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Cognición Social[editar]

La cognición social puede definirse como un proceso neurobiológico, psicológico y social, por medio del cual se perciben, reconocen y evalúan los eventos sociales, para construir una representación del ambiente de interacción de los individuos, y posteriormente generar el comportamiento social, es decir, la respuesta más adecuada según la circunstancia particular. Se relaciona con la percepción social (estadio inicial que evalúa las intenciones de los demás a través de su conducta –dirección de la mirada y movimiento corporal–) y el estilo atribucional (cómo se explica la conducta de otras personas)[1]​.

Neuroanatomía de la cognición social[editar]

Las estructuras anatómicas implicadas en estos procesos, basándose en estudios experimentales en animales y en pacientes lesionados, corresponderían a amígdala, corteza prefrontal ventromedial, ínsula y corteza somatosensorial derecha.

El hipofuncionamiento de las regiones involucradas en la cognición social podría ser el origen de las dificultades en la interacción social y la comunicación, que pueden ser observables en los pacientes con diversos trastornos psiquiátricos.

Corteza prefrontal ventromedial[editar]

El neocórtex ventral y las estructuras paralímbicas ventrales se ocupan de darle valor a los sentimientos y a los actos que ejecuta el neocortex dorsal.

La corteza prefrontal ventromedial es imprescindible para la la toma de decisiones basada en recompensas y valores, a través de interacciones con el estriado ventral y la amígdala. Además, es necesaria para la generación y regulación de la emoción negativa, a través de sus interacciones con la amígdala, el núcleo de la cama de la estría terminal, el gris periacueductal, hipocampo y corteza cingulada anterior dorsal. Esta región del cerebro se ve involucrada en otros aspectos de la cognición social, como el reconocimiento de emociones faciales, la capacidad de la teoría de la mente y el procesamiento de información relevante, a través de sus interacciones con la corteza cingulada posterior, el precúneo, el dorsomedial y la amígdala.[2]

Amígdala[editar]

Se encarga de realizar una evaluación cognitiva del contenido emocional de estímulos perceptivos complejos. La amígdala, por sus conexiones desde el núcleo central hacia el hipotálamo y el tronco cerebral, es capaz de desencadenar la respuesta hormonal de estrés y por su conexión con núcleo basal de Meynert, de dirigir la atención hacia el estímulo peligroso. La amígdala recibe aferencias sensoriales talámicas y de áreas sensoriales de asociación, y manda eferencias hacia áreas sensoriales primarias antes que suceda la representación cortical del estímulo. De esta manera, regula dirigidamente lo que la corteza sensorial procesa. Debido a que en la amígdala se produce el efecto de potenciación a largo plazo, se puede explicar su participación en los procesos de ansiedad y estrés post-traumático, en donde estas asociaciones entre señales peligrosas y respuesta de estrés se aprenden y refuerzan ocasionando los síntomas somáticos de ansiedad.[2]

Corteza somatosensorial e ínsula[editar]

La corteza somatosensorial derecha está comprometida en la empatía y la simulación mientras que la ínsula se encarga de la respuesta autonómica. Estas dos estructuras hacen posible la interpretación y expresión emocional en el rostro, principalmente de la mirada, manipulando de manera correcta la información.[2]

La capacidad de sentir empatía por otra persona es medida a partir de la reproducción de un estado emocional semejante, debido a esto las estructuras que se encargan de la interpretación de las respuestas emocionales deben funcionar correctamente.

Área fusiforme[editar]

El giro fusiforme, también llamado occipitotemporal medial o área fusiforme de rostros, procesa propiedades estructurales y estáticas de los rostros. Participa en la identificación de estados emocionales y por lo tanto en la elaboración de teoría de la mente. También está involucrada en el procesamiento de la expresión facial, la percepción de la voz y se relaciona con el comportamiento moral.[1]

Corteza cingulada[editar]

La corteza cingulada o cíngulo brinda la información necesaria para que se realice el control consciente de la emoción y el comportamiento moral a través de la recuperación de información y la imaginación de situaciones emocionales.[1]

Está involucrada en el estrés emocional y en el dolor físico. Se relaciona con la corteza rostral del prefrontal pues envía información que permite a ésta tomar decisiones sobre la necesidad de responder ante una situación novedosa, por lo cual se le considera un sistema de alarma automática.[1]

