Diferencia entre revisiones de «Pedofilia»

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Desde un punto de vista médico, la '''paidofilia''' o '''pedofilia''' es una es pesi de hombre de generado llamado tavo que le gustan los niños llamodos ramses y unos cuantos israeles normalmente lo unico que hace es ver porno de animales y las peliculas de cantiflans el ciber de la es quina donde por sierto no paga de [[parafilia]] que consiste en que la excitación o el placer sexual se obtienen, principalmente, a través de actividades o fantasías sexuales con niños de, generalmente, entre 8 y 12 años.<ref>Enrique Echebúrua y Cristina Guerricaechevarría, ''Abuso sexual en...'', pág. 79.</ref> A la persona que padece ''pedofilia'' se le denomina ''pedófilo'', un individuo de, al menos, 16 años que se entretiene sexualmente con menores de 13 y respecto de los que mantiene una diferencia de edad de, por lo menos, cinco años.<ref>Según el ''Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, IV''; ápud. Anna Oliveiro Ferraris y Bárbara Graziosi, ''¿Qué es...?'', págs. 44-45.</ref>
Desde un punto de vista médico, la '''paidofilia''' o '''pedofilia''' es una [[parafilia]] que consiste en que la excitación o el placer sexual se obtienen, principalmente, a través de actividades o fantasías sexuales con niños de, generalmente, entre 8 y 12 años.<ref>Enrique Echebúrua y Cristina Guerricaechevarría, ''Abuso sexual en...'', pág. 79.</ref> A la persona que padece ''pedofilia'' se le denomina ''pedófilo'', un individuo de, al menos, 16 años que se entretiene sexualmente con menores de 13 y respecto de los que mantiene una diferencia de edad de, por lo menos, cinco años.<ref>Según el ''Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, IV''; ápud. Anna Oliveiro Ferraris y Bárbara Graziosi, ''¿Qué es...?'', págs. 44-45.</ref>


La pedofilia es un rasgo multifactorial en la personalidad del que la padece, y se compone de aspectos mentales, institucionales, de actividad, de educación sexual, de violencia, de control de las pulsiones, etc. En este sentido, se suelen distinguir dos tipos de pedofilia, una primaria o esencial, muy arraigada en el sujeto, y otra secundaria (u otras), que aparecería motivada por factores circunstanciales.
La pedofilia es un rasgo multifactorial en la personalidad del que la padece, y se compone de aspectos mentales, institucionales, de actividad, de educación sexual, de violencia, de control de las pulsiones, etc. En este sentido, se suelen distinguir dos tipos de pedofilia, una primaria o esencial, muy arraigada en el sujeto, y otra secundaria (u otras), que aparecería motivada por factores circunstanciales.

Revisión del 21:24 8 dic 2009

Este artículo trata de la pedofilia como una parafilia; para otra perspectiva sobre el tema, véase Movimiento Activista Pedófilo.

Desde un punto de vista médico, la paidofilia o pedofilia es una parafilia que consiste en que la excitación o el placer sexual se obtienen, principalmente, a través de actividades o fantasías sexuales con niños de, generalmente, entre 8 y 12 años.[1]​ A la persona que padece pedofilia se le denomina pedófilo, un individuo de, al menos, 16 años que se entretiene sexualmente con menores de 13 y respecto de los que mantiene una diferencia de edad de, por lo menos, cinco años.[2]

La pedofilia es un rasgo multifactorial en la personalidad del que la padece, y se compone de aspectos mentales, institucionales, de actividad, de educación sexual, de violencia, de control de las pulsiones, etc. En este sentido, se suelen distinguir dos tipos de pedofilia, una primaria o esencial, muy arraigada en el sujeto, y otra secundaria (u otras), que aparecería motivada por factores circunstanciales.

Por lo demás, en determinados casos en que la relación entre el pedófilo y el menor se prolonga en el tiempo, puede haber por parte del adulto un enamoramiento real con esa persona a la que él considera como su joven pareja, sobre todo cuando esta se halla en la edad de paso entre la infancia y la pubertad.[3]

Existen, a este respecto, diversas asociaciones de pedófilos que reivindican la pedofilia como una forma más de vivir la sexualidad humana y que, en consecuencia, debe ser aceptada con naturalidad por parte de la sociedad.

