Tiempo del Ruido
Tiempo del Ruido es el nombre que recibió el fenómeno ocurrido a las 22:00 del 9 de marzo de 1687 en la entonces ciudad de Santafe de Bogotá y sus alrededores, de acuerdo con el reporte hecho por Pedro de Mercado S. J. y transcritas por los padres jesuitas Juan Ribero (1728) y Joseph Cassani (1741), y por la tradición oral bogotana. Se caracterizó por un ruido misterioso y descomunalmente fuerte de origen desconocido acompañado de un fuerte olor a azufre, que se extendió durante varios días, con una duración aproximada de 30 minutos, que generó pánico colectivo en los habitantes de la ciudad.
El suceso
Cerca de las 22:00, cuando la mayor parte de los habitantes de la ciudad dormía, se escuchó un ensordecedor ruido que se prolongó por 20-30 minutos, acompañado de olor a azufre. De inmediato los habitantes de la ciudad colonial entraron en pánico y huyeron de sus casas con ropas de dormir por las calles destapadas. La mayoría se refugió en los claustros religiosos, donde permanecieron orando y ayunando varios días temiendo la llegada de una legión de demonios o del Juicio Final. El presidente colonial Gil Cabrera Dávalos dirigió una expedición militar hacia las afueras de la ciudad, donde al parecer se sintió más fuertemente el extraño fenómeno. El ensordecedor ruido terminó aquella misma noche y nunca más se volvió a presentar, mientras que el hedor azufrado permaneció durante algunos días más sobre la sabana de Bogotá. Durante muchos años posteriores, cada 9 de marzo se destapaban los sacramentos y se tomaba como una festividad religiosa en Santafé de Bogotá. La expresión «Tiempo del Ruido» se forjó dentro de la jerga de los habitantes de la Nueva Granada.
Hipótesis
Legión de demonios
El desconcertante ruido, su duración y el olor a azufre hicieron pensar a eruditos y al pueblo llano que se trataba de una manifestación demoníaca propia del final de los tiempos.
Origen tectónico
Ese mismo año se buscaron explicaciones científicas que relacionaron el evento con el terremoto ocurrido en Perú a finales de 1687.
Fenómeno atmosférico
El geofísico Jesús E. Ramírez S. J. atribuyó el ruido a un “fenómeno atmosférico”, pero no dio datos más precisos al respecto.
Erupción volcánica
La erupción de un volcán en la cordillera central, como el Machín, o alguno de los cráteres del volcán Nevado del Ruiz explicaría una parte importante del fenómeno descrito en las crónicas. En primer lugar, el olor azufrado fácilmente alcanzaría una distancia como la que separa la cordillera central de la ciudad (140 km en línea recta). De hecho, cuando en 1985 el cráter Arenas del Nevado del Ruiz hizo la erupción que destruyó el pueblo de Armero, sus cenizas alcanzaron más de 500 km y el olor azufrado fue percibido por habitantes de diferentes municipios de Boyacá, Antioquia y Cundinamarca a distancias incluso superiores; pero las cenizas no cayeron en forma homogénea en sus alrededores, pues al sur de Antioquia no se percibieron pese a encontrarse a distancias inferiores a 100 km, tampoco otras zonas más próximas al nevado que sí fueron afectadas por el hedor azufrado como el departamento del Quindío. Otras famosas erupciones volcánicas como la del volcán de Krakatoa se escucharon a más de 3500 km, mientras que la del monte Santa Helena se escuchó en British Columbia, Montana, Idaho y el norte de California.
Meteoroide
Un meteoroide (pequeño asteroide), es un fenómeno frecuente y que también explicaría casi todos los fenómenos relatados. Freddy Moreno, especialista en Astronomía, plantea que debido a la gran velocidad de este cuerpo se generó intensas ondas de choque. En algunos casos, se han reportado olores intensos, que los testigos comentan siempre como de tipo “azufrado”. La falta de fenómeno luminoso se explicaría por la misma estadística que reporta que en estos casos solo 55% de las veces se percibe el fenómeno luminoso.
El 7 de julio de 2007: el departamento del Valle del Cauca fue sorprendido por una fuerte explosión que fue sentida desde el municipio de Obando en el norte hasta Cali. En los días siguientes se encontraron unos pocos meteoritos que impactaron los techos de casas humildes de la zona de Aguablanca en Cali. El ruido sentido se debe a la gran velocidad con que viajan estos cuerpos a pesar de ser frenados por la atmósfera terrestre (ver El Heraldo).
