Edicto de Milán

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Cabeza de Constantino I, uno de los impulsores del edicto por el cual se declara la libertad de culto.

El Edicto de Milán (en latín: Edictum Mediolanense), conocido también como La tolerancia del cristianismo, fue promulgado en Milán en el año 313 y en él se establecía la libertad de religión en el Imperio romano, dando fin a las persecuciones dirigidas por las autoridades contra ciertos grupos religiosos, particularmente los cristianos. El edicto fue firmado por Constantino I el Grande y Licinio, dirigentes de los imperios romanos de Occidente y Oriente, respectivamente.

La investigadora italiana Edvige Abete indica en su artículo «Costantino e l’editto 'che non c’è'» («Constantino y el edicto "que no existe"») que dicho edicto probablemente no fue promulgado.[1]

En el momento de la promulgación del edicto, existían en el Imperio cerca de 1500 sedes episcopales y al menos de cinco a siete millones de habitantes de los 50 que componían el imperio profesaban el cristianismo.[2]​ Después de la aprobación, se inició la etapa conocida por los historiadores cristianos como la Paz de la Iglesia.

Historia

Antecedentes

Anteriormente, en el año 311 el emperador Galerio había emitido en la ciudad un edicto conocido como el Edicto de Tolerancia de Nicomedia. En él se concedía indulgencia a los cristianos y se les reconocía su existencia legal y libertad para celebrar reuniones y construir templos para su dios, por lo que la persecución de los mismos finalizaría.

Habiendo recibido esta indulgencia, ellos habrán de orar a su dios por nuestra seguridad, por la de la República, y por la propia, que la república continúe intacta, y para que ellos puedan vivir tranquilamente en sus hogares.
Emperador Galerio.

Desarrollo

En un intento por reintegrar el Imperio romano bajo una sola autoridad, Licinio se armó en contra de Constantino. Como parte de su esfuerzo para ganarse la lealtad del ejército, Licinio eximió al ejército y los funcionarios públicos de la práctica de la política de tolerancia que imponía el edicto, permitiéndoles continuar la persecución de cristianos. Como consecuencia de esta orden, algunos cristianos perdieron sus propiedades y hasta la vida. De entonces sobrevive una leyenda, que cuenta de 40 cristianos en Sebaste, que al negarse a ofrendar vino a los dioses romanos, fueron torturados y encarcelados. Al rehusar aún participar en el rito, fueron obligados a mantenerse de pie desnudos sobre el hielo del invierno hasta la congelación. Unos cuantos cedieron y aceptaron renunciar al cristianismo con tal de acompañar a los soldados en las fogatas, al mismo tiempo que un número igual de soldados decidieron confesar su hasta entonces secreta devoción al cristianismo y se unieron a aquellos en el hielo. Cuenta la tradición que descendieron del cielo ángeles, quienes colocaron coronas en las cabezas de los mártires.

Características

El edicto o constitución imperial fue aprobado entre otra serie de medidas tomadas en conjunto por los emperadores romanos de Oriente y Occidente en junio del año 313. En este se establecía lo siguiente:

Habiendo advertido hace ya mucho tiempo que no debe ser cohibida la libertad de religión, sino que ha de permitirse al arbitrio y libertad de cada cual se ejercite en las cosas divinas conforme al parecer de su alma, hemos sancionado que, tanto todos los demás, cuanto los cristianos, conserven la fe y observancia de su secta y religión... que a los cristianos y a todos los demás se conceda libre facultad de seguir la religión que a bien tengan; a fin de que quienquiera que fuere el numen divino y celestial pueda ser propicio a nosotros y a todos los que viven bajo nuestro imperio. Así, pues, hemos promulgado con saludable y rectísimo criterio esta nuestra voluntad, para que a ninguno se niegue en absoluto la licencia de seguir o elegir la observancia y religión cristiana. Antes bien sea lícito a cada uno dedicar su alma a aquella religión que estimare convenirle.
Copias de las constituciones imperiales de Constantino y Licinio, traducidas del latín al griego

Consecuencias

El edicto de Milán no sólo significó el reconocimiento oficial de los cristianos, sino que trajo como consecuencia profundos cambios dentro del Imperio romano, así como el comienzo de la expansión de la Iglesia. La aplicación del edicto devolvió a los cristianos sus antiguos lugares de reunión y culto, así como otras propiedades que habían sido confiscadas por las autoridades romanas y vendidas a particulares: «las propiedades habrán de ser devueltas a los cristianos sin exigir pago o recompensa de ningún tipo, y sin admitir ningún tipo de fraude o engaño». Esto le brindó al cristianismo (y a cualquier otra religión) un estatus de legitimidad junto con la religión romana, y en efecto, depuso a esta última como la religión oficial del imperio romano y de sus ejércitos.

Todavía no se han recuperado registros en piedra del edicto. Las citas que se le conocen provienen de los capítulos 35 y 48 del documento histórico De mortibus persecutorum (Sobre la muerte de los perseguidores), escrito por Lactancio.

Véase también

Referencias

  1. «Constantino y el edicto “que no existe”.»
  2. Juan de Isasa, Historia de la Iglesia 1. Colección Flash, Editorial Acento. Madrid, 1998. (citado en Historia Antigua.doc)

Bibliografía

  • Carbó, Juan Ramón (Ed.), "El Edicto de Milán. Perspectivas interdisciplinares", Colección Ensayo 10, Universidad Católica de Murcia UCAM Servicio de Publicaciones, Murcia, 2017, 1ª, 624 pp. ISBN 9788416045648

Enlaces externos