Ramón Santamarina

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Ramón Santamarina
Información personal
Nacimiento 25 de febrero de 1827
Orense, España
Fallecimiento 23 de agosto de 1904
Buenos Aires, Argentina
Sepultura Cementerio de la Recoleta Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Argentina y española
Familia
Padres José García Santamarina Varela y Manuela Valcarcel y Pereyra
Cónyuge Ana Alduncin, primera esposa, y Ana Irazusta.
Hijos Ramón Santamarina, Enrique Santamarina, Antonio Santamarina, Jorge Alejandro Santamarina, entre los más destacados.
Información profesional
Ocupación Hacendado, empresario

Ramón Joaquín Manuel Cesáreo Santamarina (Orense, España, 25 de febrero de 1827 - Buenos Aires, Argentina, 23 de agosto de 1904) fue un hacendado argentino nacido en España.[1][2]​ Huérfano de muy joven, llegó a la Argentina a los dieciséis años de edad y se instaló en la Provincia de Buenos Aires, más precisamente en Tandil.[2]

Trabajó como peón de campo y con lo que ganaba fue comprando bueyes y carretas, iniciando un negocio de carretas con el que fue creando su fortuna. Adquirió numerosas estancias y finalmente fundó una firma que continua vigente en la actualidad: Santamarina e Hijos.[1][2]

Su hijos continuaron trabajando en esta empresa familiar y cuatro de ellos se dedicaron a la función pública. Estos fueron Ramón II, que fue presidente del Banco Nación y de la Sociedad Rural Argentina, Enrique, que fue vicepresidente de la Nación durante el gobierno de Uriburu, Antonio, que fue diputado provincial y nacional por Buenos Aires e intendente de Tandil, y Jorge Alejandro, que fue presidente del Banco Nación y Ministro de Hacienda del gobierno surgido de la revolución del 4 de junio de 1943.[3]

Varios lugares de la ciudad de Tandil, como una escuela, una calle y un hospital, llevan su nombre en su honor y un pueblo de la provincia de Buenos Aires lleva su nombre en honor a su hijo, Ramón II.[4][5][6]

Infancia y juventud

Ramón Santamarina pertenecía, a pesar de que se supone lo contrario, a una distinguida familia gallega.[1]​ Sus padres eran José García Santamarina Varela, capitán de la Guardia Real, y Manuela Valcarcel y Pereyra, una rica dama orensana.[1][2]​ El 25 de febrero de 1827, Santamarina fue bautizado en la Parroquia de Santa Eufemia la Real, de su ciudad natal.[2]​ Él y sus padres vivían en una casa solariega en la provincia de Orense.[1]​ Cuando Santamarina era todavía un niño, debió enfrentarse a la dolorosa muerte de sus padres.[1][2]​ El político argentino Julio A. Costa dedicó a ello un artículo, del cual se extrajeron algunos pasajes.

El padre era el prototipo del pródigo, afectuoso, frívolo y desordenado, y el niño era ya un trabajador en miniatura, juicioso, aplicado, disciplinado y económico. (...) Cuando el capitán hubo gastado en Madrid toda la fortuna de la madre, volvió al hogar disimulando su pena para no contrariar a su esposa, a la cual amaba y con quien era galante y rendido, y convidó al niño, que estaba en vacaciones, a una excursión a caballo a La Coruña, la gran capital de las provincias gallegas. El niño aceptó y apercó cuidadosamente su jaquito andaluz y poniendo su capa y sus avíos a la grupa, como vio hacer al padre, partieron de galope.

Cuando desmontaron frente a la explanada de la Torre de Hércules, donde rugía el mar sombrío salpicándoles con la espuma de sus olas, el triste capitán le dijo al niño: Hijo, en mí se cierra el pasado que se derrumba y tú eres el futuro que debes reconstruirlo, porque la fortuna no está en las propiedades ni en la hacienda, sino en el hombre animoso y económico. ¿Me juras, hijo, por esta cruz de mi espada y por Dios nuestro Señor, que si yo muero, tú restaurarás la fortuna de la madre y nada le faltará del bienestar al que está acostumbrada? El niño, poniendo la palma sobre la cruz con la solemnidad de un viejo castellano, le contestó: Padre, aunque chico he visto y te he comprendido, si vuestra merced llega a faltar, lo que Dios no permita, yo con su ayuda y con mi trabajo multiplicaré la fortuna de mi casa y de nada carecerá mi madre ni mis hermanitos. El padre lo levantó en brazos hasta su alta estatura, lo cubrió de besos y lloró las primeras lágrimas de su vida sobre aquella cabecita blonda. Después lo puso de nuevo sobre la adusta explanada de la Torre de Hércules, sobre la peña rugiente del viejo Cantábrico. Los que acudieron encontraron a aquel niño abrazado a aquel cuerpo sin vida y le llevaron a la madre, quien se acostó esa noche postrada de dolor y no volvió a despertar. Después vinieron los acreedores y no quedó piedra sobre piedra de la casa arruinada.