El 5 de septiembre de 2010 otro fenómeno sónico estremeció todo el departemento de Santander, algunos habitantes lograron observar y grabar el paso del meteoroide, sin embargo no se encontró huella alguna de él. (Vanguardia) Fenómenos más fuertes han sido reportados como en Tunguska (1908) cuya explicación científica ha sido dada con base en la entrada de un meteoroide de hielo que no alcanzó a impactar en la superficie de Siberia, sino que explotó a 5 kilómetros de altura dejando arrasada un área muy grande de bosques, produciendo un pequeño sismo que fue registrado en estaciones sismológicas y otros fenómenos meteorológicos de escala global. Pero la mejor prueba de que el ruido escuchado en Bogotá en 1687 es la similitud con el fenómeno sónico sentido en Chelyabinsk, el 15 de febrero de 2013. La onda sónica no sólo sorprendió a los habitantes de esta región de los Urales, sino que causó heridas a más de un millar de ellos debido a la rompimiento de los vidrios que causó la explosión sónica, producida por el paso del meteoroide a más de veinte kilómetros sobre los cielos de esta ciudad rusa.Este fenómeno también causó la caída de un muro en una fábrica de zinc, un pequeño temblor y detección de ondas de infrasonido en lugares apartados de Rusia.
Conclusión
El Tiempo del Ruido hasta ahora había sido una anécdota inexplicada de la historia de Colombia. Nuevos descubrimientos y un estudio profundo del fenómeno descrito puede llevarnos a comprender lo que posiblemente sucedió. El ingreso de un meteoroide o la erupción de cualquier volcán en la cordillera central han sido las hipótesis más aceptadas por los científicos.
En La Revista de la Academia Colombiana de Historia, el " Boletín de Historia y Antigüedades" Nº 839 se publicó la traducción del reporte original del fenómeno del ruido, hecho por el jesuita Pedro de Mercado y otros en 1691 (Moreno, 2007). La cercanía de este manuscrito a la fecha del fenómeno sentido en Santafé, ayuda a confirmarlo y deja fuera de duda los hechos y situaciones descritas en los reportes de Ribero (1728) y Cassani (1741) quienes se sirvieron de él para sus posteriores informes. En el manuscrito de Mercado (1691).
En Lewis (1996) hay numerosos reportes que coinciden con muchos de los fenómenos descritos por Mercado. El olor a azufre es otro de los síntomas del paso de meteoroide y está soportado por incontables reportes (Lewis,1996). Sin embargo los cronistas son claros cuando se refieren a que el ruido se percibió por al menos 20-30 minutos. Si se tiene en cuenta que la velocidad de penetración de un cuerpo espacial es de 6 km/seg se hace imposible que las ondas de choque por rozamiento atmosférico sean percibidas desde un mismo punto como era la ciudad de Santa Fe de Bogotá durante tanto tiempo, además en ningún caso se menciona un solo testimonio que percibiera el fenómeno luminoso y tampoco hay una zona de impacto como en el caso Tunguska.
En contra de la hipótesis volcánica a se presenta el hecho de que los cronistas no relaten lluvias de cenizas, ni daños materiales y que en el libro "La historia de los terremotos en Colombia" donde se hace referencia de sismos en los años 1610, 1621, 1625, 1643, 1644, 1697 y 1698 no aparece reportado un sismo de origen tectónico ni volcánico en esta fecha.En los tres reportes del ruido de 1687 Mercado (1691), Rivero y Cassani (1741) no existe ningún relato que permita creer que hubo caída de cenizas en Bogotá.
Referencias
- Ribero, J. (1728). Historia de las misiones de los Llanos de Casanare y los Ríos Orinoco y Meta. Bogotá: Imprenta de M. Silvestre y Cía., 1883. Reeditado por la Bibl. Presidencia Col., vol. XXIII, Bogotá, p. 558, 1956. ISBN.
- Simon, Fray Pedro (1627). Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales,.
- Cassani, J. (1741). Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reino de Granada. Madrid. ISBN.
- Ramírez, J. E. (1975). Historia de los terremotos en Colombia. Bogotá: 2da. edición., IGAC, 250 p. ISBN.
- Espinosa, A. (1994). El ruido de Santafé, 9 de marzo de 1687, y sus posibles causas. Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Vol. 19, No. 73, p. 293. ISBN.
- Moreno, F., Portilla J. G., (2006), Hipótesis astronómica al misterioso “ruido” escuchado en Santafé de Bogotá el domingo 9 de marzo de 1687. Revista Academia Colombiana de la Ciencia, Vol. 30, No. 116, p. 321
- Moreno, F. (2007) La noticia original del ruido escuchado en Santafé de Bogotá el domingo 9 de marzo de 1687. Boletín de Historia y Antigüedades. Revista de la Academia Colombiana de Historia,, Vol. XCIV, No.839 , p.819-833
- Lewis, J. (1996), " Rain of Iron iron and ice" Adison - Wesley Publishing Company
Enlaces externos
- https://sites.google.com/site/elfindelmundoenbogota/home
- http://www.revistaelastrolabio.com/ediciones-anteriores/volmen-7---no-2/729
- http://www.revistaelastrolabio.com/ediciones-anteriores/volumen_6-2/62-1
- http://unperiodico.unal.edu.co/ediciones/100/17.html
- http://ciencia.nasa.gov/headlines/y2008/30jun_tunguska.htm
- http://www.fac.mil.co/index.php?idcategoria=21401&facmil_2007=fa59e52e9350d172ef57706c75fa42c8