Las conductas pedófilas son muy heterogéneas, desde casos inofensivos o casi inofensivos, hasta aquellos en que alcanzan niveles que entran dentro de lo criminal. La actividad sexual de un pedófilo con un menor cuando no media consentimiento por parte de este se conoce con el nombre de abuso sexual infantil o, también, pederastia (palabra que, etimológicamente, significa lo mismo que pedofilia);[4]​ específicamente, a este tipo de pedófilo es al que se le suele conocer con el nombre de abusador sexual o pederasta.[5]​ Con todo, no es raro que en la bibliografía especializada el término pedófilo sea utilizado como sinónimo de abusador sexual.[6]

Historia del término

Etimológicamente, la palabra deriva del término griego παιδοφιλια, paidophilia, y éste de παις-παιδος, páis-paidós, «muchacho» o «niño», y φιλíα filía, «amistad». Paidophilia fue acuñada por los poetas griegos como un sustituto de «paiderastia» (pederastia),[7]​ o viceversa.

Se considera que paidofilia es un término etimológicamente más correcto que pedofilia, si bien esta segunda forma es más usada.[8]​ En relación con la atracción hacia los adolescentes, también suele usarse el término «hebefilia» o «efebofilia».

En la antigua Atenas, la relación sexual entre un adulto y un joven púber, siempre con el consentimiento de este, se denominaba pederastia, y se consideraba como un elemento más en la relación entre un docente y su discípulo: el amor entre ambos favorecía la transmisión del saber y de las leyes ciudadanas. Por el contrario, el sexo con sujetos prepúberes, denominado pedofilia, era castigado con condenas que podían llegar a la pena de muerte.

En la Roma antigua, por su parte, la pederastia estaba muy difundida, pero sin las justificaciones de los griegos, y la pedofilia era también condenada.[9]

Con todo, simultáneamente había puntos de vista de tipo moral-psicológico que condenaban cualquier tipo de contacto sexual entre adultos y menores; así, por ejemplo, Platón o Suetonio.

El término paedophilia erotica fue acuñado en 1886 por el psiquiatra vienés Richard von Krafft-Ebing en su trabajo Psychopathia Sexualis,[10]​ en el que lo describió como el interés sexual dirigido sólo hacia jóvenes prepubescentes, sin incluir a adolescentes, un interés que desaparecería con la aparición de los primeros signos de vello púbico.

A los adultos que manifestaban esta tendencia, Krafft-Ebing los clasificó en tres grupos:

  1. Pedófilos;
  2. De sustitución, esto es, cuando los jóvenes prepubescentes son vistos como objetos que sustituyen a un objeto adulto que es el preferido pero que no está disponible.
  3. Sádicos.

A propuesta del psiquiatra suizo Auguste Forel, el término entró oficialmente en el ámbito de la psiquiatría con el significado de pasión sexual por los menores.

La pedofilia como parafilia

Caracterización del pedófilo

La psiquiatría considera la pedofilia como una parafilia.[11][12]​Los pedófilos, desde esta perspectiva, son

sujetos con una orientación sexual dirigida primariamente a niños, sin apenas interés por los adultos, y con conductas compulsivas no mediatizadas por situaciones de estrés.[13]

El pedófilo suele ser hombre. Las mujeres pedófilas suelen ser o bien personas con trastornos mentales o bien personas muy solitarias y que viven al margen de la sociedad.[14]

La cuarta edición revisada del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense (American Psychiatric Association) describe con tres rasgos un diagnóstico estándar del pedófilo, basándose en 3022 casos de pedofilia:

  • experimentación, durante un periodo de al menos 6 meses, de fantasías sexuales intensas o recurrentes, o de impulsos sexuales, o de necesidad de actividad sexual, en donde el objeto de atención es uno o varios niños prepubescentes (generalmente, menores de 13 años);
  • o bien dichos impulsos solo repercuten en la esfera sexual del individuo, o bien le provocan ansiedad o dificultades interpersonales;
  • el individuo tiene, por lo menos 16 años, y es, como mínimo, 5 años mayor que el tipo de menor por el que muestra su atracción.

La materialización de la pedofilia no presenta una única cara;

la atracción erótica que algunos [pedófilos] sienten por los niños no se traduce necesariamente en actos sexuales completos. El pedófilo puede limitarse a desnudar al niño y a mirarlo, a exhibirse, a masturbarse en su presencia, a tocarlo con delicadeza y a acariciarlo. Puede convencer al niño para que a su vez lo toque y así sucesivamente.[15]

Cognitivamente, el pedófilo se caracteriza por no considerar inapropiada su tendencia o conducta, por lo que no suele presentar sentimientos de culpa o vergüenza; en ocasiones, incluso, apelan a la seducción del menor como causa de la misma o a que su comportamiento se puede entender como una forma de educación sexual de los menores.

