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Diferencia entre revisiones de «Encuadernación»

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ola armando


== Véase también ==
== Véase también ==

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Libros encuadernados.

Se llama encuadernación a la acción de coser o pegar varios pliegos o cuadernos de texto y ponerles cubiertas. Las encuadernaciones tienen por objeto procurar al libro tres ventajas: su conservación, su fácil manejo y su presentación artística.

No empiezan a utilizarse hasta la época romana con la invención de los códices pero ya en los volúmenes egipcios y greco-romanos se adoptó cierta encuadernación de forma rudimentaria que consistía en un envoltorio de piel sobre el rollo de papiro o de pergamino y que iba ligado al mismo con tiras o correas. Para guardar los volúmenes con su envoltorio o sin él, se colocaban verticalmente en cajas cilíndricas de madera o metal conocidas con el nombre de scrinium, las cuales podían contener cierto número de volúmenes juntos. A veces, para libros o volúmenes preciosos, se hacían estuches y cajas de metal precioso y se adornaban con pedrería en cuyo arte destacó la España visigoda.

Taller de encuadernación.

Rudimentos de encuadernación pueden también descubrirse en los pugilares que usaban los romanos cuando se unían con anillas y cordones y más aún cuando tenían la forma de múltiples dípticos a modo de tapas con charnela. Pero la verdadera encuadernación no pudo tener lugar hasta que se inventaron los códices de pergamino. Al principio, debió ser muy sencilla y poco artística formando las cubiertas del códice otra piel más gruesa sobre tablitas de madera. Pero ya desde el siglo xv empieza el lujo en la encuadernación, con labores de orfebrería y escultura en las tapas dando ejemplo y sirviendo de modelo desde el tiempo de Constantino la fastuosa Bizancio.

Edad Media

Encuadernación en piel repujada con guarniciones, siglo xiii.

Tres clases de encuadernaciones se distinguen a partir de dicha época y por toda la Edad Media:

  • Sencillas o de pura utilidad. Es el libro manual y corriente, sobre todo, en los monasterios que se encuadernaba con dos sencillas tablas cubiertas de piel o de pergamino sin labores artísticas y se ataba con alguna correa o se cerraba con manezuelas metálicas o bien se cubrían los cortes con una prolongación de la piel a modo de cartera. En las universidades, los libros mayores solían guarnecerse con punteras de bronce o hierro y se ataban con una cadena a un poste dentro de un pupitre a fin de evitar extravíos. Por ello, recibían el nombre de libros de cadena o encadenados. Algunos de estos códices se guardaban en armarios y cajas no en posición recta o de canto sino tumbados recibiendo por ello, el nombre de tumbos cuando eran registros de alguna magnitud, custodiados en los Archivos y por la clase de piel que los recubría se llamaban becerros.
  • Elegantes. Se formaban con tablas que se recubrían de terciopelo sobre el que se añadía alguna guarnición de plata o bien se forraban con guadameciles tachonados con clavos de adorno. Esta forma debió de empezar a usarse en Constantinopla hacia el siglo v pues en mosaicos de la época se representan ministros o servidores del Emperador llevando grandes libros encuadernados de forma parecida. Pero no se decoraban por entonces las pieles con gofrados repujados que no parecen conocidos antes del siglo xiii. En los siglos xiv y xv hasta principios del xvi se llevó mucho la encuadernación con estas últimas labores sobre todo en España ya comenzados por lo menos en el siglo xiii siendo de estilo mudéjar los gofrados conocidos.
  • De gran lujo. En estas se empleaban los marfiles labrados, las placas de oro y plata con relieves y esmaltes y las piedras finas. Se destinaban casi exclusivamente a libros litúrgicos y Evangelios. En su ornamentación se refleja siempre el estilo de las épocas y regiones que las produjeron.

Edad moderna

Encuadernación con guarniciones metálicas, siglo xvi.

En la Edad Moderna desaparecen casi por completo las encuadernaciones de gran lujo o con metales preciosos y sólo por excepción se usan alguna vez para obsequios personales. Pero, en cambio, se hacen más artísticas las de lujo mediano e incluso las ordinarias dando Italia la norma del gusto y estilo en las mismas se sustituye la madera por el cartón para aliviar el peso del libro y evitar su destrucción por la carcoma aunque todavía en el siglo xvi se encuaderna a menudo con tablas y se da más importancia que antes al lomo del libro, decorándolo e imprimiéndole rótulos ya que ha de quedar visible en la estantería. El cartón o la tabla se recubren con pergamino o pieles finas (badana, chagrín, marroquín, piel de Rusia) decoradas con gofrados y dorados de estilo plateresco y semiarabesco en los libros de lujo mientras que otros se encuadernan sencillamente con cubierta de pergamino liso. Desde el siglo xvii se admite la media encuadernación de piel sobre el lomo y en las puntas y de papel en lo restante. Llegado el siglo xix sin abandonar dichas formas, va cundiendo la encuadernación inglesa de simple tela de percalina sobre el cartón aunque adornada con impresiones de oro y colores.

La base de datos de encuadernación histórica de la Real Biblioteca ofrece muestras importantes para este periodo. Sus descripciones están realizadas en un alto nivel de detalle y siempre van acompañadas de la reproducción digital.

Encuadernación de libros religiosos

Misal de finales del siglo xvii.

Las encuadernaciones de los libros sagrados que empezaron a hacerse lujosas desde la Paz Constantiniana, no tanto servían para la guarda y conservación de los mismos cuanto de precioso ornato. Sirvieron a este propósito láminas de marfil con relieves y planchas de oro y plata con engastes de piedras preciosas y con finas labores de repujado y filigrana. En dichas encuadernaciones pueden distinguirse cuatro épocas:

  1. la bizantina, desde el siglo iv al vii en que las tapas se cubrían de oro o plata con pedrería según los modelos preciosos de Constantinopla. A este periodo corresponde el evangeliario del Tesoro de Monza, debido a la reina Teodolinda (siglo xv);
  2. la prerrománica de Occidente, desde el siglo vii al xi en que las tapas se exornaban con marfil labrado, costumbre que ya en parte se había iniciado en el siglo v. A esta época corresponde el misal de la biblioteca Barberini, en Florencia (siglo viii);
  3. la románica, durante los siglos xi y xii en que estas láminas de marfil encuadraban por lo común o se engastaban en marco de plata u oro con pedrería. De este tiempo datan los marfiles y tapas de la catedral de Jaca y Museo Episcopal de Vich (siglos xi y xii);
  4. la gótica, en los siglos xiii y xiv que se distingue por la desaparición del marfil y por el uso de plata repujada y algunas piedras finas. De este periodo es el Evangeliario de la colegiata de Roncesvalles (siglo xiii) sobre el cual juraban los reyes de Navarra y las tapas de otro (ya de principios del siglo xvi, aunque gótico) que guarda el museo vicense sin contar otros muchos de diferentes museos o de tesoros de iglesias;
  5. sigue, por último, el final de la época gótica y el Renacimiento, en que se emplean indistintamente la plata, los guadameciles, las maderas labradas y los terciopelos.[1]

Tipos de encuadernaciones actuales

ola armando

Véase también

Referencias

  1. Arqueología y bellas artes, de 1922, Francisco Naval y Ayerbe.

Enlaces externos