Batalla del Golfo de Morbihan

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Batalla del Golfo de Quiberón
la Guerra de las Galias
Parte de guerra de las Galias
Fecha 56 a. C.
Lugar Bretaña
Coordenadas 47°30′00″N 2°52′00″O / 47.5, -2.8666666666667
Resultado Victoria romana decisiva.
Beligerantes
Antigua Roma
Vénetos
Comandantes
Décimo Junio Bruto Desconocido
Fuerzas en combate
~150 navíos ~220 navíos
Bajas
10 barcos hundidos Toda la flota hundida

La batalla del golfo de Quiberón tuvo lugar en el 56 a. C., en la actual Bretaña, entre la tribu véneta y las fuerzas romanas de Julio César durante la guerra de las Galias. La victoria de los romanos en el golfo de Quiberón o de las "Puertas" se debió a que el viento y la bajada de la marea provocaron la inmovilización de la flota gala justo cuando los romanos se retiraban.

Causas

Al inicio del 56 a. C., mientras Bretaña ha sido sometida pacíficamente el año pasado por Publio Craso, su ejército estableció sus cuarteles de invierno cerca del océano en la costa de la Armórica, con la séptima legión en el poblado de los Andes, pueblo de la Costa Atlántica (actualmente cerca de Nantes). A falta de suministros, envió prefectos y tribunos militares a solicitarlos de los vecinos, Esuvios, Coriosolites y Vénetos. Estos últimos eran los más poderosos de toda la costa, con un gran número de buques para comunicarse con Britania. Los Vénetos controlaban también el comercio marítimo en toda la región. Ellos fueron los que desencadenaron la rebelión de los pueblos armoricanos, reteniendo a los delegados romanos Quinto Velanio, T. Silio, que levantó todas las demás naciones en contra de Roma. Los Esuvios y los Coriosolitas imitando a los Vénetos retuvieron a Marcus Trebius Gallus T. Terrasidioy pidieron a los romanos que les devolvieran a sus rehenes a cambio de los enviados romanos. Estos se negaron. Las causas de esta revuelta fueron sin duda que los Vénetos, que eran el pueblo galo más poderoso en el mar, vieron con malos ojos el creciente dominio de los romanos y temieron que no podían competir con su potencia comercial y marítima [1], mientras que para los romanos era clave la conquista de ese territorio ya que sospechaban que los galos recibían hombres y armas de la isla y que para conquistarla debían antes dominar la península.


La campaña

César estaba en Lucca, Italia donde reforzaba el Primer Triunvirato, pero al enterarse de la campaña mandó construir una flota en la desembocadura del Loira, con el fin de dominar la costa atlántica gala.

La alianza gala incluía a los vénetos (líderes de la rebelión), osismos, lexovios, námnetes, ambiliatos, mórinos, diablintes, menapios y britanos se prepararon para resisitir la respuesta romana.

Conscientes de que tendrían que luchar contra los romanos, los galos contaban con aprovechar su conocimiento del mar, el gran número de naves pesadas que tenían, adecuadas para las difíciles condiciones atmosféricas del Atlántico, la falta de provisiones de los romanos, y especialmente su conocimiento de la geografía local (el golfo de Morbihan): costa muy entrecortada, salpicada de muchas islas que ofrecían muchos refugios que ellos conocían bien.

El procónsul romano, que no volvíó a la Galia antes de finales de abril[2], desplegó su ejército con el fin de ocupar todos los territorios sometidos y evitar la propagación de la rebelión más allá de la Armórica.

Los galos fortalecieron sus ciudades y mandaron emisarios a otras tribus. Para evitar un levantamiento de todos los galos César manda tropas a varios puntos estratégicos de la Galia. Los pictones y sántonos mandaron naves a ayudar a los romanos.

Las ciudades y fortalezas vénetas estaban en penínsulas y promontorios, inaccesibles desde tierra y muy difícilmente por vía marítima, además los habitantes podían evacuarse fácilmente por mar y huir a otra fortaleza. Ante los pocos éxitos logrados César comprende que debe dominar el mar.

