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El Patrimonio Cultural Inmaterial de la Comunidad de Madrid​ comprende tanto tradiciones o expresiones vivas heredadas de sus antepasados como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos y conocimientos o prácticas vinculadas a la artesanía tradicional propias de su territorio.​ (capítulo II)

Desde la inscripción en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, la estrategia de salvaguardia de la artesanía madrileña tiene por objeto contrarrestar el declive de la artesanía tradicional con un sistema de transmisión intergeneracional de conocimientos teóricos y técnicos de maestros artesanos. La artesanía ha evolucionado desde el siglo XVI manteniendo su esencia y compartiendo sus técnicas con los artesanos de Madrid y con otros pueblos. Su carácter único y excepcional debe ser conocido, disfrutado y difundido dispensando una formación a diferentes categorías de la población, establecer contactos profesionales y fomentar las iniciativas de carácter cultural, dando prioridad a los jóvenes.

Historia

Los datos de la actividad de la Villa de Madrid ​suministran algunos documentos notables como el Fuero de Madrid de 1202, primera recopilación legal de la Villa, y los Libros de Acuerdos del Concejo​ que recogen información del acontecer administrativo. Esta documentación anterior a la época de los Reyes Católicos sólo permite conocer que un buen número de oficios desarrollaban su producción en Madrid. La pieza singular más conocida que se conserva de la artesanía medieval madrileña es un curioso arcón de pino, de dos metros de largo, forrado exteriormente de cuero esgrafiado​ con figuras alegóricas a la santidad de Isidro el Labrador, patrono de la Villa. La obra de El Escorial supuso el desarrollo de las artes industriales y los nombres de los artífices nacidos o afincados en la Villa de Madrid empezaron a ser conocidos.

Durante el siglo XVI los colectivos profesionales más destacados de la Villa de Madrid, consiguen establecer sus reglamentaciones gremiales: Los tejedores en 1540, guitarreros en 1578, ebanistas en 1558, cuchilleros en 1567 y sastres en 1558.

Durante el siglo XVII, el movimiento gremial alcanzaría su expansión articulándose organizaciones gremiales para los carreteros en 1741 y los bordadores en 1779. Bajo los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II, la artesanía urbana madrileña había conseguido ya una hegemonía clara en la producción.

Desde 1606, convertida la Villa en centro administrativo permanente,  se concentra en Madrid la nobleza con sus séquitos y sus rentas, los funcionarios de los Consejos Reales, abogados, escribientes y todo tipo de pretendientes a cargos y prebendas. Los artesanos urbanos orientan su producción hacia la calidad, alejándose de la posibilidad de manufacturar a gran escala que proporcionaría trabajo y posibilidad de consumo a la población potencialmente activa. También distinguidos artífices extranjeros instalan en Madrid sus talleres, atraídos por la demanda cortesana.

Alonso Núñez de Castro escribe “Fabrique en buena hora Londres sus paños de mayor estimación, Holanda. Los cabrais, sus rajas Florencia, la India sus castores y vicuñas, como lo goce nuestra Corte, que sólo prueban con ello que todas las naciones crían oficiales para Madrid, que es señora de las Cortes, pues la sirven todas y a nadie sirve”

En el Museo Municipal de Madrid se conserva un yunque utilizado en un taller de platería durante los siglos XVII y XVIII.

En el siglo XVIII tuvo lugar un apreciable desarrollo de las artes aplicadas y oficios artísticos, más acusado en su segunda mitad que corresponde, en buena parte, al reinado de Carlos III, entre 1759 y 1788. La honorabilidad de algunos oficios artesanos conocidos de antiguo como serviles, hubo de ser refrendada por el mismo rey de España con una Real Cedula firmada en Segovia el Año 1783​

Avanzado el siglo XVIII, la mayor concentración manufacturera madrileña fue la Ceca Real, factoría de acuñación de moneda que Felipe III hizo trasladar desde Segovia en 1618. También se fundaron en Madrid la Fábrica de Papel Sellado​ y la Imprenta Real. En la villa de Madrid aparecen artesanos locales con oficios de herrero, carpintero, zapatero de nuevo y de viejo, sastre, tejedores de paño y lienzo, canteros, elaboradores de esparto, carreteros, herrador de caballerías, zurrador de curtidos.

