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Patronímico

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El patronímico es un nombre propio que designa ascendencia, filiación o linaje. Puede ser un apellido o bien una forma derivada del nombre del padre o ascendiente usada después del nombre de pila, costumbre aún vigente en Rusia y otros países eslavos.

Entre los griegos y romanos, se decía del nombre que, derivado del perteneciente al padre u otro antecesor masculino y aplicado al hijo y otro descendiente, denotaba en éstos la calidad de tales. El nombre del padre se ponía en genitivo; p. ej.: de Petrus, Petri. Los apellidos patronímicos primitivos variaban en cada generación, cuando no coincidían los nombres de padre e hijo. Sólo se hicieron hereditarios de modo absoluto en los primeros años de los tiempos modernos. Deben diferenciarse de los gentilicios, denominaciones derivadas del lugar de procedencia de la persona o su familia, y de los matronímicos.

Historia de los patronímicos en España

El patronímico no ha tenido un significado constante a lo largo de la historia. Originalmente el patronímico era el único elemento que se añadía al nombre de pila de la persona y se hacía de manera completamente regular. Es decir, si había un Ruy Fernández, se podía estar seguro de que era hijo de un Fernando.

La situación empieza a cambiar hacia 1200. El patronímico deja entonces de formarse a partir del nombre del padre, en su lugar se escoge el nombre de algún pariente que tenía la misma combinación de nombre y patronímico.[cita requerida] En el ejemplo anterior, este Ruy Fernández tendría probablemente un ascendiente llamado Ruy Fernández también. En esta época muchas familias nobles han adoptado ya un apellido que no varía y que se coloca tras el patronímico.

La costumbre se modifica de nuevo hacia finales del siglo XVI cuando el Concilio de Trento elimina el uso de los patronímicos. A partir de ese momento comienza un período en el que el empleo de los patronímicos es muy errático, pero algunas familias empiezan a asociar de forma más o menos permanente sus apellidos con ciertos patronímicos y toponímicos. Así surgen combinaciones como Álvarez de Toledo, Fernández de Córdoba, etc., que han llegado a nuestros días combinados. Durante este tiempo la elección de apellidos no se sujeta a normas estrictas y muchas personas adoptan un apellido que se transmite de modo inmutable de padre a hijo.

En 1870 entra en vigor en España una nueva normativa para el uso de los apellidos y, a partir de ese momento, la asignación de apellidos deja de ser una elección de los padres o del individuo para convertirse en una regla administrativa.

Cabe destacar que en muchas zonas de la península, pero especialmente en Álava, perdura la combinación en el apellido del patronímico y toponímico, lo que se ha dado en llamar como apellido compuesto alavés dado su elevado porcentaje entre la población alavesa.

Origen en español

Los patronímicos en español se derivan del nombre del padre mediante los sufijos ez, oz, iz y hasta az, que significan ‘hijo de’. No queda claro el origen de esta terminación. Se le atribuye de manera habitual al idioma gótico, pues es en los nombres visigodos donde podemos encontrar con mayor frecuencia esta terminación patronímica. Sin embargo, no la encontramos en las restantes lenguas germanas.

Algunos estudiosos [¿quién?] opinan que se trata más bien de un sufijo de origen prerromano heredado por esta lengua germana; tampoco deja de ser significativo el hecho de que estos sufijos '-ez', '-iz' u '-oz' se utilizan en la lengua vasca con valor de origen o contenido, como 'egurrez' de madera, 'harriz' de piedra, 'ardoz' de vino o 'latinez' en latín. La forma gramatical del patronímico es muy parecida a la del euskera. En euskera, se añade el sufijo -z si la palabra acaba en vocal, como en Muñoz (de Munio), o -ez si acaba en consonante, como en Antúnez (de Antón).[1]

