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'''Juan José Castelli''' ([[Buenos Aires]], [[19 de julio]] de [[1764]] - íd., [[12 de octubre]] de [[1812]]) fue un [[político]] de las [[Provincias Unidas del Río de la Plata]] (actual [[Argentina]]), miembro de la [[Primera Junta]] de gobierno de ese país.


== Sus inicios ==
== Sus inicios ==

Revisión del 01:37 26 may 2009

Juan José Castelli

General en Jefe del Ejército del Norte
Predecesor Hipólito Vieytes
Sucesor Juan Martín de Pueyrredón

Información personal
Nacimiento 19 de julio de 1764 Ver y modificar los datos en Wikidata
Buenos Aires (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 12 de octubre de 1812 Ver y modificar los datos en Wikidata (48 años)
Buenos Aires (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Cáncer de lengua Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Argentina
Educación
Educado en
Información profesional
Ocupación Político y abogado Ver y modificar los datos en Wikidata
Partido político Carlotismo Ver y modificar los datos en Wikidata
Firma

Juan José Castelli (Buenos Aires, 19 de julio de 1764 - íd., 12 de octubre de 1812) fue un político de las Provincias Unidas del Río de la Plata (actual Argentina), miembro de la Primera Junta de gobierno de ese país.

Sus inicios

Hijo de un comerciante veneciano, cursó sus primeros estudios con los jesuitas (poco antes de su expulsión), los que sentaron las bases de sus posteriores estudios religiosos. Los continuó en el Real Colegio Convictorio Carolino y posteriormente en la Universidad de Córdoba. Luego de abandonar la carrera eclesiástica regresó a Buenos Aires, decidió seguir la carrera de Derecho, trasladándose a la Universidad de Chuquisaca. Allí conoció los ideales de la Revolución francesa.

De regreso a Buenos Aires se estableció como abogado. Desde 1796 era suplente de su primo Manuel Belgrano en la secretaría del Consulado de Comercio de Buenos Aires. Difundió sus ideales en El Telégrafo Mercantil y en el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, donde se mostró como un decidido partidario del liberalismo. Más tarde fue regidor del Cabildo de Buenos Aires.

Durante la primera invasión inglesa fue parte del núcleo independentista que, en un principio, consideró que la presencia inglesa podía favorecer los planes de separar al Virreinato del Río de la Plata de su metrópoli española. Pronto desistió de apoyarlos, debido a que el gobernador inglés no tenía órdenes de apoyar la independencia, sino simplemente anexarlo al Reino Unido, lo que hubiera significado cambiar una metrópoli por otra. La segunda invasión inglesa sepultó las últimas esperanzas de los patriotas criollos en la estrategia de acercamiento que impulsaba el venezolano Francisco de Miranda. Castelli, al igual que Belgrano, Martín Rodríguez, Domingo French y Antonio Beruti, combatió contra quienes poco antes consideraban sus posibles aliados.

Participó en las conspiraciones del carlotismo, orientadas a lograr la independencia a través de la coronación de la infanta Carlota Joaquina de Borbón como regente, en reemplazo de rey español Fernando VII, prisionero de Napoleón Bonaparte.

Actuó como abogado defensor en un juicio por subversión contra los hermanos Rodríguez Peña y James Paroissien. Logró su absolución, mencionando la teoría de la Retroversión de la Soberanía a los Pueblos,[1]​ que sería la base de la próxima Revolución.

Fue asesor letrado del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, con lo cual logró infiltrarse en el gobierno virreinal. De hecho, conspiraba a la vista de todos: fue uno de los fundadores de la "Sociedad de los Siete", uno de los grupos independentistas más importantes. Cuando el virrey introdujo el comercio libre con Gran Bretaña, logró que también sancionara un impuesto para proteger la producción local argentina.

La Revolución de Mayo

Cuando llegó la noticia de la caída casi completa de España en poder de los franceses, el grupo de Castelli y Belgrano dirigió el proceso que llevaría a la Revolución de Mayo. Tuvo varias entrevistas con Cisneros, y durante el Cabildo Abierto del 22 de mayo sentó claramente la teoría de la retroversión de los derechos a los pueblos[2] ante la desaparición de la persona del rey Fernando VII. Declaró que aceptar cualquier gobierno que se estableciera en la Península sería establecer un vasallaje de vasallos sobre vasallos.

Fue electo vocal de la junta de gobierno nombrada para suceder al virrey, presidida por éste. Pero al día siguiente renunció, para obligar a romper toda dependencia. Tras una serie de marchas y contramarchas, una reunión de los tres partidos dominantes logró la aceptación de la formación de una Junta de Gobierno de nueve miembros, presidida por Cornelio Saavedra, entre cuyos vocales figuraban Belgrano y Castelli.

