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Cuando el avance de los ejércitos musulmanes se hizo más lento hasta detenerse tras la [[batalla de Poitiers]], ya sin nuevas tierras que ocupar ni botín de guerra, en [[al-Ándalus]] empezó a vivirse un estado de guerra perpetua entre [[pueblo árabe|árabes]] y [[bereberes]]<ref>Los bereberes, confinados a las peores tierras en las regiones montañosas y reducidos a la actividad ganadera, se rebelaban contra los árabes, que habían acaparado el dominio sobre las ciudades y los valles. </ref>, e incluso entre las mismas tribus árabes que trasladaban a la nueva provincia sus viejas luchas.
Cuando el avance de los ejércitos musulmanes se hizo más lento hasta detenerse tras la [[batalla de Poitiers]], ya sin nuevas tierras que ocupar ni botín de guerra, en [[al-Ándalus]] empezó a vivirse un estado de guerra perpetua entre [[pueblo árabe|árabes]] y [[bereberes]]<ref>Los bereberes, confinados a las peores tierras en las regiones montañosas y reducidos a la actividad ganadera, se rebelaban contra los árabes, que habían acaparado el dominio sobre las ciudades y los valles. </ref>, e incluso entre las mismas tribus árabes que trasladaban a la nueva provincia sus viejas luchas.


Abd al-Rahman, hijo de Habib, hijo de Abuobaida, hijo de Ocba, hijo de Núfi el Fihrí, yerno de [[Yusuf ibn Abd ar-Rahman al-Fihri|Yúsuf ben Abderrahman el Fihrí]] (Jusseph ibn Abderaman), era conocido por el Siclabi (Siklabí, Esclaví), por ser alto, rubio y de ojos azules como los cautivos de raza eslava que solían venderse en las costas orientales de Europa.<ref>Algunos autores mencionan erróneamente que había sido esclavo. En realidad, aunque sus antepasados lo fueran, pertenecía a una de las principales familias árabes de la península.</ref>
Abd al-Rahman, hijo de Habib, hijo de Abuobaida, hijo de Ocba, hijo de Núfi el Fihrí, yerno de [[Yusuf ibn Abd ar-Rahman al-Fihri|Yúsuf ben Abderrahman el Fihrí]] (Jusseph ibn Abderaman), era conocido por el ''Siclabi'' (''Siklabí'', ''Esclaví''), por ser alto, rubio y de ojos azules como los cautivos [[eslavos]] que solían venderse en las costas orientales de Europa.<ref>Algunos autores mencionan erróneamente que había sido esclavo. En realidad, aunque sus antepasados lo fueran, pertenecía a una de las principales familias árabes de la península.</ref>


Era ''"Grande del Chund"'' (comandante de ejército) y luchó contra la rebelión bereber en la península junto a las fuerzas del [[País de Sham|sirio]] [[Balch ibn Bishr al-Qushayri]] (Balech) hasta que en el 123 de la Hégira (ca.741), éste destituyó y crucificó a su tío el emir [[Abd al-Malik ibn Qatan al Fihri]] (Abdelmélic ben Catán). Se unió a los que pretendían vengarle, entre ellos Abderrahman ben Alcama el Lahmí, gobernador de Narbona.
Era ''"Grande del Chund"'' (comandante de ejército) y luchó contra la rebelión bereber en la península junto a las fuerzas del [[País de Sham|sirio]] [[Balch ibn Bishr al-Qushayri]] (Balech) hasta que en el 123 de la [[Hégira]] (ca.[[741]]), éste destituyó y crucificó a su tío el emir [[Abd al-Malik ibn Qatan al Fihri]] (Abdelmélic ben Catán). Se unió entonces al levantamiento arabe contra el usurpador hasta que victorioso el partido de Balech en la [[batalla de Aqua Portora]]<ref>Balech fue herido en el combate y moriría poco después.</ref>, Abd al-Rahman debió pasar al [[Magreb]], donde tuvo parte principal en los sucesos políticos del norte africano posteriores al año 125 (4 de Noviembre de 742 á 25 Octubre de 743).

Victorioso el partido de Balech en la [[batalla de Aqua Portora]]<ref>Balech fu herido en el combate y moriría poco después.</ref>, Abd al-Rahman pasó a África donde figuró de un modo muy principal en los sucesos de allá después del año 125 (4 de Noviembre de 742 á 25 Octubre de 743).


Cuatro años después regresó a la península y en el 129 (747) su suegro Yúsuf se convertía en el nuevo [[Valí de al-Ándalus]].
Cuatro años después regresó a la península y en el 129 (747) su suegro Yúsuf se convertía en el nuevo [[Valí de al-Ándalus]].