Procesos que hacen parte de la cognición social[editar]

Teoría de la mente[editar]

El concepto de "teoría de la mente" (ToM) se refiere a la habilidad para comprender y predecir la conducta de otras personas, sus conocimientos, sus intenciones y sus creencias. Se tarta de una habilidad "heterometacognitiva", ya que se hace referencia a cómo un sistema cognitivo logra conocer los contenidos de otro sistema cognitivo diferente de aquel con el que se lleva a cabo dicho conocimiento[3]​, y "universal" que subyace a nuestra capacidad de interactuar socialmente. Es un componente central en la capacidad empática y es una función que ha evolucionado a partir de la selección natural dado que es adaptativa y confiere consecuencias positivas a quien la posee.

Bases Neurales[editar]

Los modelos de lesiones para comprender cómo funciona la teoría de la mente se basan en lesiones en lóbulo frontal y en amígdala. En la amígdala, lesiones bilaterales provocan incapacidad de reconocer expresiones faciales y habladas. Lesiones tempranas en adultos humanos provocan un déficit en ToM disociado de déficit en funciones ejecutivas. En lesiones frontales, los orbito frontales (bilaterales) se comportaron como los Asperger, fallando en pruebas sutiles de razonamiento social (faux pas) y no en las de creencias falsas. Los dorsolaterales (unilaterales) tuvieron dificultades en las pruebas que provocan alta demanda en memoria de trabajo pero no cuando se eliminó esta demanda.

Desarrollo a lo largo de la vida[4][editar]
  • Los niños recién nacidos tienen atracción por las caras y los ojos, tienen una gran facilidad para diferenciar expresiones faciales.
  • Alrededor del año y medio comienzan a comprender que él y otra persona están mirando la misma cosa y logra diferenciar las intenciones de una persona de sus acciones. Además de lograr lo que se denomina el “señalamiento protodeclarativo”.
  • Entre los 18 y 24 meses el niño puede comenzar a comprender el “como si”
  • Entre los 3 y 4 años los niños son capaces de distinguir entre entidades y eventos mentales y físicos. En esa misma edad ya saben que el cerebro sirve para soñar, pensar, desear, guardar secretos, entre otros. A los 4 años distinguen apariencia vs realidad.
  • Recién entre los 4 y los 6 años el niño comienza a comprender que lo que él sabe del mundo no necesariamente coincide con los que los demás saben del mundo. También que los otros pueden tener otras creencias sobre el mundo, así como también falsas creencias o creencias equivocadas. Asimismo es alrededor de esta edad en que los niños pueden reconocer en los otros la intención del engaño y la mentira.
  • Ya a los 6 o 7 años el niño comienza a comprender que los otros también pueden representarse estados mentales de otras personas, entendiendo por lo tanto que pueden tener creencias equivocadas acerca de las creencias de los demás.
  • Finalmente entre los 9 y 11 años el niño desarrolla la capacidad de entender que alguien dijo o hizo algo inapropiado sin saber que lo que se estaba haciendo era inapropiado pero no sin dejar de comprender que más allá de que no hubo intencionalidad el otro puede sentirse lastimado o insultado.

Toma de decisiones[editar]

La toma de decisiones puede definirse como la selección de una alternativa dentro de un rango de opciones existentes, considerando los posibles resultados de las selecciones realizadas y sus consecuencias en el comportamiento presente y futuro.

Bases neurales[editar]
  • Corteza prefrontal: es una región cerebral de gran importancia para la toma de decisiones. Entre sus estructuras se encuentra el córtex orbitofrontal, el cual es importante a la hora de tomar decisiones relacionada con los incentivos positivos y las situaciones emocionales asociadas a los resultados de las selecciones. La corteza prefrontal dorsolateral se encarga de la monitorización de la memoria de trabajo y la región ventral de la recuperación de la información almacenada en las regiones posteriores de asociación cortical.
  • Corteza cingulada anterior: su papel fundamental en la toma de decisiones se relaciona con la modulación de otras regiones prefrontales como la corteza orbitofrontal y la corteza prefrontal ventromedial. Esta función es ejercida fundamentalmente a través del análisis de situaciones que resultan ambiguas o conflictivas. Además,participa en la optimización de las decisiones futuras sobre la base de las contingencias previas recibidas a lo largo del proceso de selección de opciones
  • Amígdala: esta estructura del sistema límbico desempeña un papel fundamental en la decodificación emocional de los estímulos ambientales.
Adolescencia[editar]

