Alalcomeneo
En la mitología griega, Alalcomeneo fue uno de los autóctonos, es decir, de los hombres que nacieron espontáneamente de la Tierra. Tanto Alalcomeneo, que surgió cerca del lago Copais,[1] como los curetes del Ida o los coribantes frigios se disputan el honor de haber sido los primeros en nacer de esta forma.
Dio su nombre a la ciudad de Alalcómenas, en Beocia, si bien Pausanias afirma que ésta deriva su nombre de la homónima hija de Ogiges, el rey de los ectenes. Alalcomeneo alcanzó la fama por ser el tutor de la diosa Atenea,[1] que se supone que nació en este lugar, y por haber instaurado su culto. Por esto, Atenea recibe el epíteto de Alalcomeneis, que también puede significar poder defensivo. De esta relación con la diosa sabia derivan los nombres tanto de la esposa como del hijo del autóctono, llamados Atenais y Glaucopo respectivamente.
Según Plutarco, en una ocasión en que Hera estaba enojada con Zeus, Alalcomeneo aconsejó a éste que hiciera una estatua de madera, la vistiera de novia y simulara una boda con ella, para así darle celos a Hera y que por ellos se diera cuenta de que amaba a su marido.