Este no es siempre el caso con el patronímico, ya que hay muchos ejemplos de apellidos acabados en -ez cuyo nombre original terminaba en 'o', como Galíndez (de Galindo). Sin embargo, en documentos del siglo X, XI y XII relacionados con el monasterio de Santa María de Nájera, encontramos gran cantidad de variaciones de estos apellidos entre ellos, Galindoz, Enecoz, Albaroz, Ordonioz, Munioz de Alava o Lopiz de Bizcaya.[2][3]​ Tal vez ese patronímico castellano -ez sea un auténtico préstamo lingüístico del euskera, posiblemente transmitido desde Navarra, pues la lengua castellana primitiva obtuvo numerosos préstamos del vascuence a través del Reino de Navarra, debido a la influencia que ejerció este reino entre los siglos IX y XI.

El primer rey navarro Íñigo Íñiguez, también conocido como Íñigo Arista de Pamplona, fue el primer monarca español en utilizar el patronímico -ez.[4][5]​ El nombre de su hijo, Gartzea Eneko, segundo rey de Pamplona, significa "Eneko el joven",[6]​ derivaría en García Íñiguez,[7]​ lo que indica que García e Íñigo provendrían del euskera.[8]

Mientras que el sufijo -ez era la norma entre los primeros reyes navarros y señores de Vizcaya, los primeros usos del sufijo -ez entre la monarquía leonesa provinieron de las reinas consortes navarras Jimena de Asturias, Oneca de Pamplona o Urraca Fernández.[9][5]​ Estas alianzas matrimoniales entre los reinos cristianos de Navarra y León fueron habituales en los siglos IX, X y XI para protegerse del ataque musulmán.

Por otro lado, el primer rey de Aragón, Ramiro I, es hijo de Sancho Garcés III de Pamplona (la 'z' en euskera se pronuncia como la 's' en castellano) o Sancho el Mayor, nieto de García Sánchez II de Pamplona y biznieto de Sancho Garcés II de Pamplona, todos ellos reyes navarros que utilizaron el patronímico -ez.[10]

La reconquista se realizó mediante de la repoblación de la cuenca del Duero, cuya población había sido diezmada por los continuos enfrentamientos entre musulmanes y cristianos desde el siglo VIII. Es más que probable que muchos de los repobladores fuesen de origen navarro, vizcaíno, alavés y cántabro y que utilizasen el patronímico -ez.[11]

Es más, cabe pensar que muchos de los que nos parecen apellidos comunes castellanos no solo sean de origen vasco-navarro, sino también de origen real y noble, ya que no es disparatado asumir que las familias reales astur-leonesas, aragonesas, navarras y la nobleza vizcaína, alavesa y riojana tuviesen un mayor número de descendientes que el pueblo llano, dado su superior nivel económico y consecuente esperanza de vida. Es significativo que, a día de hoy, en la Comunidad Autónoma Vasca, los primeros 10 apellidos más comunes sean García, Fernández, González, Rodríguez, López, Martínez, Pérez, Sánchez, Martín y Gómez con el primer apellido no patronímico en euskera, Aguirre, en el puesto 20.[12]

Por otro lado, llevar un patronímico indica ser el hijo de alguien. Ese alguien sería una persona importante o por lo menos conocida en el pueblo, ciudad o región. A una persona no se la conocería como Fernández, hijo o hija de Fernando, si nadie sabe quién es Fernando. A menudo, cuando la persona era nueva en un pueblo, se empleaba el toponímico del lugar de donde venía o donde vivía, como Gallego, Castillo, Bergara, Aguirre ("lugar alto que domina un terreno"), Elizondo ("junto a la iglesia"); el antroponímico que describía alguna característica física, como Delgado, Rubio, Otxoa ("el lobo"); o se le conocía por su profesión, como Herrero, Cubero, Olaberria (herrero nuevo) o Salaberria (granjero nuevo).[13][14]

En opinión del académico Alfonso Irigoyen, se trataría del sufijo posesivo latino -o/-onis que en euskera dio -iz/-itz y de esta lengua pasó al castellano como -ez. En la documentación del País Vasco, son comunes los patronímicos terminados en -itz e -iz (Lopitz, Lopiz).

