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Las pequeñas ''casamundos'' son denominadas a menudo como "cúpulas".
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== Terraformacion del Sol== [editar]

El instituto astronomico de ciencia espacial venezolana(IACEv) propone una posible modificación térmica y atmósferica a nuestra gran estrella "El Sol",regando atomos de pi mesón y La desconocida Y famosa antimateria o energia oscura,se valdria para modificar la estructura nuclear interna protosolar,llegando a una reaccion de fusion entre el helio y el nitrato de plata que elimine el hidrogeno para acabar con la reaccion y los millones de grados del sol,dejandolo algo un poco mas frio,y luego se bombardea la antimateria a la mezcla de nitrato de plata y helio,acabando asi con las ultimas reacciones nucleares y destruyendo el plasma incandescente por etapas y dejando que algunos metales del nucleo se consoliden y formen una masa 67 veces superior a la tierra en proporcion a la masa.Contariamos con un mundo rocoso mas grande que cualquier otro telurico planeta que hallamos visto.Esto lo píensa financia hugo chavez frias como proyecto bolivariano de desarrollo integrador del alba y para lo cual esta el FMI tambien en este proyecto.

IACEv.sa
== En la ficción ==
== En la ficción ==
El término apareció por primera vez en una novela de ciencia ficción de [[Jack Williamson]] de [[1949]] titulada ''Seetee Shock'', pero el concepto actual sobrepasa el de esta novela. En la obra de [[Olaf Stapledon]] de [[1930]] titulada ''First and Last Men'', se proporciona un ejemplo ficticio en el cual [[Venus (planeta)|Venus]] es modificado tras una larga y destructiva guerra con sus habitantes nativos, quienes naturalmente cuestionan el proceso.
El término apareció por primera vez en una novela de ciencia ficción de [[Jack Williamson]] de [[1949]] titulada ''Seetee Shock'', pero el concepto actual sobrepasa el de esta novela. En la obra de [[Olaf Stapledon]] de [[1930]] titulada ''First and Last Men'', se proporciona un ejemplo ficticio en el cual [[Venus (planeta)|Venus]] es modificado tras una larga y destructiva guerra con sus habitantes nativos, quienes naturalmente cuestionan el proceso.

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Interpretación artística de la terraformación de Marte, en cuatro etapas

La terraformación es el proceso por el cual se puede modificar un planeta, luna u otro cuerpo celeste hasta conseguir unas condiciones más habitables de atmósfera, temperatura y ecología. Es un tipo de ingeniería planetaria. De hecho ambos términos suelen ser usados de forma indiferente. Este artículo se centra principalmente en la modificación de las condiciones térmicas y atmosféricas.

Los conceptos de terraformación radican tanto de la ciencia ficción como de la ciencia. El término apareció por primera vez en una novela de ciencia ficción de Jack Williamson de 1949 titulada Seetee Shock, pero el concepto actual sobrepasa el de esta novela. En la obra de Olaf Stapledon de 1930 titulada First and Last Men, se proporciona un ejemplo ficticio en el cual Venus es modificado tras una larga y destructiva guerra con sus habitantes nativos, quienes naturalmente cuestionan el proceso.

Dado que la exploración espacial está en su infancia, una gran parte de las teorías acerca de la terraformación resultan especulativas. Sin embargo, basándonos en lo que conocemos de nuestro propio mundo parece posible modificar el ambiente de forma deliberada para cambiarlo a nuestras necesidades.

Marte es considerado por muchos como el más probable candidato a la terraformación. Muchos estudios se han centrado en la posibilidad de calentar el planeta y alterar su atmósfera. La NASA incluso ha organizado debates sobre el tema. Sin embargo en la actualidad existen cantidad de obstáculos que salvar antes de poder intentar terraformar Marte o cualquier otro mundo. La gran escala de tiempo y lo práctico de la terraformación es un tema de debate. Otras cuestiones sin respuesta son las relativas a la ética, logística, economía, política y metodología para alterar un mundo extraterrestre.