En [[750]] en el Califato de Damasco una revolución liderada por la familia [[Califato Abasí|abasí]] derrocó a los [[Omeyas]], descendientes de Mahoma, y ordenaron el asesinato de toda la familia. Un ilustre vástago de los Omeyas, nieto del Califa Hixem, el joven Abd ar Rahman ibn Moawiah pudo librarse de la persecución y refugiarse en el norte de África, desde donde envió emisarios a al-Ándalus para procurar apoyo a su causa.
En [[750]] en el Califato de Damasco una revolución liderada por la familia [[Califato Abasí|abasí]] derrocó a los [[Omeyas]], descendientes de [[Mahoma]], y ordenaron el asesinato de toda la familia. Un nieto del Califa Hixem, el joven Abd ar Rahman ibn Moawiah pudo librarse de la persecución y refugiarse en el norte de África, desde donde envió emisarios a al-Ándalus para procurar apoyo a su causa.


Los árabes qaisíes, quienes sustentaban el poder de Yusuf al-Fihrí, el wali o gobernador de al-Andalus, guerreaban contra los yemeníes y los habían vencido en la batalla de la Saqunda, un descampado frente a las murallas de Córdoba.
Los árabes qaisíes, quienes sustentaban el poder de Yusuf al-Fihrí, el wali o gobernador de al-Andalus, guerreaban contra los yemeníes y los habían vencido en la batalla de la Saqunda, un descampado frente a las murallas de Córdoba.

Revisión del 16:23 10 mar 2011

Abd al-Rahman ibn Habid al-Siqlabi fue un comandante musulmán de al-Ándalus que en 777 lideró una fracasada invasión a la península Ibérica en apoyo del Califato Abasí.

Biografía

Tras la rápida conquista musulmana de la península Ibérica en el período 711718, ésta se constituyó como provincia dependiente del Califato Omeya. Sus gobernantes fijaron su capital en Córdoba y recibieron del califa de Damasco el título de wali o emir, constituyéndose el Emirato de Córdoba.

Cuando el avance de los ejércitos musulmanes se hizo más lento hasta detenerse tras la batalla de Poitiers, ya sin nuevas tierras que ocupar ni botín de guerra, en al-Ándalus empezó a vivirse un estado de guerra perpetua entre árabes y bereberes[1]​, e incluso entre las mismas tribus árabes que trasladaban a la nueva provincia sus viejas luchas.

Abd al-Rahman, hijo de Habib, hijo de Abuobaida, hijo de Ocba, hijo de Núfi el Fihrí, yerno de Yúsuf ben Abderrahman el Fihrí (Jusseph ibn Abderaman), era conocido por el Siclabi (Siklabí, Esclaví), por ser alto, rubio y de ojos azules como los cautivos eslavos que solían venderse en las costas orientales de Europa.[2]

Era "Grande del Chund" (comandante de ejército) y luchó contra la rebelión bereber en la península junto a las fuerzas del sirio Balch ibn Bishr al-Qushayri (Balech) hasta que en el 123 de la Hégira (ca.741), éste destituyó y crucificó a su tío el emir Abd al-Malik ibn Qatan al Fihri (Abdelmélic ben Catán). Se unió entonces al levantamiento arabe contra el usurpador hasta que victorioso el partido de Balech en la batalla de Aqua Portora[3]​, Abd al-Rahman debió pasar al Magreb, donde tuvo parte principal en los sucesos políticos del norte africano posteriores al año 125 (4 de Noviembre de 742 á 25 Octubre de 743).

Cuatro años después regresó a la península y en el 129 (747) su suegro Yúsuf se convertía en el nuevo Valí de al-Ándalus.

En 750 en el Califato de Damasco una revolución liderada por la familia abasí derrocó a los Omeyas, descendientes de Mahoma, y ordenaron el asesinato de toda la familia. Un nieto del Califa Hixem, el joven Abd ar Rahman ibn Moawiah pudo librarse de la persecución y refugiarse en el norte de África, desde donde envió emisarios a al-Ándalus para procurar apoyo a su causa.

Los árabes qaisíes, quienes sustentaban el poder de Yusuf al-Fihrí, el wali o gobernador de al-Andalus, guerreaban contra los yemeníes y los habían vencido en la batalla de la Saqunda, un descampado frente a las murallas de Córdoba.

El país, asolado por cinco años de sequía y de hambre, era una tierra fronteriza en la que se sucedían sin tregua rebeliones de bereberes, de clanes árabes, de tribus vernáculas encastilladas en los desfiladeros del norte que luchaban contra los musulmanes igual que habían peleado durante siglos contra los romanos y los visigodos.