La flota gala

Según César, los galos tenían buques superiores a los de los romanos, sus cascos eran más planos y, por tanto, más adaptados a los bajos fondos y las maréas. Las proas y popas eran más altos, lo que les permitía navegar más fácilmente con mal tiempo y en tormentas. Los barcos eran de madera de roble, las anclas se sujetaban mediante cadenas, y las velas estaban hechas de pieles. Además, eran más grandes y más pesados que los buques romanos y sus cascos eran tan sólidos que soportaban muy bien los golpes de espolón. Sus bordas eran también más altas, y protegían a los soldados de las flechas romanas, que quedaban ellos mismos en posición vulnerable, y estas altas bordas hacían difícil abordar al enemigo.

La flota romana

Los barcos romanos solo tenían como ventaja sobre los barcos de los vénetos, el ser más rápidos y maniobrables gracias a sus remos, las velas se utilizaban con poca frecuencia. Sin embargo aunque estos buques eran más eficaces en mar calmada, soportaban mal las tormentas.

La batalla

Tras construir la flota Bruto asumió el mando de la misma, y en verano la llevó al país de los vénetos. Los romanos se vieron sorprendidos por los vénetos cerca de Saint-Gildas-de-Rhuys en un limitado espacio marítimo limitado por Houat, Hoëdic la isla Dumet, Sarzeau y la entrada al golfo en la bahía de Quiberon. Inicialmente, gracias a la superioridad de sus buques, los celtas tuvieron ventaja. Los proyectiles de los barcos romanos no podían llegar a los barcos galos, mucho más altos, mientras que los galos podían atacar fácilmente a los romanos.

Los romanos perdieron varios barcos e intentaron entonces valerse de astucias y usaron hoces unidas a pértigas para cortar los cordajes de las naves enemigas. Este truco permitió neutralizar algunos buques, pero no fue suficiente para ganar. Por otra parte, los romanos, que no consideraban una táctica global para la batalla, comenzaron a considerar la retirada cuando, de repente, el viento disminuyó y los buques celtas que navegaban a vela quedaron imovilizados. Los romanos Contratacaron y destruyeron los barcos vénetos, uno por uno, muy pocos pueden escapar. La batalla dura "de la cuarta hora del día hasta la puesta del sol", dijo César, y termina con la destrucción de la flota gala.

Consecuencias

Con la flota destruida los galos no pudieron continuar la guerra y se rindieron; César hizo ejecutar a todo el Senado de los vénetos y la población fue esclavizada. Las riquezas galas se usaron para pagar la campaña. Sus rutas de comercio pasaron a manos romanas. César entregó el territorio de los ambiliatos (Nantes) a los pictones por ayudarlo.

Esta victoria permitió a César encargarse de los peligros que representaban los germanos y atacar a los britanos que ayudaban a las tribus galas de la región.

Entre el 56 y 55 a. C., las tribus germanas de los usípetes y téncteros (que sumaban de 150.000 a 180.000 personas, aunque según César eran 400.000) cruzaron el Rin, estableciendo su campamento en el Mosa. Desde ahí, la caballería germana atacó un campamento romano y mató a unos 6.000 romanos. César reunió su ejército y comenzó las negociaciones con los germanos; pero cuando la caballería de estos se alejó a pastar, el romano atacó el campamento enemigo, matando o capturando a 100.000 de ellos, su mayoría mujeres, niños o ancianos. En consecuencia, ambas tribus germanas volvíeron a su país con los sobrevivientes.

César condujo sus fuerzas al otro lado del Rin en 55 y 54 a. C. para llevar a cabo una expedición punitiva contra los germanos, con cerca de 40.000 hombres construyó un puente y cruzó el río, los germanos se retiraron ante el avance romano y no presentaron batalla. El propio César estimaba en 430.000 guerreros germanos la fuerza a combatir aunque hoy se considera una exageración. No obstante los suevos, contra quienes principalmente se había dirigido la expedición, jamás llegaron a ser combatidos.