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Los amores de Paris y Helena (1788), pintado por J. L. David.

En la mitología griega, Paris (en griego antiguo Πάρις) (también llamado Alejandro, en griego antiguo Αλέξανδρος, Aléxandros, 'el que protege a los hombres') fue un príncipe troyano, hijo del rey Príamo y de su esposa Hécuba.

Nacimiento

El destino de Paris se vio comprometido por el de su hermanastro Ésaco, que tenía el don de la interpretación de los sueños. Cuando Paris estaba a punto de nacer, Hécuba soñó que daba a luz una antorcha con la que incendiaba Troya. Ésaco interpretó que el niño sería causa de la ruina de la ciudad y aconsejó que se le abandonara. Así pues, Príamo ordenó a su criado Agelao que abandonase al recién nacido en el Monte Ida. La orden fue cumplida pero una osa amamantó al niño durante cinco días y Agelao, cuando volvió a verlo a salvo, decidió criarlo como si fuera su hijo.[1]

El juicio de Paris

El juicio de Paris (1636), pintado por Peter Paul Rubens.

Pasó el tiempo y en el Olimpo surgió una disputa entre Hera, Atenea y Afrodita, sobre cuál de las tres era más hermosa. El litigio daría posesión a la ganadora de una manzana de oro destinada a la más bella, que Éride, la Discordia, había arrojado en las bodas de Tetis y Peleo. Ni siquiera Zeus se atrevió a elegir cuando le preguntaron por lo que eligió a Paris para que fuese el juez.

Hermes, el dios mensajero del Olimpo, fue el encargado de llevar a las diosas ante Paris. Aparecieron ante él mientras éste apacentaba su rebaño y Hermes le dio la manzana y le explicó de qué se trataba el concurso. Cada diosa trató de sobornar a Paris para obtener la victoria: Hera ofreció hacerle soberano del mundo; Atenea prometió hacerle invencible en la guerra y Afrodita ofreció entregarle la mujer más hermosa del mundo, Helena, esposa de Menelao, quien residía en la ciudad griega de Esparta. Paris optó por esta última alternativa, decisión que terminaría desencadenando la guerra de Troya.[2]​ Así pues, la ganadora fue Afrodita, quien se convirtió en la gran protectora y benefactora de Paris por el resto de su vida, mientras que Hera y Atenea, sumamente resentidas juraron venganza.

Vuelta a Troya

Ya de mayor, un día decidió participar en unos juegos deportivos organizados por el rey de Troya, su propio padre, Príamo, con el fin de ganar suficiente dinero para comprar unas piezas de ganado que le habían robado. Paris salió vencedor de los juegos y en el transcurso de ellos fue reconocido por su madre. Príamo ya había olvidado aquel mal augurio y sólo pensaba en lo feliz que estaba de tener a su hijo de regreso convertido en un apuesto y atlético joven. Y al parecer todos lo había olvidado inclusive Heleno. Todos salvo Casandra, la cual intentó desesperadamente advertirles del peligro que corrían si aceptaban al joven de regreso en la corte. Mas, para desgracia de los troyanos, una maldición recaía sobre Casandra que estaba condenada a predecir el futuro pero, por haberse negado a los requerimientos amorosos de Apolo, cuando lo contase nadie la escucharía. Paris regresó a casa donde se le concedieron todos los honores de príncipe de Troya, pero nunca quiso dejar la vida de pastor, por lo que rogó a su padre que le concediese el cuidar los rebaños reales, a lo que Príamo no se negó.

El rapto de Helena

El rapto de Helena (c.1530), por Francesco Primaticcio.

Pronto hubo una oportunidad para embarcarse hacia Grecia, a Esparta, pues esta región y su hermana la poderosa Micenas buscaban llegar a un tratado con Troya para asegurar la llegada de especias y demás mercancías a través del estrecho de los Dardanelos, el cual controlaba. Paris se ofreció para ir, y el rey desconociendo los ocultos motivos que movían a su hijo a ofrecerse para embarcar hacia Grecia, aceptó.

Al llegar fue recibido con todos los honores por el rey Menelao de Esparta. Siendo excelente anfitrión, le mostró sus tierras, el palacio y le presentó ante los reyes griegos en un banquete organizado en su honor. Pero Paris pasó por alto toda amabilidad y solo prestó atención cuando reconoció a la mujer que Afrodita le había prometido. Pero gran decepción se llevó cuando supo que esta no era otra sino Helena, reina de Esparta, esposa de Menelao. Molesto, Paris exigió explicaciones a Afrodita, pues no le había dicho que Helena era casada, ésta le dijo que no se preocupara pues ella se encargaría de que Helena no pudiese resistirse a él. Paris dudó en un principio pues desde su llegada le habían tratado sumamente bien, pero el deseo pudo más y con la ayuda de Afrodita no tardó en enamorar a Helena, sin despertar recelos de Menelao, quien de manera completamente ingenua no sospechó nada del adulterio.

