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Diferencia entre revisiones de «Obsolescencia programada»

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La '''obsolescencia programada''' u '''obsolescencia planificada''' es la determinación o programación del fin de la [[vida útil]] de un [[Bien económico|producto]], de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la [[empresa]] durante la fase de [[diseño]] de dicho producto, este se torne [[obsoleto]], no funcional, inútil o inservible. Su función es hacer pagar al consumidor dos o más veces por medio de productos degradables o, más paladinamente, "productos basura" o de necesaria y continua actualización que generen relaciones de [[adicción]] (en términos comerciales, "[[fidelización]]", como en el caso del ''software'') que redundan en beneficios económicos sensibles para empresas sin [[ética]].
La '''obsolescencia programada''' u '''obsolescencia planificada''' es la determinación o programación del fin de la [[vida útil]] de un [[Bien económico|producto]], de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la [[empresa]] durante la fase de [[diseño]] de dicho producto, este se torne [[obsoleto]], no funcional, inútil o inservible. Su función es hacer pagar al consumidor dos o más veces por medio de productos degradables o, más paladinamente, "productos basura" o de necesaria y continua actualización que generen relaciones de [[adicción]] (en términos comerciales, "[[fidelización]]", como en el caso del ''software'') que redundan en beneficios económicos sensibles para empresas sin [[ética]].



Revisión del 11:57 7 jul 2016

hola me llamo walter y como queso

La obsolescencia programada u obsolescencia planificada es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño de dicho producto, este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible. Su función es hacer pagar al consumidor dos o más veces por medio de productos degradables o, más paladinamente, "productos basura" o de necesaria y continua actualización que generen relaciones de adicción (en términos comerciales, "fidelización", como en el caso del software) que redundan en beneficios económicos sensibles para empresas sin ética.

Se cree que el origen se remonta a 1932, cuando Bernard London proponía terminar con la Gran Depresión lucrándose a costa de la sociedad a través de la obsolescencia planificada y obligada por ley (aunque nunca se llevase a cabo).[1]​ Sin embargo, el término fue popularizado por primera vez en 1954 por el diseñador industrial estadounidense Brooks Stevens. Stevens tenía previsto dar una charla en una conferencia de publicidad en Minneapolis en 1954. Sin pensarlo mucho, utilizó el término como título para su charla.

Consecuencia

El potencial de la obsolescencia programada es considerable y cuantificable. Es altamente beneficioso para el fabricante, dado que en algún momento fallará el producto y obligará al consumidor a que adquiera otro más satisfactorio,[2]​ ya sea del mismo productor —mediante adquisición de una pieza para arreglar el viejo producto o por compra de un modelo más nuevo—, o de un competidor, factor decisivo también previsto en el proceso de obsolescencia programada.

Para la industria, esta actitud estimula positivamente la demanda al alentar a los consumidores a comprar nuevos productos de un modo artificialmente acelerado si desean seguir utilizándolos.[3]

La obsolescencia programada se utiliza en gran diversidad de productos.[4]​ Existe riesgo de reacción adversa de los consumidores al descubrir que el fabricante invirtió en diseño para que su producto se volviese obsoleto más rápidamente a fin de que los clientes recurran a la competencia y basen su elección en la durabilidad y buena calidad del producto.

Obsolescencia programada y producción

La etapa inicial de la obsolescencia programada se desarrolló entre 1920 y 1930, cuando la producción en masa empieza a forjar un nuevo modelo de mercado en el cual el análisis detallado de cada sector deviene en el factor fundamental para lograr buen éxito.

La elección de fabricar productos que se vuelvan obsoletos de manera premeditada puede influir enormemente en la decisión de ciertas empresas acerca de su arquitectura interna de producción.

Así, la compañía ha de ponderar si utilizar componentes tecnológicos más baratos satisface o no la proyección de vida útil con la que estén interesados en dotar a sus productos. Estas decisiones forman parte de una disciplina conocida como ingeniería del valor.