El huérfano lió en un pañuelo de yerbas sus ropitas, que ensartó en un palo a modo de linguera, y se fue al puerto de La Coruña a ayudar en la descarga de los bagajes de los pasajeros, con lo que se ganaba algunos centenes. De noche se iba a pie como veinte cuadras hasta la Torre de Hércules, donde le daban albergue, porque en el día fatal se había hecho amigo del hijo del guarda del faro; este niño fue el primero que acudiera a la detonación y se había puesto a llorar junto con el huerfanito. (...)
Julio A. Costa[1]

Los tíos de Santamarina, que no fueron capaces de ayudarle, lo depositaron en un orfelinato, para evitar que comenzara a mendigar. De cualquier forma, Santamarina pronto se fugó de este y fue empleado como grumete en un velero contrabandista que partía hacia Buenos Aires.[1]

Llegó a la Argentina en 1843 cuando tenía dieciséis años de edad.[2]​ En esos momentos el país estaba gobernado por la mano de hierro de Juan Manuel de Rosas, que en aquella época mantenía controlados a franceses e ingleses que circulaban libremente por los ríos de la república.[2]​ Sin embargo, Santamarina no se preocupaba por la política local, sino que sus preocupaciones se encontraban junto al Riachuelo, en la pensión de Barracas donde se alojaba.[2]

Llegada a la Argentina

Su llegada a Tandil

Santamarina comenzó a trabajar como recadero en un café-hotel ubicado en la entonces calle Potosí, entre Chacabuco y Perú, que era frecuentado por personas provenientes del sur.[1]​ Mientras observaba las carretas que transportaban el equipaje de los huéspedes a la Plaza Constitución se le ocurrió la idea de adentrarse en el campo argentino, que era desconocido para él en ese momento, donde una corazonada le señalaba su destino.[1]​ Un día se ofreció como ayudante de boyero en una de esas carretas y llegó al antiguo Fuerte Independencia, ubicado en la zona de Tandil, ciudad donde se instaló.[1][2]​ En esa época, Tandil tenía sólo dos décadas de historia y todavía estaba bajo la amenaza de los malones.[1][2]

Trayectoria como peón de campo

Comenzó a trabajar en la estancia de Ramón Gómez, San Ciriaco, donde fue empleado como peón y donde aprendió los rudimentos de la vida campestre que, en su afán de progresar, perfeccionó rápidamente.[2]​ Luego de un año, se produjo su emancipación de Gómez y decidió comprar, con sus pocos ahorros, una carreta y algunos bueyes, con los cuales inició su larga carrera de financiero y colonizador, con el trabajo que luego daría a la patria.[1][2]​ Su fama de cumplidor llegó a oídos del Coronel Benito Machado, comandante del Fuerte, y se inició allí una relación que se fortalecía día a día con el respeto mutuo, sin llegar a la amistad.[2]

La adquisición de su primera estancia

Ramón Santamarina en 1863, a la edad de 36 años.

En 1849, cuando se traza la ciudad de Tandil con el plano que él mismo había traído desde Buenos Aires,[1]​ Santamarina compró cuatro lotes.[2]​ Por ese entonces, poseía ya veinticuatro carretas que transportaban, entre otras cosas, el capital de las mercancías entre Tandil y Buenos Aires.[2]​ Para ser enviado a la guerra de Crimea, realizó una compra masiva de cueros.[1]​ Las ganancias obtenidas en este negocio le dieron un poco de dinero y la posibilidad de comprar su primera estancia, "Dos Hermanas".[2]​ Luego de esto, Santamarina pudo adquirir otra estancia, "El Cristiano", que le vendió Aarón Castellanos.[1]​ Con el correr del tiempo, fue adquiriendo otras veinticinco estancias más, ubicadas en unas cien leguas, que eran las mejores del sur.[1]​ En ellas, llegó a tener veinte mil vacas y setecientas mil ovejas, y seis casas de negocios como bancos, los cuales enriquecieron a muchos de sus habilitados.[1][nota 1]

Santamarina nunca tuvo socios, sino habilitados. Nunca prestaba dinero del cual nacerían haraganes sino dinero del cual nacerían hombres trabajadores. Siempre donaba dinero a beneficencia de escuelas y hospitales, que actualmente son monumentos de la ciudad de Tandil y de otros pueblos a los cuales hizo crecer.

