Fertilidad

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Alegoría a la fertilidad de Valeriano Salvatierra en el Museo del Prado (Madrid)

La fertilidad es la capacidad de un ser vivo de producir una progenie numerosa. Este es el resultado de la interacción de varios factores, tanto biológicos —la edad, el estado de salud, el funcionamiento del sistema endocrino, como culturales, las prescripciones respecto al sexo y el matrimonio, la división sexual del trabajo, el tipo y ritmo de ocupación, que la hacen variar espectacularmente entre situaciones distintas. En el ámbito hortícola, es una medida de la riqueza nutricional del suelo.

La fertilidad humana ha sido históricamente una cuestión culturalmente significativa. Al ser los hijos una fuente crucial de mano de obra en sociedades agrarias o de economía de subsistencia, la capacidad de ofrecer al núcleo familiar una prole numerosa era un rasgo muy valorado en las mujeres, y en muchas tradiciones el marido estaba autorizado a anular el matrimonio con una esposa estéril. La esterilidad masculina, de frecuencia similar, permaneció mucho tiempo desconocida, atribuyéndose solo a las mujeres la responsabilidad de la reproducción, como parte del sesgo hacia la dignidad de la mujer desde tiempos antiguos generalmente.

En sociología, la tasa de fertilidad, medida como el número de hijos por mujer, se ha usado como estimador fiable para el crecimiento vegetativo de la población.

Preservación de la fertilidad

En el caso de enfermos de patologías graves (como el cáncer) que son sometidos a tratamientos agresivos para conseguir la remisión de la enfermedad (radioterapia, quimioterapia), un efecto secundario frecuente es la pérdida de la capacidad reproductora, debido a la destrucción de los tejidos productores de gametos, espermatozoides u óvulos.[1]​ Por ello, una preocupación creciente en estos pacientes es la posibilidad de preservar su fertilidad, para mantener su capacidad reproductora después de superada la enfermedad. En el caso masculino, la solución más sencilla es la criopreservación de espermatozoides, una técnica perfectamente desarrollada, y que permite al paciente mantener la capacidad reproductora, aunque recurriendo a técnicas de reproducción asistida. En el caso femenino, la situación es más compleja, debido a la menor tasa de producción de óvulos por ciclo, a la dificultad de su extracción y a la mayor complicación en las técnicas de criopreservación.


En las últimas décadas la incidencia de cáncer ha aumentado, pero paralelamente la tasa de supervivencia ha mejorado mucho: por ejemplo, en los últimos 25 años, la tasa de supervivencia relativa de 5 años para todos los tipos de cáncer ha pasado del 56% al 64% en pacientes femeninos,[2]​ por lo que las necesidades de preservación de fertilidad también aumentan. El cáncer de mama es el tumor más frecuente en las mujeres occidentales (representa el 65% de todos los tumores y el 99% de las muertes relacionadas con cáncer[3]​), mientras que la enfermedad de Hodgkin (HD) es el tumor sólido más frecuente en adolescentes.[4]​ Por esta razón, las pacientes de estos dos tipos de cáncer son posiblemente las que con mayor probabilidad recurran a técnicas de preservación de fertilidad.

Las opciones de preservación de fertilidad para las mujeres son las siguientes:[5][6][7]

  • criopreservación de embriones: para ello es necesario obtener óvulos de la mujer, fecundarlos mediante fecundación in vitro (FIV) y congelar los embriones para su posterior implantación en el útero de la mujer; en este caso, o bien la mujer dispone de pareja estable o bien se debe recurrir a un donante anónimo, lo cual puede suponer un inconveniente. Este es el método utilizado con mayor frecuencia, con una tasa de éxito del 40%.
  • criopreservación de tejido ovárico: extraer y congelar tejido ovárico de la mujer para reimplantarlo después del tratamiento contra el cáncer;[8][9]​ en este caso las principales complicaciones potenciales son el procedimiento de criopreservación (que no parece ser el factor limitante), y el riesgo de daño isquémico, aunque se están desarrollando con éxito técnicas para disminuir dichas complicaciones.[9]​ En cuanto al desarrollo, los investigadores están aún trabajando en la mejor manera de conectar el tejido ovárico implantado al riego sanguíneo, aunque ya han nacido algunos niños utilizando esta técnica, que es la más prometedora en el caso de niñas de corta edad con problemas de fertilidad.
  • supresión ovárica: tratamientos hormonales para proteger el tejido ovárico durante la quimio o radioterapia.
  • transposición de ovarios: reposicionamiento de los ovarios mediante cirugía, para alejarlos de la zona de exposición a la radioterapia.
  • cirugía ginecológica conservadora: por ejemplo retirada del cérvix mediante cirugía, pero mantenimiento del útero.