No siempre lo que termina en "-ez", significa "hijo de". Por ejemplo, Chávez, no es hijo de Chavo, sino que originalmente el nombre se escribía en portugués o gallego con "s": Chaves, que significa "llaves".

En portugués esta terminación adquiere la forma -es, y en catalán, la forma -is. Así, 'hijo de Pedro' recibe, respectivamente, las formas Pérez, Peres y Peris; o 'de Fernando' recibe las formas Fernández, Fernandes y Ferrandis. Otros apellidos frecuentes en catalán con este mismo origen son Eiximenis, Gomis, Llopis y Sanxis (equivalentes a Jiménez, Gómez, López y Sánchez).

En la lista que se detalla a continuación, se nombran algunos de los apellidos patronímicos más frecuentes en España y el nombre personal del que derivan, en su gran mayoría nombres de origen visigodo:

En otras lenguas

Islandia es uno de los países que carece de apellidos, utilizando actualmente sólo los patronímicos, con la terminación en los hijos en son y las hijas en dóttir.

En italiano, la terminación corriente es ini (Giacomini, Paolini). En francés se ha conservado la preposición de unida al nombre del padre (Desimone, Dejean).

Entre los idiomas germanos, se añadía el sufijo son, sen, 'hijo', y el genitivo s, 'hijo de', del que derivan la forma alemana norte sen (Jürgensen, Hansen, Erichsen) y con la s (Peters, Jürgens, Martens), la danesa sen (Andersen, Nielsen), la inglesa son (Anderson, Johnson), la sueca son (Andersson, Svensson) o la neerlandesa zoon (Pieterszoon).

En los países anglosajones abunda el prefijo fitz, también con el sentido de 'hijo de', aunque posiblemente derivado del latín filium a través del francés normando; este prefijo fitz, sin embargo, se reservaba para los hijos ilegítimos de noble cuna: en el caso de los hijos del rey, Fitzroy, y en el caso de los hijos de los nobles, Fitzgerald.

En el mundo celta actual, en idioma gaélico se forman con los prefijos Mac ('hijo') y Nic ('hija'). En la transcripción al inglés, Mac es el prefijo que se utiliza tanto para hombres como para mujeres, aunque puede abreviarse en Mc: así los patronímicos gaélicos MacDhòmhnaill y NicDhòmhnaill aparecen en otras lenguas como MacDonald o McDonald. En Irlanda, el prefijo puede transformarse también en Mag o en M'. Sin embargo, en apellidos irlandeses es más habitual el prefijo Ó ('nieto', transcrito en inglés como O': Así, el apellido Ó Dhòmhnaill aparece en otras lenguas como O'Donnell).

En las lenguas semíticas, como el árabe o el hebreo, se expresa con la palabra ben (hijo). Mohamed ben Yusef significa 'Mohamed hijo de Yusef', o Judah ben Hur, 'Judah hijo de Hur'. En árabe puede abreviarse por aben y en lugar de decir Mohamed ben Yusef se puede decir simplemente 'Aben Yusef'. Dado que en árabe no se escriben las vocales, dicho ben se puede ver escrito - dependiendo del dialecto - en caracteres latinos también como bin, ebn o ibn (c.f. el prefijo ben y beni, de idéntico significado, que figuran en numerosos pueblos de la geografía levantina y malagueña, Benalmádena...)

En apellidos eslavos, las terminaciones patronímicas son ovich, evich, tich, , vić, ewicz, wiez, witsch, ski (ésta sobre todo en polaco), ov y ev (Petróvich, Ljubicic, Vodanovic, Nicoláiev, Davýdov, Nijinski). Los apellidos de las mujeres toman desinencias distintas, generalmente agregando la letra a al apellido o reemplazando a otra vocal: ovna, evna, ova, eva, ska y skaya (Pávlova, Deméntieva).