Obsolescencia por modas

Existe obsolescencia de otro tipo: la que vuelve obsoleto a un bien de consumo porque ha dejado de estar de moda. Por ejemplo los colores, las formas y los materiales de la ropa, que denotan la temporada de su adquisición. Esta modalidad de obsolescencia se puede aplicar a cualquier bien.

Detección

La decisión de recurrir a la obsolescencia programada no siempre es tan fácil. Se complica aún más al entrever otros factores, como la constante competencia tecnológica o la sobrecarga de funciones, que si bien pueden expandir las posibilidades de uso del producto en cuestión también pueden hacerlo fracasar rotundamente. Otro problema es que al tratar de mantenerse competitivo dentro del mercado, el productor se ve obligado a reducir la calidad del diseño o materiales, y aunque esto técnicamente podría ser considerado obsolescencia programada, también podría ser clasificado como obsolescencia intrínseca al proceso de fabricación[5]

Por ejemplo, en informática un software no desarrollado todo lo cuidadosamente que se debería puede provocar obsolescencia del hardware en el cual se ejecuta.[6]

Desechos y contaminación

El objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico. Por ello otros objetivos como la conservación del medio ambiente pasan a un segundo plano de prioridades.

La falta de una gestión adecuada de los productos manufacturados que se vuelven obsoletos constituye un foco de contaminación. Es una consecuencia del sistema de producción y económico contemporáneo, que promueve el consumo creciente. Por ello, la sostenibilidad de este modelo a largo plazo es discutida.

Además, países en vías de desarrollo están siendo usados como vertedero de todos estos productos inservibles; lo que está generando una considerable contaminación y destrucción del paisaje en dichos países.

Obsolescencia por sector

Obsolescencia biológica

Compañías como Monsanto diseñan genéticamente semillas que se vuelven estériles e inútiles una vez que han dado la primera cosecha, las llamadas semillas Terminator[7]​ producidas mediante la tecnología GURT (acrónimo inglés de Grupo de Tecnologías de Restricción de Uso). Por otra parte, las compañías aseguradoras y de asistencia sanitaria manejan datos sobre los genes de los trabajadores que sirven para dictar la conveniencia o duración de su contratación laboral y retirarle a algunos la posibilidad de un seguro de vida,[8][9]​ la llamada discriminación genética. La película Blade runner, fundada en una narración de Philip K. Dick, testimonia, trasladándolos al futuro, algunos casos de esta contravención de la ética y la dignidad humana. La sustitución del trabajo humano por servomecanismos robóticos volverá, por otra parte, obsoletos a sus creadores en la llamada Cuarta revolución industrial o robótica (tras la del vapor, la electricidad y la electrónica): destruirá muchos más puestos de trabajo de los que creará, según el Foro Económico Mundial de Davos, uno de cuyos estudios prevé la desaparición de más de 5 millones de puestos de trabajos en los 15 países más industrializados del mundo.[10]

Obsolescencia de medicamentos

La mayoría de medicamentos contiene componentes químicos cuya vida útil es limitada, sin embargo, algunos laboratorios reducen la fecha de caducidad de los fármacos que producen con el fin de obtener mayores ganancias en el rentable negocio de la salud, ocasionando que los pacientes desechen los medicamentos supuestamente vencidos para adquirir otros nuevos.[11][12][13]

A pesar de ser cierto que luego de la fecha de caducidad, existen fármacos los cuales podrían desarrollar algún tipo de degradación del producto en agentes tóxicos y nocivos, la mayoría realmente solo desarrolla pérdida en la eficacia del medicamento sin perjudicar gravemente la salud de la persona. Además de esto, la fecha de expiración de todos los fármacos se hace bajo estudios de estabilidad físico-química aceleradas, es decir, en condiciones desfavorables para la consistencia del fármaco (alta temperatura, humedad, iluminación) lo cual ayuda a descontextualizar el tiempo de estudio. The Medical Letter asegura que la mayoría de los fármacos vendidos retienen su potencia en un 70%-80% en los diez primeros años posteriores a su elaboración.[14]

Obsolescencia de componentes eléctricos y electrónicos

El procedimiento suele ser el siguiente: uno de los aparatos electrónicos de uso habitual falla. Cuando el dueño lo lleva a reparar, en el servicio técnico le dicen que resulta más rentable comprar uno nuevo que arreglarlo.

