El bien esquivo

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El bien esquivo es un largometraje peruano de ficción, ambientado en el Perú del siglo XVII. Los temas de El bien esquivo nacen del interés por la identidad peruana, la mezcla de sangre, lengua y religión Occidental y Andina. Jerónimo de Ávila, el hombre de armas mestizo, aparece luchando por ser reconocido como español y termina afirmando su derecho a ser "otro". Por su lado, Inés, la joven monja, escribe y esconde su poesía no autorizada en una clandestinidad obligada por los rígidos prejuicios de la época. Cuando se encuentran estos dos personajes surge la aventura y el romance.

Un mestizo desheredado regresa a Perú en 1618, en busca del documento que pruebe su legitimidad como hijo de capitán español. En su camino, se cruza con una joven novicia, cuya verdadera vocación es la poesía. Ambos son investigados por un recto jesuita debido a sus respectivas conductas, hasta que deciden emprender la huida.

Argumento

Jerónimo de Avila es hijo de un Conquistador español y de una curaca india. Mestizo desheredado, después de haber peleado durante muchos años en las guerras europeas, ha regresado al Perú en 1618. Después de intentar infructuosamente que le reconozcan su nombre, abolengo y propiedad, se ve envuelto, obligado por la miseria, en una conspiración, conjuntamente con un corrupto Juez Visitador de Idolatrías, para apropiarse ilegalmente de los tesoros guardados en un túmulo funerario Inca. El plan resulta un fiasco y la desesperación de los cómplices determina un hecho de sangre del que Ávila, único sobreviviente, debe salir huyendo.

En Lima, Ignacio de Araujo, recto y ascético jesuita de rango, es comisionado para investigar la naturaleza de la conspiración y mediante la captura de los asesinos determinar las ramificaciones de la corrupción en la iglesia y la continuación de la adoración "herética" a las divinidades andinas.

En el Convento de las Cayetanas, Inés Vargas de Carvajal, más por independencia que por vocación, viste los hábitos. Cumpliendo tibiamente con la vida de comunidad y alejada de los afanes frívolos de sus compañeras, la joven monja vive una trivial vida secreta: oculta una lírica vocación poética.

Perseguido por otro hecho de sangre en el que ineluctablemente, por su carácter arisco e impulsivo, se ve nuevamente envuelto, Jerónimo trepa una noche el muro del Convento y sorprendiendo a Inés se refugia en su celda. A ella, marginal también, no le brota el denunciarlo y pasan una extrañamente noche tensa juntos. Jerónimo descubre y lee unos cuantos poemas. La mujer lo intriga. El se queda dormido mientras ella, después de haber lavado sus heridas, lo vela, fascinada, contemplando por vez primera tan íntimamente a un hombre.

A la mañana siguiente, él parte y ella es descubierta como autora de versos que deben ser investigados. El padre Espiritual del Convento es Ignacio de Araujo, que por otras vías está cada vez más cerca de descubrir a Jerónimo como su presa.

Se suceden paralelamente dos situaciones, dos búsquedas. Por un lado Jerónimo viaja a ver a su madre, india curaca, y sin embargo cristiana, de un caserío indígena en las montañas. Busca que ella le revele aquello que le permita probar la legitimidad de su nacimiento, lo que garantice el derecho que le asiste en la herencia de su padre español. Ella muere revelando poco más que el nombre de un notario en Lima.

Jerónimo presencia, por casualidad, la exhumación del entierro cristiano del cadáver de su madre por parte de sus parientes indios. Ella es después llevada subrepticiamente a la manera andina. Conmovido por lo que para él es herético aquelarre, Jerónimo huye.

Por otro lado, los agentes del Tribunal capturan en las serranías a Páucar, hechicero indio involucrado en la conspiración inicial y lo llevan a Lima a ser interrogado por Ignacio. Páucar no sólo conoce el secreto de la existencia, sino que es el oficiante ante las divinidades de una huaca, cuya ubicación se resiste a revelar.

En Lima Inés es celosamente interrogada, repetidas veces, por Ignacio, que busca expurgar su alma, intentando con autoridad paternal abatir el orgullo del creador intelectual en ella. Inés, sola, va cejando, incapaz de resistir el peso intelectual de Ignacio.

Jerónimo regresa a Lima para buscar al Notario de Indios que supuestamente le proporcionará los documentos que son vitales. Pero su desconfianza y mal carácter lo llevan a amenazarlo, lo que empuja al notario a denunciarlo ante la ley.

