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Revisión del 14:12 18 jul 2009

Bedmar
localidad

Escudo

País  España
• Com. autónoma  Andalucía
• Provincia  Jaén
• Comarca Sierra Mágina
• Municipio Bedmar y Garcíez
Ubicación 37°49′18″N 3°24′45″O / 37.821666666667, -3.4125
• Altitud 670 m
Superficie 103 km²
Población 2700 hab. (aprox. 2006)
• Densidad 26,21 hab./km²
Gentilicio Bedmareño
Código postal 23537
Sitio web www.bedmarygarciez.net

Bedmar es una localidad de la provincia de Jaén (España), integrada desde 1975 junto con Garcíez en el municipio de Bedmar y Garcíez.


Situada a unos 5 km al sur de Garcíez, en Bedmar reside el Ayuntamiento del municipio doble, así como un 85% de la población total.


Sus fiestas son:

  • Virgen de Cuadros (26 de septiembre).
  • San José (1 de mayo).

Historia de Bedmar

Estas tierras estuvieron habitadas en el Paleolítico y Neolítico en base a los restos encontrados: hachas de piedra, buriles, raspadores y restos de cerámica, así como por las huellas de arte rupestre encontradas en nuestro término municipal y formando parte del hábitat prehistórico existente en el Valle del Río Cuadros, donde sobresalen la Cueva de la Graja (Jimena) y la cueva de los Esqueletos (Albanchez), la primera con pinturas esquemáticas y la segunda como enterramiento colectivo. Con posterioridad se encontrará en la zona con una población de origen ibérico, la cual nos ha dejado testimonios claros en las canteras de Gibier y en los términos municipales de todo el Valle: Garciez, Jimena y Albanchez.

Testimonios de pintura rupestre esquemática de Cuevas Bermejas (La Serrezuela).

Se puede establecer que, alrededor del siglo II antes de Cristo, fue cuando se produjeron los asentamientos más estables en el término de Bedmar. El más importante fue el de Accabe, además del de Campanil, donde se han encontrado lápidas con inscripciones de esa época. También hay restos de asentamientos en la margen izquierda del río, en el pago de La Puente, el Vado de la Valdiviesa y Chavallanque, entre otros yacimientos romanos en los que se han encontrado columnas de mármol blanco, un molino de aceite –en la zona de la Dehesa- e incluso un silo romano, en el paraje conocido como el Cerrillo, así como multitud de enterramientos como el que sigue:

Tumba romana de Chavallanque (Dibujo de D. Juan Rodríguez Navarrete).

La presencia visigoda quedó patente con la aparición de un sarcófago de piedra con la inscripción de un texto del Libro de los Proverbios, el cual fue colocado cono dintel del Pósito (S. XVI) y que en la actualidad se encuentra en el patio delantero del Museo Arqueológico Provincial de Jaén.

Sarcófago Visigodo (Foto de D. José M. Troyano Viedma)

Será en la Edad Media cuando Bedmar alcanza mayor notoriedad, por su carácter fronterizo y por ser uno de los pasos desde Baeza y Úbeda hacia el Reino de Granada. El profesor Elías Terés identifica Bedmar con al-Matmar, que significa “bajo el silo” o “la cueva”, en referencia a la Cueva del Murallón, que se abre en la pared rocosa de la Serrezuela. Esta cueva formaba parte del primer poblamiento, que estaba cercado por una doble muralla de mampostería que apoyaba sus extremos en la sierra. Esta fortificación de la antigua Accabe fue reforzada por una familia muladí, la de Inb al-Saliya en el S. IX. Después sería conquistada por Fernando III en el siglo XIII, convirtiéndose en frontera entre los reinos de Castilla y de Granada. En varias ocasiones fue tomada por los nazaríes en sus avances hacia Baeza. Esto dio lugar a que la Orden de Santiago, a la que fue encomendada su defensa en 1309, tras perderla en 1407 y recuperarla después, reedificó sobre la roca de Peña Marta, un nuevo castillo, que ya no volvería a ser tomado por los musulmanes. Es el castillo llamado del Mirador, que actualmente está en ruinas y que bajo época de dominación musulmana recibía el nombre de al-Manzar y fue cuna de una noble familia árabe los al-Manzarí, los cuales pasaron a Piñar, luego a Granada y por último al norte de África, donde refundaron la ciudad de Tetuán.

Restos del Castillo del Mirador de Bedmar.

