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Mundo del Fin del Mundo[editar]

Mundo del Fin del Mundo
de Luis Sepúlveda
Género Novela
Edición original en español
Editorial Tusquets Editores S.A.
País España
Fecha de publicación 1994
Páginas 152

Mundo del fin del mundo es una novela literaria breve escrita por Luis Sepúlveda.

La historia relata en primera persona las vivencias de un periodista chileno miembro activo de Greenpeace que, en su adolescencia, tuvo la oportunidad de embarcarse en un ballenero hacia los mares más profundos de la Patagonia chilena y, actualmente, ejerce su profesión en una agencia de noticias alternativas principalmente ecologistas en Alemania. Sin embargo, su vida da un giro cuando se entera de que en la Zona Austral de su país natal se está realizando una masacre de ballenas en peligro de extinción por barcos factorías internacionales. Es entonces cuando el protagonista decide dejar atrás su exilio y viajar a Chile para detener la matanza de ballenas, denunciar los actos ilegales y rescatar a Sarita, su única corresponsal en el mundo del fin del mundo.

La novela fue inscrita en 1989 por Ray-Güde Mertin y publicada por primera vez en 1991 en España por obtener el Primer Premio de Novela Corta “Juan Chabás” en 1990. En 1994, Tusquets Editores publicó su 1ª edición del libro.

La obra ha sido traducida a más de 8 idiomas[1]​, entre los que se encuentran el francés, italiano, griego y turco.

Resumen[editar]

Primera Parte[editar]

1

Inicia la historia con el protagonista citando una frase de la novela Moby Dick mientras espera en el aeropuerto de Hamburgo para tomar un vuelo que se dirige a Santiago de Chile. El protagonista cuenta que llevaba un bolso de mano que contenía, entre otras cosas, el libro En La Patagonia de Bruce Chatwin. Este libro causó una gran impresión en el protagonista y provocó en él un fuerte deseo por volver a La Patagonia luego de haber estado años viajando sin rumbo fijo.


(…)pero algún día cayó en mis manos el libro de Chatwin para devolverme a un mundo que creí olvidado y que me estaba esperando: el mundo del fin del mundo.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo


Mientras aún permanece en el aeropuerto de Hamburgo, el narrador recuerda la última vez que había estado en La Patagonia: hace veinticuatro años atrás.

2

Recuerda que era un joven aventurero de dieciséis años y que su Tío Pepe lo acompañaba en su forma de ser y no se cansaba de repetirle lo necesario que era descubrir caminos y echarse a andar. Este Tío es quien le da sus primeros libros, entre los cuales estaba uno que cambió su vida: Moby Dick de Herman Melville. Con la lectura de este libro, el protagonista sintió la necesidad de viajar al sur y conocer las flotas de barcos balleneros.

Tenía catorce años cuando leí aquel libro, y dieciséis cuando no pude resistirme más a la llamada del sur.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Luego de convencer a sus padres para que lo dejaran ir, el protagonista inicia su viaje al sur. Primero, con el financiamiento de su Tío Pepe, se dirige a Puerto Montt en tren. Luego, nuevamente gracias a las gestiones de su Tío, viaja como tripulante en el barco Estrella del Sur, el cual se dirigía a Punta Arenas. El viaje duraba una semana, donde había que recorrer mil millas aproximadamente. En el transcurso del viaje, el protagonista trabaja como ayudante de cocina, pelando enormes cantidades de papas, sirviendo las mesas, lavando ollas y servicios, entre otras cosas. Después de atravesar el estrecho de Magallanes, al séptimo día de viaje, el barco llega a Punta Arenas. El capitán del Estrella del Sur, Miroslav Brandovic, le informa al protagonista que el barco regresaría en seis semanas y además le entrega un sobre con dinero por los trabajos que realizó a bordo del barco. En Punta Arenas, el protagonista busca la casa de los Brito, un matrimonio conformado por Elena y don Félix y conocido de su Tío Pepe. Permaneció en su casa por cuatro días, donde escuchaba historias de ballenas y balleneros, pero él quería vivir aventuras, no oírlas. Debido a esto, don Félix le indica que para poder embarcarse en un ballenero, debe cruzar el estrecho y dirigirse a Porvenir, ya que en Puerto Nuevo podría encontrar un amigo que quizás le permitiría viajar en su barco.