Historia del estudio académico

Carl Sagan, astrónomo y divulgador científico, propuso aplicar la ingeniería planetaria a Venus en un artículo publicado en la revista Science 1961 y titulado "The Planet Venus". Sagan imaginó plantar la atmósfera de Venus con algas, que absorberían el dióxido de carbono y reducirían el efecto invernadero hasta que la temperatura de la superficie cayese a niveles confortables. Posteriores descubrimientos sobre las condiciones de Venus hicieron este enfoque imposible. El estudio reflejaba que el planeta tiene demasiada atmósfera que procesar y fijar; e incluso si las algas atmosféricas pudieran prosperar en el ambiente árido y hostil de la alta atmósfera de Venus, todo el carbono que se fijara en forma orgánica sería liberado como dióxido de carbono tan pronto como cayera a las calientes regiones inferiores.

Carl Sagan

Sagan también vislumbró un Marte habitable para la vida humana en un artículo publicado en la revista Icarus en 1973 titulado "Planetary Engineering on Mars". Tres años después, La NASA oficialmente asumió el asunto de la ingeniería planetaria en un estudio pero usando el término "ecosíntesis planetaria". El estudio concluía que no había limitación conocida a la posibilidad de alterar Marte para mantener vida y hacerlo un planeta habitable. El mismo año, en 1976, uno de los investigadores, Joel Levine, organizó la primera conferencia sobre terraformación, que en aquel momento fue llamada "Modelación Planetaria".

En marzo de 1979, el escritor e ingeniero de la NASA James Oberg organizó el "Primer Coloquio sobre Terraformación", una sesión especial llevada a cabo en la Conferencia Científica Lunar y Planetaria en Houston. Oberg popularizó los conceptos de terraformación discutidos en el coloquio en su libro Nuevas Tierras publicado en 1981. Pero no fue hasta 1982 que la palabra terraformación se usó en el título de un artículo publicado en una revista. El planetólogo Christopher McKay escribió "Terraformando Marte", un documento para el Journal of the British Interplanetary Society. El artículo discutía las posibilidades de una biósfera marciana autorregulada, y el uso de la palabra ha sido desde entonces el término preferido. En 1984, James Lovelock y Michael Allaby publicaron The Greening of Mars. El libro de Lovelock fue uno de los primeros en describir un nuevo método de calentar Marte, donde los clorofluorocarbonos son añadidos a la atmósfera. Motivado por el libro de Lovelock, el biofísico Robert Haynes trabajó calladamente promoviendo la terraformación, y contribuyendo con la palabra ecopoyesis a su léxico.

Actualmente, Marte parece ser el planeta cercano que más posibilidades tenemos de terraformar. Robert Zubrin, el fundador de la Mars Society ha creado un plan bien diseñado y eficiente en cuanto a costo para una misión de vuelta a Marte llamada Mars Direct que establecería una presencia humana permanente sobre Marte y dirigiría los esfuerzos ante una eventual terraformación.

La principal razón argüida para llevar a cabo la terraformación es la creación de una ecología que mantenga mundos adecuados para ser habitados por humanos. Sin embargo, algunos investigadores creen que los hábitats espaciales serían una forma más económica de colonización espacial.

Si la investigación en nanotecnología y otros procesos químicos avanzados continúan al ritmo actual, puede hacerse posible el terraformar planetas en siglos en lugar de milenios. Por otra parte, puede ser razonable modificar a los humanos para que no requieran una atmósfera de oxígeno y nitrógeno en un campo gravitatorio de 1g para vivir confortablemente. Esto podría reducir la necesidad de terraformar mundos, o al menos el grado en el que esos mundos necesitarían ser alterados.

Aspectos éticos

Artículo relativo a: ética medioambiental

Existe el debate filosófico dentro de la biología y la ecología sobre si terraformar otros mundos es algo ético.