Con la aparición de Internet, muchos de ellos han expresado y difundido públicamente sus pensamientos al respecto, reivindicando la licitud de sus acercamientos y sosteniendo que no deben ser identificados con abusadores, en tanto que no fuerzan o usan nunca la violencia para relacionarse con los menores. Por lo demás, afirman que los niños están capacitados tanto para elegir estas relaciones como para rechazarlas.

La personalidad del pedófilo es polimorfa. Se pueden distinguir dos grandes tipos de pedófilos: los primarios y los secundarios o situacionales:[16]

  • Los primarios muestran una inclinación sexual casi exclusiva por los niños y su conducta compulsiva es independiente de su situación personal. Se trata, clínicamente, de pedófilos en un sentido estricto del término que presentan unas distorsiones cognitivas específicas: consideran su conducta sexual como apropiada (no se siente culpables ni avergonzados), planifican sus acciones, pueden llegar a atribuir su conducta a un efecto de la seducción por parte del menor o pueden justificarla como un modo de educación sexual para este.
  • En cuanto a los secundarios o situacionales, estos se caracterizan por que su conducta viene inducida por una situación de soledad o estrés (en estos casos, la experimentación de relaciones sexuales con menores suele ser un medio de compensar la baja autestima o de liberarse de cierta hostilidad). No son estrictamente pedófilos, en tanto que su inclinación natural es hacia los adultos, con los que mantienen normalmente relaciones problemáticas (impotencia ocasional, tensión de pareja...); solo recurren excepcionalmente a los niños y lo hacen de forma compulsiva, percibiendo su conducta como anómala y sintiendo posteriormente culpa y vergüenza.

Otra clasificación[17]​ distingue tres categorías principales de pedófilos:

  • los ansiosos-resistentes, caracterizados por su escasa autoestima que les lleva a buscar constantemente la aprobación de los demás; dado que no consiguen establecer relaciones emocionales con los adultos, se centran en los niños, con los que aumenta su seguridad. En principio, su relación no es sexual, pero la dependencia afectiva puede generarla.
  • los evitadores-temerosos, caracterizados por su gran deseo de contacto con lo adultos pero a los que el miedo al rechazo los paraliza. Se centran entonces en los menores y su actitud es poco empática y tienden al uso de la fuerza.
  • los evitadores-desvalorizadores, caracterizados como obsesionados con la independencia y la autonomía emocional; buscan relaciones fugaces e impersonales en las que no es infrecuente el comportamiento coercitivo violento o sádico.

Necesidades emotivas de los pedófilos

La casuística clínica ha evidenciado el tipo de necesidades emotivas que la práctica pedófila puede satisfacer en los afectados:[18]

  • en primer lugar, se trata de casi el único modo de alcanzar para ellos la excitación sexual;
  • en segundo lugar, les permite sentirse poderosos a través del control ejercido sobre el menor, algo más complicado que si se tratase de adultos;
  • en tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, les sirve para aumentar su autoestima;
  • en cuarto lugar, al repetir escenas traumáticas vividas por ellos (en los que caso en que se hayan dado), el contacto pedófilo les permite superar sus propios traumas personales y tomarse una especie de revancha al situarse ahora ellos en la posición dominante;
  • en quinto lugar, todo el proceso de su relación con menores consigue para el pedófilo consolar sus privaciones de competencia social o de cohibición en la relación con los adultos; se trata, pues, no solo de algo relacionado con su vida sexual sino con la propia realización como persona.

Causas

No existe consenso entre los especialistas respecto del origen de la pedofilia.

Con todo, según

muchos psicólogos y psiquiatras, los pedófilos tendrían una personalidad inmadura, problemas de relación o sentimientos de inferioridad que no les permitirían mantener una relación amorosa adulta e "igualitaria": individuos con trastornos narcisistas y frágil autoestima se concentran en los niños porque pueden controlarlos y dominarlos y, con ellos, no tienen sentimientos de inadecuación.[19]

Algunos especialistas sugieren que

El origen de esta tendencia anómala puede estar relacionado con el aprendizaje de actitudes extremas negativas hacia la sexualidad o con el abuso sexual sufrido en la infancia, así como con sentimientos de inferioridad o con la incapacidad para establecer relaciones sociales y heterosexuales normales.[20]

Otros autores consideran la pedofilia deviene de una experimentación permanente del propio periodo infantil por parte del individuo, idealizando el cuerpo y la belleza de esa etapa y tratando además de evocar el tratamiento que en relación con estos aspectos recibieron de pequeños. En consecuencia,

el erotismo con los niños puede comportar (...) la fantasía inconsciente de fusión con un objeto ideal, la reestructuración con un ego joven e idealizado.[19]

A todo esto se añade que los pedófilo encuentran también placer en la intrínseca transgresión que supones su tendencia y actos, y en las actividades que realizan para llevar a cabo sus contactos con menores: localización, planificación, seguimiento, aproximaciones, etc.

