Club político (Revolución francesa)

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Durante la Revolución Francesa, se formaron asociaciones de un nuevo tipo, en donde los asistentes discutían e intercambiaban informaciones sobre asuntos políticos : estas asociaciones de ciudadanos son y fueron llamadas clubes políticos, sociedades populares, sociedades patrióticas, o clubes jacobinos.[1]

Estas agrupaciones generalmente se constituyeron en base al modelo del club des Jacobins de París, donde participaban grandes oradores de esa época (Maximilien de Robespierre, Georges Jacques Danton…); aunque por cierto, también se usaron otros modelos de funcionamiento.[2]​ Los ciudadanos miembros de estas asociaciones, entre otras cosas, debatían sobre cuestiones político-sociales, comentaban las noticias de actualidad, y analizaban los proyectos de ley que se consideraban en las asambleas.

Historia

El primer club de este tipo que incluyó diputados (exclusivamente o casi exclusivamente), fue fundado el 30 de abril de 1789, y se llamó club bretón. Allí, los diputados de Bretagne se reunían para coordinar sus esfuerzos y acciones en el seno de los Estados Generales. Estas reuniones pronto atrajeron a diputados de otras provincias, y en el otoño de 1789, debido a esta nueva realidad, el grupo cambió su nombre por el de Sociedad de la Revolución (en francés: Société de la Révolution), para muy pronto cambiar de nuevo su denominación por el de Sociedad de Amigos de la Constitución (en francés: Société des Amis de la Constitution). Y el 8 de febrero de 1790, este grupo se fijó como objetivo trabajar en la consolidación de un texto constitucional.

Las primeras sociedades populares surgieron pues en 1789, en las principales ciudades de Francia. En el origen, muchos de los que allí asistían eran notables más o menos partidarios de las reformas, por lo que estos grupos pronto adoptaron la denominación de Sociedad de Amigos de la Constitución (en francés: Société des Amis de la Constitution). En 1790, estos grupos se extendieron por todo el territorio francés, pasando a ser actores importantes de las respectivas políticas locales. Incluso, a veces varias de estas sociedades coexistieron en una misma ciudad.

A partir de junio de 1793, estas agrupaciones fueron depuradas, y los miembros más moderados fueron expulsados. Estas sociedades populares pasaron entonces a ser sociedades revolucionarias.

En la época del terror, las sociedades populares pasaron a ser obligatorias, y en cada ciudad, un grupo de este tipo servía de nexo entre la comuna y los comités de vigilancia, entre otras cosas para así asegurar la buena aplicación de las leyes, y denunciar a los contra-revolucionarios.

Marco legislativo y reglamentario [3]

A pesar de que la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano fue aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789, en ese texto no se menciona explícitamente ni el derecho de reunión ni el de asociación.

Pero a este olvido pronto se le puso remedio. El artículo 62 de la ley del 14 de diciembre de 1789 reservaba a los ciudadanos activos (aquellos cuyos impuestos directos sobrepasan un cierto límite) la participación en los clubes. Y el 29 de abril de 1790, los militares fueron autorizados a asistir a estas reuniones, a condición que no llevaran sus armas. Por su parte, el 10 de mayo de ese mismo año, se prohibió a los clubes de presentar algún tipo de petición en forma colectiva.

Pero los propios clubes estaban protegidos por la constituyente : así, la société de Dax ayant été dissoute autoritairement par la municipalité, un décret du 13 novembre 1790 la rétablit, en précisant que les « citoyens ont le droit de s’assembler et de former entre eux des sociétés libres à la charge d’observer les loix (sic) qui régissent tous les citoyens ». La liberté est donc le principe, et le trouble à l’ordre public la seule restriction à l’activité des clubs. Les décrets des 19 et 22 juillet 1791 imposent la déclaration préalable à la mairie des lieux et jours des réunions. Enfin, un décret des 29-30 septembre limite leur existence politique : ils ne peuvent agir sur les pouvoirs publics, pétitionner en nom collectif, ou former des députations. La Constituante souhaitait ainsi clairement freiner leur expansion, et ainsi achever la Révolution.

