Guerras de los Balcanes

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Este artículo trata sobre las guerras ocurridas en los Balcanes a principios del siglo XX. Para la guerra de finales del mismo siglo, véase Guerras Yugoslavas.
Mapa con los territorios ocupados por la Liga de los Balcanes tras las dos guerras balcánicas. En línea roja la antigua frontera otomana anterior a las contiendas.      Asignado a Serbia.      Asignado a Bulgaria.      Asignado a Rumanía.      Asignado a Montenegro.      Asignado a Grecia.      Albania independiente.

Las guerras de los Balcanes fueron dos guerras ocurridas en el sureste de Europa de 1912 a 1913. La primera enfrentó al Imperio otomano con la llamada Liga de los Balcanes formada por Bulgaria, Montenegro, Grecia y Serbia.

Causas

En el año 1878, los otomanos perdieron el control en Tesalia, Bosnia y Herzegovina, Novi Pazar, noroeste y noreste de Montenegro, Rumelia y Dobruja.[1]​ Tras la derrota diplomática rusa en la Crisis bosnia de 1908, ésta trató de recuperar su influencia en los Balcanes induciendo a los países de la península a asociarse[2]​ bajo su supervisión.[3]​ En 1911, llegaba también a un acuerdo con Italia para cooperar con ella en la región.[3]​ El mismo año, la derrota del Imperio otomano ante la misma Italia en la Guerra Ítalo-Turca que le permitió a esta anexionarse Libia y la continua inestabilidad en el Imperio hicieron que los Estados balcánicos viesen como inminente la partición de Macedonia.[3][4]

A pesar de su rivalidad por controlar Macedonia[2]​ y erigirse como la potencia principal de los Balcanes, Bulgaria y Serbia lograron alcanzar un acuerdo el 13 de marzo de 1912 de defensa mutua y contrario a la repartición de territorio otomano por otros Estados.[5]​ Los anexos secretos del acuerdo trataban sobre la división de Macedonia entre los dos países, dejando la futura frontera entre ambos extremadamente vaga:[2]​ Serbia se anexionaría los territorios al norte de los montes Šar, Bulgaria aquellos al este del Struma y de las montañas Ródope.[5][4]​ El resto de Macedonia quedaba sin asignar, aunque Serbia se comprometía a no exigir los territorios más allá de la línea Kriva Palanka-Veles-Ohrid, sin ocupar ninguna de las dos últimas poblaciones.[5]​ El resto podría dividirse entre Bulgaria y Grecia.[5]​ Ambos países se comprometían a enviar cien mil soldados al frente de Macedonia, suministrando Serbia un total de ciento cincuenta mil y Bulgaria doscientos mil soldados.[5]

Más tarde Bulgaria llegó a un acuerdo más limitado con Grecia. Esta se negó a aceptar una Macedonia autónoma y reclamó, como Bulgaria, el puerto de Salónica.[5]​ Así, el acuerdo con Grecia fue puramente defensivo, dadas las grandes diferencias entre las dos naciones.[5]

A continuación Serbia y Bulgaria comenzaron las negociaciones con Montenegro, que debía provocar al Imperio otomano para lograr el estallido de las hostilidades.[5]​ Rusia, consciente de que su alianza para frenar el poderío del Imperio austrohúngaro se había convertido en un pacto para atacar al Imperio otomano, trató de frenarla mediante diplomacia, para lo que contó con el acuerdo de Austria-Hungría.[6]​ El 8 de octubre de 1912, estas dos potencias advirtieron a los países balcánicos que los posibles cambios territoriales en la península no serían reconocidos por las grandes potencias, pero ese mismo día Montenegro desencadenó un ataque contra los otomanos, apoyado inmediatamente por el resto de sus aliados.[6][4]

Primera Guerra

Las operaciones contra el Imperio se desarrollaron sin grandes problemas: los Ejércitos coaligados contaban con setecientos mil hombres frente a los trescientos veinte mil otomanos, y la flota griega bloqueaba la península, estorbando la llegada de refuerzos otomanos.[6]

Mientras los búlgaros se concentraban en atacar hacia Estambul y sitiaban Edirne con refuerzos serbios, los griegos ocupaban Salónica el 8 de noviembre de 1912, a donde los búlgaros llegaron el día siguiente.[7]​ En Macedonia los serbios ocuparon poblaciones más allá de la línea de máxima expansión acordada con los búlgaros, haciéndose con Prilep, Bitola y Ohrid.[7]​ En el oeste, Serbia, decidida a lograr un puerto en el Mar Adriático, avanzó hacia Durrës,[8]​ a pesar de ser el territorio de mayoría albanesa, y cercó Shkodër con ayuda de Montenegro.[7]​ En el suroeste, Grecia atacó Ioánina.[7]