El 14 de agosto del año 755 Abd al-Rahman ibn Muawiya al-Dajil —«El Servidor del Misericordioso, el hijo de Muawiya, el Inmigrado», que había escapado del sangriento destino final de los Omeyas logrando huir de Damasco— desembarcaba en la pedregosa playa de Almuñécar. El ejército del gobernador Yusuf al-Fihrí acababa de sufrir un gran descalabro en su lucha contra los vascones, pero Yusuf, que se enteró de su aparición mientras viajaba hacia el norte con tropas de refresco, abandonó la ofensiva y volvió velozmente a Córdoba, procurando averiguar dónde estaba y a quiénes tenía a su lado. Recluido en el alcázar de Córdoba, Yusuf dedica el invierno a tantear los propósitos de su indudable enemigo. Le envía mensajeros, le ofrece tierras y dignidades y hasta la mano de sus hijas, lo invita a viajar a la capital. Pero Abd al-Rahman en marzo del 756 emprende su lenta marcha hacia Córdoba seguido por un ejército de sirios, yemeníes y bereberes. En la mezquita de Archidona los sirios del Jordán lo proclaman emir. Cuando entra en Sevilla lo reciben clamorosamente, como a un rey largo tiempo esperado, y la multitud le rinde homenaje en las calles. Abd al-Rahman ha cruzado el mundo y ha conocido el miedo, el hambre y la desesperación para repetir el destino de sus antepasados.

Los dos ejércitos que habían cabalgado en direcciones contrarias ahora marchan acompasadamente hacia Córdoba, el de Yusuf para defenderla, el de Abd al-Rahman para conquistarla. Abd al-Rahman envía un emisario al campamento de Yusuf con una carta en la que le promete que aceptará sus condiciones, renunciando a la soberanía de al-Andalus. Pero esa misma noche, sus soldados cruzan el río y sorprenden a traición a las tropas del gobernador. Enardecidos por el deseo de saquear la ciudad y de vengarse del desastre que sufrieron hacía diez años en la batalla de Saqunda, los yemeníes de Abd al-Rahman aniquilan al ejército de Yusuf, que pierde a un hijo en el combate. El quince de mayo, Abd al-Rahman entra en Córdoba. Los yemeníes, a los que prohibió entrar a saco en Córdoba y apoderarse de los tesoros y de las mujeres del vencido Yusuf al-Fihrí, en seguida tramaron una celada para asesinarlo, y sólo recurriendo al terror de las ejecuciones en masa los pudo doblegar. Se dice que por orden suya fueron decapitados treinta mil yemeníes.

En 773, se independiza de la nueva capital abasí, Bagdad. Esta independencia es política y administrativa pero se mantiene la unidad espiritual y moral al continuar el vínculo religioso con el Califato Abasí.

En apoyo de los abasíes, el yerno de Yusuf, al-Siqlabi, levantó en el norte de África un ejército con tropas berberiscas y en 777 desembarcó en la costa murciana de Todmir. De inmediato se movio a Barcelona entró en contacto con el gobernador independiente de Zaragoza Suleimán-ben-Jakthán-ben-Al-Arabí[4]​ y con Abu-l-Aswad Muhammad (Muhámad Abulaswad), hijo de Yusuf,[5]​.

Suleimán incumplió sus compromisos por lo que el Siklabí marchó contra él. Entre tanto, el emir Abd al-Rahman envió un fuerte ejército sobre Todmir e incendió su escuadra cortándole asi la retirada. El Siklabí, fracasado su intento de controlar Zaragoza, se refugió en una montaña fortificada cerca de Valencia. Abd al-Rahman ofreció entonces una recompensa de mil monedas de oro por la cabeza de su enemigo. Al poco tiempo, uno de los bereberes que lo acompañaban lo traicionó, mató y cortó su cabeza.

Mientras Abd al-Rahman planeaba ya marchar contra Siria y enfrentar a los usurpadores abasíes, el gobernador Suleimán envió una embajada a Paderborn, donde se encontraba el rey de Afranch (de los Francos) Carlomagno, quien tras vencer a los sajones celebraba la dieta o campo de Mayo, para ofrecerle su alianza contra el emir de Córdoba.[6]

Carlomagno aceptó la propuesta: los Anales de Colonia afirman que "Los árabes insurrectos buscaban el medio de satisfacer sus ambiciones y rencores y el Monarca franco veía en esta empresa una buena ocasión de acrecentar sus dominios con la conquista de algunas ciudades del Norte de la Península."