Pero no todo era tranquilidad en aquellas alejadas tierras donde Santamarina forjaba civilización. Más de una vez tuvo que enfrentar graves peligros, tal como ocurrió cuando tuvo que luchar contra la banda del Tata Dios, que con sus depredaciones tenía aterrorizada a toda la zona. Costa también relató este episodio.[1]

El 1 de enero de 1872, aparecían los asesinos en Tandil, (...), con su programa de exterminio de todos los extranjeros. Tata-Dios, como llamaban a su jefe, era el curandero y brujo Jerónimo Solanet y mandó a conminar a Ramón Santamarina, que estaba en su estancia Los Ángeles, en los mismos días en los que la banda sacrificaba a la familia Chapar y otras.

Santamarina le contestó al mensajero del Tata-Dios que lo esperara esa noche en la estancia Dos Hermanos, donde se iba a defender y lo iba a pelear con sus numerosos peones armados. Tata-Dios enfurecido y sabido a que atenerse respecto a los peones, más suyos que del estanciero, lo esperó en Dos Hermanos toda la noche. Santamarina le dio el esquinazo al bandido, yéndose de Los Ángeles a Tandil, sólo con su cochero y su americanita, al paso de sus trotadores criollos. Llegó allí a la madrugada, donde se juntaron y concertaron con el coronel Machado y otros vecinos, congregados para reprimir las atrocidades cometidas, y se apoderaron de los bandoleros llevándolos a la cárcel del pueblo. Allí murió Tata-Dios de un trabucazo, asestado por entre las rejas de la prisión por un hijo de las víctimas.

En aquella respuesta al bandido, fue la única vez en la vida que Santamarina no dijo la verdad y faltó a una cita, derrotando a los asesinos del Tandil con una figura de contradanza como las del manco Paz. Por esta vez, el honorable hacendado pudo decir que el fin justifica los medios.
Julio A. Costa[1]

Vida familiar

Su vida social y familiar no fue fácil en esos tiempos, ya que Ana Alduncin (1838-1866), su primera esposa, falleció un tiempo después de su cuarto parto. Años más tarde, Santamarina contrajo matrimonio con Ana Irazusta (1849-1921), con quien tuvo trece hijos más.[2]

Cuando Ramón Santamarina, ya millonario, decidió casarse por segunda vez, pensó que los hijos de su primer matrimonio podrían verse perjudicados.[1]​ Con tal de evitar esto, los asoció a su trabajo, de forma de que a los pocos años se hicieron tan ricos por las ganancias de la asociación formada con su padre como los del segundo matrimonio por la herencia futura.[1]​ Así quedaron todos sus hijos en igualdad de condiciones.[1]​ En el contrato de sociedad propuesto en 1890 obligó a sus hijos a plantar árboles, como una forma de celebrar el Día del Árbol en la provincia de Buenos Aires, que padecía una menguada existencia de ellos.[1]

Formación de la sociedad Santamarina e Hijos

En 1878 se produjo su regreso al ámbito ciudadano, cuando compró una casa en la calle Méjico 726, donde se instaló con su familia. Su interés por los negocios lo llevaron a formar en 1890 la Sociedad Santamarina e Hijos, la cual comenzaron a manejar sus hijos mayores.[2]

Cristian IX, el Rey de Dinamarca, reconoció los esfuerzos de Ramón Santamarina en 1896, ya que él había ayudado desinteresadamente a inmigrantes daneses que se habían afincado en Tandil y le concedió ser un Caballero de la Real Orden de Dannebrog.[7]

La Piedra movediza de Tandil, fotografiada por Samuel Boote en fecha desconocida.

Su fallecimiento

Santamarina se suicidó el 23 de agosto de 1904, llevándose consigo el secreto de la causa por la que puso fin a su vida, de igual manera que su padre.[1]​ Esto ocurrió catorce años después de la fundación de la firma, luego de una vida de sacrificios por el bienestar de su familia y su tierra.[7]​ Su entierro, realizado al día siguiente, fue una impresionante y multitudinaria manifestación de duelo.[1]

Legado a la ciudad de Tandil

Poco después de su muerte, la viuda donó a la Congregación de la Sagrada Familia un gran terreno donde se erigió el Colegio San José.[7]​ Cinco años después de la muerte de su esposo, en 1909, la viuda también donó el edificio y el mobiliario para el Hospital Ramón Santamarina.[7]​ Antes de morir, en 1882, Santamarina ya había donado a la municipalidad el terreno donde se encontraba la piedra movediza, que finalmente se cayó en 1912.[7]

Santamarina e Hijos

Marca utilizada para sus productos.