3

A la mañana siguiente, el protagonista cruza el estrecho y se dirige a Puerto Nuevo. Una vez allí, se dedica a buscar a Antonio Garaicochea, más conocido como “el Vasco” y su barco el Evangelista. En el muelle se entera que el Vasco había salido a dar una vuelta para probar su barco. Para no esperarlo ahí, además por el hambre que sentía, el protagonista decide esperar en un restaurante mientras se sirve algo de comer. Mientras comía, dos hombres altísimos y corpulentos entran al local, se trataba de el Vasco y don Pancho Armendia, su mejor amigo y socio. El protagonista le dice que lo estaba buscando y que don Félix Brito le mandaba saludos. El Vasco pregunta qué era lo que necesitaba. El protagonista manifiesta su deseo de ir con ellos en un viaje.

Esa era la pregunta. Desde antes de salir de Santiago tenía preparado el discurso que pensaba soltarle al primer ballenero que encontrara, pero, sentado allí, frente a los dos hombres que comían en silencio, no encontraba las palabras.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

En un comienzo, los hombres no parecen recibir muy bien la solicitud, pero luego de un rato don Pancho le pregunta por qué quiere embarcarse en un ballenero. El protagonista responde con absoluta honestidad y les habla por dos horas sobre Moby Dick, la novela que había cambiado su vida. Después de terminar la historia, el Vasco y don Pancho piden la cuenta y le informan al protagonista que se puede unir a su viaje. Zarparían temprano al siguiente día.

4

El Vasco y don Pancho, quienes vivían la mayor parte del tiempo en Porvenir, se preocuparon de que todo estuviera listo para zarpar. Al llegar la noche, este último le explica al protagonista cuál sería el recorrido que realizarían, describiendo su destino desde Puerto Nuevo hasta Bahía Cook. Al amanecer, el Evangelista zarpó con una tripulación compuesta por don Pancho, el Vasco, dos marinos chilotes, un argentino electricista/cocinero y el protagonista, quien se preocuparía de conocer la información meteorológica en la radio. En medio de su viaje, el Vasco ordenó detener las maquinas en la Isla Londonderry, donde se encontraba la factoría a la que llegaba toda ballena capturada. Luego de una hora, el Evangelista se puso nuevamente en marcha rumbo al Canal Beagle, la Isla Darwin y, finalmente, a la Bahía Cook. Al llegar a su destino, en medio de la tenue bruma aparece una majestuosa ballena calderón. Don Pancho corrió hasta el cañoncito de proa, preparó el arpón y esperó el momento de disparar. Sin embargo, toda esperanza desapareció cuando el Vasco notó que se trataba de una hembra preñada, la cual estaba prohibida cazar. Pasaron tres largos días en los que no se avistó ballena alguna, hasta que, al cuarto día, se hizo presente un cachalote que don Pancho no iba a dejar escapar.

Los chilotes tomaron los remos cortos pero de pala ancha, y el Vasco se amarró los tobillos a una argolla fija en la proa del bote. Los vi remar veloces hasta el animal. El Vasco de pie sosteniendo en sus manos el arpón de matar. Remaron hasta ponerse a un costado del cachalote y entonces el Vasco hundió el arpón en su piel oscura.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Luego de tal hazaña, la tripulación se dirigió nuevamente a la factoría donde los chilotes abrieron el cachalote para obtener su carne, la cual terminó, por una parte, salada y metida en barriles, y por otra, tirada en la playa. El viaje de regreso a Puerto Nuevo tardó tres días. Luego de descargar el barco e ir a comer, el protagonista decide que, aunque le gustó la experiencia, no sería ballenero. Al siguiente día, este se despide cariñosamente de el Vasco y don Pancho sabiendo que tal vez nunca los volvería a ver.

Segunda Parte[editar]

1

Seis y treinta de la mañana del 20 de junio de 1988 y el protagonista se encuentra en un avión con destino a Chile.

