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* Luzón, J. M.: ''Sevilla la Vieja. Un paseo histórico por las ruinas de Itálica'', Sevilla, 1999.
* Luzón, J. M.: ''Sevilla la Vieja. Un paseo histórico por las ruinas de Itálica'', Sevilla, 1999.
* Canto, A. M.: «La “Vetus Urbs” de Itálica, quince años después: la planta hipodámica de D. Demetrios de los Ríos, y otras novedades», ''Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid'', 25.2, 1999, págs. 145-192.
* Canto, A. M.: «La “Vetus Urbs” de Itálica, quince años después: la planta hipodámica de D. Demetrios de los Ríos, y otras novedades», ''Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid'', 25.2, 1999, págs. 145-192.
* El Housin Helal Ouriachen, 2009, La ciudad bética durante la Antigüedad Tardía. Persistencias y mutaciones locales en relación con la realidad urbana del Mediterraneo y del Atlántico, Tesis doctoral, Universidad de Granada, Granada.


== Véase también ==
== Véase también ==

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Busto del emperador Adriano, nacido en Itálica
Venus encontrada en Itálica

Itálica es una antigua ciudad romana situada en el actual término municipal de Santiponce (Sevilla), en Andalucía (España).

La ciudad romana fue fundada en el año 206-205 ANE, en un hábitat indígena de la Turdetania que se remonta al menos al siglo IV a.C. Dentro de su término hay yacimientos e indicios de su ocupación muy anterior, entre ellos argáricos y griegos.[1]​ Durante la etapa republicana fue una ciudad importante, y mucho más en la época imperial, aun cuando nunca fue capital de provincia ni de convento jurídico. A pesar de la creencia general de que fue abandonada hacia el siglo IV, lo cierto es que sólo se abandonó la ampliación adrianea, replegándose la ciudad hacia algo más de su extensión primitiva, bajo el actual casco de Santiponce, donde continuó una vida de cierto prestigio en el Bajo Imperio y la época visigoda. Son numerosos los restos de esta época, y consta que sus murallas fueron restauradas por Leovigildo en el año 583 (J.Bicl., Chron. ad. an. 583[2]​), en el marco de sus luchas contra Hermenegildo. Otra buena muestra de esta pervivencia y prestigio, al menos hasta el final del siglo VII, es la presencia de obispos italicenses en varios concilios cristianos, siendo el último en el que se documenta uno de ellos, un tal Cuniuldo, el XVI de Toledo, en el año 693d.C.[3]​ Itálica llegó aún viva a la época musulmana, cuando varios autores árabes la mencionan con el nombre de "Talikah/Taliqa" y existen algunos personajes conocidos con la nisba "al-Talikí" (también, aunque menos, han aparecidos restos arqueológicos). De tal modo que no es hasta el siglo XII cuando debió de ser realmente abandonada, pasando a ser un despoblado, llamado por los cristianos "Campos de Tal(i)ca" y también "Sevilla la Vieja".

La historiografía moderna, desde Ocampo y Morales en el siglo XVI, siempre fue consciente de la importancia de la ciudad, así como del nacimiento en ella de tres emperadores: Trajano, Adriano y Teodosio, cantados por Rodrigo Caro en su famosa Canción[6] (a los que aún habría que sumar al hijo mayor de éste, Arcadio[4]​). Las ruinas fueron objeto de visita, admiración y desolación, de numerosos viajeros extranjeros, que dejaron por escrito, y a veces dibujadas, sus impresiones. Todo su prestigio, historia y fama no bastaron, sin embargo, para salvarla de ser objeto de continuado expolio, y una permanente cantera de materiales desde la época árabe, incluso en la época ilustrada. En 1740 el Ayuntamiento de Sevilla ordenó derruir los muros del anfiteatro para construir un dique en el Guadalquivir, y en 1796 aún se volaron zonas de la primitiva vetus urbs para construir el nuevo Camino Real de Extremadura. La primera norma legal de protección del yacimiento se produjo el 9 de febrero de 1810, bajo la ocupación napoléonica, ordenando devolverle su viejo nombre de Itálica, y destinando un presupuesto anual para excavaciones regulares, que, sin embargo, no se llegaron a materializar hasta 1839-1840, y debidas al empeño de un simple y desconocido funcionario.[5]​ En 1873 los expolios seguían siendo vandálicos.[6]​ Por Real Orden de 13 de diciembre de 1912 Itálica fue declarada Monumento Nacional, pero, tras otras normas menores, no ha sido hasta el Decreto 7/2001, de 9 de enero, de la Junta de Andalucía, cuando se han delimitado claramente la zona arqueológica de Itálica y los ámbitos de su protección efectiva[7]. Sus ruinas son hoy un principal atractivo turístico a 7 km al norte de Sevilla.