  • A favor de la terraformación están Robert Zubrin y Richard L. S. Taylor quienes argumentan que es una obligación moral de la humanidad el hacer del universo un lugar habitable para el ser humano tanto como sea posible; este argumento es un ejemplo de antropocentrismo. El eslogan de Taylor, "Por encima de los microbios" ("Move over microbe" en inglés) ejemplifica este punto de vista.
    Los críticos arguyen que el punto de vista homocéntrico es no sólo geocéntrico sino también corto de miras, y tiende a favorecer los intereses humanos en detrimento de los ecosistemas, pudiendo conducir a la extinción de otras formas de vida, incluyendo formas extraterrestres pasadas por alto. Ecocentristas como Christopher McKay reconocen el valor intrínseco de la vida y buscan preservar la existencia de las formas de vida nativas. Esta idea es conocida normalmente como biocentrismo. En respuesta a esas objeciones, el homocentrismo moderado incorpora la ética biocentrista, permitiendo varios grados de terraformación. James Pollack y Carl Sagan podrían ser descritos como homocentristas moderados.
  • Por otro lado, para los que se oponen a la terraformación, el impacto de la especie humana en otros mundos y la posible interferencia con, o la eliminación de formas de vida alienígena son buenas razones para preservar esos otros mundos en su estado natural; este es un ejemplo del punto de vista biocentrico.
    Los críticos por su parte arguyen que esto es una forma de antihumanismo asegurando que las piedras y las bacterias no pueden tener derechos, y que el descubrimiento de vida alienígena microscópica no debería evitar que la terraformación se realizase. Puesto que la vida en la Tierra será destruida en último término o bien por impactos planetarios o bien durante la fase de gigante roja del Sol, todas las especies nativas perecerán si no se les permite trasladarse a otros objetos celestes.

Los contrastes entre esos argumentos son explorados en profundidad en el campo el la ética medioambiental. Algunos investigadores sugieren que ambos paradigmas necesitan madurar hacia una ética cosmocéntrica más compleja que incorpore el valor (desconocido por el momento) de la vida extraterrestre con los valores de la humanidad y todas las cosas del universo. Sin embargo, alguna gente advierte que la ética en sí misma es demasiado subjetiva para ser de alguna utilidad, y la economía debería guiar la terraformación, para bien o para mal.

Requisitos para la sustentación de vida terrestre

Concepción artística de la terraformación de Marte. En el centro se halla la hipotética Mariner Bay, actualmente forma parte de los Valles Marineris, arriba en la parte del extremo Norte se encuentra el mar de Acidalia Planitia.

Un requisito importante para la vida es la fuente de energía, pero la noción de un planeta habitable implica que otros muchos criterios geofísicos, geoquímicos, y astrofísicos deban cumplirse antes en la superficie de un cuerpo astronómico capaz de soportar vida. De particular interés es el conjunto de factores complejos, animales multicelulares además de organismos simples en este planeta. La investigación y la teoría de esto forma parte de la ciencia planetaria y la nueva disciplina de la astrobiología.

En su mapa astrobiológico, la NASA ha definido que los principales criterios de habitabilidad son "regiones extensas de agua líquida, como el Oceanus Poulsteinus condiciones favorables para la agrupación de complejos organismos moleculares, y fuentes de energía para mantener el metabolismo."

Etapas adicionales de terraformación

Una vez que las condiciones sean más favorables para la vida, podría comenzar la importación de vida microbiana. Con condiciones aproximadas a las de la Tierra, la vida vegetal también podría ser trasladada. Esto aceleraría la producción de oxigeno, que en teoría otorgaría al planeta las condiciones necesarias para soportar la vida humana y animal.

Métodos teóricos de terraformación

Marte

Se debate entre los científicos sobre si siquiera sería posible terraformar Marte, o lo estable que sería el clima una vez terraformado. Es posible que en una escala de tiempo geológica -decenas o cientos de millones de años- Marte pudiera perder su agua y atmósfera de nuevo, posiblemente debido a los mismos procesos que lo llevaron a su estado actual.

Atmósfera de Marte, fotografía tomada desde una órbita cercana

De hecho, se cree que una vez Marte tenía un ambiente relativamente similar al de la Tierra a principios de su historia, con una densa atmósfera y abundante agua que se fue perdiendo a lo largo de millones de años. El mecanismo exacto de esta pérdida no está todavía claro, aunque se han propuesto muchas teorías. La falta de una magnetósfera rodeando Marte puede haber permitido que el viento solar erosionara la atmósfera, la relativa baja gravedad de Marte ayudaría a acelerar la pérdida de los gases ligeros en el espacio. Otra posibilidad sería la ausencia de placas tectónicas en Marte impidiendo que los gases atrapados en los sedimentos se reciclaran de nuevo a la atmósfera. La ausencia de un campo magnético y actividad geológica pueden ser el resultado del menor tamaño de Marte, permitiendo que su interior se enfriara más deprisa que la Tierra, aunque los detalles de tales procesos son todavía desconocidos. Sin embargo, ninguno de esos procesos es probable que sea significativo a lo largo de la vida de la mayoría de especies animales, o incluso en la escala de tiempo de la civilización humana, y la lenta pérdida de la atmósfera es posible que pudiese ser contrarrestada mediante actividades artificiales de terraformación.