Generalmente el precio de la mano de obra, las piezas estropeadas y el montaje suelen costar un poco más que adquirir uno nuevo. Por ello normalmente el usuario suele desechar el producto averiado y comprar uno nuevo. Esto ocurre en algunos componentes digitales de la computadora tales como la impresora, las unidades de disco óptico, los monitores LCD o LED, la tarjeta madre o el mismo microprocesador. Afortunadamente no ocurre así con los monitores CRT, parlantes, equipos de audio y vídeo como el reproductor de DVD, televisores, videograbadoras, videocámaras, radios, radiograbadoras, deck de casete, tornamesas, amplificadores, tocadiscos, equipos de sonido hi-fi, minicomponentes, todos ellos -la gran mayoría analógicos- son reparables.

El problema se basa en la gran cantidad de residuos que se originan actualmente al realizarse este fenómeno una y otra vez, cada día, en todo el mundo. En el orbe hay más de 7 000 000 000 de habitantes, y el número continúa creciendo: hay un aumento poblacional de 210 000 personas por día. La generación diaria promedio de basura «per cápita» es de 1 kg: alrededor del mundo, en tan sólo un día se generan 7 000 000 000 kg de desechos. [cita requerida]

Una vasta cantidad de éstos no son biodegradables, y el tiempo que transcurre hasta que se considere que ha ocurrido la descomposición, al menos parcial, puede ser muy prolongado. Además muchas veces los residuos son altamente contaminantes. Esto incide negativamente tanto en la integridad del entorno como en la salud de sus habitantes.

Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) contienen materiales recuperables, que evitan la explotación de nuevos recursos naturales, y otros que pueden ser inficionantes, de modo que si no se les trata adecuadamente pueden resultar dañinos para el medio ambiente.

Tales elementos electrónicos contienen materiales tan contaminantes como el plástico, el polipropileno (PP), las baterías de plomo, etc. El plástico es el material más lento para degradarse: de 100 a 1000 años. Al aire libre pierde tonicidad, se fragmenta y se dispersa. Sin embargo, enterrado dura más.

La mayoría está hecho de tereftalato de polietileno (PET), material duro de roer: los microorganismos carecen de medios para atacarlos. El polipropileno tarda 1000 años en descomponerse, contamina menos que el poliestireno (PS) pero también tarda. Aun así el plástico queda reducido a moléculas sintéticas, invisibles pero omnipresentes.

Una de las partes muy preocupantes es la relativa a baterías (o acumuladores) de plomo, invento que remonta a 1889. Debido a su elevado contenido de plomo implica grave peligro para el ser humano y para el ambiente. Respirar polvo o emanaciones de vapor de este metal puede provocar graves perturbaciones para la salud, incluida la muerte, además de perjudicar el entorno, advierte el PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente). [cita requerida]

Según los cálculos de este organismo internacional, de los 2,5 millones de toneladas de plomo que se generan anualmente en todo el mundo, tres cuartas partes sirven para la fabricación de baterías que se utilizan en automóviles, teléfonos y computadoras portátiles o en las industrias.