Historia

Itálica fue la primera ciudad romana fundada en Hispania y también fuera de territorio italiano. Al finalizar la Segunda Guerra Púnica en Hispania, Escipión el Africano asentó a los soldados heridos en una ciudad turdetana preexistente -cuyo nombre original se desconoce-, en la zona alta del Aljarafe, en la ribera oeste del río Baetis, ubicada a medio camino entre las también ciudades turdetanas de Hispalis (Sevilla) e Ilipa (Alcalá del Río, SE), y seguramente portuaria. El texto de Apiano de Alejandría donde esto se relata, (Iberiké, 38) permite deducir que la procedencia de dichos soldados era fundamentalmente italiana, esto es, de unidades auxiliares itálicas, y de ahí el nombre elegido por Escipión:

Fue en esta época, poco antes de la Olimpíada 144, cuando los romanos comenzaron a enviar cada año a las naciones conquistadas de Hispania dos pretores, en calidad de gobernadores o supervisores del mantenimiento de la paz. Escipión dejó allí un pequeño ejército, el más propio de un tiempo de paz, y avecindó a los soldados heridos en una ciudad que, del nombre de Italia, llamó “Itálica”: ésta fue la patria de Trajano y de Adriano, que más tarde llegaron a ser emperadores de los romanos. Escipión por su parte regresó a Roma con una gran flota, magníficamente engalanada, y llena de cautivos, plata, armas y toda clase de botines.”[7]

Posiblemente el estatuto jurídico de la ciudad, al poco de su fundación, fue el de colonia Latina, y la planta de la ciudad original ya de tipo campamental (hipodámico), como era la costumbre en las colonias militares de la época en la propia Italia.[8]​ Debió de ser al final de la última estancia en Hispania de Julio César, en el año 45 a.C., cuando Itálica obtuvo de él el status jurídico de municipium civium Romanorum, posiblemente como recompensa por el apoyo de la ciudad frente a Pompeyo en la reciente guerra civil,[9]​ aunque no acuñará moneda como tal hasta época de Augusto,[10]​ cuando se creó una ceca donde eran acuñadas monedas de bronce de distintos valores, con la efigie de Augusto y posteriormente de Tiberio en el anverso, mientras los reversos de estas amonedaciones son excepcionales en el panorama de las hispanas debido a la gran "romanidad" de sus temas.

La ciudad alcanzó su periodo de mayor esplendor a fines del siglo I y durante el siglo II, desde los reinados de Trajano y Adriano, los dos nacidos en Itálica, lo que reforzaría mucho el indudable prestigio que ya tenía en Roma la vetusta colonia hispana. Ambos emperadores, que sin duda debieron en buena parte su ascenso al trono al importante grupo de presión hispano existente en el senado romano desde al menos la época de Claudio y Nerón,[11]​ fueron particularmente generosos con su ciudad natal, ampliándola y revitalizando su economía.

Aunque quizá comenzada ya bajo Trajano, está probada literaria (Dión Casio LXIX, 10, 1[8]) y epigráficamente la participación de Adriano en la gran ampliación urbana hacia el norte -también hipodámica, como su predecesora- que fue bautizada en 1960 por García y Bellido como Nova urbs o "ciudad nueva", que sólo tuvo una realmente espléndida existencia durante el siglo II, a fines del cual, y sin haber sido nunca completada, comenzó su declive, por causas ciertamente político-económicas. Ésta es la parte de la ciudad que constituye actualmente el Conjunto Arqueológico de Itálica, sin paralelos a causa de sus enormes mansiones pavimentadas de mosaicos, o de su gran (aunque muy destrozado) anfiteatro, cuarto del Imperio por su capacidad. La "ciudad vieja" o Vetus urbs se encuentra bajo el casco urbano del actual pueblo de Santiponce (fundado en 1601, tras sucesivas crecidas del río, más cerca del cual se ubicaba primitivamente), ya que esta parte de la ciudad es la que más continuidad tuvo, llegando hasta los tiempos de la ocupación musulmana cuando tuvo lugar, en el siglo X, su despoblamiento y abandono definitivos. Son muy pocos los restos romanos conocidos de ella, los principales de los cuales son el teatro y las llamadas "termas menores" o "de Trajano".