Terraformar Marte requeriría dos grandes cambios interrelacionados: construir la atmósfera y calentarla. Dado que una atmósfera más densa de dióxido de carbono y algunos otros gases de efecto invernadero atraparían la radiación solar los dos procesos se reforzarían el uno en el otro.

Agregando calor

Espejos hechos de mylar aluminizado extremadamente fino podrían ser colocados en órbita alrededor de Marte para incrementar la insolación total que recibe. Esto aumentaría la temperatura directamente, y también vaporizaría agua y dióxido de carbono para aumentar el efecto invernadero en el planeta.

Aunque generar halocarbonos en Marte podría contribuir a añadir masa a la atmósfera, la función principal sería la de capturar la radiación solar incidente. Los halocarbonos (como los CFCs y PFCs) son potentes gases de efecto invernadero, y son estables en la atmófera por periodos de tiempo prolongados. Podrían ser producidos por bacterias aerobias modificadas genéticamente o por artilugios mecánicos repartidos sobre la superficie del planeta.

El modificar el albedo de la superficie marciana también sería una forma de aprovechar de forma más eficiente la luz solar incidente. El alterar el color de la superficie con un polvo oscuro como el hollín, formas de vida microbianas oscuras o líquenes serviría para transferir una gran cantidad de radiación solar a la superficie en forma de calor antes de que se reflejara de nuevo al espacio. El usar formas de vida es particularmente atractivo ya que podrían propagarse ellas mismas.

Se ha sugerido el bombardeo nuclear de la corteza y los casquetes polares como un método rápido y sucio de calentar el planeta. Si se detona un ingenio nuclear en las regiones polares, el intenso calor derretiría grandes cantidades de agua y dióxido de carbono congelados. Los gases producidos harían más densa la atmósfera y contribuirían al efecto invernadero. Adicionalmente, el polvo levantado por la explosión nuclear cubriría el hielo y reduciría su albedo, permitiendo que se fundiese más rápidamente bajo los rayos del sol. La detonación de un ingenio nuclear bajo la superficie calentaría la corteza y ayudaría a la desgasificación del dióxido de carbono atrapado en las rocas. Aunque los ingenios nucleares resultan atractivos en el sentido de que hacen uso de armas peligrosas y obsoletas en la Tierra y añade calor al planeta rápidamente y de forma económica, conlleva las connotaciones negativas de destrucción masiva al ambiente nativo y potenciales efectos perniciosos de la desintegración nuclear.

Construyendo la atmósfera

Puesto que el amoníaco es un potente gas de efecto invernadero, y es posible que la naturaleza haya acumulado grandes cantidades del mismo congelado en objetos del tamaño de asteroides orbitando el sistema solar exterior, sería posible el trasladarlos y enviarlos a la atmósfera de Marte. El choque de un cometa en la superficie del planeta causaría una destrucción que podría llegar a ser contraproducente. En cambio, mediante el aerofrenado si fuese posible, permitiría que la masa congelada del cometa se fuese vaporizando y convirtiendo en parte de la atmósfera que atraviesa. Un bombardeo de pequeños asteroides aumentaría tanto la masa del planeta como su temperatura y atmósfera.

Representación artística de Marte terraformado, centrada en el Valles Marineris

La necesidad de un gas inerte es un desafío que tendrán que abordar los constructores de la atmósfera. En la Tierra, el nitrógeno es el componente atmosférico principal con el 79% de la misma. Marte requeriría un gas inerte similar aunque no necesariamente tanto. De todas formas, obtener cantidades significativas de nitrógeno, argón u otros gases no volátiles podría ser complicado.