Se sumó al grupo que buscaba la máxima intensidad de la Revolución, cuya cabeza visible era el secretario Mariano Moreno, pero en el que probablemente el ideólogo principal fuese el mismo Castelli. Era el más brillante de los oradores de la Revolución, e hizo valer esta virtud en los ámbitos en que le tocó actuar. Pero Moreno, más práctico, y más metódico para el trabajo, dirigió la política de la Junta.

Fue uno de los autores de las medidas más extremistas que tomó la Junta en sus primeros meses, como la de expulsar al virrey y a los miembros de la Audiencia. Y, sobre todo, la de fusilar a los cabecillas realistas que pretendían contraatacar desde Córdoba y a los jefes realistas de las provincias del Alto Perú.

La política del terror y la campaña al Alto Perú

Cuando el jefe de la Expedición Auxiliar, Ocampo, envió a los jefes realistas de Córdoba a Buenos Aires, Castelli fue comisionado por la Junta para cumplir la orden de ejecución que el general no había obedecido. Apenas encontró a los reos, ordenó y presidió el fusilamiento del gobernador cordobés Juan Gutiérrez de la Concha, el ex virrey Santiago de Liniers, el ex gobernador Santiago Alejo de Allende, el asesor Victorino Rodríguez y el contador Moreno, en Cabeza de Tigre, en el límite entre Santa Fe y Córdoba. No fue fusilado el obispo de Córdoba, Rodrigo de Orellana, pero sí obligado a prestar asistencia espiritual a los condenados y a presenciar el fusilamiento.

Siguió camino hacia el norte, donde asumió el mando político de la Expedición, desplazando a Hipólito Vieytes y reemplazó a Ocampo por el coronel Antonio González Balcarce. Tras la derrota de Cotagaita, Balcarce logró la victoria de Suipacha, que les permitió controlar todo el Alto Perú sin oposición.

Instaló su gobierno en Chuquisaca, desde donde presidió el cambio de régimen en toda la región. Proyectó la reorganización de la Casa de Moneda de Potosí, planeó la reforma de la Universidad de Charcas y propuso conceder el derecho a voto a los indígenas, proclamando el fin de la servidumbre indígena en el Alto Perú. También prohibió que se establecieran nuevos conventos o parroquias, para evitar la práctica frecuente de que, bajo la excusa de difundir la doctrina cristiana, los indios fueran sometidos a servidumbre por las órdenes religiosas. El decreto fue publicado en castellano, guaraní, quechua y aymará. Festejó el 25 de mayo de 1811 en Tiahuanaco con los caciques indios, donde rindió homenaje a los antiguos incas.

Las órdenes recibidas de la Junta, redactadas por Moreno, eran de aplicar la crueldad como política de guerra. Entre otras, se le ordenaba que

"en la primera victoria dejará V.E. que sus soldados hagan estragos para infundir terror en los enemigos."

En uso de sus atribuciones, e influido por su secretario Bernardo de Monteagudo, ordenó fusilar a los responsables de la represión de las revoluciones del año anterior en el Alto Perú. Como no encontró a José Manuel de Goyeneche, que estaba en Cuzco, fusiló a Vicente Nieto, Francisco de Paula Sanz y al general Córdoba, que habían derrotado la revolución de Chuquisaca sin los excesos de aquél en La Paz.

Al enterarse de la revolución del 6 de abril de 1811 en Buenos Aires, que había dado todo el poder a Saavedra y sus aliados, planeó regresar a la capital con el ejército, para volver el control de la Revolución al partido del fallecido Moreno.

En su estadía en el Alto Perú cometió varios errores muy graves; especialmente se dedicó a burlarse de la Iglesia Católica, permitiendo a sus oficiales profanar iglesias y entrando a La Paz entre grandes fiestas un Viernes Santo, día de recogimiento para los creyentes. Y en el Alto Perú, todos sus habitantes eran fervientemente creyentes. Eso les permitió a sus enemigos tildar de herejes a todos los revolucionarios, con lo que el apoyo a la Revolución decayó rápidamente.

El desastre de Huaqui

Instaló su ejército sobre el río Desaguadero, cerca del Lago Titicaca, y se preparó para iniciar su invasión al Virreinato del Perú. Mientras tanto, el virrey Abascal envió a enfrentarlos al gobernador de Cuzco, Goyeneche, que se instaló en Puno. Ambos firmaron una tregua, que ninguno pretendía respetar. Pero Goyeneche aprovechó mejor el tiempo, y mientras el ejército de Castelli esperaba inmóvil, Goyeneche recibió refuerzos y atacó cuanto antes. El 19 de junio, tras una sorpresa, el general realista peruano derrotó completamente a los rioplatenses en la batalla de Huaqui.

