Diferencia entre revisiones de «Barrio de La Latina (Madrid)»

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El '''barrio de La Latina''' es un área de [[Madrid]], administrativamente enclavada casi en su totalidad dentro del [[Barrio de Palacio]] en el distrito de [[Centro (Madrid)|Centro]]. Aunque sus límites son difusos, podría afirmarse que, en torno al eje de la Carrera de San Francisco -que culmina en la Basílica de [[San Francisco el Grande]]- limita al norte con la [[calle de Segovia (Madrid)|calle de Segovia]] –una profunda rambla que vertía al [[Río Manzanares]] y que se salva hoy a través de el [[Viaducto de Segovia|''El Viaducto'']]-; al Sur con la Ronda y [[Puerta de Toledo]]; al Este con la calle de Toledo –que limita con [[El Rastro]] y el Barrio de [[Lavapiés]]- y al Oeste con la Calle de Bailén. [[Imagen:Basílica de San Francisco el Grande (Madrid) 03.jpg|thumb|220px|right|Fachada principal de la Basílica de [[San Francisco el Grande]], vista desde la Carrera de San Francisco.]]
El '''barrio de La Latina''' es un área de [[Madrid]], administrativamente enclavada casi en su totalidad dentro del [[Barrio de Palacio]] en el distrito de [[Centro (Madrid)|Centro]]. Aunque sus límites son difusos, podría afirmarse que, en torno al eje de la Carrera de San Francisco -que culmina en la Basílica de [[San Francisco el Grande]]- limita al norte con la [[calle de Segovia (Madrid)|calle de Segovia]] –una profunda rambla que vertía al [[Río Manzanares]] y que se salva hoy a través de el [[Viaducto de Segovia|''El Viaducto'']]-; al Sur con la Ronda y [[Puerta de Toledo]]; al Este con la calle de Toledo –que limita con [[El Rastro]] y el Barrio de [[Lavapiés]]- y al Oeste con la Calle de Bailén. [[Imagen:Basílica de San Francisco el Grande (Madrid) 03.jpg|thumb|220px|right|Fachada principal de la Basílica de [[San Francisco el Grande]], vista desde la Carrera de San Francisco.]]

Revisión del 05:22 27 jun 2008

El barrio de La Latina es un área de Madrid, administrativamente enclavada casi en su totalidad dentro del Barrio de Palacio en el distrito de Centro. Aunque sus límites son difusos, podría afirmarse que, en torno al eje de la Carrera de San Francisco -que culmina en la Basílica de San Francisco el Grande- limita al norte con la calle de Segovia –una profunda rambla que vertía al Río Manzanares y que se salva hoy a través de el El Viaducto-; al Sur con la Ronda y Puerta de Toledo; al Este con la calle de Toledo –que limita con El Rastro y el Barrio de Lavapiés- y al Oeste con la Calle de Bailén.

Fachada principal de la Basílica de San Francisco el Grande, vista desde la Carrera de San Francisco.

Recorrido histórico

La Latina ocupa gran parte del Madrid más antiguo, también conocido como Madrid de los Austrias y guarda una peculiar organización urbana propia de la distribución medieval, con plazas amplias y calles estrechas que siguen el antiguo recorrido de las aguas. Su configuración se solapa casi perfectamente con los primeros recintos amurallados de la ciudadela del siglo IX –la almudena- y de la ciudad –la medina- que la circundaba. En sus calles han tenido presencia todos los hechos históricos sucedidos en Madrid en todas las épocas, sin perder su carácter popular. En este sentido se puede decir que La Latina constituye gran parte del verdadero centro histórico de Madrid.

Restos de la antigua muralla en la calle de los Mancebos.