La importación de hidrógeno podría llevarse a cabo mediante ingeniería atmosférica e hidrosférica. Dependiendo del nivel de dióxido de carbono en la atmósfera, la importación y reacción con el hidrógeno produciría calor, agua y grafito mediante la reacción Bosch. Añadir agua y calor al ambiente sería la clave para convertir el seco y frío mundo en adecuado para la vida terrestre. Alternativamente, haciendo reaccionar hidrógeno con el dióxido de carbono mediante la reacción de Sabatier se produciría metano y agua. El metano podría liberarse a la atmósfera donde se complementaría el efecto invernadero. Presumiblemente, el hidrógeno podría obtenerse en cantidad de los gigantes gaseosos o extraído de compuestos ricos en él de los objetos presentes en el sistema solar exterior, aunque la cantidad de energía necesaria para transportar la cantidad necesaria sería grande.

El densificar la atmósfera marciana no sería suficiente para hacerlo habitable para la vida terrestre a menos que contuviera la mezcla apropiada de gases. Conseguir una mezcla adecuada de gas inerte, oxígeno, dióxido de carbono, vapor de agua y trazas de otros gases, requeriría o bien el procesamiento directo de la atmósfera o alterarla por medio de vida vegetal y otros organismos. La ingeniería genética podría permitir que esos organismos procesaran la atmósfera más eficientemente y sobrevivieran en el ambiente hostil.

Venus

Representación a escala de los tamaños de Venus y la Tierra.

La terraformación de Venus requiere dos cambios importantes; eliminar la mayoría del dióxido de carbono de la atmósfera del planeta que alcanza a constituir el 96% de su atmósfera y a su vez reducir la presión del planeta de unos 9 MPa ya que esto lo vuelve inhabitable y reducir la temperatura de la superficie que es de 737 K (unos 464 ºC). Ambas metas están profundamente interrelacionadas, ya que la temperatura extrema de Venus es debida al efecto invernadero causado por una atmósfera tan densa.

La sombrilla solar

Se podría usar un parasol ubicado en el punto lagrangiano interno (L1) o en un anillo orbitando el planeta para reducir la insolación total recibida por Venus, enfriando así el planeta. Esto no está directamente relacionado con la inmensa densidad de la atmósfera de Venus, pero serviría para facilitar el uso de otros métodos complementarios. También podría hacer un doble servicio funcionando como generador de energía solar.

La construcción de un parasol suficientemente grande es una tarea descomunal. El tamaño de tal estructura haría necesario que se construyese en el espacio. Además existiría la dificultad de mantener un parasol de película fina en el punto lagrangiano interno entre el Sol-Venus, que con la presión de la radiación sería como una enorme vela solar.

Gráfico: efecto invernadero en Venus, que produce la alta concentración de dióxido de carbono en su atmósfera

Otras soluciones propuestas incluyen cometas, o la creación de anillos artificiales. Un cometa en el punto lagrangiano interno Sol-Venus podría producir una coma que proporcionaría al menos una sombra temporal al planeta, posiblemente proporcionando suficiente tiempo para llevar a cabo el procesamiento atmosférico. Manteniendo un cometa permanentemente deshaciéndose en una posición estable podría ser una tarea complicada, puesto que el viento solar la empujaría fuera del punto estable, y para mantenerlo en él sería necesario contrarrestar ese empuje mediante un láser desde el planeta o por algún otro método. Los anillos creados poniendo restos en órbita proporcionarían algo de sombra, pero bastante menos. La inclinación de los anillos necesitaría ser tal que presentaran una superficie expuesta al Sol significativamente grande.

Las técnicas basadas en parasoles ubicados en el espacio son fundamentalmente especulativas, debido al hecho que están más allá de las posibilidades tecnológicas actuales. Los enormes tamaños necesarios requieren materiales resistentes y métodos de construcción que aún no han alcanzado ni siquiera su infancia.

El enfriamiento podría ser mantenido colocando reflectores en la atmósfera o en la superficie. Globos reflectores flotando en la alta atmósfera podrían generar sombra. El número y tamaño de los globos necesariamente sería grande. Aumentar el albedo del planeta distribuyendo materiales reflectivos o de color claro en la superficie podría ayudar a mantener la atmósfera fría. La cantidad sería grande y tendrían que colocarse una vez que la temperatura ya hubiese descendido algo. La ventaja de las soluciones de enfriamiento en la atmósfera y superficie es que aprovechan la tecnología existente.