La firma Santamarina e Hijos, que fundó Santamarina junto a sus hijos José y Ramón el 1 de julio de 1890, se dedicó a diversas ramas del ámbito económico, entre las que se encuentran las administraciones urbanas y rurales, las explotaciones industriales, los negocios bancarios y las comisiones y consignas de frutos del país. Su primera sede fue en la calle Victoria 864, actualmente Hipólito Yrigoyen.[8]​ Entre sus establecimientos se destacan: Bella Vista, La Colina, La Elvira, La Energía, La Fortuna, La Gloria, La Providencia, La Totora, La Voluntad, Las dos Rosas, Las Gaviotas, Los Ángeles, Los Gauchos, Meriland, Ramón I, San Alberto, San José y San Ramón, San Pedro, Santa Elena y Sarah, entre otros.[1]​ Todos estos establecimientos están diseminados por las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Santiago del Estero.[1]

Al morir Ramón Santamarina en 1904, Ramón (h.) se hizo cargo de la administración. Poco tiempo después, con la muerte de este, la empresa quedó bajo la dirección de su hermano Enrique.[8]​ A partir de 1923 se inició en la empresa la última gran reestructuración que le permitió seguir en el negocio, en una época de quiebra para muchas casas consignatarias. Aquí comenzó una nueva etapa, bajo la dirección de Jorge A. y Ramón III Santamarina y sus hermanos, hijo y nietos de Ramón Santamarina (p.).[8]​ En 1936, la empresa pasó de ser una sociedad colectiva a una Sociedad Anónima, comenzando así la etapa actual.[8]​ A partir de 1971, la nueva generación que ya venía acompañando a los mayores desde hace varios años se hizo cargo de la dirección de la firma.[8]

A 2008, la empresa se encuentra presidida por Marcelo de Alzaga, nieto de Jorge Alejandro Santamarina, y dirigida por Carlos Fernando Santamarina y José Ramón Santamarina, todos representantes de la cuarta generación de descendientes de Ramón Santamarina.[8]

Sus hijos

Los hijos de Ramón Santamarina siguieron su gran ejemplo, y cuatro de ellos se dedicaron a la función pública. Estos fueron Ramón, Enrique, Antonio y Jorge Alejandro Santamarina.[3]

Ramón Santamarina II

El Dr. Ramón II Santamarina (Tandil, 15 de mayo de 1861 - 1 de febrero de 1909)[3]​ se recibió de abogado y fue ministro de Buenos Aires en la intervención del Dr. Lucio V. López, diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires y presidente del Banco de la Nación, de la Sociedad Rural Argentina (S.R.A.) entre 1897 y 1898, de la Editorial "El País", de la Unión Telefónica y de la Sociedad Industrial.[1][3]​ Como presidente del Banco de la Nación, Santamarina instaló una industria de derivados lácteos y plantó en la llanura gran cantidad de árboles de variadas especies, cumpliendo así el pensamiento de su padre.[1]​ Como presidente de la Sociedad Rural Argentina se destacan la implementación del suero contra la fiebre carbuncosa en el ganado y la exportación de hacienda a los puertos ingleses.[1][9]​ Se lo ha homenajeado bautizando en su honor un pueblo del Partido de Necochea, en la Provincia de Buenos Aires, una estación ferroviaria en este y el Instituto Agrotecnológico de Tandil.[6]

Enrique Santamarina

Enrique Santamarina (Tandil, 8 de febrero de 1870 - 1937)[3]​ fue director del Banco Nación y vicepresidente de la República Argentina en el gobierno del General Uriburu, tras la revolución del 6 de septiembre de 1830, pero renunció el 20 de octubre de ese mismo año por enfermedad.[3]​ Fue un gran propulsor de Monte Grande, donde fue el primer comisionado municipal y una figura muy importante en la creación del partido de Esteban Echeverría en 1913, cuando cedió los terrenos donde se emplazó el Club Social.[3]​ Actualmente lo recuerdan en este pueblo una plaza, una avenida y un monumento, que contó con la colaboración de Santamarina e Hijos, ya que la empresa formó una comisión para recaudar los fondos necesarios para la construcción de este.[1][3]

Antonio Santamarina

Antonio Santamarina (Buenos Aires, 17 de agosto de 1880 - 1974)[3]​ se recibió como doctor en Derecho y Ciencias Sociales.[1]​ Fue miembro del Concejo Deliberante de Buenos Aires, diputado provincial y luego nacional por Buenos Aires, intendente de la municipalidad de Tandil entre 1914 y 1917, intendente de la Convención constituyente de la provincia, senador nacional, candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes (él mismo era un gran coleccionista)[3]​ y miembro del directorio de importantes empresas mercantiles e industriales.[1]

Monumento a Santamarina, obra de Miguel Blay.