Ya he señalado que este viaje fue anunciado muchas veces y siempre encontró motivos que lo postergaran. Y sin embargo en esos momentos me encontraba a bordo de una aeronave que me llevaba a Chile,luego de una decisión que tomé de manera bastante apresurada.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Sus motivos para realizar este viaje parten cuatro día antes, cuando se encontraba en el despacho junto a sus tres socios: una holandesa y dos alemanes periodistas que, al igual que él, estaban cansados de escribir para prensa seria y decidieron crear una agencia de noticias alternativas preocupada principalmente de los problemas del entorno ecológico. Esa mañana, entre trabajo y trabajo llegó un mensaje desde Chile, mensaje que se convertiría en la razón de su actual viaje.

2

El mensaje afirmaba que el barco factoría ballenero japonés, Nishin Maru, había arribado en Puerto Montt y que las autoridades chilenas habían decretado censura informativa al respecto. En general, el mensaje pedía con urgencia comunicar con organizaciones ecologistas. Por supuesto, la agencia decidió contactarse con la base de datos de Greenpeace para obtener más información. Y dio resultado.


«Nishin Maru: ballenero factoría construido en los astilleros de Bremen en 1974. Patente: Yokohama. Desplazamiento: 23.000 toneladas. Eslora: 86 metros. Manga: 28 metros. Cubiertas: 4. Tripulación: integrada por 117 personas entre oficiales, médico, marinos, arponeros y personal de factoría. Capitán: Toshiro Tanifuji (se autodenomina “El Depredador del Pacífico Sur”). Información de rumbo: según datos de Greenpeace-Tokio navega desde comienzos de mayo en las cercanías de Islas Mauricio. »Fin de la información ».
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo


El interés fue tal, que Arianne, vocera de Greenpeace, se contactó con la agencia del protagonista para pedir una reunión con él y hablar del tema personalmente. Al momento de la reunión, Arianne, exaltada y muy preocupada, cuenta que el gobierno chileno concedió la licencia anual para cazar cincuenta ballenas azules, lo cual viola la moratoria impuesta por la Comisión Ballenera Internacional. Por suerte, según Farley Mowat, las ballenas azules no se desplazarían a la zona. Aún así, una llamada proveniente de Chile advirtió que en el Golfo de Corcovado se encontraba el Nishin Maru con tripulación completa.

3

Greenpeace y el Nishin Maru se conocieron en 1987 cuando este último obtuvo una autorización fraudulenta para la caza de ballenas en la Antártica. Sin embargo, antes de zarpar desde el muelle Mitsubishi en Japón, el movimiento ecologista Arco Iris envió cuatro zódiacs para rodear el barco nipón, impidiéndole cualquier intento de desplazamiento. Luego de 30 horas de acción, la Comisión Ballenera Internacional CBI anuló su permiso de caza, recomendando a Japón respetar la moratoria de 1986. Bruce Adams, amigo de Arianne, se encontraba en el lugar de los hechos y fue él quien pidió hablar con Tanifuji para decirle que había perdido la batalla, a lo que el capitán responde que volverá nuevamente a intentarlo.

Haré todo lo que esté a mi alcance para demostrar que la caza de ballenas es posible y lícita. Ustedes y yo tenemos algo que nos une: somos soñadores, y mi sueño es comenzar nuevamente con la caza comercial de ballenas a gran escala.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo


A lo que Adams responde que, a diferencia de él, el sueño de Greenpeace es que los mares sean abiertos y que todas las especies puedan vivir en paz.

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En aquél entonces, Arianne le contó lo que sabía sobre el Nishin Maru a Jorge Nilssen, quien insistió que, en lugar de ballenas azules, Tanifuji buscaba ballenas piloto, también conocidas como ballenas calderón.


La Comisión Ballenera Internacional prohíbe terminantemente su caza, y ha declarado a la Globicephala melaena en abierto peligro de extinción.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Nilssen, muy seguro de su intuición, preguntó a Arianne si la organización podría ayudarle en su misión contra el barco nipón, a lo que ella responde que no estaba en condiciones de operar en aquellas regiones, ya que su flota era bastante pequeña y sus barcos como Gondwana, Moby Dick, Sirius y Greenpeace estaban en reparación o en otras ocupaciones. Además, estaba la ausencia del Rainbow Warrior que fue hundido por submarinistas del servicio secreto francés en 1985. Dada las circunstancias, Nilssen decide actuar solo. Al terminar su historia, Arianne y el protagonista se ven envueltos en un sentimiento de impotencia e inseguridad, deseando encontrar una pronta solución.

