José Artigas planificaba invadir nuevamente el territorio portugués, como lo había hecho en 1816, y enfrentó con leve superioridad numérica a las tropas portuguesas que conducía el guerrillero Abreu, quien contaba con 600 soldados. La victoria artiguista fue total y forzó el retroceso de su adversario, pero no tuvo consecuencias militares importantes. El caudillo logró mantenerse en la zona, pese a los ataques portugueses, y entre el 17 y el 28 de diciembre se libraron varios combates con resultados indecisos. Sin embargo, la victoria duró poco: los 400 soldados comandados por el teniente Pedro González, que intentaron perseguir a los vencidos, fueron rechazados por el mariscal portugués Cámara. El plan de contraataque artiguista fue fácilmente rechazado y el caudillo, batido pocos días después en Belarmino, retrocedió al territorio Oriental.