A comienzos de 1913, las posiciones otomanas en la península se limitaban a cuatro ciudades cercadas: Estambul, Edirne, Shkodër y Ioánina.[7]​ Las grandes potencias intervinieron entonces para decidir la asignación de territorios mediante la imposición en mayo del Tratado de Londres, que asignó Edirne a Bulgaria, Creta a Grecia y creó Albania gracias a la insistencia de Italia y Austria-Hungría, que no deseaban que Serbia contase con salida al Adriático.[7]​ Esta y Grecia, habiendo perdido los territorios albaneses ocupados en el conflicto, decidieron resarcirse en otro territorio.[7]

Segunda Guerra

Serbia exigió entonces a Bulgaria extenderse más allá de lo acordado, alegando que había llevado el peso de los combates en Macedonia y había perdido su salida al mar, temiendo en realidad el poder de la nueva Bulgaria, que había logrado una salida al mar Egeo y grandes territorios en Macedonia.[9]​ Grecia, a su vez, no deseaba una Bulgaria poderosa a escasos kilómetros de Salónica.[9]​ Ante la tensión creciente entre los antiguos aliados, Serbia y Grecia llegaron a un pacto secreto por el que se dividían Macedonia al oeste del río Vardar, quedando el territorio al este del río para Bulgaria.[9]​ Pronto Montenegro y Rumania, que anhelaba tomar el sur de la Dobruja, se unieron al acuerdo.[9]​ El Imperio otomano comenzó a tratar también con los nuevos aliados.[9]

Mientras, Bulgaria se encontraba cada vez más aislada: tras su rechazo a la mediación rusa perdió el respaldo de ésta, que apoyó las pretensiones serbias, mientras los austrohúngaros trataban con Grecia y Rumania.[10]​ Creyendo en su superioridad militar, Bulgaria atacó Serbia y Grecia el 29 de junio de 1913.[10]​ Pronto los aliados de estas entraron en el conflicto y el 31 de julio de 1913 Bulgaria se vio obligada a firmar el armisticio, reconociendo su derrota.[10]

Este segundo conflicto conllevó grandes pérdidas territoriales para Bulgaria, que tuvo que entregar el sur de Dobruja, concedido a Rumania, y casi toda Macedonia a excepción de los territorios que rodeaban Strumica, aunque mantuvo su acceso al Egeo a través de una franja de ciento veinte kilómetros y el puerto de Dedeagatch.[10]​ Serbia obtuvo casi todo el norte de Macedonia, el Imperio otomano recuperó Edirne y la Tracia oriental, mientras que Grecia ocupó Epiro con Janina y se extendió unos setenta y cinco kilómetros al norte y este de Salónica.[10]​ Montenegro y Serbia se repartieron el Sandžak y se creó Albania.[10]

Consecuencias

Las guerras supusieron la expulsión definitiva del Imperio otomano de la península de los Balcanes salvo en el extremo oriental de Tracia, el establecimiento de fronteras casi definitivas que perduraron salvo breves intervalos durante las guerras mundiales y el nacimiento de Albania como Estado independiente.[10]​ No resolvieron, sin embargo, las disputas territoriales entre los países balcánicos; Bulgaria mantuvo sus deseos de alcanzar las fronteras del Tratado de San Stefano y mientras que los territorios de Macedonia, Tracia y Dobruja continuaron disputados entre los países de la zona.

Bulgaria sufrió importantes bajas en las dos guerras: sesenta y seis mil muertos y ciento diez mil heridos de una población de poco más de tres millones.[11]

Conflictos

Véase también

Referencias

  1. Atlas del Nuevo Orden Mundial. Gérard Chaliand, 2004, Ediciones Paidós Ibérica
  2. a b c Yokell (2010), p. 11
  3. a b c Jelavich (1986), p. 216
  4. a b c Yokell (2010), p. 12
  5. a b c d e f g h Jelavich (1986), p. 217
  6. a b c Jelavich (1986), p. 218
  7. a b c d e f g Jelavich (1986), p. 219
  8. Yokell (2010), p. 13
  9. a b c d e Jelavich (1986), p. 220
  10. a b c d e f g Jelavich (1986), p. 221
  11. Hall (2004), p. 210

Bibliografía