Púlsar

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Púlsar de la Nebulosa del Cangrejo. Esta imagen combina imágenes del telescopio espacial Hubble (rojo), e imágenes en rayos X obtenidas por el Telescopio Chandra (azul).

Un púlsar (del acrónimo en inglés de pulsating star, que significa «estrella que emite radiación muy intensa a intervalos cortos y regulares»)[1]​ es una estrella de neutrones que emite radiación periódica. Los púlsares poseen un intenso campo magnético que induce la emisión de estos pulsos de radiación electromagnética a intervalos regulares relacionados con el periodo de rotación del objeto.[2]

Las estrellas de neutrones pueden girar sobre sí mismas hasta varios cientos de veces por segundo; un punto de su superficie puede estar moviéndose a velocidades de hasta 70.000 km/s. De hecho, las estrellas de neutrones que giran tan rápidamente se expanden en su ecuador debido a esta velocidad vertiginosa.[3]​ Esto también implica que estas estrellas tengan un tamaño de unos pocos miles de metros, entre 10 y 20 kilómetros, ya que la fuerza centrífuga generada a esta velocidad es enorme y sólo el potente campo gravitatorio de una de estas estrellas (dada su enorme densidad) es capaz de evitar que se despedace.[4]

El efecto combinado de la enorme densidad de estas estrellas con su intensísimo campo magnético (generado por los protones y electrones de la superficie girando alrededor del centro a semejantes velocidades) causa que las partículas que se acercan a la estrella desde el exterior (como, por ejemplo, moléculas de gas o polvo interestelar), se aceleren a velocidades extremas y realicen espirales cerradísimas hacia los polos magnéticos de la estrella.[5]​ Por ello, los polos magnéticos de una estrella de neutrones son lugares de actividad muy intensa. Emiten chorros de radiación en el rango del radio, rayos X o rayos gamma, como si fueran cañones de radiación electromagnética muy intensa y muy colimada.[6]​ En 2018 se anunció el descubrimiento de que el púlsar RX J0806.4-4123 emitía radiación infrarroja algo único en las estrellas de este tipo observadas hasta la fecha.[7]

Por razones aún no muy bien entendidas, los polos magnéticos de muchas estrellas de neutrones no están sobre el eje de rotación. El resultado es que los «cañones de radiación» de los polos magnéticos no apuntan siempre en la misma dirección, sino que rotan con la estrella.

Es posible entonces que, mirando hacia un punto determinado del firmamento, recibamos un «chorro» de rayos X durante un instante. El chorro aparece cuando el polo magnético de la estrella mira hacia la Tierra, deja de apuntarnos una milésima de segundo después debido a la rotación, y aparece de nuevo cuando el mismo polo vuelve a apuntar hacia la Tierra. Lo que percibimos entonces desde ese punto del cielo son pulsos de radiación con un periodo muy exacto, que se repiten una y otra vez (lo que se conoce como «efecto faro») cuando el chorro se orienta hacia nuestro planeta. Por eso, este tipo de estrellas de neutrones «pulsantes» se denominan púlsares (del inglés pulsating star, «estrella pulsante», aunque esta denominación se aplica con más propiedad a otro grupo de estrellas variables). Si la estrella está orientada de manera adecuada, podemos detectarla y analizar su velocidad de rotación. El periodo de la pulsación de estos objetos lógicamente aumenta cuando disminuye su velocidad de rotación. A pesar de ello, algunos púlsares con periodos extremadamente constantes han sido utilizados para calibrar relojes de precisión.

Este diagrama esquemático de un púlsar ilustra las líneas de campo magnético en blanco, el eje de rotación en verde y los dos chorros polares de radiación en azul.

Descubrimiento del primer púlsar

La señal del primer púlsar detectado, PSR B1919+21, tenía un periodo de 1,33730113 s. Este tipo de señales únicamente se puede detectar con un radiotelescopio. De hecho, cuando en julio de 1967 Jocelyn Bell y Antony Hewish detectaron estas señales de radio de corta duración y extremadamente regulares, pensaron que podrían haber establecido contacto con una civilización extraterrestre, por lo que llamaron tentativamente a su fuente LGM (Little Green Men u Hombrecitos verdes).[8]​ Tras una rápida búsqueda se descubrieron tres nuevos púlsares que emitían en radio a diferentes frecuencias, por lo que pronto se concluyó que estos objetos debían ser producto de fenómenos naturales. Anthony Hewish recibió en 1974 el Premio Nobel de Física por este descubrimiento y por el desarrollo de su modelo teórico.[9]Jocelyn Bell no recibió condecoración aunque fuera ella quien advirtió la primera señal de radio.[10]​ Con anterioridad, Nikola Tesla ya había detectado emisiones de radio regulares durante sus experimentos de 1899, aunque entonces no se supieron interpretar.[11]

"El púlsar, o radiopúlsar, es algo así como un faro. Se trata de un cuerpo extraordinariamente compacto que rota sobre sí mismo emitiendo radio-ondas. Calculamos que su masa es de unos mil cuatrillones de toneladas para un tamaño que apenas supera los 10 kilómetros de radio. En cuanto a su origen, es el resultado de una explosión catastrófica y final de una gran estrella con un tamaño diez veces mayor que nuestro Sol."
Jocelyn Bell (Diario El País, 1999)[12]

Hoy en día se conocen más de 600 púlsares con periodos de rotación que van desde el milisegundo a unos pocos segundos, con un promedio de 0,65 s. La precisión con que se ha medido el periodo de estos objetos es de una parte en 100 millones. El más famoso de todos los púlsares es quizás el que se encuentra en el centro de la Nebulosa del Cangrejo, denominado PSR0531+121, con un periodo de 0,033 s. Este púlsar se encuentra en el mismo punto en el que astrónomos chinos y árabes registraron una brillante supernova en el año 1054 y permite establecer la relación entre supernova y estrella de neutrones, a saber, que esta es remanente de la explosión de aquella vez.

