Diferencia entre revisiones de «Cementerio»

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==Historia==
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Los pueblos antiguos tenían por principio enterrar los difuntos fuera de las ciudades. Así lo hicieron también los primeros cristianos que, perseguidos por mucho tiempo, no pudieron tener un lugar especial para depositar sus mu. Lo que hacían era observar bien el sitio donde se enterraban los [[mártir]]s, procurando no confundir sus [[reliquia]]s con los huesos de otros. Las [[catacumbas]] no fueron suficientes para contener los mártires y hubo que buscar otros lugares para dar sepultura a los cristianos.<ref name="diccio">''Diccionario general de teología'', 1846, Abate Bergier</ref>
Los pueblos antiguos tenían por principio enterrar los difuntos fuera de las ciudades. Así lo hicieron también los primeros cristianos que, perseguidos por mucho tiempo, no pudieron tener un lugar especial para depositar sus muertos. Lo que hacían era observar bien el sitio donde se enterraban los [[mártir]]s, procurando no confundir sus [[reliquia]]s con los huesos de otros. Las [[catacumbas]] no fueron suficientes para contener los mártires y hubo que buscar otros lugares para dar sepultura a los cristianos.<ref name="diccio">''Diccionario general de teología'', 1846, Abate Bergier</ref>


Entonces, por donación de algunos poderosos se erigieron cementerios en los que se construían [[altar]]es y [[capilla]]s para las ceremonias fúnebres y ejercicios piadosos observándose no obstante las leyes civiles que prohibían enterrar dentro de poblado. Con el tiempo hubo excepciones enterrando dentro de las iglesias algunas personas notables. Cundió el deseo de hacerse enterrar en los templos y se consiguió colocar los sepulcros inmediatos a las iglesias. Varias leyes civiles, secundadas por los cánones reprodujeron la necesidad de enterrar fuera de las poblaciones pero el deseo de descansar al lado de los mártires y la pequeñez de algunos cementerios hizo que a fines del [[siglo VI]] casi todos los fieles se enterrasen en la iglesia. En los siglos [[siglo VIII|VIII]] y [[siglo IX|IX]] procuraron los Concilios destruir este abuso prohibiendo en varios cánones el dar sepultura en la iglesia. Determinando lugares sagrados y especiales destinados a dar sepultura a los cadáveres de los fieles los cuales en caso de [[profanación]] reciben nueva bendición y reconciliación.<ref name="diccio"/>
Entonces, por donación de algunos poderosos se erigieron cementerios en los que se construían [[altar]]es y [[capilla]]s para las ceremonias fúnebres y ejercicios piadosos observándose no obstante las leyes civiles que prohibían enterrar dentro de poblado. Con el tiempo hubo excepciones enterrando dentro de las iglesias algunas personas notables. Cundió el deseo de hacerse enterrar en los templos y se consiguió colocar los sepulcros inmediatos a las iglesias. Varias leyes civiles, secundadas por los cánones reprodujeron la necesidad de enterrar fuera de las poblaciones pero el deseo de descansar al lado de los mártires y la pequeñez de algunos cementerios hizo que a fines del [[siglo VI]] casi todos los fieles se enterrasen en la iglesia. En los siglos [[siglo VIII|VIII]] y [[siglo IX|IX]] procuraron los Concilios destruir este abuso prohibiendo en varios cánones el dar sepultura en la iglesia. Determinando lugares sagrados y especiales destinados a dar sepultura a los cadáveres de los fieles los cuales en caso de [[profanación]] reciben nueva bendición y reconciliación.<ref name="diccio"/>

Revisión del 11:57 12 abr 2010

Un cementerio es el lugar donde se depositan los restos mortales o cadáveres de los difuntos (inhumación). Dependiendo de la cultura del lugar, los cuerpos pueden introducirse en ataúdes, féretros o sarcófagos, o simplemente envolverse en telas, para poder ser enterrados bajo tierra o depositados en nichos, mausoleos u otro tipo de sepulturas.

El Cementerio del Bosque Skogskyrkogården, en Estocolmo, Suecia, Patrimonio de la Humanidad.

La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio porque, según la creencias cristianas, en el cementerio, los cuerpos dormían hasta el Día de la resurrección. A los cementerios católicos se les llama también camposantos, dado que en Pisa, cuando ateniéndose a medidas de higiene la autoridad ordenó cerrar el cementerio, que había sido construido en el siglo XIII dentro de la ciudad, el terreno fue cubierto con una gran capa de tierra, que las galeras pisanas habían traído de los lugares santos de Jerusalén.

Usualmente, los cementerios son comunitarios, es decir, en dicho lugar se encuentran las tumbas de los miembros de la comunidad, sin llegar a ser tumbas colectivas, pues cada difunto tiene su propio espacio determinado aunque, por decisión familiar, también pueden enterrarse varios familiares en el mismo lugar.

La mayoría de los cementerios se destinan a cadáveres humanos aunque, desde la antigüedad, existían necrópolis para ciertos animales, como el Serapeum de Saqqara, en Egipto. Actualmente también existen cementerios de animales para enterrar a las mascotas fenecidas.

Historia

Los pueblos antiguos tenían por principio enterrar los difuntos fuera de las ciudades. Así lo hicieron también los primeros cristianos que, perseguidos por mucho tiempo, no pudieron tener un lugar especial para depositar sus muertos. Lo que hacían era observar bien el sitio donde se enterraban los mártirs, procurando no confundir sus reliquias con los huesos de otros. Las catacumbas no fueron suficientes para contener los mártires y hubo que buscar otros lugares para dar sepultura a los cristianos.[1]

Entonces, por donación de algunos poderosos se erigieron cementerios en los que se construían altares y capillas para las ceremonias fúnebres y ejercicios piadosos observándose no obstante las leyes civiles que prohibían enterrar dentro de poblado. Con el tiempo hubo excepciones enterrando dentro de las iglesias algunas personas notables. Cundió el deseo de hacerse enterrar en los templos y se consiguió colocar los sepulcros inmediatos a las iglesias. Varias leyes civiles, secundadas por los cánones reprodujeron la necesidad de enterrar fuera de las poblaciones pero el deseo de descansar al lado de los mártires y la pequeñez de algunos cementerios hizo que a fines del siglo VI casi todos los fieles se enterrasen en la iglesia. En los siglos VIII y IX procuraron los Concilios destruir este abuso prohibiendo en varios cánones el dar sepultura en la iglesia. Determinando lugares sagrados y especiales destinados a dar sepultura a los cadáveres de los fieles los cuales en caso de profanación reciben nueva bendición y reconciliación.[1]

En España, la orden de construirse los cementerios fuera de poblado para quitar la costumbre insalubre de enterrar en las iglesias de España, data desde el año 1773 como se demuestra en la Ley 1ª, tít. iii, lib. i de ley Novísima. El rito y ceremonias de la bendición de cementerios o campo santo corresponde al Obispo quien delega a veces en el párroco u otro sacerdote de jurisdicción o dignidad así como la reconciliación si hubiere necesidad por alguna profanación y todo en la forma que se lee en el Ritual.[1]

Véase también

Enlaces externos

Referencias

  1. a b c Diccionario general de teología, 1846, Abate Bergier