Igualmente, se aduce la posibilidad de la existencia de trastornos de personalidad como factores importantes: deficiencias en el control de los impulsos y en la imagen personal, tanto por una educación sexual negativa y culpabilizadora como por unos modelos familiares no adecuados.[21]

Tratamiento del pedófilo

Las terapias dirigidas a los pedófilos son, por lo general, las mismas que se emplean con los pacientes que presentan parafilias, es decir, tratamientos de carácter psicológico y farmacológico. Desde el punto de vista psicológico, algunos estiman útil una aproximación analítica, es decir, la exploración del inconsciente para comprender por qué se ha creado en la infancia y luego ha arraigado esta inclinación sexual. Otros, en cambio, prefieren trabajar sobre el síntoma a través de una terapia conductual, cuyo objeto es inducir un cambio en los gustos y costumbres. Algunos otros consideran verdaderamente eficaces sólo las terapias a base de fármacos.[22]

El tratamiento farmacológico[23]​ tiende bien a intentar reducir el impulso sexual durante el periodo de administración del mismo, bien a reorientar este impulso hacia formas aceptables.

Dado que en muchas ocasiones el pedófilo está obsesionado por su inclinación,[24]​ en el sentido de pensar y elaborar continuamente estrategias para conseguir sus contactos con los menores, se piensa que puede se productivo para él un periodo largo de calma y reflexión, esencial, precisamente, para revisar sus constumbres, modos de pensar, etc.

El principal problema que presenta el tratamiento de los pedófilos es que estos no suelen colaborar. Son una minoría los aceptan ser tratados y muchos de ellos no se consideran ni enfermos ni anormales, llegando incluso a reivindicar, tanto privada como públicamente, la legitimidad de sus aproximaciones a menores sobre la base de que solo pueden considerse como abusos cuando media la violencia. Es frecuente, también, el que apelen a que el menor tiene capacidad suficiente para demostrar si algo le agrada o no, o a que sus acciones son consecuencia de las actitudes seductoras del menor.

Efebofilia e Infantofilia

La efebofilia, también conocida como hebefilia, es la condición en la cual personas adultas experimentan atracción sexual hacia adolescentes que ya han pasado la etapa de la pubertad.[25]

La atracción hacia adolescentes femeninas cuyo físico corresponde más bien al de una preadolescente (niña, puberta o prepuberta) es conocido como complejo de Lolita. Por definición, estos términos no son sinónimos de pedofilia. No obstante, en los países occidentales se ha usado con frecuencia la palabra pedofilia para referirse a la efebofilia y, en general, para referirse a la atracción sexual hacia cualquier persona cuya edad sea menor a la edad de consentimiento sexual.

La infantofilia es la condición en la cual personas adultas experimentan atracción sexual hacia niños de entre 0 y 5 años.[26]

Regulación jurídica

La mayor parte de los países conservan un derecho penal de acto por lo que se castiga la pederastia, es decir, el acto de abusar sexualmente de un menor, y no la mera tendencia sexual pedófila. Por ello, un acto de abuso sexual infantil no es calificado como pedofilia por las leyes. Sin embargo, en algunos códigos penales sí se contemplan delitos que castigan dicha conducta.[27]

  • 189.2. El que para su propio uso posea material pornográfico en cuya elaboración se hubieran utilizado menores de edad o incapaces, será castigado con la pena de tres meses a un año de prisión o con multa de seis meses a dos años.
  • 189.7. Será castigado con la pena de prisión de tres meses a un año o multa de seis meses a dos años el que produjere, vendiere, distribuyere, exhibiere o facilitare por cualquier medio material pornográfico en el que no habiendo sido utilizados directamente menores o incapaces, se emplee su voz o imagen alterada o modificada.[28]

Pese a lo anterior, es frecuente que algunos periódicos y otros medios hagan uso de términos como «acusado de pedofilia» o «pedófilo convicto» en referencia a individuos acusados o convictos por abuso sexual infantil e incluso otros términos como «pedófilo en serie». Sin embargo, pederastia se utiliza de forma preferente en el sentido de delito, y menos frecuentemente como enfermedad; en la prensa se habla de «delitos de pederastia», «condenado a 40 años por pederastia», «acusado de pederastia» y «red de pederastia». Esta preferencia de emplear pedofilia para referirse a la atracción sexual o la enfermedad puede deberse al hecho de que este término es actualmente el más utilizado en psiquiatría para designar el trastorno mental y, por influencia médica, es la palabra escogida por los periodistas para hablar en términos psiquiátricos.[29]