Jorge Alejandro Santamarina

Jorge Alejandro Santamarina (Buenos Aires, 17 de enero de 1891 - Olivos, 8 de agosto de 1953)[3]​ fue presidente del Banco de la Nación Argentina desde 1932 hasta 1943, Ministro de Hacienda del gobierno que surgió en la revolución del 4 de junio de 1943, diputado por la provincia de Buenos Aires, miembro de la Junta reguladora de granos y vicepresidente, desde 1936 hasta su fallecimiento, de la empresa familiar iniciada por su abuelo, Santamarina e Hijos.[1][3]​ Su actuación en el gremio consignatario en la década del '30 fue muy importante ya que logró el cambio de la forma de comercialización cuando logró derogar una ley nacional que perjudicaba al sector.[1][3]

Don Ramón Santamarina (1905), de Joaquín Sorolla expuesto en la Sala Mercedes Santamarina del Museo Municipal de Bellas Artes de Tandil.[10]

Homenajes póstumos

En el año 1905, un año después de la muerte de Santamarina, su familia le encargó a Joaquín Sorolla que pintase un cuadro en su honor. Esta obra se encuentra expuesta en en la sala Mercedes Santamarina del Museo Municipal de Bellas Artes de Tandil. Esta señora, nieta de Santamarina, fue quien donó la obra al museo en el año 1971.[10]

La ciudad de Tandil le erigió un monumento en su honor el 10 de marzo de 1912, obra del escultor español Miguel Blay, el mismo que realizó en Buenos Aires el monumento a Mariano Moreno y a San Francisco Solano en Santiago del Estero.[1]

En la estancia Bella Vista, en Tandil, se conserva en una urna de vidrio una de las carretas de Santamarina, que fue un instrumento representativo de su trabajo y su fortuna, "como mejor atributo de nobleza del trabajador", o un instrumento que fue más de una vez una trinchera para los indios.[1]

Además, se ha fundado en el Partido de Tres Arroyos una localidad con el nombre de Orense, dándole así un homenaje al pueblo de sus antepasados y a la antigua dueña de esas tierras, Ángela Santamarina de Temes, que ha sido distinguida en esa ciudad gallega por sus obras de beneficencia.[1]

Una avenida, el hospital municipal y una escuela de la ciudad de Tandil llevan su nombre.[4][5]

Referencias

  1. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r s t u v w x y z aa ab ac ad ae af ag ah ai aj ak al «Ramón Santamarina Valcárcel (el esforzado civilizador de Tandil)». Consultado el 10 de noviembre de 2008. 
  2. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q r Juan Cruz Jaime. «SANTAMARINA E HIJOS, 118 años en la consignación». p. 1. Consultado el 14 de marzo de 2009. 
  3. a b c d e f g h i j k l m Juan Cruz Jaime. «SANTAMARINA E HIJOS, 118 años en la consignación». p. 17. Consultado el 14 de marzo de 2009. 
  4. a b Diario El Eco. «Demoraron a un hombre que protagonizó un accidente». Consultado el 19 de marzo de 2009. 
  5. a b «Sitio oficial del Hospital Ramón Santamarina». Consultado el 19 de marzo de 2009. 
  6. a b «La localidad de Ramón Santamarina». Consultado el 5 de abril de 2009. 
  7. a b c d e Juan Cruz Jaime. «SANTAMARINA E HIJOS, 118 años en la consignación». p. 2. Consultado el 14 de marzo de 2009. 
  8. a b c d e f «Historia de Santamarina e Hijos». Consultado el 13 de marzo de 2009. 
  9. Sociedad Rural Argentina. «El nacimiento de la SRA». Consultado el 1 de abril de 2009. 
  10. a b «Sala Mercedes Santamarina, del Museo Municipal de Bellas Artes de Tandil». Consultado el 31 de marzo de 2009. 

Nota

  1. Un habilitado es, en hacienda, la persona que cobra los sueldos y otros emolumentos o remuneraciones adicionales de los funcionarios y los entrega a los interesados.

Bibliografía

  • Gándara, Ana (2004). La Carreta, biografía novelada de Ramón Santamarina. Emecé. 
  • Reguera, Andrea (2006). Patrón de estancias, Ramón Santamarina : una biografía de fortuna y poder en La Pampa. Eudeba. ISBN 9502315472.