Diferencia entre revisiones de «Declaración de independencia de la Argentina»
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Varios territorios que habían pertenecido al [[Virreinato del Río de la Plata]] no pudieron hacer llegar sus representantes: algunos por haber recaído ante los realistas, otros por estar acometidos por la invasión luso-brasileña. Todas las provincias de la [[Liga Federal]] ([[Banda Oriental]], [[Corrientes]], [[Entre Ríos]], [[Misiones]] y [[provincia de Santa Fe|Santa Fe]]) intentaron allegar a sus representantes pero estos fueron aprisionados por los agentes del [[Directorio (Argentina)|Directorio]] [[unitario]] instalado en Buenos Aires, sólo por su situación estratégica y por la habilidad de sus diplomáticos una sola provincia con gobierno [[federalismo|federalista]] logró hacer llegar sus representantes: [[provincia de Córdoba (Argentina)|Córdoba]] la cual, aunque no logró hacer triunfar las ideas federales, sí representó el ideario preconizado por [[José Gervasio Artigas]]. En cuanto a [[Paraguay]], tal territorio se declaró independiente (tras haber estado [[Confederación|confederado]]) ante las actitudes hipercentralistas del [[Directorio]] establecido en la ciudad Buenos Aires, en cuanto a los territorios de la [[Patagonia]], [[Comahue]] y el [[Gran Chaco]] se encontraban bajo el dominio de los llamados [[aborigen|pueblos originarios]]. El Congreso se inició el [[24 de marzo]] con la presencia de 33 diputados. |
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La votación finalmente se concretó el 9 de julio. En ese momento presidía el cuerpo, el representante de San Juan, [[Francisco Narciso de Laprida]]. Ningún país reconoció, en ese momento, la independencia nacional. Las discusiones posteriores giraron en torno de la forma de gobierno que debía adoptarse para el nuevo Estado. |
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Las labores del Congreso continuaron en Buenos Aires, donde comenzó a deliberar en 1817, y donde sancionó la [[Constitución Argentina de 1819]]. El Congreso fue disuelto en [[1820]], tras la derrota del [[Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata|Directorio]] en la [[Batalla de Cepeda (1820)|batalla de Cepeda]], que marcó el inicio de la [[anarquía del Año XX]]. |
Las labores del Congreso continuaron en Buenos Aires, donde comenzó a deliberar en 1817, y donde sancionó la [[Constitución Argentina de 1819]]. El Congreso fue disuelto en [[1820]], tras la derrota del [[Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata|Directorio]] en la [[Batalla de Cepeda (1820)|batalla de Cepeda]], que marcó el inicio de la [[anarquía del Año XX]]. |
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Declaración de independencia de la Argentina | ||
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Alegoría de la declaración de independencia, obra de Luis de Servi. | ||
Localización | ||
País | Argentina | |
Localidad | Casa Histórica de Tucumán | |
Coordenadas | 26°50′00″S 65°12′12″O / -26.83333333, -65.20333333 | |
Datos generales | ||
Tipo | declaración de independencia | |
Fecha | 9 de julio de 1816 | |
La declaración de independencia de la Argentina fue una decisión tomada por el Congreso de Tucumán que sesionó en la ciudad de San Miguel de Tucumán de las entonces Provincias Unidas en Sudamérica. Fue proclamada el 9 de julio de 1816 en la casa que era propiedad de Francisca Bazán de Laguna, la cual fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1941. Con dicha declaración, se rompían los vínculos de dependencia política que los gobiernos locales tenían con la monarquía española.
Antecedentes
En 1814, el rey Fernando VII regresaba al trono de España. Esta situación le quitó argumentos de acción a los hombres que habían iniciado la Revolución de Mayo e instaurado la Primera Junta bajo la premisa de la Máscara de Fernando VII. Ya no podían actuar en nombre del rey de España porque éste volvía a estar en el poder efectivo. España quería reconquistar sus colonias. Los realistas (los partidarios del colonialismo) habían triunfado en Sipe-Sipe, Guaqui, Vilcapugio y Ayohuma y eran fuertes en el Alto Perú actual Bolivia. Desde allí pensaban atacar las bases de patriotas ya entonces al mando de José de San Martín e invadir todo el territorio de Argentina teniendo como objetivo la ciudad de Buenos Aires.
El 15 de abril de 1815, una revolución terminó con el gobierno unitario de Carlos María de Alvear. Los revolucionarios exigieron la convocatoria de un Congreso General Constituyente. Inicialmente se enviaron diputados de todas las provincias iniciando las sesiones el 24 de marzo de 1816. Cada delegado representaba 15.000 habitantes.
El Congreso de Tucumán
Varios territorios que habían pertenecido al Virreinato del Río de la Plata no pudieron hacer llegar sus representantes: algunos por haber recaído ante los realistas, otros por estar acometidos por la invasión luso-brasileña. Todas las provincias de la Liga Federal (Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe) intentaron allegar a sus representantes pero estos fueron aprisionados por los agentes del Directorio unitario instalado en Buenos Aires, sólo por su situación estratégica y por la habilidad de sus diplomáticos una sola provincia con gobierno federalista logró hacer llegar sus representantes: Córdoba la cual, aunque no logró hacer triunfar las ideas federales, sí representó el ideario preconizado por José Gervasio Artigas. En cuanto a Paraguay, tal territorio se declaró independiente (tras haber estado confederado) ante las actitudes hipercentralistas del Directorio establecido en la ciudad Buenos Aires, en cuanto a los territorios de la Patagonia, Comahue y el Gran Chaco se encontraban bajo el dominio de los llamados pueblos originarios. El Congreso se inició el 24 de marzo con la presencia de 33 diputados.