5

El protagonista deja la sede de Greenpeace para dirigirse a su despacho, no sin antes dar un pequeño paseo por el puerto. Allí, su imaginación lo sumergió en pensamientos que lo llevaron hasta las frías aguas australes. Se imaginaba a Jorge Nilssen enfrentándose sólo al gigantesco barco japonés. Cuando regresó nuevamente a la realidad y a su despacho, se decidió que él dirigiría el caso del Nishin Maru. A media noche, y mientras intentaba trabajar, el protagonista abrió una ventana que le permitió ver al Lázaro, un ruinoso navío jalado por un remolcador pronto a ser desguazado. De pronto, esa imagen le provoca una repentina idea. Inmediatamente buscó el número de teléfono de Charly Cuevas, un periodista que hace algún tiempo había escrito un artículo acerca de los chatarreros de Timas. Cuando consiguió contactarlo, le preguntó si existía la posibilidad de que el Nishin Maru sea un barco que haya ido a desguace en el último tiempo, a lo que su colega responde que sí, en efecto, lo habían desguazado en enero pasado. Datos que consiguió de las oficinas de la compañía chatarrera Timor Metal Corporation.

-Charly, esa Timor Metal, ¿a quién pertenece? -Un momento. Déjame ver. Aquí lo tengo. El accionista mayor es un consorcio japonés dedicado a productos del mar.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Ahora estaba todo claro. Los japoneses habían descubierto una forma de cazar ballenas de forma ilegal: Timor Metal Corporation entregó el certificado de desguace del Nishin Maru, lo que permitía al barco navegar en mar austral como un barco fantasma, mientras que el barco que, según Greenpeace-Tokio se dirigía a Madagascar, era el Nishin Maru II. Al descubrir esto, el protagonista decide comunicarse inmediatamente con Arianne, quien, al mismo tiempo, intenta contactarse con el protagonista para entregarle información actualizada de Jorge Nilssen.

6

Donde Arianne, el protagonista escuchó la grabación del reciente diálogo telefónico que había sostenido ella con Nilssen quien, desde Chile, afirmó que desaparecieron 18 tripulantes y que el Nishin Maru estuvo a punto de zozobrar. Arianne mostró preocupación por la posible relación que podrían hacer entre la violencia y Greenpeace, a lo que Nilssen contesta que nunca nadie sabrá lo sucedido y que el único culpable de todo es el capitán Tanifuji.

-Dígame, ¿qué le pasó al Nishin Maru? - No me creería. También me tomaría por un loco. Lo que ocurrió sólo puede verse, por poco tiempo, mientras duren los vestigios de la tragedia. No alcanzan las palabras para contarlo. Venga usted o algunos de sus colegas. Con mucho gusto les mostraré mis mares.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo


Arianne le ofreció contar los hechos a un periodista de habla española, Nilssen aceptó y se comprometió a llamar nuevamente dentro de unas horas. Al finalizar la grabación, el protagonista demostró interés en participar de ello y le contó a la vocera de Greenpeace su nuevo conocimiento acerca del Nishin Maru y el Nishin Maru II. Arianne, sorprendida, lamentó tener solo un testigo de todo lo que estaba pasando, a lo que el protagonista corrigió que había alguien más que había visto al barco nipón: Sarita Díaz, la corresponsal que envió el télex a la agencia.

7

Luego de esa conversación, un presentimiento de que Díaz se encuentra en peligro motiva al protagonista a realizar una llamada telefónica al hogar de Sarita en Puerto Montt.

¡Dejen en paz a mi hija! – contestó el hombre y cortó la comunicación.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo


El protagonista, anonadado, se dio cuenta de que la historia daba un giro que cada vez le agradaba menos y decidió no dejarla sola en lo que sea que estuviera viviendo. A una hora de que Nilssen volviera a llamar, el protagonista convocó una reunión a las 5 de la madrugada con su agencia.

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Mientras tanto, él solo puede pensar en los japoneses y que, a pesar de existir fuerte una presencia ecologista en el país, se suele generalizar y pensar que todos ellos cometen el mismo crimen. También, señala que Japón no es el único país donde practican la doble moral.