Los adolescentes no pueden ser juzgados con los mismos estándares de responsabilidad que los adultos, ya que el cerebro se encuentra en desarrollo y la corteza prefrontal en un proceso de maduración. Es por esto que generalmente las leyes son distintas si se trata de un adulto, mayor de edad, que si se trata de un adolescente.

Empatía[editar]

La empatía es la capacidad de comprender los sentimientos y emociones de los demás, basada en el reconocimiento del otro como similar. Es una habilidad indispensable para los seres humanos, teniendo en cuenta que toda nuestra vida transcurre en contextos sociales complejos. Esta naturaleza social hace que el reconocimiento y la comprensión de los estados mentales de los demás, así como la capacidad de compartir esos estados mentales y responder a ellos de modo adecuado, sean tanto o más importantes que la capacidad de comprender y responder adecuadamente a los contextos naturales no sociales.[5]
Ocurre cuando somos capaces de suspender nuestro foco atencional "único", es decir, nuestra propia mente, y adoptar un foco atencional "doble", que implica tener en cuenta la mente de la otra persona al mismo tiempo.

Para que el proceso de empatía se complete, es necesario no sólo identificar lo que otra persona siente o piensa, siento también dar una respuesta acorde a sus pensamientos y sentimientos con una emoción apropiada.

Bases neurales[editar]
  • Corteza prefrontal medial: procesamiento de información social necesaria para la comparación entre la perspectiva propia y la del otro.
  • Opérculo frontal: codificación de intenciones y objetivos de los otros.
  • Giro frontal inferior: lesiones en esa área derivan en fallas en el reconocimiento de las emociones.
  • Corteza cingulada anterior caudal: se activa tanto al experimentar dolor como cuando vemos a otra persona teniendo una experiencia dolorosa.
  • Ínsula anterior: cumple un rol importante en los aspectos corporales de la conciencia de uno mismo.
  • Conjunción temporo-parietal del lóbulo temporal: involucrada en el proceso de empatía relacionada con ToM (reconocer estados mentales, creencias, intenciones, deseos y emociones en otros y actuar de forma apropiada frente a esto).
  • Amígdala: aprendizaje emocional, centro del cerebro emocional, modulación de respuestas relacionadas con el miedo y el peligro y reconocimiento de caras de susto.

Juicio moral[editar]

La moralidad puede ser definida como un conjunto de costumbres y valores que son utilizadas por un grupo cultural para guiar la conducta social. La moral designa el campo de lo permitido y lo prohibido y, por otra parte, el sentimiento de obligación del sujeto hacia ellas. El dominio de la moral abarca especialmente a aquellas acciones que implican el interés o el bien de personas diferentes del agente, requiriendo la existencia de normas y de un sujeto responsable de sus actos.[6]

Bases neurales[editar]

La mayoría de los juicios morales son intuitivos, con ausencia de un razonamiento explícito. Estos juicios se asocian a la activación de regiones frontales (polo frontal, circunvolución frontal medial y córtex orbitofrontal), temporales (circunvolución temporal superior y polo temporal) y cerebelo derecho. En los dilemas personales, los cuales son se ha observado una activación preferencial de regiones cerebrales asociadas con las emociones y la cognición social (córtex prefrontal medial, región cingular posterior y circunvolución temporal superior). Cuando los sujetos aceptan una conducta utilitaria que causa un daño a un tercero, se ha observado la activación preferencial de regiones cerebrales asociadas a los procesos de razonamiento (región prefrontal dorsolateral y cíngulo anterior). En los dilemas impersonales se observa la activación preferencial de las mismas regiones cerebrales que son activadas cuando los sujetos aceptan una conducta utilitaria (región prefrontal dorsolateral y cíngulo anterior).[6]

Evaluaciones[editar]

Los procesos cognitivos y emocionales implicados en la cognición social pueden ser caracterizados a partir de estudios neurofisiológicos y de neuroimágenes. En la evaluación de la cognición social se evalúa el procesamiento emocional por medio de pruebas que miden la percepción y el reconocimiento de emociones expresadas facialmente.

