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Sacerdote obrero

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Sacerdotes obreros, curas obreros o curas rojos son denominaciones (valorativas o peyorativas según provengan de partidarios o detractores) para los sacerdotes católicos que se aproximan al movimiento obrero y viven ellos mismos como obreros, realizando algún tipo de trabajo de baja cualificación. Se les puede considerar como uno de los fenómenos precedentes de la Teología de la Liberación.

Como movimiento eclesial nace en Francia en 1944, hasta que en 1959 fue suprimido por el papa Juan XXIII a causa de haberse comprobado que la mitad de ellos había dejado de oficiar misa o ejercer su ministerio. Entre los curas obreros franceses destacó el Abate Pierre, fundador de los Traperos de Emaús.[1]​ Algunos de esos sacerdotes censurados como Francisco Huidobro se dirigieron a la Argentina, donde con sacerdotes de ese país como Jerónimo Podestá, Arturo Paoli y José María De Paola desarrollaron una amplia corriente de "curas obreros" y "curas villeros".

En Argentina los curas obreros y los curas villeros (debido a su actuación en las "villas miseria") , que influirían en la segunda mitad de la década de 1960 en la creación del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo en 1967 y la Teología de la liberación, en su vertiente de Teología del pueblo, a partir de 1969. Varios curas villeros fueron asesinados en el marco de la represión política, como el padre Carlos Mugica en 1974 o el padre Francisco Soares en 1976. El padre Jorge Bergoglio, más adelante elegido Papa con el nombre de Francisco, adhirió a la corriente de curas villeros y fue reconocido como el Papa de los villeros.[2]

Posteriormente, el papa Pablo VI volverá a autorizar la experiencia y en 1964 se extendió a España. En España los primeros curas obreros surgieron en el foco industrial vizcaíno, importante a nivel nacional y cercano a la frontera con Francia, país de donde procedía este nuevo fenómeno. El primero fue el sacerdote David Armentía, jesuita que trabajaba en la fábrica Laminaciones de Bandas, con la oposición de la jerarquía eclesial del momento. El sacerdote secular Pedro Solabarría obtuvo permiso para trabajar a jornada completa.

Muchos de estos curas obreros españoles participaban en las actividades sindicales desarrolladas en oposición al régimen franquista. Figuras clave fueron el palentino Julio Pérez Pinillos, Francisco García Salve, Diamantino García Acosta, miembro fundador del Sindicato de Obreros del Campo, germen del actual Sindicato Andaluz de Trabajadores, el Padre Llanos o Mariano Gamo, sacerdote encarcelado durante tres años en la prisión de Zamora, cárcel franquista para religiosos. En España llegaron a haber unos 800 curas obreros. En 2010 un breve documental de TVE los estimaba unos 150, la mayoría jubilados, y algunos alejados del ministerio y casados.[3]

En Chile, durante la Dictadura de Augusto Pinochet, muchos sacerdotes obreros, e incluso obispos como el cardenal Raúl Silva Henríquez, fueron considerados curas rojos o comunistas, por oponerse al gobierno militar. Antes de la dictadura se dio el caso de San Alberto Hurtado, quien hizo una breve experiencia con los curas obreros de Francia. Dejó esa experiencia por obediencia a sus superiores y retornó a Chile, donde sin ser propiamente un cura obrero, sí se preocupó de los derechos de los trabajadores y de la dignidad y calidad de vida de las personas, especialmente los más pobres. Fundó el Hogar de Cristo, la ASICH (Asociación Sindical y Económica Chilena) y la Revista "Mensaje". El padre Hurtado fue beatificado por el papa Juan Pablo II el 16 de octubre de 1994.[4]

También se vieron rasgos de este carisma en los primeros años del ministerio episcopal del Cardenal José María Caro.

Referencias

Véase también

Enlaces externos

[1]