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Período Cálido Romano

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El Período Cálido Romano, u Óptimo Climático Romano, es la denominación que recibe el periodo comprendido aproximadamente entre el 250 a. C. hasta el 400 d. C. en Europa y el Atlántico Norte favorecidos por un régimen climático cálido, húmedo y estable.[1]

La frase "Período cálido romano" aparece por primera vez en una tesis doctoral de 1995[2]​ y fue popularizada gracias a un artículo publicado en Nature en 1999.[3]

Las fluctuaciones del nivel del agua en el mar Muerto han servido para medir la cantidad y frecuencia de precipitaciones de esta zona para este periodo. (El Mapa de Madaba: Mar Muerto y Las Aguas Termales de Callirrhoe).

Fuentes documentales

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Teofrasto (371 - c. 287 a. C.) escribió que se podían plantar palmeras datileras en Grecia pero no daban frutos tal como sucede hoy día, lo que sugiere que las temperaturas estivales en el sur del Egeo en los siglos IV y V a. C. eran semejantes a las actuales.[4]

Según Ptolomeo, en la Alejandría romana llovía todos los meses del año menos en agosto. En la actualidad hay aproximadamente un día de lluvia entre mayo y septiembre, ambos inclusive. Las observaciones de Ptolomeo implican circunstancias atmosféricas e hidrológicas diferentes y más húmedas en el sureste del Mediterráneo.[5]

El naturalista Plinio el Viejo, del siglo I, observó que las hayas, que antes sólo crecían en las tierras bajas, se habían convertido en un árbol de montaña.[5]​ También informaba de los elefantes habitaban en los bosques del Atlas, en la franja sur del imperio.[6]

Indicadores geofísicos

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Los núcleos de hielo, los anillos de los árboles, los sedimentos de los océanos, las orillas de los lagos, los depósitos minerales de las cuevas, los glaciares y diversos tipos de indicadores físicos permiten reconstruir el comportamiento del clima en un pasado lejano.

Un análisis de isótopos de oxígeno encontrados en caparazones de moluscos en una ensenada islandesa concluyó en 2010 que Islandia experimentó un período excepcionalmente cálido desde el 230 a. C. hasta el 40 d. C.[7]

Las pruebas dendrocronológicas de la madera encontrada en el Partenón muestran una variabilidad climática del siglo V a. C. muy parecida a la actual.[4]​ Las muestras de anillos de los árboles de la península italiana de finales del siglo III a. C. evidencian unas condiciones climáticas suaves y templadas justo en la época en que Aníbal cruzó los Alpes.[8]

Espeleotemas

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La topografía kárstica del Mediterráneo proporciona abundantes registros de espeleotemas y el análisis de estos apunta a una época de calor excepcional en el Alto Imperio romano.[9]

Glaciares

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Un estudio de los glaciares alpinos concluyó que el período del 100 al 400 d. C. fue significativamente más cálido que los siglos anteriores y posteriores;[10]​ y artefactos arqueológicos recuperados del glaciar Schnidejoch se han tomado como evidencia de los períodos cálidos medieval, romano y de la Edad del Bronce.[11]

Polen

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Un análisis de polen de alta resolución de un núcleo de Galicia concluyó en 2003 que el Período Cálido Romano duró desde el 250 a. C. hasta el 450 d. C. en el noroeste de Hispania.[12]

Precipitaciones

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En esta época las evidencias apuntan a un período de mayor humedad. En el Mediterráneo noroccidental, una fase más húmeda es tan evidente que en la literatura especializada se denomina "Período Húmedo Ibérico-Romano".[13]​ También en la península itálica los indicadores físicos apuntan claramente a una fase húmeda como lo prueba el patrón de inundaciones de las crecidas del Tíber que muestran una tendencia a producirse entre la primavera y el verano cuando desde época medieval hasta la actualidad lo habitual son las inundaciones invernales.[14]​ En los niveles de la orilla del Mar Muerto, recuperados a partir de sedimentos datados con radiocarbono, proporcionan una señal de las precipitaciones regionales. El lago mantuvo un nivel alto por precipitaciones desde aproximadamente del año 200 a. C. hasta el 200 d. C. y a finales de este periodo las sequías provocaron su nivel más bajo alrededor del año 300.[15]

Sedimento oceánico profundo

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Una reconstrucción de los patrones de las corrientes oceánicas, basada en la granularidad de los sedimentos del océano profundo, sustenta la hipótesis de un Período Cálido Romano, que alcanzó su punto máximo alrededor del año 150 d. C.[3]

Temperatura

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Se observa un enfriamiento al final del período en el suroeste de Florida, que puede haber sido causado por una reducción en la radiación solar que llega a la Tierra. Eso puede haber provocado un cambio en los patrones de circulación atmosférica.[16]

Investigaciones más recientes, incluido un análisis de 2019 basado en un conjunto de datos mucho más amplio de indicadores climáticos, han descubierto que ese supuesto periodo, junto con otros períodos preindustriales más cálidos o fríos, como la "Pequeña Edad de Hielo" y el "Período Cálido Medieval", fueron fenómenos regionales, no episodios de alcance mundial.[17]​ Ese análisis utiliza el registro de temperaturas de los últimos 2000 años recopilado por PAGES2K Consortium.[18]

Variación solar

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En este periodo existió una actividad solar estable con un gran mínimo solar centrado en el 360 a. C. y otro en el 690 d. C.. La radiación solar fluctuó dentro de una banda modesta, alcanzando un pico en un gran máximo alrededor del 305 d. C.[19]

Controversia

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Investigaciones más recientes, incluido un análisis de 2019 basado en un conjunto de datos mucho más amplio de indicadores climáticos, han descubierto que ese supuesto periodo, junto con otros períodos preindustriales más cálidos o fríos, como la "Pequeña Edad de Hielo" y el "Período Cálido Medieval", fueron fenómenos regionales, no episodios de alcance mundial.[17]​ Ese análisis utiliza el registro de temperaturas de los últimos 2000 años recopilado por PAGES2K Consortium.[18]

Véase también

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Referencias

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Bibliografía

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