Notas

  1. Enrique Echebúrua y Cristina Guerricaechevarría, Abuso sexual en..., pág. 79.
  2. Según el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, IV; ápud. Anna Oliveiro Ferraris y Bárbara Graziosi, ¿Qué es...?, págs. 44-45.
  3. Cf. Anna Oliverio Ferraris, y Barbara Graziosi, ¿Qué es...?, pág. 91.
  4. No obstante, no todo abusador sexual de menores es, estrictamente, un pedófilo; para más detalles, consúltese el artículo Pederastia.
  5. Cf. José Antonio Díaz Rojo, "Pedofilia y pederastia"
  6. Cf. por ejemplo, el manual de Anna Oliveiro Ferraris y Barbara Graziosi.
  7. Cf. H.G. Liddell and Robert Scott, Intermediate Greek-English Lexicon, 1959. ISBN 0-19-910206-6.
  8. Cf. Manuel Seco y otros, Diccionario del español actual, Aguilar, Madrid, 1999 y Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, Espasa, Madrid, 2001.
  9. Cf. Anna Oliveiro Ferraris y Bárbara Graziosi, ¿Qué es...?, págs. 18-20.
  10. Krafft-Ebing, R. von. (1886). Psychopathia sexualis: A medico-forensic study (1965 trans by H. E. Wedeck). New York: G. P. Putnam’s Sons. ISBN 1-55970-425-X.
  11. Cf., entre otros, Clasificación Internacional de Enfermedades, DWM-IV-TR
  12. http://www.minddisorders.com/Ob-Ps/Pedophilia.html Encyclopedia of Mental Disorders; Psychology Today y All Psych Online.
  13. Enrique Echeburúa y Cristina Guerricaechevarría, op. cit., pág. 83.
  14. Cf. Anna Oliveiro Ferraris y Bárbara Graziosi, ¿Qué es...?, págs. 75.
  15. Anna Oliveiro Ferraris y Bárbara Graziosi, ¿Qué es...?, pág. 72.
  16. Cf. Enrique Echeburúa y Cristina Guerricaechevarría, op. cit., págs. 83 y ss.
  17. Cf. T. Ward et alii, "Attachmente Style and Intimacy Deficits in Sexual Offenders", Sexual Abuse, 7, 1995, págs. 317-336; ápud Anna Oliveiro Ferraris y Bárbara Graziosi, ¿Qué es...?, págs. 89 y 89.
  18. Cf. ibídem, pág. 213.
  19. a b Oliverio Ferraris, Anna y Barbara Graziosi, ¿Qué es la..., pág. 87.
  20. Enrique Echebúrua y Cristina Guerricaechevarría, Abuso sexual en la infancia..., pág. 84.
  21. Íbidem, pág. 86.
  22. Anna Oliveiro Ferraris y Bárbara Graziosi, ¿Qué es...?, pág. 207.
  23. Suele basarse en inyecciónes de triptorelina, que inhibe la secreción de la hormono luteínica y, por tanto, la de la testosterona; a mayores, se hace uso de antidepresivos (serotoninérgicos), progestínicos y antiandrógenos.
  24. Cf. Ibídem, pág. 210.
  25. Cf. PROGRAMA DE PROMOCIÓN INTEGRAL DE LOS DERECHOS DE LA NIÑEZ PRODER (PDF)
  26. Cf. ibídem.
  27. Cf.Francisco Muñoz Conde, Derecho penal. Parte Especial., 16ª ed., Tirant lo Blanch, Valencia, 2007, ISBN 978-84-8456-942-8, en referencia a los delitos del 189.2 y 189.7 del código penal español que castiga el uso (delito de tenencia) de pornografía infantil y la fabricación de pornografía infantil en la que no se hubiera empleado menores.
  28. Código penal español.
  29. Cf. José Antonio Rojo, Pederastia y Pedofilia.

Fuentes bibliográficas

  • Echebúrua, Enrique y Cristina Guerricaechevarría, Abuso sexual en la infancia: víctimas y agresores. Un enfoque clínico, Ariel, Barcelona, 2005 (2ªed.). ISBN 978-84-344-7477-2
  • Oliverio Ferraris, Anna y Barbara Graziosi, ¿Qué es la pedofilia?, Paidós, Barcelona, 2004. ISBN 978-84-493-1637-1

Véase también