Los habitantes del Alto Perú los abandonaron y abrieron las puertas de sus ciudades a los realistas, de modo que el ejército tuvo que abandonar rápidamente esas provincias. Si la persecución no fue un desastre y los invasores no atacaron rápidamente las provincias del Abajo fue por la heroica resistencia de Cochabamba.

Castelli fue separado de su cargo, trasladado a Catamarca en octubre y enjuiciado en Buenos Aires en diciembre de ese año por el nuevo gobierno, el llamado Primer Triunvirato. El juicio fue complicado y largo, con declaración de testigos que prestaban testimonios sesgados que, si bien no echaban sobre él la culpa directamente, acusaban a sus subalternos. También se supo de sus planes de derrocar al gobierno, lo que le valió un juicio adicional, por traición.

Pocos defendieron a Castelli, sobre todo después de haber sido el responsable de los fusilamientos de los jefes realistas. La única defensa decidida estuvo a cargo de Nicolás Rodríguez Peña, para quien

"Castelli no era feroz ni cruel. Castelli obraba así porque así estábamos comprometidos a obrar todos. Cualquier otro, debiéndole a la patria lo que nos habíamos comprometido a darle, habría obrado como él... Repróchennos ustedes que no han pasado por las mismas necesidades... Que fuimos crueles. ¡Vaya con el cargo! Mientras tanto, ahí tienen ustedes una patria que no está ya en el compromiso de serlo. La salvamos como creímos que había que salvarla... nosotros no vimos ni creímos que con otros medios fuéramos capaces de hacer lo que hicimos. Arrójennos la culpa a la cara y gocen los resultados... nosotros seremos los verdugos, sean ustedes los hombres libres."

Un cáncer causado por haberse quemado con un cigarro le destruyó la lengua, por lo que quedó imposibilitado para defenderse de palabra, su mejor arma. La justicia no había llegado a expedirse un año después, cuando falleció en octubre de 1812.[3]​ Sus restos mortales descansan en la Iglesia de San Ignacio, en la Ciudad de Buenos Aires.

Calles y plazas en todas las ciudades y pueblos del país recuerdan al prócer, y tiene el particular privilegio de ser recordado en tres localidades del interior: Juan José Castelli (Chaco), Castelli (Buenos Aires) y Villa Castelli, en La Rioja, todas ellas cabeceras de municipio.

Notas

  1. La teoría de la retroversión de la soberanía se basaba en el supuesto de que las Indias eran dependencia personal del rey de España; por consiguiente, si desapareciera el rey, la soberanía de éste no podía pasar a sus súbditos españoles, por más que gobernaran en su nombre, sino a cada pueblo (ciudad, en realidad) de las Indias.
  2. Los pueblos de los que se hablaba eran las ciudades, que eran la base de la organización política y social de la América Española; esa mención repetida a los pueblos sería la base del federalismo con centro en las ciudades, cosa que no estaba en los planes de Castelli ni de sus aliados.
  3. Los sueldos adeudados a su viuda, María Rosa Lynch, le fueron pagados trece años después.

Bibliografía

  • Segreti, Carlos S. A., La aurora de la Independencia. Memorial de la Patria, tomo II, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1980.
  • Scenna, Miguel Ángel, Las brevas maduras. Memorial de la Patria, tomo I, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1984. ISBN 950-008-021-4
  • Bidondo, Emilio, La guerra de la independencia en el Alto Perú, Ed. Círculo Militar, Bs. As., 1979.
  • Camogli, Pablo, Batallas por la libertad, Ed. Aguilar, Bs. As., 2005. ISBN 987-04-0105-8
  • Saavedra, Cornelio, Memoria autógrafa, Ed. Emecé, 1944.
  • O'Donnell, Pacho, García Hamilton, Enrique y Pigna, Felipe, Historia confidencial, Ed. Booket, Bs. As., 2005. ISBN 987-580-008-2
  • O'Donell, Pacho, El grito sagrado, Ed. Debolsillo, Bs. As., 2004. ISBN 987-1138-35-0
  • O’Donnell, Pacho, Los héroes malditos, Ed. Sudamericana, Bs. As., 2004.ISBN 950-07-2524-X
  • Roberts, Carlos, Las invasiones inglesas, Ed. Emecé, Bs. As., 1999.
  • Shumway, Nicolás, La invención de la Argentina, Ed. Emecé, Bs. As., 2005. ISBN 950-04-2366-9
  • Mitre, Bartolomé, Historia de Belgrano y de la independencia argentina. Ed. Estrada, Bs. As., 1947.
  • López, Vicente Fidel, Historia de la República Argentina. Libr. La Facultad, Bs. As., 1926.
  • Luna, Félx, "Juan José Castelli", Ed. Planeta, 2001.

Enlaces externos


Predecesor:
Hipólito Vieytes
General en Jefe del Ejército del Norte
1810-1811
Sucesor:
Juan Martín de Pueyrredón