiza el sufrimiento del varón considerándola trivial.[42]​ Esta situación provoca que los casos de varones maltratados por mujeres sean silenciados, o por vergüenza, o por cuestionamiento de la "virilidad" del varón poniendo en duda su sexualidad.[43]

Un sector de los masculinistas sugiere la necesidad de eliminar la educación mixta, debido a que creen que las escuelas de un solo sexo son preferibles para el bienestar de los niños[28]​ y porque algunos estudios sugerirían que los niños atraen más la atención del profesor en el aula en comparación con las niñas, por lo que serían ellos los que reciben las formas más severas de castigo o bien, son los que reciben con mayor frecuencia sanciones, en comparación con las niñas que realizan las mismas faltas.[9]

El masculinista Warren Farrell ha argumentado que los varones a menudo son destinados a trabajos con una mayor exigencia física, de mayor incomodidad y alta peligrosidad de una manera injustificadamente desproporcionada.[9]

Otra área de activismo es la denuncia de las altas tasas de suicidio de los varones respecto a las mujeres. Masculinistas citan tasas más altas de suicidio en varones que en mujeres. [44]

Violencia de género

Un segmento del masculinismo se ha abocado a denunciar que la violencia contra los varones es considerada un tabú social, es ignorada, minimizada o tomada menos en serio que la violencia contra las mujeres, o ridiculizada.[45][46][47][48]​ Un ejemplo de esto último fue la controversia de la campaña publicitaria «Los niños son estúpidos, ¡arrójales piedras!», que fue rechazada por el activista Glenn Sacks y por algunas agrupaciones como la National Coalition of Free Men y Southern Poverty Law Center.[49]​ Algunos investigadores consideran que la violencia contra el varón es un problema social serio, porque aunque se habría prestado mayor atención a la violencia que se ejerce contra las mujeres, sería posible argumentar que la violencia contra los varones en varios contextos es un problema social sustancial digno de atención.[50][51][52][53]

Véase también

Referencias

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  3. Grande, Ildefonso (2004). Marketing croscultural. ESIC Editorial. p. 310. ISBN 978-847-356-383-3. 
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