El método más comúnmente utilizado es la congelación ultra-rápida, que mantiene estas células inalteradas por un tiempo indefinido.

Una última técnica que se ha desarrollado es la vitrificación de ovocitos,[10]​ que puede utilizarse en situaciones clínicas en las que otras opciones son viables. Aunque cientos de niños han nacido tras la vitrificación de óvulos, la tasa de embarazo clínico por ciclo de donación es 48.8% .[11]​ Sin embargo, se espera que esta tasa mejorará considerablemente en los próximos años.

La elección entre las diferentes opciones depende de varios parámetros: el tipo y el momento en el que debe comenzar la terapia contra el cáncer, el tipo de cáncer, la edad de la paciente y la situación de pareja de la paciente.

Relación entre alcohol y fertilidad

El alcohol es una de las substancias de consumo más generalizado. Cada vez hay más estudios que relacionan el consumo de alcohol con disminución de la fertilidad tanto en hombres como en mujeres.

En hombres, según un estudio de la Universidad Southern Denmark, se ha demostrado que la concentración del semen y el número de espermatozoides disminuyen a la vez que aumenta el consumo de bebidas alcohólicas. Esto se refleja con consumos tan moderados como son 5 unidades de alcohol semanales. En casos más severos podría incluso producirse una disminución de la libido, impotencia y atrofia testicular.

Las mujeres, por regla general, son más susceptibles al efecto nocivo del alcohol (por tener una absorción gastrointestinal más rápida, una metabolización más lenta a través de la enzima alcoholdeshidrogenasa, así como la expresión de dicha enzima en menor cantidad en mujeres). Se estima que un consumo diario de 2-3 bebidas alcohólicas (140g por semana) en mujeres multiplica por 1,6 el riesgo de infertilidad. También se relaciona con problemas de la ovulación (ya que se puede alterar la regulación hormonal que lleva a la consecución de un ciclo ovárico normal), con una mayor tasa de aborto y peor pronóstico perinatal si se sigue consumiendo (partos prematuros, bajo peso al nacimiento, muerte fetal y el denominado síndrome de alcoholismo fetal).

Estudios sobre resultados de tratamientos de reproducción asistida observaron que los resultados del tratamiento son peores cuanto más reciente es el consumo. De este modo, las parejas que van a iniciar un tratamiento de reproducción asistida, deben dejar de beber alcohol, por lo menos 3-6 meses antes de cualquier procedimiento.

Trastornos alimenticios y fertilidad

Los trastornos de la alimentación son enfermedades psicológicas y médicas que pueden afectar negativamente la salud reproductiva. Según datos de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA) publicados en 2010 si bien estas enfermedades tienen mayor incidencia en la adolescencia, la edad de comienzo es cada vez más temprana y en los últimos años se han visto triplicados los casos de estos trastornos entre los hombres jóvenes.

En las mujeres los problemas de infertilidad más frecuentes asociados a los trastornos alimentarios son:

  • Amenorrea
  • Ciclos menstruales irregulares
  • Deficiente calidad de los óvulos
  • Trastornos o problemas ováricos
  • Ambiente uterino inapropiado o desfavorable
  • Abortos espontáneos

Cabe destacar que el sistema reproductivo es muy sensible al estrés fisiológico que pueden implicar los trastornos alimentarios. Una vez recuperado el peso ideal, la amenorrea puede persistir en algunos casos porque no siempre es suficiente para que el organismo recupere la totalidad de sus funciones reproductivas. Sin embargo, en general, cuando las personas dejan de restringir la ingesta calórica, las menstruaciones se normalizan y hasta pueden llegar a lograr un embarazo espontáneo.