Es de notar que, pese a una hegemonía de representantes de las provincias con signo "unitario", el Congreso de San Miguel de Tucumán expresó muchas de las intenciones federales mantenidas por José de San Martín, Manuel Belgrano y Bernardo de Monteagudo, entre otros de sus principales realizadores. La situación de guerra abierta con la monarquía española y la creciente injerencia del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve hizo que, tácticamente, muchos de los que podían tener simpatías por el federalismo, decidieran abroquelarse monolíticamente en una especie de "unitarismo" coyuntural ante los ataques externos.
Por otra parte, el Congreso, en la memorable sesión del 9 de julio de 1816, reivindicó la casi totalidad de lo declarado en el llamado Congreso de Oriente reunido a pedido por José Gervasio Artigas en Arroyo de la China a mediados de 1815. Entre otras cruciales intenciones que se establecieron en el Arroyo de la China, en el Congreso de Tucumán se proclamó la declaración de independencia argentina respecto de España y (tras una semana) de toda otra dominación extranjera.
Según la decisión de los propios delegados, la presidencia del Congreso era rotativa y cambiaba cada mes. Este cuerpo, tenía además, la facultad de intervenir en casi todos los asuntos que se presentaban a su consideración. Esto provocó interminables debates.
La votación finalmente se concretó el 9 de julio. En ese momento presidía el cuerpo, el representante de San Juan, Francisco Narciso de Laprida. Ningún país reconoció, en ese momento, la independencia nacional. Las discusiones posteriores giraron en torno de la forma de gobierno que debía adoptarse para el nuevo Estado.
Las labores del Congreso continuaron en Buenos Aires, donde comenzó a deliberar en 1817, y donde sancionó la Constitución Argentina de 1819. El Congreso fue disuelto en 1820, tras la derrota del Directorio en la batalla de Cepeda, que marcó el inicio de la anarquía del Año XX.
Acta de la Independencia
Declarada por el Congreso de las Provincias Unidas en Sudamérica.
En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes de julio de 1816: terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman. Era universal, constante y decidido el clamor del territorio por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España, los representantes sin embargo consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya pueblos representados y posteridad. A su término fueron preguntados ¿Si quieren que las provincias de la Unión fuese una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli? Aclamaron primeramente llenos de santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron sucesivamente su unánime y espontáneo decidido voto por la independencia del país, fixando en su virtud la declaración siguiente:
"Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad bajo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración." Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del Congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios.
El 19 de julio, en sesión secreta, el diputado Medrano hizo aprobar una modificación a la fórmula del juramento. Donde decía «independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli», se añadió:
"...y toda otra dominación extranjera"
Firmantes de la Declaración de la Independencia
- Presidente
- Francisco Narciso de Laprida, representante por San Juan
- Vicepresidente
- Mariano Boedo, representante por Salta
- Secretarios
- José Mariano Serrano, representante por Charcas
- Juan José Paso, representante por Buenos Aires
- Diputados
- Por Buenos Aires
- Dr. Antonio Sáenz
- Dr. José Darragueira
- Fray Cayetano José Rodríguez
- Dr. Pedro Medrano
- Dr. Esteban Agustín Gascón
- Dr. Tomás Manuel de Anchorena
- Por Catamarca
- Por Córdoba
- Por Jujuy
- Por La Rioja
- Por Mendoza
- Por Salta
- Por San Juan
- Por Santiago del Estero
- Por Tucumán
- Por Mizque
- Por Charcas
- Por Chichas
Estuvieron imposibilitados de presentarse cuatro diputados:
- el coronel José Moldes (Salta), que se encontraba detenido en Salta;
- el coronel Juan José Feliciano Fernández Campero (Chichas), que estaba al mando de tropas en el frente de combate;
- el presbítero Miguel Calixto del Corro (Córdoba), que estaba realizando una misión diplomática ante José Artigas.
- el diputado Juan Martin de Pueyrredon (San Luis), que había viajado a Buenos Aires para asumir el cargo de Director Supremo.
Celebración oficial del 9 de Julio
El 6 de julio de 1826, el presidente Bernardino Rivadavia ordenó que el 9 de Julio se conmemorase juntamente con el 25 de Mayo pues consideraba que la repetición de estas fiestas irroga perjuicios de consideración al comercio e industria.
Pero Juan Manuel de Rosas, durante su segundo gobierno, y a punto de celebrar los 20 años de la declaración de la Independencia, dispuso mediante un decreto promulgado el 11 de junio de 1835, que la celebración del 9 de Julio debía hacerse con los mismos preceptos que el 25 de Mayo.
Se reproducen aquí los artículos primero y segundo del mencionado decreto:
Art. 1º- En lo sucesivo el 9 de Julio será reputado como festivo de ambos preceptos, del mismo modo que el 25 de Mayo; y se celebrará en aquel misa solemne con Te-Deum en acción de gracias al ser Supremo por los favores que nos ha dispensado en el sostén y defensa de nuestra independencia política, en la que fuese posible, el muy Reverendo Obispo Diocesano, pronunciándose un sermón análogo a este memorable día.
Art. 2º- En la víspera y el mismo día 9 de Julio, se iluminará la ciudad, la Casa de Gobierno y demás edificios públicos, haciéndose tres salvas en la Fortaleza y buques del Estado, según costumbre.[1]
Notas
- ↑ Crónica Histórica Argentina, Tomo II, p 184, (1968) Ed. CODEX