Es durante el gobierno de Adriano cuando la propia ciudad solicita del emperador, y en contra su consejo, como lo relata Aulo Gelio (Noct. Attic. XVI, 13, 4[9]), cambiar su ventajoso estatuto municipal romano por el de colonia romana, más pesado pero más prestigioso, pues eran simulacra Romae ("espejos de Roma") y como una parte ideal o extensión de la propia Urbs. A raíz de dicha concesión pasó a llamarse Colonia Aelia Augusta Itálica, en honor de Adriano, títulos que suelen aparecer abreviados como C.A.A.I.

El conjunto arqueológico

Entre los restos de lo que fue la nova urbs se destacan el anfiteatro, el supuesto templo de Trajano (Traianeum), las termas llamadas "mayores" o "de la reina mora", y las diferentes casas.

El anfiteatro

Vista del Anfiteatro de Itálica

Con una capacidad de 25.000 espectadores, era uno de los mayores anfiteatros del imperio con tres niveles de graderío. Bajo el nivel del antiguo suelo de madera del anfiteatro hay un foso de servicio para los diferentes espectáculos de gladiadores y fieras.

El teatro

El teatro es la obra civil conocida más antigua de Itálica, tras los restos probables de la curia encontrados en 1984. Se enclava en el llamado Cerro de San Antonio, al oeste del casco urbano de Santiponce, aprovechando la ladera natural sobre el Baetis. Fue construido entre los siglos I adC y I d. C., y su uso, seguramente ya esporádico, se prolongó hasta al menos el siglo V, más o menos como en el resto de Hispania, siendo posiblemente la principal causa de su abandono, más que su condena por motivos religiosos (que por parte de los cristianos fue tan incesante como infructuosa.[12]​), la desaparición paulatina o el desinterés de las elites locales que solían sufragarlos; lo cierto es que quedó en desuso y parte de sus terrenos se fueron rellenando y convirtiendo en almacenes y corrales, en vertederos y hasta en lugar de enterramientos ocasionales, ya en época medieval. Fue finalmente colmatado y cegado por diversas riadas del Guadalquivir.

La ubicación aproximada del edificio se conocía desde el siglo XVIII, y se sabía la procedencia de allí de algunas esculturas. Parte de sus gradas estaban parcialmente descubiertas hacia los años 1940 en el corral de una de las casas de la colina, pero no fue excavado masivamente hasta el periodo 1970-1973, con campañas menores posteriores para liberar el pórtico. Tras diversas fases de restauración, iniciadas en los años 80, es utilizado en la actualidad para la celebración del Festival de Teatro de Itálica, en 2008 en su XIIª edición[10].

El Traianeum

Aunque no ha aparecido ninguna prueba fehaciente de ello, se viene suponiendo desde su excavación, hacia los años 1979-1980, que el bautizado como "Traianeum" es un templo dedicado al emperador Trajano erigido por su sobrino-nieto y sucesor, Adriano. Se encuentra en una plaza de la nova urbs, rodeada por una plaza porticada.

Las termas

Itálica tenía al menos dos complejos termales de carácter público, uno en la ciudad vieja y otro en la ciudad nueva, ambos con piscinas de agua caliente (caldarium), templada (tepidarium) y fría (frigidarium), sudatorio (laconicum) y acaso palaestrae de ejercicio, como era la costumbre, que satisfacían plenamente las costumbres higiénicas de la población romana. Las termas de la ciudad vieja se conocen popularmente como "Menores" o "de Trajano", y son visitables dentro del pueblo. Las termas de la ciudad nueva son las llamadas "Mayores" o "de la Reina Mora", ocupando la extensión de una manzana completa; parece que quedaron inconclusas, y aún se encuentran en parte sin excavar; es de las zonas más expoliadas de la nova urbs.