Fue en el siglo XVI, tras la conquista de Granada, cuando Bedmar alcanzó su mayor apogeo, primero bajo los Comendadores de la Orden de Santiago de la familia de La Cueva –Encomienda de Bedmar, Albanchez y la mitad de Canena- y luego, a partir de 1562, como Señores de Bedmar y luego cabeza de marquesado en 1614, bajo la personalidad de D. Alonso de Cueva-Benavides y Mendoza-Carrillo (1574-1655). Su riqueza económica la fundamentó en la ganadería, los productos de la huerta, la producción de seda, el vino y los cereales. Más difíciles fueron los siglos XVII y XVIII, con periodos de sequía, epidemias, hambre, etc. En el siglo XIX desaparecieron el Señorío y la Encomienda de Bedmar, como consecuencia del liberalismo decimonónico; en 1822, se nombró al primer alcalde constitucional de la Villa en la persona de D. José Herrera y el 26/I/1882, D. Alfonso XII le concedió al Ayuntamiento el título de “Ilustrísimo”, en base a “sus preclaros antecedentes, el desarrollo de su Industria –telares- y su constante adhesión a la Monarquía Constitucional”. En los años cuarenta del siglo XX desapareció definitivamente la Obra Pía, que fundara el Marqués de Cueva, por su Testamento otorgado en Roma en 1651, tras un largo proceso judicial con la familia de la Cueva y todos sus bienes fueron enajenados, con la consiguiente pérdida económica para sus habitantes. La Guerra Civil fue especialmente cruel en este municipio. Permaneció toda la contienda bajo el gobierno republicano, quien ejerció la represión entre los ciudadanos de “derechas” además de quemar los retablos de la Iglesia de la Asunción y de la Ermita de Cuadros, así como la destrucción de la imagen de la Patrona. Cuando el conflicto terminó se produjeron juicios sumarísimos por el régimen franquista que fusiló a veintitrés vecinos y a otros muchos los envió a la cárcel o a campos de concentración, al ser acusados por el nuevo régimen de haber sido los responsables políticos de las acciones ocurridas en Bedmar desde el triunfo del Frente Popular (16/II/1936) hasta la finalización del conflicto el 1/IV/1939. Durante la Postguerra se vivieron momentos críticos, económica y socialmente, en nuestro pueblo, el cual llegó a alcanzar los 6.000 habitantes. Después llegaría la emigración interior (Navarra –el primer bedmarense llegó en 1955-, Barcelona, Valencia, Madrid y País Vasco) y exterior, tras la apertura de las fronteras con Europa –(Francia, Alemania y Suiza…)-, lo cual, entre 1960 y 1973, hizo que la población de Bedmar se dividiese por dos. En 1975 se produjo la fusión de Bedmar con la vecina villa de Garciez, hasta que se convirtió en ELA –Entidad Local Autónoma- en 2003. Por último señalar que durante la Democracia y a comienzos de los años noventa del pasado siglo Bedmar ha vivido una de sus mejores épocas desde el punto de vista económico con la introducción de nuevos cultivos –(espárrago…)- y la creación de Empresas de Transformación de Productos Agrícolas, como alternativa al monocultivo del olivar imperante hasta ese momento; un olivar que ha mejorado en los últimos años con la aplicación de los nuevos sistemas de riego por goteo y el esfuerzo económico de sus propietarios, mientras que el Ayuntamiento apuesta por el desarrollo de las Energía Renovables y No Contaminantes: Energía Solar, en el marco incomparable del Parque Natural de Sierra Mágina.

José Manuel Troyano Viedma. Cronista Oficial de Bedmar. 10/III/2009.


Patrimonio Histórico Artístico.- Fortalezas Militares de la Villa y término de Bedmar.-

Por José Manuel Troyano Viedma. Cronista Oficial de la Villa. Catedrático y Doctor de Geografía, Historia y Arte.

Todos los castillos y restos defensivos del término de Bedmar están protegidos por la Declaración genérica del Decreto de 22/IV/1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. Monumentos históricos desde 1985. En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos y torreones de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

El Castillo-Fortaleza del Mirador de Bedmar (Siglos IX al XVI).-

Vista impresionante de Peña Marta.

La primera vez que se fortificó esta Peña, cuyo nombre es el de Peña Marta, según la Crónica de Aben Absari (siglo XIII) fue bajo el caudillo islamizado de origen hispano (muladí) Uabys ben Umayya ben al-Saliya, apodado “El constructor de castillos” entre los años 881 y 890. El castillo se alza sobre una gran peña en la que se labraron a lo largo de la historia dos sistemas defensivos, un recinto de murallas aprovechando la disposición de la Peña y el alcázar o zona residencial (Ss. XV-XVI), ambos en un estado de conservación lamentable. En 1407 dicho Castillo, junto con la Villavieja de Al-Matmar, fueron conquistados por Muhammad VII y ante tal acción el Concejo de Baeza envió a don Pedro Díaz de Quesada, Tercer Señor de Garciez en compañía de don Lorenzo Suárez de Figueroa, Maestre de la Orden de Santiago a recuperarlo para Castilla. Por una placa existente en 1575 encima de la entrada principal del Alcazarejo sabemos que tras su conquista “en el nombre de Dios y de la Virgen Santa María, en el año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil y cuatrocientos y once años, el muy alto Príncipe señor don Fernando, Infante de Castilla mandó hacer edificar nuevamente esta fortaleza y Castillo y lugar en nombre del muy magnífico señor don Enrique, Maestre de la Orden de Caballería de Santiago, la cual edificó y mandó hacer por su mandado Alonso Sánchez de Andújar, escribano del Rey que en más se erigió Escribano Mayor”.