Todos los países de Europa, Estados Unidos, la Unión Soviética y la mayoría de los Estados africanos condenan la caza del elefante y reconocen el peligro de extinción en que se encuentran los gigantes grises de África. Pero ningún país condena a Japón, el gran incentivador de la caza y el mayor comprador de marfil del planeta. De más está señalar que controla el mercado y que es el principal proveedor de marfil de Europa, Estados Unidos y la Unión Soviética.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Además, muchos países están dispuestos aprobar la exterminación de elefantes solo para conseguir una pequeña parte de su marfil y obtener ganancias a través de la venta de artículos de lujo. Ocurre exactamente lo mismo con las ballenas, la exótica gastronomía justifica su muerte. Y existiendo tantas razones para promover medidas de protección de la naturaleza, la prensa europea prefiere tildarlas de ecolatrías y hacer vista ciega a todo lo que está pasando.

9

Jorge Nilssen cumple su palabra y llama nuevamente. Esta vez, la conversación es con el protagonista, quien recibe directamente la invitación de viajar a Chile para conocer qué está pasando con el Nishin Maru. Antes de confirmar su viaje, el protagonista le da el contacto de Sarita Díaz. Sorpresivamente, Nilssen ya tenía noticias de ella.

Por la mañana supe del asalto a una periodista. Le echaron un auto encima cuando salía de un laboratorio fotográfico. Le robaron algo. No sé qué, pero supongo que debe de ser la misma niña que vi anteayer por la noche haciendo fotos del Nishin Maru en el astillero de la Armada. Pobre niña. Está hospitalizada con fracturas múltiples. ¿Viene?.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Inmediatamente, el protagonista decide viajar al lugar de los hechos. Nilssen le entregó información de contacto e indicaciones acerca de las paradas que tendrá que realizar en Chile para llegar a Caleta San Rafael, lugar donde se llevaría a cabo su encuentro. Al siguiente día, el protagonista estaba listo para despegar. Le fueron a despedir al aeropuerto su hijo y Arianne, quien le entregó una insignia de la organización.

-Bienvenido al Arco Iris y buena suerte.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Ya no había vuelta atrás. El protagonista se dirigía al mundo del fin del mundo.

Tercera Parte[editar]

1

El protagonista llegó a Puerto Montt el martes 21 de junio. Se enfrentó finalmente a su temor de encontrar a un Chile distinto del que conocía. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para averiguarlo, pues media hora después continuó su viaje más al sur. Cuando llegó a Caleta San Rafael, no fue difícil encontrar a Jorge Nilssen, pues fue el único hombre que bajó a tierra a penas lo vio. Era un hombre de cabello canoso, con un caminar característico de los marinos de gran experiencia. Un marino a la antigua. Se saludaron e inmediatamente el protagonista preguntó por Sarita.

-Tranquilo, no fue tan grave como pensé. Tiene una pierna y dos costillas rotas, pero se pondrá bien. De momento se recupera en un lugar seguro. Sabe de su viaje y muy pronto podrá verla, pero no de inmediato.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Ambos caminaron en silencio dirigiéndose a la pensión en donde el protagonista se alojaría. Misteriosamente, ese silencio confirmó a ambos que podían confiar uno en el otro. Luego de comer una exquisita cena con los mejores mariscos del mundo. El capitán Nilssen y el protagonista se sientan a conversar, no aún del Nishin Maru, pero sí acerca de quién era este capitán.

2

Se trataba de un hombre de ascendencia aventurera. Su padre encontró muchos pasos al norte que enriquecieron las cartas de navegación australes. Un hombre que encontró el amor no solo en el mar, sino también en una mujer ona que, al igual que tantos indígenas, sufrió la persecución de los ganaderos ingleses que practicaban la famosa caza del indio, un procedimiento que consistía en mutilar las orejas, testículos, senos y cabezas de indígenas para intercambiarlos por onzas de plata. Aquella mujer fue la madre de Nilssen hasta que la muerte la alcanzó un par de meses después de su nacimiento en 1920. Antes de su llegada, el padre de Nilssen había comprado el Fiona, un velero que terminó destruido e inutilizable luego una tormenta. Más adelante compró el Paso del Ona, lugar donde Nilssen nació.

