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Glorieta de Quevedo

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Imagen de la Glorieta con la estatua de Agustín Querol de comienzo de siglo.
Grupo de viviendas construido por Antonio Palacios en 1913.

La Glorieta de Quevedo es un espacio urbanístico en forma de glorieta ubicado en Madrid, denominada en honor al escritor español del Siglo de Oro: Francisco Gómez de Quevedo Villegas. En el centro hay una escultura en honor al escritor tallada por Agustín Querol en 1902.[1]​ La glorieta es cruce de la calle de Fuencarral (que comienza como prolongación de la de Montera desde Sol pasando por la glorieta de Bilbao), la calle de San Bernardo (desde la plaza de Santo Domingo pasando por la glorieta de Ruiz Giménez), la calle de Bravo Murillo (que asciende hasta la glorieta de Cuatro Caminos).

Historia

Desde el siglo XVII se celebraba la romería del Trapillo en las cercanías de la Puerta de Fuencarral (denominada puerta de los Pozos). El espacio que ocupa la plaza en la actualidad se encontraba a las afueras en el siglo XVII. Era un cruce de caminos hacia el pueblo de Fuencarral y Francia. Se ubicó en sus cercanías el cementerio General del Norte (en la calle de Arapiles) desde donde se accedía al cementerio municipal. La construcción del cementerio se realiza por orden de Carlos III mediante Real Cédula en el año 1787. Se eligió la zona por encontrarse a las afueras, y desde la plazuela se traza una comunicación a la puerta del cementerio. Es precisamente cuando este cruce se convierte por primera vez en una zona circular con aspecto de pequeña plaza.[2]

La denominación de la glorieta, empleando el apellido del escritor madrileño (nacido en 1580), se asigna por primera vez a esta plaza, en el año 1860. El urbanista Ángel Fernández de los Ríos promueve la conexión con Moncloa mediante una vía en honor al ingeniero George Stephenson constructor de la primera línea ferroviaria pública del mundo.[3]​ El Canal de Isabel II inaugura sus primeras instalaciones de servicio de agua en esta plaza.[4]​ Desplazando las aguas del río Lozoya mediante conductos a los primeros depósitos.

La estatua de Quevedo se erige por orden del alcalde de Madrid Alberto Aguilera, esculpida por Agustín Querol e inaugurada en 1902, tuvo su primera ubicación en la plaza de Alonso Martínez.[1]​ En esta época la estatua que se encontraba ubicada en la glorieta era de Bravo Murillo. Posteriormente, ya en 1963, se coloca en esta glorieta de la que recibe su nombre.

A comienzos del siglo XX la historia del Metro madrileño tiene en su línea 1 y 2, abriendo la estación de Quevedo al público el 27 de diciembre de 1925. Entre sus vecinos ilustres se encuentra Juan García Hortelano.[5]​ Durante la guerra Civil la plaza tuvo protagonismo durante golpe de Casado.[6]

Glorieta en la cultura

El poeta gallego José Ángel Valente dedica en los años cincuenta un poema a la estatua de Quevedo, titulado: A Don Francisco de Quevedo, en Piedra.[7]

Referencias

  1. a b Pancracio Celdrán Gomáriz, (1998), Plazas y plazuelas de Madrid, Madrid, Página 139
  2. Pedro Moleón Gavilanes, (2000), Juan de Villanueva, Madrid, Editorial AKAL, Primera Edición, Página 102
  3. Luis Moya González, (1986), La utopía de Fernández de los Rios
  4. Samuel Santa-Olalla Torija, (2012), Las puertas del cielo de Madrid, Madrid, Primera Edición, Página 146
  5. Dolores Troncoso, (2007), Madrid en Juan García Hortelano, Anales de la literatura española contemporánea, Vol. 32, No. 1
  6. Pedro Corral, (2007), La ciudad de arena, Madrid, Editorial El Aleph
  7. Jaime María Ferrán, (2009), Historia y disidencia: El poema a la estatua de Quevedo de José Ángel Valente, Romance Notes, Volume 49, Number 1, pp. 53-60, 10.1353/rmc.2009.0028

Véase también