"Son más frecuentes de lo que se supone. La Nebulosa del Cangrejo y la supernova 1987A son las más famosas pero en una galaxia como la Vía Láctea es muy probable que se produzca una explosión de este tipo al menos una vez cada 100 años. Lo que pasa es que son difíciles de observar por la presencia de polvo estelar. En otras galaxias son mucho más visibles."
Jocelyn Bell (Diario El País, 1999)[13]

Planetas púlsar

En el primer grupo de planetas extrasolares descubiertos que orbitan un púlsar, el PSR B1257+12, cuyo periodo es de 6,22 ms (milisegundos), las pequeñas variaciones de su periodo de emisión en el radio sirvieron para detectar una ligerísima oscilación periódica con una amplitud máxima en torno a 0,7 ms. Los radioastrónomos Aleksander Wolszczan y Dale A. Frail interpretaron estas observaciones como causadas por un grupo de tres planetas en órbitas casi circulares a 0,2, 0,36 y 0,47 ua del púlsar central y con masas de 0,02, 4,3 y 3,9 masas terrestres respectivamente. Este descubrimiento, muy inesperado, causó un gran impacto en la comunidad científica.[14]

"Estos planetas en un pulsar nos permiten ya lanzarnos a estudiar la dinámica de los sistemas planetarios, de dónde proceden."
Alexander Wolszczan (Diario El Pais, 2005) [15]

Púlsares de rayos X

Los púlsares de rayos x son sistemas de estrellas binarias que se componen de un púlsar y de una estrella normalmente joven de tipo O u B. La estrella primaria emite viento estelar de su superficie y radiación, y éstos son atrapados por la estrella compañera que produce rayos x. El primer púlsar de rayos X conocido es la estrella compacta situada en el sistema Cen X-3.

Referencias

  1. «Diccionario panhispánico de dudas - Púlsar». lema.rae.es. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  2. Lewin, Walter; Goldstein, Warren (16 de febrero de 2012). Por amor a la física: Del final del arco iris a la frontera del tiempo. Un viaje por las maravillas de la física. Penguin Random House Grupo Editorial España. ISBN 9788499921549. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  3. Rivera, Alicia (18 de abril de 2001). «Hallados púlsares asociados a fuentes de rayos gamma». El País. ISSN 1134-6582. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  4. «Science». imagine.gsfc.nasa.gov. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  5. VV.AA (3 de noviembre de 2008). Un viaje al cosmos en 52 semanas. Editorial CSIC - CSIC Press. ISBN 9788483193952. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  6. «The Sounds of Pulsars». www.jb.man.ac.uk. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  7. José Manuel Nieves (18 de septiembre de 2018). «Un extraño púlsar lanza «misteriosas emisiones» al espacio». abc. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  8. Peimbert, Manuel; Fierro, Julieta (20 de junio de 2018). «IV. Estrellas de neutrones y púlsares». Fronteras del Universo. Fondo de Cultura Economica. ISBN 9786071657145. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  9. Altschuler, Daniel Roberto (8 de septiembre de 2004). Hijos de las estrellas. Ediciones AKAL. ISBN 9788446022701. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  10. Pujol Gebelli, Xabier (24 de noviembre de 1999). «Entrevista - Jocelyn Bell | "Entenderemos pronto la materia oscura"». El País. ISSN 1134-6582. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  11. Adams, G. (2006). «This Quarter in Physics History February 1968: The discovery of pulsars announced». Capitol Hill Quarterly. American Physical Society. Consultado el 1 de marzo de 2017. 
  12. [1]
  13. [2]
  14. Ruiz de Elvira, Malen (15 de marzo de 1995). «Vida imaginada cerca de un pulsar». El País. ISSN 1134-6582. Consultado el 13 de abril de 2019. 
  15. [3]

Bibliografía

  • Altschuler, Daniel Roberto (2004). Hijos de las estrellas (Dulcinea Otero-Piñeiro, trad.). Akal Astronomía. Ediciones AKAL. ISBN 9788446022701. 
  • Hester, J. et al. 2002 Astrophysical Journal Letters, 577, L49.
  • Lewin, Walter; Goldstein, Warren (2012). Por amor a la física: Del final del arco iris a la frontera del tiempo. Un viaje por las maravillas de la física. Penguin Random House Grupo Editorial España. ISBN 9788499921549. 
  • Page, Dany (2018). «IV. Estrellas de neutrones y púlsares». Fronteras del Universo. Fondo de Cultura Economica. ISBN 9786071657145. 
  • VV.AA. (2008). Un viaje al cosmos en 52 semanas. Volumen 4 de Divulgación (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Editorial CSIC - CSIC Press. ISBN 9788483193952. 

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