Concilio de Pisa

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Mapa que muestra el apoyo a Aviñón (rojo) y a Roma (azul) durante el Cisma de Occidente.

El Concilio de Pisa fue una reunión ecuménica no reconocida por la Iglesia Católica Romana que se celebró en el año 1409 y que intentó terminar el Cisma de Occidente. Finalmente en vez de terminar el Cisma de Occidente, el Concilio eligió a un tercer Papa, Alejandro V, que sería sucedido por Juan XXIII.

Historia

Preliminares

Los cardenales de los pontífices estaban muy descontentos, unos por la pusilanimidad y el nepotismo de Gregorio XII, otros por la obstinación de Benedicto XIII. Como mejor método para resolver este problema se optó por celebrar un concilio ecuménico, como ya había recomendado al principio del cisma el rey francés Carlos V a los cardenales de Anagni y Fondi en la rebelión contra Urbano VI. También había sido pedido por varios consejos, por las ciudades de Gante y Florencia, por la Universidad de Oxford y la Universidad de París, además de por los doctores más renombrados como, por ejemplo, Enrique de Langenstein, Conrado de Gelnhausen, Gérson y sobre todo Pedro de Ailly, el Obispo eminente de Cambrai, que escribió de él: "A principio schismatis materiam concilii generalis primus … instanter prosequi non timui". Animados por estos nombres y por la disposición de Carlos VI y la Universidad de París, cuatro miembros del Sacro Colegio de Aviñón fueron a Livorno donde se entrevistaron con nueve cardenales de Roma para preparar una reunión.

Una vez allí buscaron la unión de la Iglesia, pero el 2 y el 5 de julio de 1408 una carta convocaba a un consejo general en Pisa el 25 de marzo de 1409. Para oponerse a este proyecto, Benedicto XIII convocó un consejo en Perpiñán mientras Gregorio XII reunió otro en Aquilea, que no tuvieron demasiado poder de convocatoria, por lo que el Concilio de Pisa cobró importancia.

Miembros

Durante la Anunciación, 4 patriarcas, 22 cardenales y 80 obispos se reunieron en la Catedral de Pisa bajo la presidencia del Cardenal de Malesset, Obispo de Palestrina. Entre el clero, hubo representantes de 100 obispos ausentes y de 87 abades con los poderes de los que no podían ir hasta Pisa, 41 priores y generales de órdenes religiosas y 300 doctores en teología o derecho canónico. Los embajadores de todos los reinos cristianos completaron la asamblea.

Concilio

Dos cardenales diáconos, dos obispos y dos notarios se acercaron a las puertas de la iglesia y de un grito en latín apelaron a los Papas rivales a salir. Nadie respondió, por lo que preguntaron si alguien había sido designado para representarlos. Otra vez nadie respondió, por lo que los delegados solicitaron que Gregorio y Benedicto fuesen declarados culpables de contumacia.

Durante tres días consecutivos se repitió esta ceremonia mientras se escuchaban los testimonios contra los demandantes. El 15 de abril una embajada alemana en defensa de Gregorio llegó a Pisa bajo instancia de Roberto de Baviera, rey de los romanos. John, Arzobispo de Riga, puso varias objeciones pero en general los delegados alemanes fueron tratados hostilmente y obligados a salir de la ciudad.

Carlo Malatesta, Príncipe de Rímini, adoptó una postura diferente, mostrando a Gregorio como un hombre orador, un político y un caballero, pero fracasó. Benedicto rechazó asistir al concilio en persona, pero acabó enviando unos delegados el 14 de junio, lo que provocó las protestas y la risa del concilio por la tardanza. Escucharon al Canciller de Aragón mientras el Arzobispo de Tarragona hizo una declaración imprudente de guerra. Intimidados, algunos embajadores, entre ellos Boniface Ferrer, Prior de la Gran Cartuja, abandonó la ciudad y volvió con su maestro.

Hubo unanimidad entre los 500 miembros durante el mes de junio, sobre todo en la décimo quinta sesión general que se celebró el 5 de junio de 1409. Cuando la demanda de la condena definitiva contra Benedicto (Pedro de Luna) y Gregorio (Angelo Corrario) se hizo efectiva, los padres de Pisa devolvieron la sentencia en una acción sin precedentes en la historia de la Iglesia hasta entonces. Todo se revolvió aún más cuando el Patriarca de Alejandría, Simon de Cramaud, dirigió una carta en agosto llamada: "Benedicto XIII y Gregorio XII", donde dijo que eran herejes, culpables de perjurio, violación de las promesas solemnes y culpables de escandalizar la Iglesia universal.

En consecuencia, fueron declarados indignos del Pontificado Soberano y fueron depuestos de sus funciones y dignidades. Todas las actas y procedimientos hechos por ellos fueron anulados y la Santa Sede fue declarada vacante. Esta sentencia fue recibida con aplausos, fue cantado el Te Deum y además se celebró una procesión, el Corpus Christi.

Todos los miembros añadieron sus firmas al decreto y pareció ser el final del concilio. El 15 de junio los cardenales se reunieron en el Palacio Arzobispal de Pisa para elegir un nuevo Papa y el Cónclave duró once días. No hubo apenas problemas externos, a pesar de las intrigas para hacer elegir un Papa francés. El Cardenal Cossa consiguió el 26 de junio de 1409 una votación unánime en favor del Cardenal Pedro Philarghi, que tomó el nombre de Papa Alejandro V.

Él mismo presidió las cuatro últimas sesiones del concilio y confirmó todas las órdenes hechas por los cardenales después de su rechazo de obediencia a los antipapas, unió los dos colegios sagrados y posteriormente declaró que él trabajaría con energía para la reforma.

Lista de cardenales

Fueron 24 los cardenales que participaron en la elección del antipapa Alejandro V, incluyendo 14 cardenales de obediencia a Roma y otros 10 de obediencia a Aviñón.

Obediencia a Roma

Obediencia a Aviñón

Consecuencias del Concilio

Una vez que terminó el Concilio y se proclamó a Alejandro como nuevo Papa, algunas universidades mantuvieron que si Gregorio y Benedicto eran dudosos también lo eran los cardenales escogidos por ellos. Por lo tanto, pensaron que ¿cómo podría Alejandro tener derechos indiscutibles y el reconocimiento de toda la Cristiandad? Así pues, la situación era aun peor, ahora había tres Papas perseguidos y exiliados de sus capitales.

A pesar de no ser elegido como era habitual en un Papa, la posición de Alejandro era mejor que la de Gregorio y Benedicto. En esta situación Francia, Inglaterra, Portugal, Bohemia, Prusia, algunos Estados de Alemania, Italia y el Condado Venaissin eran seguidores de Alejandro; Nápoles, Polonia, Baviera y parte de Alemania eran seguidores de Gregorio, y España y Escocia estaban sujetos a Benedicto.

El Concilio fue también duramente condenado. Theodore Urie, un partidario de Gregorio, dudó de los motivos del concilio de Pisa. Un partidario violento de Benedicto, Boniface Ferrer, lo llamó "convento de demonios", y San Antonio, Tomás Cayetano, Turrecremata y Odericus Raynaldus también pusieron en duda toda su autoridad. Los protestantes aplaudieron al concilio sin reservas, viendo en ello "el primer paso al rescate del mundo". San Roberto Belarmino dijo que la asamblea fue un consejo general que no fue ni aprobado, ni desaprobado.

Bibliografía

  • J. Vincke, Acta concilii Pisani, en Römische Quartalschrift 46 (1938) 81-331