La edificación del barrio es mayoritariamente del siglo XIX sobre las parcelas antiguas de edificios derruidos o derribados lo que mantiene el urbanismo de calles estrechas y quebradas junto con grandes plazas. Se trata de edificios muy característicos por sus grandes y muchas ventanas, que a veces constituyen estrechas balconadas de forja, aleros ligeramente sobresalientes con cubierta de teja árabe y fachada en mortero de color. Constan de cuatro o cinco alturas, más divididas en pisos en función del aumento de la altura, consagrándose en general la primera planta completa a residencia del propietario y el resto a alquileres.

Como es nota en Madrid, la integración de los edificios nuevos es aquí también nula y aparecen éstos rompiendo de vez en cuando el paisaje urbano con sus diez plantas de altura y su ladrillo visto.

Antiguo convento de la Latina hoy tienda de disfraces en la calle de Toledo; y salida de la estación de metro de La Latina.

Particularmente característica fue la demolición del viejo Mercado de La Cebada, inaugurado en 1875 para sustituir e institucionalizar la venta al aire libre en la plaza del mismo nombre y dar satisfacción al nuevo gusto modernista. Los problemas de salubridad y la falta de conciencia histórica y estética dieron a mediados del siglo XX al traste con el mercado –aunque el cercano y gemelo Mercado de San Miguel sigue en pie para su contemplación- construyéndose uno nuevo de hormigón que presume de su gran techo abovedado que permite salvar unos enormes vuelos sin columnas, orgullo de las nuevas técnicas arquitectónicas. Actualmente hay un proyecto de reforma por parte del Ayuntamiento del mercado y las instalaciones deportivas adjuntas.

Como se ha dicho, la plaza de la Cebada funcionaba como mercado, generalmente al por mayor, desde que en el siglo XV se habilitara para este fin un gran espacio extramuros de la Puerta de Moros. En el siglo XVIII ya se celebraban en este lugar las ferias de la ciudad y en el XIX fue además testigo de las ejecuciones de relevancia popular como la del General Rafael de Riego, ahorcado, o el bandido Luis Candelas por garrote vil.

También ha de encontrarse una explicación histórica a las dos Cavas, en la actualidad dos calles que transcurren casi paralelas repletas de comercios y lugares de ocio y que originalmente marcaban el acceso a los huecos excavados bajo la muralla que permitían el acceso y salida de la ciudadela incluso con las puertas cerradas. En estas calles, en el siglo XVII, empezaron a alojarse en posadas, fondas y hospederías los mercaderes que venían de las diferentes zonas aledañas a Madrid a vender en el mercado. Los viajeros y sus caballerías se alojaban, según su procedencia, en instalaciones regidas por sus paisanos; instalaciones que fueron creciendo en calidad y servicios creando una estructura comercial y de ocio a la medida de estos visitantes profesionales con dinero fresco y escaso control social. Actualmente se conservan sólo algunas de estas posadas y la totalidad de la orientación al ocio gastronómico y tabernario, entre los que cabe citar a Casa Lucio, La Soleá y muchos otros establecimientos tradicionales de Madrid de la máxima relevancia en su género.

La Iglesia de San Andres vista desde la Plaza de los Carros.

Desde la plaza de la Cebada y a través de la puerta de Moros se entraba en la ciudad por la plaza de los Carros, llamada así por la parada de carros dedicados a la distribución de mercancías procedentes del mercado. Adjunta a esta plaza está la de San Andrés, donde en el lugar de la antigua mezquita se erige la imponente parroquia de San Andrés consagrada en honor de San Isidro, patrón de la ciudad cuyo hijo fue salvado milagrosamente de la caída a un pozo que puede contemplarse en la casa adjunta a la citada iglesia, casa en la que habitaba el Santo con su esposa Santa María de la Cabeza y que hoy constituye el interesante museo de San Isidro sobre la historia de la ciudad.

Casa museo de San Isidro o de los orígenes en la plaza de San Andres.