En el siglo XIX, existe una tradición artesanal madrileña que pervive a través del tiempo. Se encuentran destacadas representaciones de producción artesanal puramente urbana, ya que la manufactura de prestigio social y uso suntuario ha encontrado menores dificultades para sobrevivir respaldada por la demanda funcional y ornamental de la clientela más favorecida económicamente, además del Gobierno con sus organismos y la Corona.

En 1985 Madrid contaba con 6.000 las personas que se dedicaban a la actividad artesanal, rescatando las técnicas artesanales tradicionales. La mayoría de los talleres de la región eran de pequeña dimensión. Entre los operarios, 616 desarrollan su trabajo en solitario y la gran mayoría desempeñan sus tareas en talleres que ocupan entre 5 y 25 personas. Los sectores de actividad más frecuentes en la región eran los relacionados con la fabricación de muebles de madera y actividades complementarias.​

La artesanía actual de Madrid nos depara sorpresas referidas a la permanencia de los oficios artesanos de tradición secular:  la irrupción de grupos jóvenes aportando soluciones novedosas en los planteamientos técnicos o estéticos; la presencia de artesanos en núcleos comerciales de vanguardia; que hacen a la artesanía en Madrid rica, variada y llena de futuro.

Las instituciones de salvaguardia

Las distintas administraciones del Estado Español buscan la protección de todo bien cultural declarado o no, susceptible de ser de interés público.

En 1978, la Constitución Española recoge en su artículo 130.1 que los poderes públicos son los responsables de «…la modernización y desarrollo de todos los sectores económicos y, en particular de la agricultura, de la ganadería, de la pesca y de la artesanía…».

·En 1982 se publicó el Real Decreto 1520/1982, sobre la regulación de la artesanía a nivel estatal. Este Decreto sirvió como base para el desarrollo de las normativas autonómicas que se han venido sucediendo desde ese año. En este Decreto, las actividades artesanas se dividen en artísticas, de servicios y productoras de bienes de consumo, y complementarias de la industria y agricultura, aunque no se ofrece ninguna definición que permita delimitar las distintas categorías.En 1985 la Ley del Patrimonio Histórico Español, aún en vigor, emplaza a todas las instituciones que forman parte del estado español o asociaciones culturales a colaborar en el mantenimiento o descubrimiento de este patrimonio cultural, tanto de inmuebles como de bienes muebles, invitando a toda la sociedad a elaborar un censo y catálogo del patrimonio​ protegido o que se deba proteger.

Los organismos administrativos locales se centran en la promoción del sector. Las asociaciones de oficios o sectores productivos, donde se agrupan voluntariamente los artesanos, respaldan los intereses de los artesanos y la pervivencia y desarrollo de la actividad artesanal

En1998, Madrid publica la Ley de Ordenación, Protección y Promoción de la Artesanía en la Comunidad de Madrid para toda actividad de creación, producción, transformación, reparación y restauración de bienes artísticos y de consumo no alimentarios, incluida también la prestación de servicios complementarios a la actividad principal.  Esta actividad deberá ser realizada mediante un proceso en el que la intervención personal constituya un factor decisivo, supervisando y controlando la totalidad del proceso de producción, y que da como resultado la obtención de un producto final individualizado no susceptible de una producción industrial totalmente mecanizada o en grandes series, siendo imprescindible que la actividad desarrollada tenga un carácter fundamentalmente manual

En 2016, la UNESCO crea los centros regionales artesanales​ para salvaguardar el patrimonio cultural de la artesanía tradicional, donde artesanos locales tradicionales, colaboran con artistas internacionales, instituciones educativas y otros organismos para salvaguardar sus técnicas en beneficio de las generaciones venideras.​ Estos centros organizan numerosas actividades públicas para conservar las técnicas artesanales,​ que confieren a las comunidades un sentimiento de identidad y continuidad.

El 31 de Julio de 2021, la UNESCO firma la inscripción en la lista de PATRIMONIO MUNDIAL a el Paseo del Prado y el Buen Retiro de Madrid, consciente de su importancia y de su carácter único y excepcional, comprometido a preservar sus valores, contando con la participación de la ciudadanía la salvaguardia del patrimonio cultural e inmaterial.​

La Unesco alienta a las comunidades para identificar, documentar, proteger, promover y revitalizar ese patrimonio