Pruebas[editar]

Test de Lectura de los Ojos o Test de la Mirada (Baron-Cohen y cols. 2001)[7][editar]

Desarrollado en base a conceptos de ToM, que personas sanas pueden inferir estados mentales ajenos a partir de sus expresiones faciales.

Se le muestran al sujeto 36 fotografías de la zona de los ojos de 36 personas. El sujeto debe elegir entre 4 opciones escritas cuál representa mejor la expresión de la mirada que esta percibiendo en la fotografía. Para descartar que el paciente tenga prosopagnosia (trastorno de reconocimiento facial), se le pide que identifique el sexo de la persona en la fotografía.

Este test representa un procesamiento de la percepción no consciente de una mirada, el otorgamiento de una valencia, y el procesamiento consciente para poder elegir la opción más adecuada. Se le da un punto por cada opción correcta elegida, y un punto por identificar correctamente el sexo de la persona, teniendo un máximo de 36 respuestas correctas en ambos casos.

Facial Expressions of Emotion: Stimuli and Test (Young, Perret, Calder, Sprengelmeyer & Ekman, 2002)[8][editar]

Se utilizaron 10 modelos, 6 mujeres y 4 hombres, para que cada uno interprete las 6 emociones básicas (enojo, asco, alegría, tristeza, ira y sorpresa), teniendo así 60 fotos en total. Los participantes tienen que identificar las emociones expresadas en las fotos.

Diferencias culturales[editar]

Los humanos tienen muchas habilidades cognitivas que no poseen sus parientes primates más cercanos. Es decir, mientras que los primates en general han desarrollado habilidades socio-cognitivas sofisticadas para competir y cooperar con los conespecíficos, los humanos también han desarrollado habilidades que les permiten crear diferentes grupos culturales, cada uno operando con un conjunto distintivo de artefactos, símbolos y prácticas sociales e instituciones. Para funcionar eficazmente en el mundo cultural en el que nacen, los niños humanos simplemente deben aprender a usar estos artefactos y herramientas y participar en estas prácticas, que requieren algunas habilidades sociales y cognitivas especiales de aprendizaje social, comunicación y teoría de la mente. Las habilidades especialmente poderosas de los seres humanos de la cognición sociocultural al inicio de la ontogenia sirven así como una especie de "arranque" para el desarrollo distintivamente complejo de la cognición humana en general. Podemos llamar a esto la hipótesis de la inteligencia cultural.

Déficit de cognición social[editar]

  • Según Cummings, una lesión en la corteza prefrontal ventromedial ocasionaría un trastorno en las conductas sociales[9]​ y emocionales, incluyendo la interpretación de marcadores somáticos o emocionales[10]​​[11]​que se utilizan para guiar la conducta en situaciones específicas.
  • Los pacientes con lesión en las áreas de la corteza somatosensorial y la ínsula tendrían trastornos en el reconocimiento de emociones.
  • Lesiones en el cíngulo pueden generar mutismo akinético, una forma extrema de pérdida de la motivación para la acción y que está relacionado con el monitoreo de errores y respuestas ante situaciones conflictivas.[12]​​[1]
  • El procesamiento de la mirada es de gran importancia en la cognición social. Ross​ propone que habría una mayor capacidad de percepción del estado emocional a través del procesamiento de la mitad superior de la cara (ojos) que a través del procesamiento de la mitad inferior (boca)[13]​. Los pacientes con autismo, los cuales tienen anormalidades estructurales o funcionales en la amígdala, no tienen capacidad de atribuir un estado mental o inferir una emoción en otra persona a través de la mirada. Esto se demostró a través de estudios funcionales, y dio lugar a la teoría del trastorno amigdalino en el autismo. También se observó este trastorno en pacientes con lesión amigdalina (sobre todo para el reconocimiento de la expresión emocional de miedo) y en esquizofrenia.[14]


Referencias[editar]