Entrando a la vieja ciudad por la citada Puerta de Moros, dejando a la derecha la iglesia de San Andrés, en un tiempo pasando incluso por debajo de un pasadizo elevado que la comunicaba con algún edificio de la Calle de los Mancebos, hay un estrecho paso que lleva hacia la Plaza de la Paja, un lugar que en el siglo XIII era el centro del mercado de la antigua villa y donde, ya entonces, Juan II de Castilla erigió la llamada Plaza del Arrabal, que posteriormente fue Plaza Mayor de la villa. Alrededor de la plaza existían diferentes palacios correspondientes a las familias más importantes y donde encontraban alojamiento los reyes de castilla –y también los Reyes Católicos- cuando venían a la villa de Madrid. La plaza de la Paja está presidida por la Capilla del Obispo, adosada a la trasera de la citada parroquia de San Andrés y el palacio de los Vargas –hoy Centro concertado de Educación Secundaria- únicos edificios antiguos que permanecen en pie. Se ha dicho que este lugar recibe su nombre actual de la costumbre de dar paja al cabildo de la capilla para las mulas que utilizaban sus capellanes para pasear. Al otro lado de la plaza se encuentra el Colegio de San Ildefonso, la institución de enseñanza infantil más antigua de Madrid cuyos alumnos son aún los encargados de cantar la Lotería Nacional.

Al final de la plaza de la Paja y sobre un balcón de la calle de Segovia, encontramos el jardín del Príncipe de Anglona -un bello jardín neoclásico en el que por las tardes no resulta difícil encontrar a los escolares del citado colegio de San Ildefonso merendando y jugando-.

La torre mudéjar de San Pedro el Viejo desde la calle del Príncipe de Anglona. A la izquierda, fachada del Palacio de Anglona.

Y saliendo ya de la plaza por la calle del Príncipe de Anglona -dejando a la izquierda el antiguo palacio-, presidida por la torre mudejar del siglo XIV de la Iglesia de San Pedro el Viejo, -tal vez la torre más antigua en pie de la capital- llegamos a dicha iglesia -alojamiento permanente de la imagen de Jesús el Pobre- y a la calle del Nuncio, donde estuvo hasta el siglo XX la nunciatura apostólica del papado en España, para perdernos por estrechas calles en dirección a la Cava Baja.

Para finalizar el recorrido histórico merece la pena volver a la plaza de la Paja y descender por la estrecha calle de Alfonso VI, llamada así en honor del conquistador de Madrid y para ennoblecer su denominación semioficial de calle del aguardiente –por llevarse a cabo en esta calle gran parte de la distribución de estos licores- y de la fama asociada a peleas y discusiones. Bajando esta calle se llega a la vieja morería, centro de la ciudad árabe y posteriormente arrabal de moriscos irredentos y conversos de los que queda el nombre de la calle de la Morería y, probablemente, el de la plaza del Alamillo, propuesta cristianización del viejo alamud o tribunal árabe que se correspondería con algunos estudios que adjudican a este lugar el viejo ayuntamiento moro.

En realidad son muchas las calles que tienen sujeto a discusión el origen de su nombre. Tal vez la más interesante sea la citada de los Mancebos, antes de los Dos mancebos, en probable referencia a los dos niños allí encerrados –en el palacio de los Lasso- y posteriormente ajusticiados, acusados de la muerte accidental de Enrique I de Castilla en Palencia por la caída de una teja. Otras teorías encuentran el origen del nombre en los muchachos que se tenían de hospedaje en dicho palacio, quiénes, desde las ventanas a la altura de la calle, se divertían embromando a los viandantes.

Recorrido Social

A diferencia de otros lugares, el barrio de La Latina se constituyó muy pronto y mantuvo mucho tiempo una particular integración y convivencia de prácticamente todos los estratos sociales. Nobleza mayor y menor, clero pobre y rico de las diferentes iglesias y capillas, diplomáticos asociados a la Nunciatura, artesanos de los diferentes gremios que acabaron dando nombre a las calles donde practicaban su oficio y, sobre todo, mercaderes de fuera de Madrid y revendedores de ocasión u oficio quienes, junto con los habitantes de unos arrabales de semicampesinos y semidelincuentes que se colaban a través de la Puerta de Toledo, crearon entre todos una extraña configuración social muy urbana y dinámica.