Eliminando la atmósfera

La eliminación de parte de la atmósfera de Venus podría intentarse por diversos métodos, posiblemente en combinación.

Representación artística de Venus terraformado

La eliminación directa de gas atmosférico de Venus al espacio probablemente sería muy difícil. Venus tiene una velocidad de escape suficientemente alta como para hacer impráctico el expulsarla mediante impactos de asteroides. Pollack y Sagan calcularon en 1993 que un impactador de 700 km de diámetro golpeando Venus a más de 20 km/s, expulsaría toda la atmósfera sobre el horizonte visto desde el punto de impacto, pero dado que esto es menos de una milésima parte de la atmósfera total y habría cada vez menos atmósfera en sucesivos impactos conforme la densidad fuera decreciendo, harían falta un gran número de estos impactadores gigantes. Objetos menores no funcionarían tan bien, y harían falta incluso más. La violencia del bombardeo bien podría dar como resultado una expulsión significativa de gases de las rocas que reemplazaría la atmósfera expulsada. Y es más, la mayoría de la atmósfera expulsada estaría en una órbita solar cercana a Venus, y eventualmente caería de nuevo sobre él.

La eliminación de gas atmosférico de una forma más controlada también sería difícil. La extremadamente lenta velocidad de rotación de Venus significa que sería imposible el construir ascensores espaciales, y la propia atmósfera a eliminar hace inútiles las catapultas electromagnéticas para sacar cargas desde la superficie del planeta. Posibles soluciones incluyen colocar catapultas electromagnéticas en globos de gran altitud, o torres soportadas por globos extendiéndose sobre el grueso de la atmósfera, usando fuentes espaciales, o rotovatores. Tales procesos necesitarían una gran sofisticación y tiempo, y puede que no sean económicamente viables sin el uso de automatización a gran escala.

Convirtiendo la atmósfera

Otra modo sería convertir la atmósfera de Venus en compuestos sólidos haciéndola reaccionar con elementos añadidos externamente.

Bombardeando Venus con magnesio refinado y calcio metal del planeta Mercurio u otra fuente, podría atraparse el dióxido de carbono en forma de carbonato cálcico y carbonato magnésico.

Bombardeando Venus con hidrógeno, posiblemente obtenido de alguna otra fuente del sistema solar exterior y haciéndolo reaccionar con el dióxido de carbono podría producirse grafito y agua mediante la reacción Bosch. Requeriría alrededor de 4·1019 kg de hidrógeno el convertir completamente la atmósfera venusiana, y el agua resultante cubriría alrededor del 80% de la superficie comparado con el 70% de la Tierra. La cantidad de agua producida sería alrededor del 10% de la existente en la Tierra. Un parasol o algo equivalente sería además necesario, ya que el vapor de agua es en sí mismo un gas de efecto invernadero. Los océanos de Venus incrementarían el albedo del planeta y permitirían que se reflejase una mayor cantidad de la radiación solar hacia el espacio.

Otras modificaciones

De la velocidad extremadamente lenta de rotación de Venus resultan días y noches extremadamente largos, a los que puede resultar difícil el adaptarse para la mayoría de la vida terrestre. Para aumentar la velocidad de rotación de Venus sería necesaria una cantidad de energía varios órdenes de magnitud mayor que para eliminar su atmósfera, y es probable que no sea posible. En cambio, un sistema de espejos en órbita podría ser usado para proporcionar luz a la zona nocturna de Venus, y sombra a la diurna. Aunque también en lugar de adaptar Venus para mantener vida como la de la Tierra, se podría modificar para adaptarla a los largos días y noches venusianos.

Recreación artística de la Luna terraformada vista desde la tierra.

Venus carece de un campo magnético. Se cree que esto puede haber contribuido notablemente a su estado inhabitable actual, ya que la alta atmósfera está expuesta a la erosión directa del viento solar y ha perdido la mayoría de su hidrógeno original en el espacio. Sin embargo, este es un proceso extremadamente lento, y así pues es improbable que sea significativo en la escala de tiempo de cualquier civilización capaz de terraformar el planeta.