Inés, en un gesto de desafío, se niega a aceptar el perdón que se le ofrece. Por su rebeldía será enviada al destierro. Termina en una celda. Allí se reencuentra con el capturado Jerónimo. Pero las circunstancias les permiten huir juntos. De lo dicho por Páucar en el delirio de su agonía, el sagaz políglota Ignacio deduce la ubicación del santuario pagano y parte hacia la Sierra a destruirlo.

Intentando alcanzar refugio en un territorio de sublevados, pero sabiéndose íntimamente perdidos, Jerónimo e Inés deambulan a caballo, heridos, por el desierto hasta llegar a una ermita sobre un acantilado junto al mar. Allí son alcanzado por sus perseguidores.

Descubriendo Ignacio que la huaca no es una construcción sino una montaña batida por tempestades, y por lo tanto indestructible, es transformada en santuario cristiano mediante la imposición de una cruz. La bendice, sabiendo que el tiempo la hará tradición.

Contexto histórico

1618, año en que sucede la totalidad de la acción fílmica de El bien esquivo, es un hito en la Guerra de religión. Lo que había sido velada -y a veces no tan velada- disgregación de fuerzas intra y extranacionales en los Estados Europeos bajo el aspecto de enfrentamientos entre católicos y protestantes, hace crisis con la Defenestración de Praga, hecho en el cual mueren los enviados de los Habsburgos católicos a mano de los Protestantes, y con el cual estalla la Guerra de los Treinta Años.

Es la transformación, una vez más, de una Guerra Fría en una Caliente. De la paz tensa del 1609 en que cesan los combates en Guerra de los ochenta años hasta la guerra declarada en todos los territorios de la Europa de los inicios del Siglo XVII. Es la culminación de la Contrarreforma, en la que los valores de la Iglesia Católica son reafirmados tenazmente con la pugnacidad y devoción de los Ignacio de Loyola, Teresa de Avila o Juan de la Cruz. Es la reacción violenta ante el pensamiento humanista, el regreso del neoplatonismo al escolasticismo aristotélico en el que las actitudes religiosas liberales son aplastadas por un retorno a la ortodoxia estricta de un misticismo militante.

En el mundo espiritual la atmósfera es también la de un campo de batalla. El individuo solo tiene cabida en una tienda u otra. En 1616, el Papa prohíbe a Galileo "enseñar o defender" las investigaciones que confirmen la teoría de Copérnico. Dios aparece, nuevamente, no como Padre Amante sino como Juez Terrible y Capitán de los Ejércitos Celestiales.

En este terreno, España se convierte en el brazo fuerte de la milicia eclesiástica cuyo espíritu se extiende a todos los países católicos de Europa y es llevado con las ordenes misioneras, inactivas durante tanto tiempo, a las distantes colonias de las Américas. En el Nuevo Mundo las cosas han marchado a su propio paso, reflejando los acontecimientos y la dialéctica del mundo hegemónico Europeo pero, como todo reflejo, es una imagen que aparece sobre otra, intrínseca, sustancia.

Aquí el enfrentamiento no se da entre partes de una sociedad básicamente homogénea como la europea, sino como la labor de imposición de unos valores morales, culturales y religiosos sobre una realidad distinta

En 1618 ha culminado la etapa de los aventureros-conquistadores. Los Virreinatos americanos se han asentado de manera tal que tienen ya por objeto definido incorporar, no sólo física sino espiritualmente, a todos sus súbditos dentro del esquema administrativo burocrático imperial, así como a una visión general del mundo, a una cosmovisión globalizadora. Surge ante este propósito, por parte de las culturas autóctonas, una resistencia cultural, vencida ya, en gran parte, la resistencia militar.

Concientes de esta resistencia las autoridades políticas y eclesiásticas emprenden las campañas conocidas como de Extirpación de Idolatrías, en las que el objetivo es eliminar todo vestigio de los antiguos dioses y cultos, e incorporar a los habitantes del Nuevo Mundo a la Cristiandad, cuyos límites con la ideología del estado es imprecisa. Es el proceso lógico en la conformación de lo que quiere ser, en América, una nación-estado sobre la que rija la cabeza real de un Imperio Universal. Es el deseo de terminar con la existencia dual de dos Repúblicas, la de españoles y de indios, y que es parte del proceso de eliminación de esta dualidad, por medio de la imposición de una comunión espiritual.