En la primavera del 778, después de celebrar la Pascua de Resurrección (19 abril) en la «villa» de Cussinogilum el Rey de los francos, a la cabeza de una parte de su ejército se puso en marcha con dirección al país de los wascones, mientras el resto de sus tropas tomaba el camino de los Pirineos orientales con ánimo de penetrar en Cataluña. Tras apoderarse de Pamplona y unirse a las fuerzas de Suleimán, quien había ya derrotado y hecho prisionero al general Tábala enviado por el Emir a sofocar la revuelta, avanzó hasta Zaragoza, pero los moros acaudillados por el defensor Hosain-ben-Yahía se negaron a recibirle en la ciudad y cerraron sus puertas. Carlomagno concibió sospechas del gobernador y lo retuvo como prisionero. Pronto tuvo que abandonar el sitio de Zaragoza y emprender la retirada hacia las orillas del Rhin ante las noticias de una nueva insurrección de los sajones de Witekind. Tanto a la venida como al regreso se apoderó de las villas y fortalezas que encontraba en su camino, derruyó hasta los cimientos los muros de Pamplona y reunió un copiosísimo botín. En la retirada cayeron sobre él con sus ejércitos Matruch y Ayxón, hijos de Suleimán, y poniendo en libertad a su padre, se volvieron a Zaragoza, donde continuaron en su rebelión contra Abderrahmán con el apoyo de Al-Hosain-ben-Jahya-el-Ansarí, obligando al emir cordobés a ir en persona a sitiar la ciudad que se sometió (780-781).

Al desfilar su retaguardia por Roncesvalles, vascos se precipitaron sobre ella y en la batalla de Roncesvalles la exterminaron por completo.[7]

A fines de 779 Abderramán finalmente conquisto Zaragoza pasando a dominar el valle del río Ebro. En cuanto a al-Siqlabi huyó a Valencia donde fue perseguido por un ejército del Emir que termino por quemarle sus naves, fue asesinado por uno de sus mercenarios y su cabeza fue enviada al Aderramán a fines de 778 o inicios de 779.

Aprovechando el ejército en armas, Abderrahmán invadió el país de los vascones y de los francos destruyendo varias fortalezas, entre ellas la de Calahorra, y llevándose en rehenes al hijo de Aben-Belascot, que era probablemente un caudillo cristiano[8]​.

Referencias

  1. Los bereberes, confinados a las peores tierras en las regiones montañosas y reducidos a la actividad ganadera, se rebelaban contra los árabes, que habían acaparado el dominio sobre las ciudades y los valles.
  2. Algunos autores mencionan erróneamente que había sido esclavo. En realidad, aunque sus antepasados lo fueran, pertenecía a una de las principales familias árabes de la península.
  3. Balech fue herido en el combate y moriría poco después.
  4. Algunas fuentes árabes hablan de Barcelona, no Zaragoza.
  5. Abd al-Rahman había condenado a reclusión perpetua al hijo de Yusuf, quien consiguió huir disfrazado de ciego.
  6. Aunque sin sustento en las fuentes árabes, algunos historiadores (el holandés Dozy) dar por cierto que Carlomagno vino a España traído por una verdadera coalición formada por todos los descontentos contra Abderrahmán: el Kelbí-el-Arabí, gobernador de Barcelona, el Siklabí y Abul Asguad, hijo de Yusuf, que para burlar la vigilancia de sus carceleros se fingió ciego. Las fuentes árabes refieren que Carlomagno fué llamado única y exclusivamente por el emir de Zaragoza, y que aquella ciudad le cerró sus puertas.
  7. Las fuentes árabes no hacen mención de los vascos y atribuye la victoria a los moros de Zaragoza con el llamado rey Marsilio.
  8. Dozy arbitrariamente lo identifica con el conde Galindo de Cerdaña.

Bibliografía

  • Francisco Codera y Zaidín, Discursos leidos ante la Real Academia de la Historia, Imprenta de Rojas, 1879
  • Antonio Muñoz Molina, Córdoba de los Omeyas, Editorial Planeta, 1998
  • Rodrigo Amador de los Ríos, Murcia y Albacete, Cortezo, 1889
  • Domingo Manfredi Cano, España y el mar, Publicaciones Españolas, 1959
  • Ahmad ibn Abd al-Wahhab Nuwayri, Historia de los musulmanes de España y África, Tipográfica de el Defensor, 1917
  • Pedro Aguado Bleye, Cayetano Alcazar Molina, Manual de historia de España, Volumen 1, Espasa-Calpe, 1947

Enlaces externos