  1. a b c d e Juárez, Octavio Uña; Juarez, Octavio Una (1993-10). «La dialéctica sujeto-objeto en la construcción social de la realidad: breve introducción a P. L. Berger». Revista Mexicana de Sociología 55 (4): 121. ISSN 0188-2503. doi:10.2307/3541060. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  2. a b c Suñer Soler, Rosa (2007-01). «La Prevención De La Enfermedad Vascular Cerebral Aguda». Revista Científica de la Sociedad Española de Enfermería Neurológica 26 (1): 38-44. ISSN 2013-5246. doi:10.1016/s2013-5246(07)70065-x. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  3. Tirapu-Ustárroz, J., Pérez-Sayes, G., Erekatxo-Bilbao, M., & Pelegrín-Valero, C. (2007). ¿Qué es la teoría de la mente. Revista de neurología, 44(8), 479-489.
  4. Zegarra-Valdivia, Jonathan; Chino Vilca, Brenda (29 de septiembre de 2017). «Mentalización y teoría de la mente.». Revista de Neuro-Psiquiatria 80 (3): 189. ISSN 1609-7394. doi:10.20453/rnp.v80i3.3156. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  5. López, Mariana Beatriz; Arán Filippetti, Vanessa; Richaud, María Cristina (13 de enero de 2014). «Empatía: desde la percepción automática hasta los procesos controlados». Avances en Psicología Latinoamericana 32 (1): 37-51. doi:10.12804/apl32.1.2014.03. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  6. a b Slachevsky, Andrea; Silva, Jaime R; Prenafeta, María Luisa; Novoa, Fernando (2009-03). «La contribución de la neurociencia a la comprensión de la conducta: El caso de la moral». Revista médica de Chile (en inglés) 137 (3). ISSN 0034-9887. doi:10.4067/S0034-98872009000300015. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  7. Roman, Fabian; Rojas, Galeno; Serrano, Cecilia; Dillon, Carol; Iturry, Monica; Leis, Adriana; Blanco, Romina; Bartoloni, Leonardo et al. (2011-07). «Standardization of the eyes test in normal adult subjects». Alzheimer's & Dementia 7 (4): S448. ISSN 1552-5260. doi:10.1016/j.jalz.2011.05.1297. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  8. Baron, Ida Sue (2001-09). «Test of Everyday Attention for Children; The Thames Valley Test Company, Bury St. Edmunds, Suffolk, UK». Child Neuropsychology 7 (3): 190-195. ISSN 0929-7049. doi:10.1076/chin.7.3.190.8742. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  9. CUMMINGS, JEFFREY L. (1995-12). «Anatomic and Behavioral Aspects of Frontal-Subcortical Circuits». Annals of the New York Academy of Sciences 769 (1 Structure and): 1-14. ISSN 0077-8923. doi:10.1111/j.1749-6632.1995.tb38127.x. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  10. Butman, Judith; Allegri, Ricardo F. (2001). «A Cognição Social e o Córtex Cerebral». Psicologia: Reflexão e Crítica 14 (2): 275-279. ISSN 0102-7972. doi:10.1590/s0102-79722001000200003. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  11. Adolphs, Ralph (2003-03). «Cognitive neuroscience of human social behaviour». Nature Reviews Neuroscience 4 (3): 165-178. ISSN 1471-003X. doi:10.1038/nrn1056. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  12. Adolphs, Ralph (2001-04). «The neurobiology of social cognition». Current Opinion in Neurobiology 11 (2): 231-239. ISSN 0959-4388. doi:10.1016/s0959-4388(00)00202-6. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  13. Dulsat, C. (2017). «American Academy of Neurology - 69th Annual Meeting (April 22-28, 2017 - Boston, Massachusetts, USA)». Drugs of Today 53 (5): 309. ISSN 1699-3993. doi:10.1358/dot.2017.53.5.2646003. Consultado el 21 de noviembre de 2019. 
  14. Ledo-Varela, M. T.; Giménez-Amaya, J. M.; Llamas, A. (2007-04). «El complejo amigdalino humano y su implicación en los trastornos psiquiátricos». Anales del Sistema Sanitario de Navarra 30 (1). ISSN 1137-6627. doi:10.4321/s1137-66272007000100007. Consultado el 21 de noviembre de 2019.