La segregación espacial por barrios, definitiva en Madrid a partir del siglo XIX, hizo que los aristócratas abandonaran sus palacios lo que, unido a la desamortización de Mendizábal, hizo que se derribaran las más importantes parcelas para construcción de edificios para el alquiler con el mayor aprovechamiento posible, es decir, con corralas, distribución mínima del espacio por familia, etc. En suma, las clases más altas huyeron de la zona y su espacio se rellenó con lo que hoy se conoce como chabolismo vertical.

Bajada desde Puerta Cerrada por la calle de Segovia.

La llegada de la conciencia histórica a las autoridades, poco a poco desde la segunda mitad del siglo XX, ha llevado a una enorme revalorización social y económica de la zona. Con su trazado urbano casi idéntico y con muy pocas muestras de sus edificaciones históricas –las anteriores al siglo XIX- el Barrio de la Latina se ha constituido como uno de los principales centros artísticos, turísticos y de ocio de la ciudad. Su medida cercanía y distancia del centro de la ciudad –característica de su historia- lo convierten en un deseado lugar residencial repleto de oferta de ocio y hostelería. Desde 1980 un específico plan urbanístico protege sus edificaciones y junto al plan de recuperación del entorno del mercado de la Cebada hay otros de recuperación de enclaves específicos históricos como los referidos a la vieja muralla. Asimismo, el barrio de la Latina cuenta con el Teatro de La Latina y varios pequeños teatros así como sirve de escenario a la mayoría de las películas de cine que se ruedan en Madrid y en sus calles no es difícil encontrarse con personajes famosos del séptimo arte, la cultura o la televisión.

El carácter peatonal de la mayoría de sus muchas plazas hace que sus terrazas estén llenas todas las tardes desde el inicio de la primavera hasta bien entrado el otoño y que reúna grandes aglomeraciones de gente joven y de mediana edad en las noches de los fines de semana, disfrutando de sus bares, tabernas y restaurantes. En sus edificios –la mayoría de ellos ya rehabilitados- aún conviven los últimos representantes de las generaciones más populares con los jóvenes más bohemios y de un nivel económico medio-alto. En este sentido cabe destacar que La Latina haya sido el segundo lugar de Madrid en ser foneado (después del barrio de Chueca). Algo parecido resulta de observar la disposición de los comercios, pues conviven pared con pared los más tradicionales y artesanos con los lugares de diseño y nuevas tendencias.

Transportes

Por su carácter semipeatonal, el precio de su estacionamiento regulado, su escasez de plazas para aparcar -lo que constituye un empeño realmente temerario las tardes y noches del fin de semana y las mañanas de domingo- y la intensidad de tráfico a todas horas -incluso de madrugada los días citados- resulta de lo más recomendable el transporte público y, en la medida de lo posible, disfrutar caminando.

Existe un estacionamiento público en la calle Toledo, esquina calle de la Cebada, y otro bajo la cercana Plaza Mayor.

Bibliografía

  • HIDALGO, R.: Iglesias antiguas de Madrid. Madrid de bolsillo. Ediciones La Librería, Madrid 1993. ISBN 978-84-87290-52-7
  • JULIÁ, S. y otros: Madrid, Historia de una capital. Alianza Editorial, Madrid 1995. ISBN 84-206-0760-6
  • MONTERO, M. : El Madrid Medieval. Ed. El Avapiés. Madrid 1987. ISBN 84-86280-28-1
  • VV.AA: Atlas histórico de la ciudad. Fundación Caja de Madrid. Lunwerg Editores, Barcelona 1995. ISBN 84-7782-638-2
  • VV.AA: Madrid; su historia, sus gentes, sus pueblos. Fascículos 5 y 7. Editorial Espasa 1998. ISBN 84-239-9860-6

Enlaces