La obsolescencia programada de productos eléctricos industriales es muy antigua. Su creador fue Thomas Edison. Diseñó las bombillas para que se fundieran periódicamente y se negó a investigar su reparación o perfeccionamiento. El español Benito Muros ha demostrado al menos que es posible diseñar bombillas reparables y que no se fundan.[15]

Obsolescencia de software

La obsolescencia programada en el software se inicia desde el momento en que el fabricante impulsa a los consumidores a renovar / actualizar su versión de los programas informáticos porque no continuará con sus actualizaciones y el respectivo soporte técnico (renovación de los controladores de impresora, compatibilidad con otros programas, soluciones a problemas imprevistos, parches de seguridad, actualización de la defensa contra el malware, reconocimiento de aplicaciones nuevas, etc). De esa manera se comprará dos o más veces el mismo producto, añadiendo plusvalía al fabricante.

Un software que no goce de actualizaciones periódicas sufrirá eventualmente de obsolescencia debido a que se queda atrás en comparación a la tecnología digital al dejarse de desarrollar aplicaciones para el programa. Muchas veces estos programas informáticos discontinuados son llamados abandonware porque sus programadores "estancan" a propósito sus propios software con el fin de motivar al consumidor a comprar la nueva versión ya que, aunque los nuevos programas que introducen podrán leer el contenido de las versiones anteriores, una versión antigua no podrá leer los archivos del nuevo sistema.[16]​ Ejemplo de esto fue la discontinuacion del sistema operativo XP por parte de Microsoft lo cual deja en el camino a la obsolescencia al sistema operativo ya que como comunica Microsoft, de seguir utilizando Windows XP se podrían presentar vulnerabilidades en la seguridad del equipo ante amenazas como lo son los virus.[17]

Ventajas y desventajas

Las estimaciones de obsolescencia programada pueden influir en las decisiones de una empresa sobre la ingeniería de producto. Por lo tanto, la empresa puede utilizar los componentes menos costosos que satisfagan las proyecciones de todo el ciclo de vida del producto.

Además, para las industrias, la obsolescencia programada estimula la demanda mediante el incentivo a los compradores para trabajar bajo presión y así comprar en un periodo anterior si todavía quieren un producto que funcione. Estos productos se pueden comprar al mismo fabricante (una pieza de recambio o un modelo nuevo), o a un competidor que también dependa de la obsolescencia programada. Especialmente en los países desarrollados (donde muchas industrias ya se enfrentan a un mercado saturado), esta técnica es a menudo necesaria para que los productores mantengan su nivel de ingresos.

Mientras la obsolescencia programada es atractiva para los productores, también puede hacer un daño significativo a la sociedad en forma de externalidades negativas. Continuamente sustituyendo, en lugar de reparar los productos, estos crean más residuos y contaminación, explotan más recursos naturales y se traducen en un mayor gasto en el consumo. La obsolescencia programada puede entonces tener un impacto negativo sobre el medio ambiente en su conjunto. Incluso cuando la obsolescencia programada podría ayudar a salvar a los escasos recursos por unidad producida, tiende a aumentar la producción total, ya que debido a la ley de oferta y demanda, disminuye en el costo y el precio finalmente se traducirá en aumentos de demanda y consumo. Sin embargo, los impactos ambientales negativos de la obsolescencia programada dependen también del proceso de producción.[18]

También existe la posible reacción de los consumidores que se enteran de que el fabricante ha invertido dinero para hacer el producto obsoleto más rápido; estos consumidores podrían recurrir a un productor (si es que existe) que ofrece una alternativa más duradera.

La obsolescencia programada también puede ofrecer ventajas a los consumidores: Los primeros beneficiados serían los mismos trabajadores de las industrias dado que ello les permite un trabajo estable, lo que conlleva que puedan desarrollar un consumo planificado durante la vida, que repercutirá en una mayor calidad de vida. Además, permitirá que se transforme en un aumento del consumo, lo que, a su vez, supone un mayor beneficio para todas la industrias, y, por ende, en el producto interior bruto del país. Estamos hablando, por tanto, de un círculo vicioso del consumo, con un crecimiento exponencial del mismo.