Europa (luna)

Europa, una luna de Júpiter, es una candidata potencial para la terraformación. Una de las ventajas de Europa es la presencia de agua líquida que puede ser extremadamente útil para la introducción de algunas formas de vida.[1]​ Los problemas son numerosos; Europa se encuentra en medio de un gran cinturón de radiación alrededor de Júpiter,[2]​ y una persona moriría a los diez minutos de pisar la superficie. Esto requeriría la construcción de deflectores de radiación masiva, que actualmente son inviables. Por otro lado, este satélite está cubierto de hielo y debería ser calentado, además sería necesario un suministro de oxigeno,[3]​ aunque con la energía necesaria, éste podría ser generado mediante la electrólisis del agua disponible.

Mercurio

Mercurio se ha sugerido como un posible objetivo para la colonización del espacio del sistema solar interior, junto con Marte, Venus, la Luna y el cinturón de asteroides. Con permanentes colonias que casi con toda seguridad se limiten a las regiones polares, debido a las extremas temperaturas diurnas en otros lugares del planeta. Excursiones a las otras partes del planeta sería algo viable con las medidas apropiadas.

Otros planetas y entidades del sistema solar

Otros posibles candidatos para la terraformación (sólo parcialmente) serían Titán, Calisto, Ganímedes, Europa, la Luna, e incluso Mercurio, Enceladus (una luna de Saturno) y el pequeño Ceres. La mayoría, sin embargo, tienen una masa y gravedad muy pequeñas para soportar una atmósfera por un tiempo indefinido (aunque es posible, pero no seguro, que una atmósfera podría permanecer durante decenas de miles de años o ser reprovisionada). Además, a excepción de la Luna y Mercurio, muchos de estos cuerpos celestes están muy lejos del Sol y habría que añadirle el calor necesario. La terraformación de Mercurio aguarda un tipo diferente de desafío pero con toda seguridad sería más fácil que la terraformación de Venus. Hay discusiones sobre la solución de los polos de Mercurio, que parece realista por parte de algunos. Titán de Saturno nos ofrece ventajas, que otros lugares no poseen, con una presión atmosférica similar a la de la Tierra y abundancia de nitrógeno y agua congelada. Europa de Júpiter, Ganimedes y Calisto también albergan grandes cantidades de agua congelada.

Paraterraformación

También conocido como el concepto "casamundo" ("worldhouse" en inglés), la paraterraformación o pseudoterraformación consiste en la construcción de un recinto habitable en un planeta que en último término podría crecer hasta abarcar la mayoría de la superficie útil del mismo. El recinto consistiría de una cubierta transparente mantenida a uno o varios kilómetros sobre la superficie, presurizada con una atmósfera respirable y anclada mediante torres y cables a intervalos adecuados. Una casamundo podría construirse usando tecnología conocida desde los años 1960.

La paraterraformación tiene muchas ventajas sobre la aproximación tradicional a la terraformación. Por ejemplo, proporciona unos beneficios inmediatos a los inversores; la casamundo comienza en una pequeña zona (una ciudad bajo cúpula por ejemplo), pero esas zonas proporcionan espacio habitable desde el primer momento. La paraterraformación también permite una aproximación modular que puede ser ajustada a las necesidades de la población del planeta, creciendo sólo en donde y lo rápidamente que sea necesario. Finalmente, la paraterraformación reduce enormemente la cantidad de atmósfera que sería necesario añadir a planetas como Marte para que tuviera una presión atmosférica similar a la terrestre. De esta forma, usando una cubierta sólida, incluso objetos celestes que en caso contrario serían incapaces de mantener algún tipo de atmósfera (como los asteroides) podrían proporcionar ambientes habitables. El ambiente bajo la cubierta de una casamundo probablemente sería más propicio para la manipulación artificial.

Tiene la desventaja de necesitar un gran esfuerzo de construcción y mantenimiento; el coste que podría ser mejorado hasta cierto punto mediante el uso de mecanismos de producción y reparación automatizados. Una casamundo sería más susceptible a un fallo catastrófico en el caso de una rotura importante de la cubierta, aunque este riesgo probablemente podría ser reducido mediante la compartimentación y otras medidas de seguridad activas. Los impactos de meteoritos son una preocupación importante en ausencia de una atmósfera externa en la cual se puedan quemar antes de alcanzar la superficie.