El acueducto

Acueducto de Trajano (siglo I d. C.)

El primer acueducto data del siglo I d.C. y traía el agua desde las fuentes que se encuentran cercanas al nacimiento del río Guadiamar hasta la vetus urbs. La parte más antigua del acueducto, se estructura en su mayor parte en una construcción subterránea debido a la falta de pendiente en muchos tramos. En su parte inicial es donde se ha podido acceder a estas galerías subterráneas por las que discurría el agua. Presentan una altura de entre 1,70 y 1,80 metros de altura y en torno a 80 – 90 centímetros de ancha. Están cubiertas por bóveda de cañón y en su interior se observa la misma característica que presentan las cloacas: las paredes muestran restos de un revestimiento de tegulae (tejas planas).

Acueducto de Adriano (siglo II d. C.)

La ampliación del acueducto, traía el agua desde la zona denominada Fuentes de Peñalosa, muy cerca de la romana Itucci (próximo a Aznalcóllar), estaba destinada a cubrir las necesidades crecientes de la nova urbs, en la que se construyeron las cisternas visibles hoy dia. Es una construcción hormigonada en dos bloques con un canal de aproximadamente 0,50 metros de ancho que comparte con la otra parte del acueducto y las cloacas el tener revestidas las paredes de tegulae, característica que no se presenta en ningún acueducto de la península. Además constaba con numerosas arquerías para salvar arroyos y barrancos, en su mayoría hoy desaparecidas.

En la actualidad se encuentra casi totalmente desaparecido, y los tramos en los que aún quedan restos están desmoronándose debido a la falta de conservación y el arado de los campos.

Las casas

Reconstrucción de una villa romana en Itálica

En el esplendor de la Itálica de Adriano, se construyeron en la ciudad nueva casas de importantes y ricas familias locales, algunas de las cuales serían sin duda senatoriales que, además de seguir el esquema tradicional de la casa romana, con un patio interior del que luego derivarían los patios de las casas andaluzas, poseían la estética helenística predominante de la época.

Entre las casas de Itálica destacan las siguientes:

  • Casa de la Exedra: Contiene unas termas y una larga palestra donde se puede vislumbrar al fondo unos grandes bloques de hormigón, son las ruinas de la bóveda que cubría una gran exedra. Su patio central, donde estaba una hermosa fuente, presenta pórticos con pilares cruciformes.
  • Casa de Neptuno: Su tamaño es el de una manzana de terreno, ha sido excavada parcialmente. También contiene unas Termas y habitaciones decoradas con mosaicos de gran belleza.
  • Casa del Patio Rodio: Poseía un peristilo tipo patio rodio (de ahí su nombre) -con diferentes alturas accesibles por escalones-, ya que estaba en una zona con pendiente al igual que la Casa de Hilas.
  • Casa de Hilas: Otra importante casa con casi todos los enlosados del tipo mosaico, uno de los cuales representa el "rapto de Hilas por las Ninfas", motivo que da nombre a la casa.
  • Casa de los Pájaros: En un intento de recrear los espacios de una vivienda de la época se han levantado sus muros recientemente. Se organiza en torno a un peristilo o jardín porticado. Las habitaciones principales tienen los pavimentos decorados con mosaicos muy bien conservados.
  • Casa del Planetario: Contiene un gran mosaico que da nombre a la casa, consta de un círculo dentro del cual se distribuyen siete medallones con bustos que representan a los siete planetas que dan nombre a los días de la semana: En el centro está Venus (viernes), rodeada de la Luna (lunes), Marte (martes), Mercurio (miércoles), Júpiter (jueves), Saturno (sábado) y el Sol (domingo).
  • Itálica, Santiponce, msc 1783 (publ. Sevilla, 1886, reed. Sevilla, 2005).
  • Matute y Gaviria, J.: Bosquejo de Itálica ó apuntes que juntaba para su historia, Sevilla, 1827.
  • De la Cortina, I.: Antigüedades de Itálica, Sevilla, 1840.
  • De los Ríos Serrano, D.: Memoria arqueológico-descriptiva del Anfiteatro de Itálica. Madrid: Real Academia de la Historia, 1862 (reed. Sevilla, 2002).
  • Gali Lassaletta, A.: Historia de Itálica, municipio y colonia romana, Sevilla, 1892.
  • García y Bellido, A.: Colonia Aelia Augusta Italica, Madrid, 1960.
  • Luzón Nogué, J. M.: La Itálica de Adriano, col. Arte hispalense n.º 9, Sevilla, 1975 (2.ª ed. 1979).
  • Canto, A. M.: La epigrafía romana de Itálica, col. Tesis Doctorales Universidad Complutense de Madrid, [1983], Madrid, 1985.
  • Caballos, A.: Itálica y los italicenses, Sevilla, 1994.
  • VV.AA., Itálica MMCC. Actas de las Jornadas del 2200 Aniversario de la Fundación de Itálica, edd. A. Caballos-P. León, Sevilla, 1997.
  • Caballos, A. A. Marín Fatuarte, J. M. Rodríguez Hidalgo, Itálica arqueológica, Sevilla, 1999.
  • Luzón, J. M.: Sevilla la Vieja. Un paseo histórico por las ruinas de Itálica, Sevilla, 1999.
  • Canto, A. M.: «La “Vetus Urbs” de Itálica, quince años después: la planta hipodámica de D. Demetrios de los Ríos, y otras novedades», Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, 25.2, 1999, págs. 145-192.