Asimismo, otra ventaja para todos, incluidos los consumidores, es que las empresas para poder mantener una continua y constante evolución de sus ventas, precisarán invertir en investigación y desarrollo de nuevos productos, los cuales mejorarán y sustituirán a los anteriores, lo que se transformará en una mejora de calidad, siempre y cuando también sus componentes sean de calidad. El mejor ejemplo se visualiza en el estratosférico avance tecnológico que se ha vivido en las dos últimas décadas, donde se han sucedido multitud de sustituciones de diferentes productos, que mejoraban enormemente a sus inmediatos predecesores. 

Controversias de la obsolescencia programada

Teóricamente el mercado, mediante la libre competencia, deberá producir los bienes de la más alta calidad para el consumidor al menor costo posible en el largo plazo. Sin embargo, existe una contradicción intrínseca en este concepto, puesto que el mercado requiere que el productor, con el fin de mantenerse competitivo, disminuya sus costos en todos las fases del proceso de producción (costo-eficiencia). Esto usualmente se traduce en el pago de salarios mínimos, tercerización pero también en el uso de materiales de menor calidad, pobre diseño. A esto se le puede denominar obsolescencia intrínseca.[19]

El segundo problema es que ningún producto puede permitirse una vida útil mayor a la necesaria para mantener el ciclo de consumo. Debido a ello se planifica la ‘caducidad’, falla o daño de un producto después de un periodo específico, esto es obsolescencia planificada o programada propiamente dicha.

Cuando se quieren imponer sanciones mediante legislación a la obsolescencia planificada, la estrategia adoptada por las empresas es enmascararla dentro de lo que hemos denominado obsolescencia intrínseca, suprimiendo o ignorando nuevas tecnologías que podrían suponer un producto más duradero, sostenible o amigable con el ambiente.

La obsolescencia programada consiste en hacer descartable lo que por su esencia no lo es. Se trata de una estafa de ciertos sectores deshonestos de la industria (específicamente de la tecnología digital) que hacen deliberadamente perecederos a los productos que podrían ser duraderos, con el objetivo de que el usuario los descarte y compre otros nuevos que también durarán un tiempo limitado, y así se pase la vida; comprando, usando y descartando. [cita requerida]

Los productos digitales son los objetos en los que la obsolescencia programada se evidencia con mayor magnitud[cita requerida]. Casi todos los componentes digitales de computadoras, en lugar de ser duraderos y reparables, son descartables[cita requerida]. Sin embargo, la raíz del problema sigue estando en la industria misma: los reparadores encuentran dificultades como unidades selladas imposibles de desarmar y rearmar, unidades fabricadas siguiendo un proceso automatizado que, al reproducirlo manualmente con fines de reparación, generan un costo de mano de obra mayor que el costo del producto nuevo, o bien, directamente la imposibilidad de conseguir repuestos, ya sea porque nunca han salido a la venta como tales o porque dejaron de fabricarse según el calendario de obsolescencia programada que siguió la unidad.

Formas de lucha contra la obsolescencia programada

Una de las formas de obstaculizarla es mediante la creación de sellos de garantía de productos sin obsolescencia programada, como el sello ISSOP (Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada), creado por la Fundación FENISS (Fundación Energía e Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada)[20]​ Que cumplen los productos con estos requisitos:

  • 1. Priorizar la compra de productos y la contratación de servicios que sean respetuosos con el medio ambiente, fabricados sin obsolescencia programada, y si es fabricante de algún producto, fabricarlo sin obsolescencia programada. Utilizando preferiblemente producto local y el “Comercio Justo”.
  • 2. Contribuir a la mejora energética y a la disminución de emisiones, con el objeto de reducir las huellas de carbono y ecológica corporativa.
  • 3. Realizar la correcta gestión de residuos.
  • 4. Promover la cultura del consumo social y ambientalmente responsable.
  • 5. Apostar por una responsabilidad ambiental y la preservación del Medio Ambiente local.
  • 6. Facilitar el acceso a la formación ambiental y de integración social.
  • 7. Evitar hacer uso de una publicidad engañosa o ambiental y socialmente irresponsable.
  • 8. Promover la igualdad e integración social.
  • 9. Facilitar la conciliación laboral, familiar y personal.
  • 10. Promover y difundir los compromisos adoptados hacia un modelo de gestión más sostenible y responsable. Incluir en sus contratos con terceros cláusulas que impidan la corrupción.