Pero ese barco ya no existe. Al morir mi padre hice lo que debía: respetando sus costumbres y sus mitos, até el cuerpo al timón y lo hundí en las aguas profundas del Golfo de Penas. Tal vez en el fondo de la mar se reencontrará con su “Mujer”. Quién sabe.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Nilssen le sigue hablando acerca de su vida al protagonista. Le cuenta que cuando llegó a Punta Arenas se convirtió en tripulante de varias embarcaciones con destino a Europa. Luego, cambió de rumbo al Caribe y más tarde al Índico y Pacífico Sur. Así continuó hasta que sus sesenta años de edad no le permitieron ser contratado como tripulante en ninguna otra embarcación. Se preguntó a sí mismo qué hacer. Finalmente, decidió seguir sus instintos.

(...)dicen que todo animal marino regresa a su ensenada de origen. Es posible que así sea, porque antes de cumplir los sesenta años empecé a tener un sueño repetido: me veía navegando por los canales del sur del mundo (...) entendí que esos sueños eran un especie de llamada y volví.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

En 1981 compró el Finisterre, el cual incluía a “Pedro Chico” un peón alacalufe y gigantón con el que se entendió bien desde un principio. Juntos viajaron a la deshabitada Isla Serrano para alojarse en la misma cabaña que había pertenecido a Nilssen cuarenta años atrás. Todo marchaba bien, hasta que un día, ambos notaron un cambio extraño en sus aguas: los delfines comenzaron a ausentarse en épocas anormales y ya no habían ballenas en Isla Van der Meule. Ellos conocían ya los desastres ecológicos que habían producido los japoneses por medio de la deforestación, pero nada los preparó para lo que verían a continuación.

Vimos un barco factoría de más de cien metros de eslora, varias cubiertas, detenido, pero con las máquinas a todo dar. Nos acercamos hasta reconocer la bandera japonesa colgando de popa (...) Con una tubería de dos metros de diámetro succionaban la mar. (...)Lo sacaban todo sin detenerse a pensar en especies prohibidas o bajo protección. Con la respiración casi paralizada de horror vimos cómo varias crías de delfines eran succionadas y desaparecían.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Nilssen consideró a los barcos factoría un invento monstruoso que no hacían más que destruir océanos con tal de conseguir aceite y grasa animal. Y la situación solo empeoró con la llegada de barcos similares con banderas norteamericanas, rusas y españolas. Estaba desolado, enfurecido y solo pensaba en qué hacer para detener la acción de esos desgraciados. Milagrosamente, en la radio escucharon que Greenpeace estaba realizando acciones en el Mediterráneo, luchando por impedir el asesinato del fondo marino. En ese momento, Pedro Chico le hizo una importante confesión: él sabía dónde se escondían las ballenas calderón.

Por eso, en cuanto vimos al Nishin Maru frente al Golfo de Corcovado viajamos a Isla Grande de Chiloé para contactar con los de Greenpeace. Qué lástima que estén tan lejos. Pero les ganamos la batalla a los japoneses sin más ayuda que la mar.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Luego de esa gran historia, el cansancio se hizo presente por lo que Nilssen y el protagonista decidieron ir a dormir.

3

Al día siguiente, se levantan con las primeras luces del alba y el capitán Nilssen le informa al protagonista que Sarita se estaba recuperando y le entrega una nota de su parte, donde indica que al tomar las fotografías del Nishin Maru, no tomó las debidas precauciones por lo que más tarde fue agredida y las fotos les fueron robadas. Luego, el capitán Nilssen dice que tomarán el Pájaro Loco para dirigirse al norte a ver al Nishin Maru, y luego al sur, a encontrarse con el Finisterre. El Pájaro Loco era un lanchón de quilla plana y lo tripulaba don Checho y “el Socio”. A la media hora de haber zarpado vieron al Nishin Maru.

