Juan Ricárdez Broca

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Juan Ricárdez Broca, (1890 - ?) militar mexicano, sedicente partidario de Adolfo de la Huerta durante la rebelión que este encabezó contra Álvaro Obregón, autonombrado gobernador de Yucatán el 14 de diciembre de 1923, tras la asonada que encabezó para derrocar al gobernador constitucional de esa entidad federativa de México, Felipe Carrillo Puerto.[1]

Datos históricos

Ricárdez Broca fue un coronel del ejército mexicano que formaba parte de la guarnición federal en Yucatán durante el gobierno socialsita de Carrillo Puerto.[1]

El inicio del movimiento delahuertista en contra del presidente Álvaro Obregón, y del general Plutarco Elías Calles se conoció en Yucatán el 8 de diciembre de 1923. Inmediatamente los militares en Yucatán declararon su intención de apoyar la insurrección a la que se unieron rápidamente los estados de Chihuahua, Michoacán, Jalisco, Oaxaca, Puebla, Tabasco e Hidalgo. Sin embargo, Carrillo Puerto se negó rotundamente a apoyar a los rebeldes y ratificó el respaldo del Partido Socialista del Sureste a la candidatura presidencial de Calles.[1]

Con el fin de prepararse para combatir la insurrección, Carrillo Puerto se puso en contacto con el Coronel Rafael Durazo, Jefe de las Armas en Campeche. Pero el 12 de diciembre de 1923 supieron que la guarnición de Campeche al mando del Teniente Coronel José María Vallejos, había desconocido la autoridad del Coronel Durazo, uniéndose a los delahuertistas.

Carrillo Puerto decidió enviar refuerzos a Durazo inmediatamente, y mandó un fuerte contingente militar desde Mérida con rumbo a Campeche, al mando del Coronel Robinson, Jefe de la Guarnición de Mérida, al cual el propio Carrillo Puerto salió a despedir con un numeroso grupo de sus partidarios y colaboradores. Sin embargo, cuando el tren se encontraba entre Chocholá y Maxcanú, algunos oficiales que secretamente conspiraban a favor de los delahuertistas, se insubordinaron contra Robinson, lo hicieron prisionero y ordenaron la vuelta del tren a Mérida.[1]

Estando la ciudad de Mérida desprotegida y ante el inesperado acontecimiento, Carrillo Puerto, después de tener un cambio de impresiones con sus partidarios, se dirigió por tren a Motul. Durante el trayecto, en los pueblos intermedios y en la estación del ferrocarril en Motul, fue aclamado por varios miles de personas que desde luego no tenían armas. En Motul se encontraban campesinos que provenían también de Muxupip, Ucú, Baca, Suma, Tixcocob, Izamal y comunidades aledañas, dispuestos a seguirlo para luchar en contra de los rebeldes, pero no estaban ni organizados, ni armados para ello. Fue entonces que tuvo noticias de que ya se encontraba en camino hacia Motul un tren con tropas insurrectas con la misión de aprehenderlo.[2]

Sin armas con que luchar y con el propósito de evitar una masacre entre sus seguidores desarmados, Carrillo Puerto emprendió la retirada hacia El Cuyo, donde esperaba recibir armas enviadas por su representante en Nueva York, Manuel Cirerol. Sin embargo, al llegar a ese punto, no habiendo llegado las armas, Carrillo Puerto cambió de planes y tomó apresuradamente un barco alquilado por su ayudante Eligio Rosado. Al estar ya navegando, el barco empezó a hacer agua lo que los hizo regresar a la costa, siendo todos capturados el 17 de diciembre de 1923 en Holbox.[2]

Carrillo Puerto y trece acompañantes, entre los cuales tres de sus hermanos -Wilfrido, Edesio y Benjamín-, fueron llevados a Tizimín y luego a la penitenciaría Juárez de la ciudad de Mérida, para ser juzgados sumariamente por un tribunal militar y, posteriormente ejecutados en el Panteón Civil de Mérida en la madrugada del 3 de enero de 1924.[2]

Ricárdez Broca mantuvo el poder por las armas hasta el mes de mayo de 1924, en que la rebelión delahuertista fue sofocada en México y el Congreso de Yucatán designó a José María Iturralde Traconis gobernador, restaurándose el orden constitucional en el estado.[2]

Véase también

Referencias

Enlaces externos

  • Manifiesto de Adolfo de la Huerta Con acceso el 25 de enero de 2012.
  • Hernán Lara Zavala, Cuba y Yucatán, Revista de la Universidad de México:
Cuenta la historia que el 14 de diciembre de 1923 Felipe Carrillo Puerto huyendo de la gente de Ricárdez Broca llegó con sus hermanos y lugartenientes a Chiquilá, cerca del ingenio San Eusebio, en las inmediaciones del puerto de Holbox. Ahí tenían dispuesta una canoa de motor “La Manuelita” propiedad de la Cuyo Company que supuestamente los transportaría hasta La Habana pero que estaba situada como a dos kilómetros de la playa, pues por lo poco profundo del mar de la península no podría fondear en una costa llena de bajos y pantanos. Carrillo Puerto y sus colaboradores construyeron unas balsas para llegar a la embarcación, lo cual lograron a pesar de que la marea y los ventarrones los regresaban una y otra vez. Zarparon por fin rumbo a Holbox pero nunca lograron alcanzar su destino pues en el trayecto el motor de “La Manuelita” se descompuso y encallaron en un banco de arena dejándolos varados en medio del mar y a merced de sus perseguidores. Al igual que mi amigo Fernando Espejo, aunque he leído infinidad de veces este dramático episodio en sus diversas versiones cada vez que lo releo siento otra vez el deseo insaciable de que Carrillo Puerto logre ahora sí escapar, que se salve. Pero desgraciadamente la historia no ocurrió así pues varados como estaban vieron aparecer a las fuerzas federales. A Carrillo Puerto y a sus aliados no les quedó más remedio que llamarlos para pedirles auxilio. Sin embargo, la embarcación federal tampoco se pudo acercar so riesgo de encallar también, así que Carrillo Puerto y sus hombres no tuvieron más alternativa que salir del bote nadando hasta entregarse a las fuerzas federales. Lo que ocurrió después forma parte de una trágica historia que culmina cuando la madrugada del 3 de enero de 1924 sacan a los prisioneros de la penitenciaría estatal y los transportan al cementerio municipal de Mérida donde fusilan a Carrillo Puerto, a tres de sus hermanos y a siete personas más entre los que se encontraba Manuel Berzunza que fungía como Secretario General de Gobierno. Cuenta el profesor Edmundo Bolio que antes de ser fusilado el Consejo de Guerra que lo interrogaba le preguntó qué cargo tenía dentro del gobierno de Yucatán a lo que Felipe contestó: "No tenía tengo, pues soy hasta este momento Gobernador del Estado y Presidente del Partido Socialista, por lo que con mi carácter de tal protesto enérgicamente por lo ilegal de este Consejo de Guerra". Hernán Lara Zavala.