Quinta del Sordo

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Aspecto de la Quinta de Goya, hacia 1905. (Fotografía de Asenjo, publicada en la revista La Ilustración Española y Americana, el 15 de julio de 1909).
Grabado publicado en el libro Goya, de Charles Yriarte, editado en París en 1867. Página 91, capítulo sobre la casa de Goya (La maison de Goya).

La Quinta del Sordo, o Quinta de Goya, era el nombre de una extensa finca y casa de campo situada en una colina del antiguo término municipal de Carabanchel Bajo a las afueras de Madrid, en la que vivió Francisco de Goya durante sus últimos años en España, antes de su exilio, y en la que se hallaban las Pinturas negras. En contra de la creencia popular, el nombre de la finca no se debía a la sordera del pintor, sino a la de un anterior propietario. La casa fue demolida en el verano de 1909.

Relación de Goya con la finca

Goya adquirió esta villa el 27 de febrero de 1819,[1]​ a un anterior propietario, Pedro Marcelino Blanco, que era sordo. En el inmueble residió hasta su partida hacia el exilio de Burdeos en 1824. En los breves periodos en los que volvió a Madrid se alojó en ella, que permanecía a cargo de su nieto Mariano.[2]​ Hay varias explicaciones plausibles para la compra de la finca por parte del pintor, como son su ideología liberal, que le haría desear vivir alejado de la corte totalitaria de Fernando VII, o el hecho de convivir discretamente con Leocadia Zorrilla de Weiss (esposa de Isidoro Weiss), madre de Rosario Weiss, de quienes se decía que eran amante e hija del pintor respectivamente, si bien oficialmente eran su ama de llaves y su ahijada o protegida. Tras la caída en 1823 de Riego y la reinstauración del Antiguo Régimen, Goya, sabedor de su pública condición de liberal, huye de la represión en 1824 obteniendo el salvoconducto con la excusa de tomar unos baños terapéuticos en Plombières, de donde pasará a Burdeos.

Descripción

Detalle de plano de Madrid de Facundo Cañada, en 1900-1901, con la situación de la Quinta de Goya, o Quinta del Sordo, cerca del puente de Segovia.
Saturno en la Quinta de Goya, en 1874.[3]​ Fotografía de J. Laurent. Esta pintura estaba rodeada por un marco de papel. El negativo original se conserva en la Fototeca del IPCE.

Esta casa estaba situada en los terrenos que hoy delimitan la calle Caramuel y la de Juan Tornero,[4]​ en el distrito de Latina de Madrid, en la margen derecha del río Manzanares, y a unos 300 metros del puente de Segovia, en el arranque del camino a la ermita de San Isidro. Este lugar era a principios del s. XIX un paraje natural de huertas y casas de campo aisladas. Las descripciones que han llegado a nuestros días son de décadas posteriores a la muerte del artista, y dan a conocer un caserón de planta rectangular, con dos plantas. En los alrededores de la construcción habría zonas ajardinadas, huertos y terrazas de grava o arenilla.[5]

La casa, que era de humilde factura y no muy buena calidad de construcción, debe su fama a la serie de las Pinturas negras realizadas con óleo al secco sobre el yeso de las paredes. Estas pinturas tenían instalados unos marcos de papel, estando el resto del paramento decorado con papel pintado con motivos florales y vegetales en la planta inferior, y geométricos diagonales en la superior. De todo el edificio, sólo del ala decorada con las Pinturas negras se recogieron descripciones bastante minuciosas, mostrando dos grandes salas, una por planta.

En la planta baja, tendría la puerta en una de las paredes cortas, que daría al zaguán principal de la casa y en el que se situaba la amplia escalera.[5]​ En los muros largos habría supuestamente dos ventanas en los extremos,[6]​ y en el muro corto opuesto a la puerta, una única ventana. La planta superior, de idénticas dimensiones, tendría la puerta en la misma ubicación que la sala inferior, siendo la distribución idéntica con la salvedad de presentar una única ventana centrada en cada muro largo.

El primer catálogo de las pinturas lo hace Antonio de Brugada, pintor y amigo personal del maestro, hacia 1828, poco después de la muerte de este, dando cuenta de ocho pinturas en la sala superior (de las que se conservan identificadas siete) y siete en la inferior (todas ellas conservadas e identificadas).

En fecha no muy lejana a 1854, Mariano Goya, nieto del maestro, vende la propiedad. En 1873 el barón de Erlanger es dueño de la finca titulada "Quinta de Goya". Émile d'Erlanger, aristócrata y banquero francés intenta vender las pinturas murales, primero al Louvre, y posteriormente en la Exposición Universal de París de 1878. Sin embargo, desanimado quizá por el poco interés suscitado por la obra en venta, acaba donando la serie al Museo del Prado, en 1881.

Laurent, en 1874, fotografió las 14 pinturas murales entonces existentes en la Quinta de Goya, antes de su traslado a lienzo. Los negativos de vidrio originales, del gigantesco formato 27 x 36 centímetros, se conservan en el Archivo fotográfico Ruiz Vernacci. En estas fotografías se constata el estado de deterioro de las pinturas en el muro, con grandes grietas, arrastres de color, repintes, y faltas rellenadas con yeso. Además vemos que las pinturas fueron enmarcadas con marcos de papel, y las dos salas estaban completamente empapeladas. Entre 1874 y 1878 se arrancan las pinturas; trabajo que lleva a cabo el pintor y restaurador Salvador Martínez Cubells a instancias de Erlanger.