Era el mismo Nishin Maru que Greenpeace había bloqueado en el puerto de Yokohama. Presentaba la banda de babor muy averiada, como si hubiese sufrido numerosas colisiones(...).
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Luego de verlo, se dirigieron rápidamente hacia el sur. Mientras estaban en el Golfo de Ancud, el capitán Nilssen comienza a adelantar algo de la historia que había pasado cuando vieron al Nishin Maru anteriormente. Relata que cuando vieron al Nishin Maru frente a Corcovado, supieron que andaba tras ballenas calderón. La mañana del 4 de junio vieron como un pequeño helicóptero sobrevolaba el barco tratando de posarse en una plataforma metálica instalada en la cubierta de popa, pero el viento era tan fuerte que el barco tuvo que dirigirse hasta Puerto Montt para poder hacerlo. No entendían por qué necesitaban un helicóptero, sobretodo porque el Nishin Maru salió a alta mar a pesar del fuerte temporal que había. El relato termina y el capitán Nilssen junto al protagonista siguen navegando sobre el Pájaro Loco. Era una travesía dura hasta que finalmente llegaron a Isla Refugio y don Checho detuvo los motores. Más tarde se sientan en la cubierta a cenar.

4

Con las primeras luces del 23 de junio, dejan atrás Isla Refugio y continúan la navegación con rumbo sur. El capitán Nilssen nuevamente comienza a relatar lo que había pasado con el Nishin maru, pero pausa su relato para contarle al protagonista la historia que da origen al Caleuche. Más tarde, entran al Gran Fiordo de Aysén donde cenan y el capitán Nilssen le pregunta al protagonista si sabe montar, ya que les esperaban unos setenta kilómetros por terreno escarpado.

5

A las cinco de la mañana del 24 de junio se adentran por el Canal Costa con rumbo sur. Luego de viajar por un tiempo, atracan en un muelle natural formado por rocas planas. En ese lugar los esperaba Pedro Chico, quien era un sujeto enorme. Luego de comer, se despiden de don Checho y el Socio, quienes zarparon en el Pájaro Loco con rumbo norte, mientras el protagonista se va junto al capitán Nilssen y Pedro Chico a buscar los caballos que los llevarían. Cabalgaron hasta las once de la mañana del 25 de junio hasta la Bahía de San Quintín, donde los esperaban dos jinetes, los hermanos Eznaola, amigos de Nilssen, quienes eran los dueños de los caballos y se los llevarían de regreso a su estancia. Todos juntos, cabalgan los últimos kilómetros hasta el Golfo de San Esteban, allí estaba el Finisterre esperándolos.

6

El Finisterre era un barco de líneas delicadas, pintado de verde y con una sola vela. Se despiden de los hermanos Eznaola y partieron con rumbo sur. El capitán Nilssen comienza a contar lo que había sucedido cuando iban tras el Nishin Maru y narra que después de haberlo seguido por todo un día, lo encuentran en Gran Ensenada Sin Nombre. Había muy poca luz, pero les bastó para ver como el capitán Tanifuji ametrallaba ballenas que acudían curiosas a los reflectores del helicóptero que habían esperado en Corcovado. Los vieron izar unas veinte ballenas muertas a bordo, pero habían trabajado toda la noche, por lo que era imposible saber cuántas mataron exactamente.

El agua de la ensenada hedía a sangre y por todas partes flotaban restos de piel.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

Debido a las infamias vistas, el capitán Nilssen cuenta como quiso lanzarse con el Finisterre contra la sala de máquinas del Nishin Maru, pero Pedro leyó sus pensamientos, botó la panga y remó rumbo al Nishin Maru. Los tripulantes comenzaron a lanzarle basura y desperdicios y en un momento determinado, cuando Pedro casi no lograba mantenerse a flote, emergió la espalda de una ballena calderón que con cuidado empujó a Pedro y su embarcación hasta alejarlos. Entonces, una gran cantidad de ballenas y delfines nadaron veloces hasta casi llegar a la costa, para volver y estrellar sus cabezas contra el Nishin Maru. Había pánico a bordo, algunos cayeron al agua y se declaró un incendio a bordo, por lo que Tanifuji dio la orden de alejarse de ahí. Nilssen asegura que es una historia difícil de creer, pero al otro día el protagonista podría apreciar con sus propios ojos el lugar de la batalla.

7

Aquella noche, el protagonista no pudo conciliar el sueño, pensando en la historia del capitán Nilssen confundida con las historias marinas que había leído en su vida. Decide subir a cubierta y al mirar las estrellas siente una gran emoción y fuerza, sentía que pertenecía a un lugar. Allí lloró, porque al fin estaba de nuevo en casa.