El sello ISSOP no solo busca la ausencia obsolescencia programada, sino también proteger el medio ambiente y el desarrollo sostenible de los productos.

En la práctica queda claro que son mucho mayores los peligros que las ventajas que conlleva. El principal peligro corresponde a la basura electrónica que genera y que repercute en países tercermundistas principalmente, dado que, a pesar de estar totalmente prohibido, los países desarrollados exportan a Ghana materiales de segunda mano cuando más del 80% son productos totalmente irreutlizables. Por ello, algunos países como la India, en 2011, crearon una Ley de Basura Electrónica, a fin de que las empresas asuman todo el coste del ciclo de vida productivo del producto.

Otra de las propuestas principales pasa por un cambio de hábitos de todos, desde las mismas empresas productoras, los gobiernos de todos los países y los propios consumidores a fin de que entre todos podamos encontrarnos un equilibrio a fin de no generar tantos residuos, o en busca de nuevas propuestas de reciclaje de los mismos, como algunas marcas que ya apuestan por productos con piezas reemplazables y reutilizables, o en la investigación y desarrollo de fórmulas que eviten esa basura, como los últimos avances respecto a bacterias que consumen el plástico residual.

Por último, diferentes grupos ecologistas han ideado nuevos alternativas para conseguir  alargar la vida útil de los productos, como, por ejemplo Amigos de la Tierra que han ideado la alargascencia, la cual es un directorio de establecimientos de reparación, alquiler, intercambio y compraventa de artículos de segunda mano, a fin de evitar ese incremento masivo de residuos.

Véase también

Referencias

  1. London B. (1932). Ending the depression through planned obsolescence. New York
  2. Curso de Marketing (comportamiento de consumidor) - AulaFácil
  3. El mercado de los videojuegos, la obsolescencia programada y la obsolescencia percibida - Vida Extra
  4. ¿Es positivo el cambio tecnológico? - MATERIABIZ
  5. Delgado, J. A. (2014, Septiembre 22). Obsolescencia Programada. Obtenido de http://www.zeitgeistec.com
  6. Software libre contra la obsolescencia programada
  7. http://www.omicrono.com/2013/01/obsolescencia-programadasemillas-terminator/
  8. http://www.ub.edu/fildt/revista/pdf/RByD23_ArtRodriguez.pdf
  9. http://www.ugr.es/~eianez/Biotecnologia/buchanan.htm
  10. http://economia.elpais.com/economia/2016/02/05/actualidad/1454685123_400320.html
  11. «¿Expiran realmente los medicamentos?»
  12. «¿Caducan los medicamentos?»
  13. «Revela que medicamentos no caducan en su fecha de vencimiento.»
  14. «Medicamentos más allá de su fecha de vencimiento». Consultado el 7 de noviembre de 2015. 
  15. http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2015-01-13/es-la-bombilla-eterna-espanola-una-estafa_620755/
  16. (en inglés) «Idea: Planned obsolescence». The Economist. 25 de marzo de 2009. Consultado el 7 de noviembre de 2015. 
  17. «El soporte técnico de Windows XP finalizó». Consultado el 6 de noviembre de 2015. 
  18. Guiltinan, Joseph Guiltinan (2009). «Creative Destruction and Destructive Creations: Environmental Ethics and Planned Obsolescence». Journal of Business Ethics 89. 
  19. Joseph, P. (Director). (2011). Zeitgeist Moving Forward [Documental]. Estados Unidos: Gentle Machine Productions LLC.
  20. http://hipertextual.com/2016/03/issop-obsolescencia-programada

Enlaces externos