No obstante, para entonces una de las 15 pinturas ya ha desaparecido. De este hecho ya en fecha tan temprana como 1867, cuando Charles Yriarte da noticias, citando la desaparición de una pintura que ha sido arrancada de la pared en la planta alta, a la derecha de la puerta. Se extrajo mucho antes de adquirir la propiedad Erlanger.

En parte de los terrenos de la finca se construyó en 1884 la estación de Goya, hecho por el cual recibió su nombre. Daba servicio a una línea de vía estrecha que unía Madrid con el municipio toledano de Almorox; estación que cerró y fue demolida en 1970. Por su parte, la vivienda del pintor permaneció abandonada durante largo tiempo, lo que acrecentó su deterioro, hasta que finalmente fue demolida por la piqueta en 1909, por estar denunciada como ruinosa.[7]

Controversia sobre las Pinturas negras

Pintura mural Duelo a garrotazos, cuando estaba en la antigua casa de Goya, según fotografía de J. Laurent en el año 1874. Ampliando la imagen se distingue que una gran grieta vertical atravesaba la pintura y el papel pintado del muro. El rótulo indicando "Museo del Prado" se añadió al negativo hacia 1890. Fototeca del IPCE.

En 2003, el profesor de historia del arte Juan José Junquera ponía en duda, en un artículo de la revista Descubrir el Arte, número 51, la autoría de Goya sobre las Pinturas negras. La teoría de Junquera se basa en que supuestamente la primera noticia que se tiene de las Pinturas negras es casi cuarenta años posterior a su muerte, además de que interpreta que la Quinta del Sordo tenía quizás solamente una planta baja cuando el pintor vivió en ella, siendo que parte de las pinturas aparecieron en la planta superior, construida tal vez años después de la muerte de Goya. Según Junquera, las Pinturas negras habrían sido obra de Javier Goya, hijo del maestro y posible pintor de profesión (del que no se conoce ninguna pintura), y habrían sido pasadas por obra de Francisco de Goya por el nieto de este, a la muerte de su padre en 1854 —época alrededor de la cual aparentemente se "descubren" las Pinturas negras— presuntamente para añadir valor al inmueble y así favorecer su venta.[8]

Esta hipótesis no se ha confirmado. Las teorías del profesor Junquera han sido completamente rebatidas en 2004, punto por punto, por el investigador británico Nigel Glendinning,[9]​ uno de los más reconocidos especialistas en la obra de Goya.

Véase también

Notas y referencias

  1. SÁNCHEZ y DURÁN. Op. cit. p. 207.
  2. BOZAL. Op. cit.
  3. Carlos Teixidor, "Fotografías de Laurent en la Quinta de Goya", en revista Descubrir el Arte, nº 154, Diciembre de 2011, págs. 48-54.
  4. Arnaiz, José Manuel (1996). Las Pinturas Negras de Goya. Madrid: Ediciones Antiqvaria. p. 23. ISBN 84-86508-45-2. 
  5. a b RÉPIDE (de). Op. Cit.
  6. Aunque no era así, según la fotografía de Laurent -en 1874- de la pintura La romería de San Isidro, catalogada por los sucesores de Laurent con el número C-2567, y número de inventario moderno 08123, en el Archivo Ruiz Vernacci; pues a la izquierda de dicha pintura no existía ninguna ventana, sino una esquina de la habitación.
  7. El país, diario republicano, Madrid, domingo 4 de julio de 1909, año XIII, núm. 7.998. Artículo "La Quinta de Goya": "... alzábase hasta hace pocos días..."
  8. Junquera y Mato, Juan José (2003). «Las pinturas negras, bajo sospecha». Descubrir el Arte (51): pp. 23-31. ISSN 1578-9047.
  9. Nigel Glendinning, "Las pinturas Negras de Goya y la Quinta del Sordo. Precisiones sobre las teorías de Juan José Junquera", Archivo Español de Arte, julio-septiembre de 2004, tomo LXXVII, núm. 307, pp. 233 a 245.

Bibliografía

  • Bozal, Valeriano. «Pinturas negras (Goya)». Enciclopedia On-Line. Museo Nacional del Prado. Consultado el 02-05-2009. 
  • de Répide, Pedro (1908). «Quinta del padre Goya». El Madrid de los abuelos. Colección Madrid visto y sentido. Madrid: Ed. M. Pérez Villavicencio. 
  • Sánchez Vigil, Juan Manuel; Durán Vázquez, Manuel (1999). Madrid en blanco y negro (2ª edición). Madrid: Espasa. p. 207. ISBN 84-239-8187-8. 
  • Vaca de Osma, Jose Antonio (2003). Francisco de Goya. El arte, el amor y la locura. Madrid: Espasa. p. 397. ISBN 84-670-0404-5. 

Enlaces externos