Allí, en aquella mar serena pero jamás en calma, bajo las miles de estrellas que testimoniaban la frágil y efímera existencia humana, supe por fin que era de allí.
Luis Sepúlveda, Mundo del Fin del Mundo

El 26 de junio arribaron al lugar de la batalla. Aún flotaban restos de piel negra y se podía distinguir con nitidez las osamentas de muchas ballenas. El protagonista le pregunta a Pedro Chico por qué lo ayudaron las ballenas y por qué no se defendieron antes, Pedro responde que su gente asegura que las ballenas no saben defenderse y que son animales compasivos, que al verlo indefenso, no dudaron en ir en su defensa porque tuvieron compasión de él. El capitán Nilssen le dice al protagonista que después de lo que vio, podía escribir lo que quisiera.

[editar]

El 6 de julio el protagonista regresa en avión a Hamburgo junto a Sarita, quien no paraba de preguntarle por lo que había visto en los canales. Habían pasado pocos días desde que se despidiera del capitán Nilssen, Pedro Chico y del Finisterre. En la despedida el protagonista les regala la insignia de Greenpeace para ponerlo en el mástil del Finisterre y el capitán Nilssen le da una concha para oír el mar. Sarita pregunta si escribiría algo y el protagonista indica que no lo sabe, pero a ella, a Greenpeace y a sus socios les contaría una historia que ellos decidirían si creer o no. El libro termina con el protagonista fijándose en un chico que se sentaba al otro lado del pasillo, tendría unos trece años y leía concentradísimo Moby Dick.

Recepción[editar]

En general, la novela Mundo del fin del mundo recibió buenos comentarios por parte de los críticos.

Tras el éxito de Un viejo que leía novelas de amor, La Segunda destacó el dominio narrativo del autor y la crítica a la caza de ballenas presente en la obra.

Nuevamente, Luis Sepúlveda, muestra su dominio del oficio narrativo, su correcto estilo y su cuidada forma de contar la historia. Además, a nivel temático, en esta oportunidad existe una preocupación por el tema ecológico y la preservación del medio ambiente, teniendo –a manera de ejemplo- una postura crítica a la caza ilegal de ballenas, a los vertederos de desechos químicos y al saqueo del monte nativo.

El crítico Ency Hernández, en su artículo "El mundo del fin del mundo", señaló que se trata de una novela cuya descripción facilita la imaginación, además de invitarnos a reflexionar una situación tan presente en territorio chileno como lo es la caza de ballenas.

Las rutas marítimas están bien descritas y podemos viajar imaginariamente por los paisajes bien graficados y maravillosos, lo que nos permite conocer un poco de nuestro territorio nacional sin más esfuerzo que hacer trabajar nuestra imaginación.
Ency Hernández Caballero, El Trueno[3]

Igualmente, Myriam Zapata recalcó la fuerza que posee el relato y que, más que una novela corta, se trata de una obra que representa una forma de ver la vida en la que la naturaleza desempeña un importante papel.

La claridad de la expresión y el carácter autobiográfico de la aventura dan fuerza a un relato que podría haberse quedado en la mera anécdota. Luis Sepúlveda toca la tecla adecuada para demostrar que el viaje es una forma de recuerdo y que escribir puede otorgar una nueva vitalidad a la vida misma.
Myriam Zapata, El Sur[4]


Premios[editar]

La novela ganó el Premio Internacional de Novela Corta Juan Chabás en el año 1990 y como premio recibió la publicación de su libro en una edición especial. La edición en francés, publicada en 1993, fue galardonada con los premios France Culture y Relais H para novelas de aventura.[5]


Referencias[editar]

  1. «Mundo del fin del mundo Editions». Consultado el 5 de junio de 2017. 
  2. «Novela de la Colección Quinto Centenario: Canto a la vida en "mundo del fin del mundo"». Consultado el 1 de junio de 2017. 
  3. Hernández Caballero, Ency (24 de abril de 1994). «Mundo del Fin del Mundo». Consultado el 1 de junio de 2017. 
  4. Zapata, Myriam (5 de marzo de 1995). «Depredadores de ballenas». Consultado el 4 de junio de 2017. 
  5. Vera, Richard (5 de marzo de 1994). «"Mundo del fin del Mundo" Nueva Novela de Sepúlveda». Consultado el 4 de junio de 2017.