Manuel Vallejo

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Manuel Jiménez Martínez de Pinillos conocido artísticamente como Manuel Vallejo(Sevilla, 15 de octubre de 1891-7 de agosto de 1960) fue un cantaor flamenco español.

Vallejo supo interpretar todos los palos con dignidad y altura, mostrando en todo momento su conocimiento en la técnica flamenca, fue muy popular en la etapa de la ópera flamenca. Obtuvo la copa Pavón en el teatro madrileño del mismo nombre, así como la Llave del Cante Flamenco. Fue cantaor general que lo cantó todo bien, aunque por imperativos de la época se emplease más en estilos como los fandangos. Fue también un excelente siguiriyero y excepcional por bulerías, aún no siendo gitano, estilo que también bailaba de manera extraordinaria. Su cante fue preciosista, efectista con frecuencia, pero de noble factura.

Cantaor sevillano que tan famoso fue en la etapa del flamenco denominada "Ópera flamenca", llegó a grabar en el curso de su carrera artística 123 discos. Fue un cantaor largo, enciclopédico, que conocía y realizaba magníficamente todas las formas y variantes del cante.

La afición de su tiempo reconoció la valía de Vallejo otorgándole la Llave de Oro del Cante, en el año 1926, que le fue entregada personalmente por Manuel Torre. Un año antes se le otorgó, por un jurado presidido por Don Antonio Chacón la Copa Pavón, instituida por la dirección del popular teatro madrileño situado en la cabecera del Rastro.

Durante treinta años el artista sevillano supo mantener la categoría de su cante, tan solo superado por el genio de Chacón. Se retiró al inicio de los años cincuenta del siglo pasado, falleciendo en Sevilla en 1960.

Fue acompañado su cante por tocaores de la categoría de Ramón Montoya, Miguel Borrul, Manolo de Huelva o Niño Ricardo, entre otros.

Durante el año 1927 y parte de 1928 se lo disputaban los locales madrileños hasta que sale a provincias con el espectáculo Solemne fiesta andaluza que encabezaba Don Antonio Chacón seguido del propio Vallejo y, tras de éste en cotización económica, Niña de los Peines, José Cepero, Ramón Montoya, El Estampío, Frasquillo, La Quica y otros varios. Muerto Chacón, Vallejo encabezó espectáculos de ópera flamenca con los que se mantuvo en carteles hasta 1936. Pasada la guerra civil, siguió actuando en distintos elencos y en 1950 encabezó el espectáculo El sentir de la copla. Permaneció haciendo giras hasta 1954, aproximadamente. Aunque sus cantes que más viva memoria han dejado son las granaínas, bulerías, seguiriyas y fandangos, Vallejo dejó clara y brillante constancia en numerosísimos discos de cantaor general y superdotado de facultades canoras.

En la época de Manuel Vallejo, el cante, en un proceso de aburguesamiento iniciado por Chacón, adquiere unas valoraciones líricas de las que el divo sevillano es su máximo representante. Pero no solamente el cante de Vallejo es una bella aria, sino que su voz, sus palmas, sus tacones –también bailaba en el frenesí soberano de la fiesta- acometían el compás de las bulerías y otros cantes rítmicos, como los tangos o fandangos en una gama riquísima de aires, con una técnica perfecta. Su voz, por otra parte, ejecutaba virtuosismos de poder a poder.

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