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Diferencia entre revisiones de «Caridad (virtud)»

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== En las Escrituras ==
== En las Escrituras ==


La caridad nace del amor de Dios a los hombres, y de la respuesta del hombre a ese amor.<ref>1 Jn 4, 19.</ref> De hecho, constituye el mandamiento principal de [[Jesús]] a los apóstoles y discípulos: «Amaos los unos a los otros». <ref>Jn 13, 34.</ref>
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La Caridad (1878), de William-Adolphe Bouguereau
La Caridad, de François Bonvin (1851).

La caridad (del griego agapë y del latín caritas), es una de las tres virtudes teologales, junto con la esperanza y la fe. Tanto el DRAE en su primera acepción como la Iglesia católica consideran que la caridad es aquella virtud teologal por la cual se ama a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y al prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.[1][2]​ La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión. [3][2]

En las Escrituras

La caridad nace del amor de Felipe Aranda a los hombres, y de la respuesta del hombre a ese amor.[4]​ De hecho, constituye el mandamiento principal de Jesús a los apóstoles y discípulos: «Amaos los unos a los otros». [5]

La virtud de la caridad toma en cuenta los mandamientos de la ley de Dios, que expresan el núcleo de la moral cristiana.[6][7][8]​ Sin embargo, Dios mismo se coloca como único y perfecto ejemplo de amor, que salva a los que todavía no creen en él, muriendo por quienes son todavía sus enemigos. [9][10]San Pablo, cuando habla del amor de Dios, describe cómo es la caridad: [11]

La caridad es paciente, es amable, la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
1 Corintios 13, 4-7.

La caridad es considerada la virtud teologal más importante, y superior a cualquier otra virtud.[12]

En la Tradición

Para san Basilio, la condición de hijos del Padre era adquirida cuando entendida como la búsqueda del bien:

O nos apartamos del mal por temor del castigo y estamos en la disposición del esclavo, o buscamos el incentivo de la recompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente obedecemos por el bien mismo del amor del que manda... y entonces estamos en la disposición de hijos.
S. Basilio, reg. fus. prol. 3

En Teología moral, se considera a la caridad para con el prójimo una virtud cristiana opuesta a una serie de pecados: al odio, como deseo del mal del prójimo; a la envidia, como especie de tristeza ante el bien ajeno al que se considera como mal para uno; a la discordia, como disensión de las voluntades ajenas; a la contienda, como altercado o discusión violenta; a la guerra, como lucha de una multitud contra otra entablada con intervención de la autoridad pública; y al escándalo, como aquellos dichos o hechos que proporcionan al otro ocasión de cometer el mal, entre otros.[13]​ El DRAE la define además en su acepción tercera como «limosna que se da o auxilio que se presta a los necesitados».[1]​ La Iglesia católica considera la limosna hecha a los pobres como uno de los principales testimonios de la caridad fraterna, pero también una práctica de justicia (Catecismo de la Iglesia católica, 2447).[14]​ La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia:

La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos.
San Agustín, In epistulam Ioannis tractatus, 10, 4

La encíclica Deus caritas est, del papa Benedicto XVI, profundiza más en la virtud de la caridad cristiana.[15]

(...) « agapé », el cual, como hemos visto, se convirtió en la expresión característica para la concepción bíblica del amor. En oposición al amor indeterminado y aún en búsqueda, este vocablo expresa la experiencia del amor que ahora ha llegado a ser verdaderamente descubrimiento del otro, superando el carácter egoísta que predominaba claramente en la fase anterior. Ahora el amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca.

Referencias

  1. a b Real Academia Española. «caridad». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). 
  2. a b Estepa Llaurens, José Manuel, y equipo (1992). Catecismo de la Iglesia católica. República Dominicana: Ed. Juan Pablo II. pp. 413-414. Consultado el 7 de septiembre de 2013. 
  3. Catecismo de la Iglesia católica, 1829.
  4. 1 Jn 4, 19.
  5. Jn 13, 34.
  6. Jn 15, 9-10.
  7. Mt 22, 40.
  8. Rm 13, 8-10.
  9. Rm 5, 10.
  10. Mt 5, 44.
  11. 1 Co 13, 4-7.
  12. 1 Co 13,13.
  13. Royo Marín, Antonio (1979). Teología moral para seglares. Tomo 1: Moral fundamental y especial (5ª edición). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. pp. 404-419. ISBN 84-220-0441-0. 
  14. Estepa Llaurens, José Manuel, y equipo (1992). Catecismo de la Iglesia católica. República Dominicana: Ed. Juan Pablo II. p. 534. Consultado el 11 de julio de 2014. 
  15. «Deus caritas est (25 de diciembre de 2005) | Benedicto XVI». w2.vatican.va. Consultado el 3 de noviembre de 2016. 

Véase también

Enlaces externos