En Rusia, el antropónimo de una persona consta de tres elementos: nombre de pila, patrónimo (o nombre patronímico) y apellido. Por ejemplo, Antón Pávlovich Chéjov (Antón, hijo de Pável Chéjov), Anna Pávlovna Pávlova (Anna, hija de Pável Pávlov); Serguéi Mijáilovich Eisenstein (Serguéi, hijo de Mijaíl Eisenstein), Maya Mijáilovna Plisétskaya (Maya, hija de Mijaíl Plisetski); Piotr Ilich Chaikovski (Piotr, hijo de Iliá Chaikovski), María Ilínichna Uliánova (María, hija de Iliá Uliánov).

En Bulgaria tienen un sistema idéntico al ruso, pero el patrónimo termina en ev, ov, eva, ova (Petar Toshev Mladenov, Emiliya Ivanova Tsvetkova).

En georgiano, las terminaciones patronímicas más comunes son dze ("hijo de") al oeste de Georgia y shvili ("niño de") al este de Georgia, como aparecen, por ejemplo, en el apellido del futbolista georgiano Shotá Arveladze, y en Dzhugashvili, el apellido de Stalin.

Debido a motivos históricos (la unión de Lituania con Polonia en Mancomunidad de Polonia-Lituania durante varios siglos, o las anexiones de Alemania y la URSS en el pasado siglo), en lituano hay apellidos con sufijos surgidos para "polonizar", germanizar o rusificar apellidos, así como otros sufijos que indican "mujer no casada" o sufijos toponímicos. Los sufijos estrictamente patronímicos son "aitis", "ius", "unas", "onis", "enas" o "ynas": Kurtinaitis, Scarunas, Sabonis, Savenas.

En Azerbaiján es costumbre con el nombre de pila añadir el del padre con la partícula oğlu para hombres (como Heydər Əlirza oğlu Əliyev) o qızı para mujeres (como Aygün Ələsgər qızı Kazımova).

Véase también

Referencias

  1. Letamendia, J.A. (2008). Bakarka método de aprendizaje individual del euskera. Donostia: Elkarlanean. p. 114. ISBN 978-84-9783-467-4. 
  2. Montenegro, [edited by] Margarita Cantera (1991). Fuentes documentales medievales del País Vasco. San Sebastián: Eusko Ikaskuntza. ISBN 84-87471-32-3. 
  3. «Colección documental de Santa María de Nájera». 
  4. Clavería, Carlos (1971). Historia del reino de Navarra (3a ed. edición). Pamplona: Imprenta Popular. ISBN 978-8470810022. 
  5. a b Sancho III el Mayor. 
  6. Letamendia, J.A. (2008). Bakarka método de aprendizaje individual del euskera. Donostia: Elkarlanean. p. 26. ISBN 9788497834674. 
  7. «Sobre el origen de García y de Gazteiz». Archivado desde el original el 24 de febrero de 2015. 
  8. «Dinastías de Navarra». 
  9. «Monarcas de León» |url= incorrecta con autorreferencia (ayuda). 
  10. Paúl, Ana Isabel Lapeña (2004). Sancho Ramírez: rey de Aragón (¿1064? - 1094) y rey de Navarra (1076 - 1094) (1. ed. edición). Somonte-Cenero, Gijón: Trea. ISBN 978-8497041232. 
  11. «La presura». 
  12. «Los apellidos más frecuentes de Euskadi». El Correo. 
  13. Los apellidos más extendidos en España, apuntes onomásticos y genealógicos. 
  14. «La heráldica de Javier Alonso». 
  15. Albaigès, 1996, p. 56.

Bibliografía

  • Albaigès, Josep Maria (1999). El gran libro de los apellidos. Barcelona: Círculo de lectores. ISBN 84-226-8028-9. 
  • Albaigès, Josep Maria (1996). Enciclopedia de los nombres propios. Barcelona: Planeta. ISBN 84-08-01286-X. 

Enlaces externos