Les fédéralistes sont généralement hostiles aux clubs : ils font fermer les clubs, ou arrêter leurs membres. Le 13 juin 1793, un décret de la Convention interdit aux pouvoirs publics d’intervenir ou de gêner le fonctionnement des sociétés populaires, renforcé par celui du 25 juillet, qui interdit aux autorités de mettre obstacle à leur fonctionnement, sous peine de poursuites. Les sociétés populaires deviennent ainsi des acteurs politiques à part entière et discutent de tous les sujets.

Le coup d’État de Thermidor les met à mal : le 21 brumaire an III, le club des Jacobins est définitivement fermé. Le 25 vendémiaire, les affiliations et correspondances entre clubs sont interdites, et les clubs doivent envoyer une liste de leurs membres aux autorités. L’article 361 de la constitution de l'an III (5 fructidor an IV) interdit qu’une association porte le nom de société populaire, et l’article 362 interdit les séances publiques, les réseaux, les signes extérieurs d’appartenance pour les membres, les règlements intérieurs. Le 6 fructidor, la dissolution de toutes les sociétés populaires est prononcée, leur fermeture imposée et leurs biens saisis.

Extensión y recrutamiento

Pratiquement 10 % des communes françaises ont eu une société populaire, affiliée ou non à un des clubs parisiens.

La plupart des clubs de province étaient parrainés par le club des jacobins : 90 en août 1790, 210 en mars 1791, 400 en juin, 550 en octobre, après la crise et la scission du club des Jacobins provoquée par la fuite à Varennes. Lors de la proclamation de la République, toutes tendances confondues, il existe environ 3000 clubs. Un an plus tard, ils sont entre trois et huit mille, dont 800 affiliés aux jacobins. Dans certains départements, on compte beaucoup plus de clubs : 63,5 % des communes en ont un dans les Basses-Alpes,[4]​ 90 sur 110 dans les Bouches-du-Rhône, et plus encore le Vaucluse et la Drôme.

Funcionamiento de los clubes y de las sociedades populares

Los clubes tuvieron como principal logro generar cierta capacitación de los ciudadanos en cuanto a la política, y a la vez informar a los asistentes en relación a asuntos de actualidad y cuestiones de administración. Les affiliations et parrainages constituent un réseau de sociétés populaires, qui se font les relais politiques des clubs parisiens. Ce rôle de discussion des nouvelles évolue ensuite vers un rôle de défense de la Révolution, avec comités de surveillance locaux.

Principales clubes


Bibliografía

  • Patrice Alphand, « Les Sociétés populaires », La Révolution dans les Basses-Alpes, Annales de Haute-Provence, bulletin de la société scientifique et littéraire des Alpes-de-Haute-Provence, no 307, Plantilla:1er trimestre 1989, 108×10{{{1}}} année, p. 288-350
  • Raymonde Monnier :
    • « Les sociétés populaires dans le département de Paris sous la Révolution », in Annales historiques de la Révolution française, Plantilla:N°, 1989, p. Missing parameter/s! (Template:P.)356-373, Plantilla:Lire en ligne.
    • « Paris au printemps 1791, les Sociétés Fraternelles et le problème de la souveraineté », in Annales historiques de la Révolution française, Plantilla:N°, 1992, p. Missing parameter/s! (Template:P.)1-16, Plantilla:Lire en ligne.
  • Les clubs pendant la Révolution, sitio digital 'Cosmovisions'.

Véase también

Referencias

  1. L’apprentissage de la Politique : les sociétés politiques, sitio digital 'Frenital'.
  2. L’apprentissage de la Politique : les sociétés politiques, sitio digital 'Frenital' (consultar particularmente: sección 'I- La naissance et le développement des sociétés politiques, 1789-1792'.
  3. Première République / Deuxième Période - L'Assemblée Constituante (du 20 juin 1789 au 30 septembre 1791).
  4. Alphand, p. 295

Enlaces externos