Antes de que Paris se fuese según lo planeado, Menelao debió embarcar rumbo a Creta a los funerales de un pariente, encomendando a su esposa para que despidiese al huésped. Pero Helena de veras se sentía muy apegada a éste como para dejarlo partir, por lo que sin previo aviso huyó con él rumbo a Troya, abandonado a su marido y a su hija Hermíone de nueve años.

Se dice que la propia mensajera Iris avisó a Menelao en Creta, pero por más que se apresuró a llegar ya era tarde.

Los amantes arribaron a Troya siendo recibidos por los estupefactos ciudadanos ante la vista de la mujer más hermosa de la tierra. Pero aquello no fue nada comparado con la conmoción que causó en el palacio real. Algunos recibieron bien a la recién llegada, pero el príncipe Héctor, sabiendo que el rapto de Helena a su esposo desencadenaría una guerra contra Grecia aconsejó que fuese devuelta. Paris se defendió en la asamblea diciendo que había actuado en nombre del amor, lo cual convenció a la gran mayoría, y Helena se quedó en Troya. Este suceso desencadenó la Guerra de Troya, narrada en la Ilíada de Homero.

La Guerra de Troya

Paris y Enone, grabado de Agostino Carracci.

Paris simboliza en la Ilíada el hombre anárquico e inteligente, en contraste con el guerrero valiente y amante de su familia, como Héctor. Fue quien mató a Aquiles, disparándole con arco y flecha en el único punto débil de éste, su talón, debido a la aversión de Paris al combate cuerpo a cuerpo. Según ciertos textos históricos, se conoce que Paris usó arco y flechas en lugar de espada ya que los troyanos eran conocidos como excelentes arqueros a diferencia de los griegos.

Tras la muerte de Aquiles, Paris fue asesinado por Filoctetes (incidente no citado por Homero) con el arco de Heracles. A su muerte, su hermano Deífobo se casó con Helena hasta que lo mató Menelao, que condujo a ésta de nuevo a Esparta.

La ninfa Enone, el primer amor de Paris en el Monte Ida, era hija de Cebrén, el dios-río de Frigia (algunas fuentes la citan como hija de Oineo) y profetizó la muerte de Paris. Rea y Apolo le concedieron el don de la profecía y de la medicina respectivamente. Cuando Paris la abandonó por Helena, le dijo que sería herido de muerte, pero que la buscara porque ella podía curar cualquier herida, incluso las más graves. Cuando Filoctetes le disparó de muerte, fue llevado al Monte Ida para ver a Enone, pero, ésta rehusó curarle, por lo que volvió a Troya donde murió. Cuando se marchaba, arrepentida, Enone bajó en su busca del monte pero no llegó a tiempo. En Troya, la ninfa se lanzó a la pira funeraria de Paris. Las razones para su negativa son varias: algunas fuentes apuntan a que estaba resentida por la traición de Paris y consideró su muerte como un justo castigo, otras que su padre le impidió ayudarle y tuvo que esperar hasta que marchara del monte para prestarle esta necesaria ayuda.

Paris en el arte

El juicio de Paris (1757), por Anton Raphael Mengs.

El juicio de Paris es un icono en la historia del Arte. La escena del joven príncipe presentando la manzana de oro a una de las diosas: Hera, Atenea y Afrodita para elegir a la más bella se ha repetido en innumerables ocasiones, en especial a partir del Renacimiento. El primer ejemplo lo tenemos en un mosaico de Antioquía del siglo II. Autores como Cranach, Giordano, Rubens, Agostino Carracci, Watteau o Boucher ha representado dicha escena mitológica.

Paris también ha aparecido en la literatura ya en la antigua Grecia. Inspiró una tragedia de Sófocles y otra de Eurípides, ambas tituladas Alejandro y actualmente desaparecidas. Paris es personaje en la obra de Ovidio y en la Divina Comedia de Dante en el segundo círculo del infierno siendo sacudido eternamente por un fiero viento, junto a Helena y otros que habían sucumbido al pecado de la lujuria.

El mito de Paris ha sido tratado hasta en el siglo XX, como en la ópera Rey Príamo (1962) de Michael Tippett o en la novela Spielball der Götter (Juego de dioses) de Rudolf Hagelstange. La canción "La herida de Paris", de Luis Alberto Spinetta, esta inspirada en el flechazo que causa la muerte de Aquiles.

En 2004, el personaje de Paris en la película Troya fue interpretado por Orlando Bloom.

Véase también

Referencias

  1. Apolodoro, Biblioteca mitológica, iii, 12, 5.
  2. Apolodoro, Epítome iii, 2.

Enlaces externos