Usuario:MauricioJVG/Taller48

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El diablo de Carora es una leyenda originada en la ciudad de Carora, estado Lara.

Leyenda[editar]

Plaza Bolívar de Carora.

En los promedios de siglo XVIII, en Carora, los señores Hernández Pavón, personas distinguidas y pudientes, vecinas de esta ciudad, se daban al lucrativo oficio del contrabando, trayendo de las costa de Coro mercancías y víveres de muy buena calidad y vendiéndolas a precios realmente baratos,[1]​ quienes con sus delictivas acciones desafiaban al poder económico de la Compañía Guipuzcoana que monopolizaba el comercio de importación y exportación.[2]​ Esto llegó a saberse en las altas esferas de la Capitanía General de Venezuela, de donde vinieron órdenes terminantes de hacer a toda costa presos a los sindicados, y, al efecto, los alcaldes ordinarios de Carora, que lo eran para esa época Don Adrian Tuñón de Miranda y Don Tiburcio Riera, se ponen en actividad, y los Hernández Pavón fueron reducidos a prisión y encarcelados en actual Casa de Cultura de Carora.[1][2]​ Pero en la madrugada del siguiente día, los Hernández Pavón, valientes como eran, desarman a los tres o cuatro guardianes que los custodiaban, matan a los que se resisten y logran escaparse. Pero los alcaldes, también valientes, creyéndose burlados, se arman y salen en busca de los fugitivos, que por la voz pública se comentaba: estaban refugiados en el convento de los Padres Franciscanos. Allí llegan los alcaldes, pero el superior, en virtud de las regla de hospitalidad y de refugiar al peregrino, que priva en los reglamentos de la comunidad, se niega a entregar a los refugiados. Los alcaldes, en vista de la resistencia que opone el fraile, ordenan derrumbar las puertas del convento, y a la viva fuerza sacan a los prófugos formándoles en el acto proceso sumarísimo y sentenciándolos a ser arcabuceados en el acto en la plaza Real, hoy plaza Bolívar.[1]​Este hecho insólito causó honda sensación en estos incipientes pueblos y puede que sea el origen, tan generalizado en toda Venezuela, del dicho que el “diablo esta suelto en Carora. Los deudos de los ajusticiados, personas pudientes llevaron la denuncia a la Capitanía,[1]​ pues se trataba de una violación a la ley,[2]​ y vino orden de enjuiciar a los alcaldes, culpables como eran de hechos tan delictuosos. Tuñón de Miranda huyó al Nuevo Reino de Granada, y con otro nombre se radica en Tunja; y Riera, preso y juzgado y sentenciado a pena de muerte, fue ejecutado en la Plaza de La Guaira, en una de cuyas mazmorras se hallaba detenido.

Años más tarde un nieto de Don Tiburcio, Don José María Riera y Riera, hombre honesto y singular, que ejerció por largos años el magisterio de la enseñanza en esta ciudad, cuando sus amigos lo embromaban echándole a cobardía alguna deficiencia, el Pigüire, (así lo llamaban) indignado, arrogante les decía: “¿Cobarde Yo? Saben ustedes que soy nieto de Tiburcio Riera, que cuando subía a las gradas del patíbulo temblaba, no de miedo sino de coraje”.[1]

En lo sucesivo los pobladores aseguraban que el fantasma de los Hernández recorría las calles por la noche. De esa forma surge la leyenda, llegando de forma oral hasta nuestros días. Desde entonces cuando ocurre un suceso trágico la gente lo atribuye.

Cultura[editar]

La expresión “¡Ah diablo!, es muy común oírsela a los caroreños. Las personas de otras entidades federales tienden a identificarlos fácilmente, a los pobladores o habitantes de este terruño e inclusive preguntan: “¿Es verdad que el diablo esta suelto en Carora? o “¿Si es verdad que los caroreños amarraron al diablo? Son preguntas, que en muchos de los casos no tienen una respuesta que satisfaga la inquietud del interrogante. Empero, está ahí; y continúa expandiéndose por doquier y ahora con mayor fuerza y aceleración, porque la actividad cultural que se desarrolla en este municipio y concretamente en Carora; ahora se tiene mayor contacto con personas de otros lares que tienen de algún modo una idea formada muy incipiente de la historiografía local de este pueblo.

Esta leyenda, es un símbolo de identificación del torrense y caroreño y se ha ido consolidando en las nuevas generaciones, pues bien, la expresión ¡Ah diablo! vive y persiste en los niños, jóvenes o adultos y es muy difícil erradicarla porque es y forma parte de esas tradiciones que los pueblos, han creado como una legado cultural.[1]

Referencias[editar]

  1. a b c d e f Se soltó el diablo en Carora. Historia local. Centro Simón Bolívar, Torre Norte piso 21. El Silencio, Caracas, Venezuela: Fundación Editorial El perro y la rana. ISBN 978-980-14-4651-4. 
  2. a b c «El Diablo de Carora, los parajes de la leyenda y la historia - CORREO DE LARA». 2 de febrero de 2023. Consultado el 22 de marzo de 2024.