Las pequeñas casamundos son denominadas a menudo como "cúpulas".

En la ficción

El término apareció por primera vez en una novela de ciencia ficción de Jack Williamson de 1949 titulada Seetee Shock, pero el concepto actual sobrepasa el de esta novela. En la obra de Olaf Stapledon de 1930 titulada First and Last Men, se proporciona un ejemplo ficticio en el cual Venus es modificado tras una larga y destructiva guerra con sus habitantes nativos, quienes naturalmente cuestionan el proceso.

En la novela de Robert A. Heinlein titulada Farmer in the Sky, una familia emigra desde la Tierra a la luna joviana Ganímedes, que está siendo terraformada.

Las apariciones anteriores del proceso están frecuentemente mermadas debido al impreciso conocimiento de la época de las condiciones reales, como en el ejemplo de Stapledon, o Asimov que dibujaban un Venus cubierto de océanos.

Un ejemplo más reciente que refleja las condiciones actuales de Marte tal y como revelaron las sondas planetarias en ese momento es la trilogía de Kim Stanley Robinson, Marte Rojo, Marte Verde y Marte Azul. Los tres volúmenes proporcionan una larga descripción de una ficticia terraformación de Marte, que evidentemente son el resultado de la gran cantidad de investigación al respecto por parte del autor.

La terraformación ha sido explorada en el universo de Star Trek. En Star Trek II: The Wrath of Khan, científicos de la Federación habían desarrollado el Dispositivo Génesis. El Dispositivo Génesis supuestamente terraformaba rápidamente planetas previamente muertos y los hacía adecuados para colonizar. Al final de la película, un Dispositivo Génesis era detonado en la nébula Mutara. Esto dio como resultado la creación de una estrella de la secuencia principal y un planeta habitable. Sin embargo, en Star Trek III, se muestra que el proceso resulta en un fracaso cuando se usa protomateria, y el planeta es destruido. Desde entonces, Star Trek ha explorado la terraformación: en el siglo XXII, la humanidad ha empezado a terraformar Marte, un proceso completado un siglo después. El el siglo XXIV, se estaba llevando a cabo la terraformación de Venus.

El Universo Expandido de la Guerra de las Galaxias también ha explorado la terraformación. Cuando el Yuuzhan Vong capturó Coruscant, se hicieron extensas modificaciones al planeta para transformarlo en su ambiente ideal.

En la película Aliens, el mundo LV-426 está siendo terraformado. La gente del planeta es descrita como parte de una colonia "shake-and-bake". El apodo y la afirmación de que el proceso "lleva décadas" implica que el proceso de hacer una cálida y respirable atmósfera es sustancialmente más rápido que lo que se estima actualmente.

La película Desafío total está ambientada en una ciudad paraterraformada en Marte. Y usando tecnología alienígena se llega a la terraformación total.

El proyecto colaborativo Orion's Arm de construcción de mundos tiene muchos ejemplos ficticios de mundos inhabitables modificados tanto mediante terraformación como por paraterraformación.

En el libro de Arthur C. Clarke: 3001: Odisea final se menciona la terraformacion de los planetas Venus y Marte, así como de Ganímedes y Calisto, satélites de Júpiter, ahora convertido en una estrella.

En la serie Firefly los emigrantes de la Tierra se establecen en mundos terraformados. En dicha serie los asentamientos periféricos, al no recibir ayuda para desarrollarse, tienen ambientes adustos, secos.

En la serie de dibujos Futurama, aparece terraformado Marte. En el planeta rojo se pueden ver grandes selvas y desiertos rojos.

En el anime (dibujos animados japoneses) se ha tocado el tema: en las series Planet Survival o en Cowboy Bebop. En esta última se muestra la paraterraformación de Marte, Venus y lunas como Ganímedes o Titán, entre otros.

En el videojuego Spore, uno de los objetivos del jugador es terraformar planetas para poder establecer colonias en estos. El proceso de terraformación muestra cómo el planeta pasa de un árido desierto a una superficie con vegetación y agua. Además, se deben ir dejando especies de flora y fauna a medida que avanza la terraformación.

Véase también

Referencias

  • Fogg, Martyn J. (1995). Terraforming: Engineering Planetary Environments. SAE International. Warrendale, PA.

Enlaces externos