En el caso de los hombres, la obesidad también puede causar disfunción eréctil y una disminución de la frecuencia de las relaciones sexuales. Podemos afirmar que diez kilos de más en el hombre aumentan un 10% sus problemas de infertilidad. Además, la comida rica en grasa eleva la temperatura testicular y daña las células germinales masculinas.

Enfermedades oncológicas y fertilidad

Los tratamientos contra el cáncer van encaminados a la eliminación de las células del cuerpo que se dividen rápidamente. No obstante, aunque las células cancerosas destaquen por ello, no son las únicas de nuestro cuerpo que lo hacen. Un ejemplo de células de nuestro cuerpo que se ven afectadas, por tanto, son los espermatozoides y sus células germinales. En el caso de las mujeres, los folículos ováricos (sacos donde se encuentran los óvulos) resultan dañados y se altera la producción de hormonas normal del cuerpo.

La infertilidad producida por estos tratamientos en algunos casos es pasajera, mientras este dura, pero también puede resultar irreversible.

Por todo esto, cobra especial importancia la preservación de la fertilidad en edad reproductiva.

Véase también

Referencias

  1. Apperley JF, Reddy N. (1995). «Mechanism and management of treatment-related gonadal failure in recipients of high dose chemoradiotherapy.». Blood Rev. 9 (2). 93-116.  [1]
  2. Jemal A, Clegg LX, Ward E, Ries LA, Wu X, Jamison PM, Wingo PA, Howe HL, Anderson RN, Edwards BK. (2004). «Annual report to the nation on the status of cancer, 1975-2001, with a special feature regarding survival.». Cancer 101 (1). 3-27.  [2]
  3. Ghafoor A, Jemal A, Ward E, Cokkinides V, Smith R, Thun M. (2003). «Trends in breast cancer by race and ethnicity.». CA Cancer J Clin. 53 (6). 342-55.  [3]
  4. Viviani S, Santoro A, Ragni G, Bonfante V, Bestetti O, Bonadonna G. (1985). «Gonadal toxicity after combination chemotherapy for Hodgkin's disease. Comparative results of MOPP vs ABVD.». Eur J Cancer Clin Oncol. 21 (5). 601-5.  [4]
  5. Donnez J, Martinez-Madrid B, Jadoul P, Van Langendonckt A, Demylle D, Dolmans MM. (2006). «Ovarian tissue cryopreservation and transplantation: a review.». Hum Reprod Update. 12 (5). 519-35.  [5]
  6. Lee SJ, Schover LR, Partridge AH, Patrizio P, Wallace WH, Hagerty K, Beck LN, Brennan LV, Oktay K (2006). «American Society of Clinical Oncology recommendations on fertility preservation in cancer patients.». J Clin Oncol. 24 (18). 2917-31.  [6]
  7. Mandavilli A. (2008). «New techniques preserve fertility hope for women.». Nature Medicine 14 (1170).  [7]
  8. Donnez J, Dolmans MM, Demylle D, Jadoul P, Pirard C, Squifflet J, Martinez-Madrid B, van Langendonckt A. (2004). «Livebirth after orthotopic transplantation of cryopreserved ovarian tissue.». Lancet 364 (9443). 1405-10.  [8]
  9. a b Sánchez M, Novella-Maestre E, Teruel J, Ortiz E, Pellicer A. (2008). «The Valencia programme for fertility preservation». Clin Transl Oncol. 10. doi:10.1007/s12094-008-0227-4. 433-438.  []
  10. Cobo A, Bellver J, Domingo J, Pérez S, Crespo J, Pellicer A, Remohí J. (2008). «New options in assisted reproduction technology: the Cryotop method of oocyte vitrification.». Reprod Biomed Online 17 (1). 68-72.  [9]
  11. Cobo, Garrido, Pellicer, Remohí (2015). «Six years' experience in ovum donation using vitrified oocytes: report of cumulative outcomes, impact of storage time, and development of a predictive model for oocyte survival rate.». Fertil Steril: in press.