Dos Repúblicas que implican dos ordenamientos jurídicos, que a su vez determinan dos conjuntos diferenciados de individuos: indios y españoles. Dentro de esta dualidad, los mestizos, seres limlinales, no encuentran, durante estos años de forjación de la nueva nación, otra situación que la del limbo en el que no gozan de los beneficios ni del amparo de ninguno de estos conjuntos, sino más bien sufren todos sus rechazos, todos sus recelos, todas sus iniquidades.

La insolencia desesperada que estos hombres orgullosos esgrimen, sintiéndose los verdaderos receptores de dos heredades, la castellana y la incaica, no hace sino exacerbar los prejuicios de los otros, reconfirmando en ellos un desgarro entre violento y desvalido.

Dentro de esta conformación ideológica general, vuelve a cerrarse el espacio para la tolerancia por el individualismo renacentista. El individuo conquistador debe ceder ante el centralismo absolutista del Estado. El individuo artista debe someter todos sus impulsos creativos a la férula de un orden supraindividual, en el que los definidos objetivos de Estado e Iglesia sean ensalzados y cumplidos.

Se está en situación de guerra y todo recurso material, espiritual o anímico que no se ponga al servicio del propio bando, del propio interés, es sabotaje o deserción.

La conquista del Perú en 1532, las Guerra civil entre los conquistadores del Perú de 1535 a 1548, la final imposición del Poder Real en 1554 y las Francisco de Toledo del Virrey Toledo en 1580, nos permiten llegar al 1618 de El bien esquivo, en un contexto en el que los ánimos están caldeados, y si bien hay paz relativa, existe una tensión interior intensa en los más diversos campos de la conciencia individual en que se define la fe, la nación, la identidad y el destino personal.

Inspiraciones Históricas

"...Para los personajes protagónicos, no es que hayamos partido de las figuras del Inca Garcilaso y Sor Juana Inés de la Cruz, pero terminaron por convertirse en modelos cuando ya los personajes estaban construidos. Sor Juana es el arquetipo de la religiosa poeta en América Hispana, y el del mestizo que busca su identidad es Garcilaso. Son como figuras emblemáticas de esa búsqueda en un momento en que la nacionalidad se está definiendo y en la que los individuos todavía no tienen claro lo qué son...". (A. Tamayo)

Además, hay que mencionar, que el director también se inspiró en El Carbunclo del Diablo, texto extraído del libro las Tradiciones Peruanas, escrito por Ricardo Palma.

Reparto

Premios y nominaciones

El guion de El bien esquivo obtuvo en 1991 el Premio de Fomento a la cinematografía a los países en desarrollo del Ministerio de Cultura de Francia. En 1997 obtuvo el primer Premio del Consejo Nacional de Cinematografía del Perú-CONACINE así como del Primer Premio de la Crítica en el Encuentro de Cine de Lima-2001. Ha ganado el premio al mejor director en el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar y el de Mejor Fotografía en el Festival de Santa Cruz, 2002. Representó al Perú en la selección de los Premios de la Academia -Oscar- como mejor película extranjera, igualmente ha sido nominada como mejor película Iberoamericana a los prestigiosos Premios Goya de España y a los premios Ariel de México. Fue seleccionada entre las seis mejores películas iberoamericanas de los últimos dos años, para el Premio Luis Buñuel de la Federación Iberoamericana de Productores Audiovisuales FIPCA.

El bien esquivo ha participado en importantes y prestigiosos festivales internacionales de cine como el festival de cine de La Habana, Cuba; el festival de cine de Cartagena, Colombia; del Mar del Plata, Argentina; de Toulouse, Francia; de Montevideo, Uruguay; de Río de Janeiro, Brasil; de Santa Cruz, Bolivia; de Santo Domingo; de Lérida, España; de Chicago; de Miami; de Providence; de Los Angeles; de Trieste, Italia; de Viña del Mar, Chile; el festival de cine de Washington organizado por el American Film Institute, AFI, y la OEA; el Festival de Cine Latinoamericano de Nueva York; Festival de Cine de Calcuta, India; e igualmente ha sido exhibida en importantes eventos culturales como la Casa de América en Madrid; presentada en ciudades como Caracas, Brasilia, Buenos Aires, Quito, Kansas City, Sofia (Bulgaria) Roma, Tel Aviv, El Cairo y muchas más.

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