Castillo de Bedmar (Siglos IX-XVI) Igualmente el Maestre de la Orden, don Lorenzo “labró el castillo muy bien y puso en él alcaide, presidio y el bastimento que era menester para su defensa”. Este castillo se encuentra ubicado “al pie de la cuesta de terreno laborable que baja de la falda de la Serrezuela… sobre un peñasco alargado…, al que se accede por un camino en pendiente, -(del que aún se conserva algo del empedrado original conformado por pasillos de piedras planas y de mayor tamaño, llamadas maestras que forman un cuadriculado en el que se inscriben, de forma más desordenada otros cantos menores)- que sigue el muro del alcazarejo y desembocar en la puerta principal de tres metros de ancho –con arco de medio punto, enmarcado por dos lienzos de muro con buena sillería de 3,20 metros de largo por 5 metros de altura, cada uno de ellos- y único acceso al recinto el cual queda defendido por su adarve por la derecha –(de acuerdo con las recomendaciones de Marco Lucio Vitrubio en su obra “Los diez Libros de la Arquitectura”)-, mientras que por la izquierda, dicho acceso está defendido por una cortada –(de 4,80 metros de ancho por 27,40 metros de largo y una altura de 10 metros, sobre la que se superponía un parapeto de muralla del castillo en su flanco norte de 5 metros)-. El patio de armas queda limitado por una serie de muros que son realces del propio podio rocoso sobre el que se delimita todo el conjunto. Estos muros siguen una línea en zigzag que permite el tiro de flanco sin necesidad de construir torreones y al mismo tiempo la hace más sólida. Todo él está relleno de materiales y el parapeto ha desaparecido con el paso del tiempo. El Alcazarejo se levanta en el extremo este del recinto. Delante de la entrada, que mira al noroeste, a unos nueve metros de distancia, un saliente rocoso imposibilita el acceso en línea recta y obliga al posible asaltante a torcer a la derecha después de haber ofrecido el costado derecho a los defensores del adarve” –(en concordancia con el principio vitrubiano)-.

Portada del Alcázar (S. XV).

La entrada del alcazarejo, faraónica, en cuanto a sus grandes proporciones –(2,50 metros de ancho por 5,75 metros de altura)- y con buena labra, en la que se muestran las marcas de los canteros, aún nos muestra “un vano adintelado en cuya parte superior se descubren los gruesos maderos del pesado armazón, cuyo derrumbe ha rellenado de escombros la subida, la cual estaba conformada por una escalinata y única forma de poder salvar el importante desnivel existente entre la parte exterior o patio de armas y el alcazarejo, donde se encontraban las dependencias del Castillo, hoy todas ellas rehundidas aunque algunas de ellas estuvieron cubiertas con bóvedas de medio cañón de ladrillo y con decoración de grutescos de yeso. Casi en el centro del mismo se encuentra un aljibe con cubierta ojival. Los vanos enmarcados en cantería de dos espaciosas ventanas, orientados hacia el oeste, demuestran que seguridad y comodidad iban siendo compatibles en las fortalezas de los albores del siglo XV, fecha en que construye el citado alcazarejo. Hacia el este, en dirección a la Villa Vieja, existe un torreón cilíndrico adosado con un diámetro interior de 2,75 metros y unos muros de 2 metros de grosor desde el que se flanquea su correspondiente muro y dos torreones o parapetos en las esquinas de la roca, uno de ellos en el Alcázar y que presenta unas medidas de 7 por 3,50 metros”.

Reconstrucción de la entrada al Castillo de Al-Manzar (José Ignacio Fernández Martos, 2002).

La sillería del mismo es de muy buena factura, sobre todo en dinteles y cadenas esquineras, que demuestran la perfección en el corte de la piedra alcanzada a finales de la Edad Media y la resistencia del conjunto frente a los ataques nazaríes de 1417, 1420 y 1431. En la reforma del siglo XVI, al ser residencia de la familia de la Cueva, como Comendadores de la Orden de Santiago y luego Señores, se construyeron dos plantas más en el alcazarejo a base de argamasa y calicanto, como muy bien se puede apreciar sobre la portada del Alcazarejo, dándole aún más grandiosidad al conjunto de la Fortaleza que guardó siempre las entradas de los nazaríes a la vega del Guadalquivir y a las importantes ciudades de Úbeda y de Baeza.

Vista oeste del Alcazar del Castillo de Bedmar. En la actualidad se encuentra en estado de ruina y su propietario es D. Francisco Bedmar Perea, residente en Granada.

Torreón de Fique (S. XIII).-

El Torreón de Fique es una construcción cristiana del siglo XIII que se encuentra a 8 kilómetros de distancia del núcleo urbano de Bedmar y en la falda de los Cerros de Fique, sobre un pequeño promontorio rocoso.


Se trata de una Torre de calicanto, recubierta de sillería regular con dos plantas y una escalera de caracol que nos conduce a la terraza con matacán, desde donde se acometía la primera defensa de estas feraces tierras cerealísticas si se producían entradas de nazaríes granadinos camino de la cristiana y castellana ciudad de Baeza.

Vista de la portada.