Véase también

Notas

  1. Sigue siendo muy interesante como vista de conjunto, a pesar de su desfase en cuanto a los hallazgos posteriores, la obra de Antonio García y Bellido Colonia Aelia Augusta Italica, Madrid, 1960. En las págs. 15-16 se refiere a estos hallazgos más antiguos, algunos hechos por él mismo, habitualmente preteridos en la bibliografía.
  2. Muros Italicae antiquae civitatis restaurat; quae res maximum Hispaliensi populo exhibuit.
  3. J. Vives, Concilios visigóticos e hispano-romanos, Madrid, 1963, p. 520: Cuniuldus Italicensis episcopus s(ub)s(cripsi).
  4. Alicia M. Canto, «Sobre el origen bético de Teodosio I el Grande, y su improbable nacimiento en Cauca de Gallaecia», publicado en la revista Latomus (Bruselas) 65.2, 2006, págs. 388–421[1]
  5. Alicia M. Canto, "Ivo de la Cortina y su obra "Antigüedades de Itálica" (1840): Una revista arqueológica malograda", Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid 27, 2001, págs. 153-162[2]
  6. A. García y Bellido, op.cit., 54 y nota 122: "Los vecinos contrataban los ladrillos por carretadas y los empresarios iban a las ruinas como quien iba a una gravera o a una cantera"
  7. [3], trad. Alicia M. Canto
  8. Alicia M. Canto, “Die vetus urbs von Italica: Probleme ihrer Gründung und ihrer Anlage”, Madrider Mitteilungen 26, 1985, 149-178, traducido en la parte II de la misma autora, “La Vetus Urbs de Itálica, quince años después: La planta hipodámica de D. Demetrio de los Ríos, y otras novedades”, Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid 25.2, 1999, págs. 145-192
  9. Alicia M. Canto, en: “Algo más sobre Marcelo, Corduba y las colonias romanas del año 45 a.C.”, Gerión 15, 1997, pags. 253-282 [4]
  10. (1)
  11. R. Syme, Colonial Élites, Londres, 1958, págs. 1-23; R. Étienne, "Les sénateurs espagnols sous Trajan et Hadrien", Les empereurs romains d'Espagne, París, 1965, 55-85; C. Castillo García, Prosopographia Baetica I-II, Pamplona, 1965; Alicia M. Canto, "CIL VI 10229: ¿El testamento de Licinio Sura?", Chiron XXI, 1991, 277-324 y "Saeculum Aelium, saeculum Hispanum: Poder y promoción de los hispanos en Roma", en Hispania. El legado de Roma. En el año de Trajano (catálogo de la exposición), Zaragoza 1998-Mérida 1999, págs. 209-224 y 233-251.
  12. Interesante artículo de R. Teja en [5]

Enlaces externos