Diferencia entre revisiones de «Asmoneos»

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Los '''Asmoneos''' ('''חשמונאים''') eran los directos sucesores de los Macabeos<ref>En [[I Macabeos]] y [[II Macabeos]] se narran las historias de esta primera dinastía, pero lo que se conoce de los Asmoneos nos viene principalmente por Flavio Josefo en ''La Guerra de los Judíos I''</ref> que lograron establecer un poderoso reino en lo que hoy es [[Israel]] en contraste con las expansiones del [[Imperio Seléucida]]. Con los Asmoneos, las fronteras del Reino llegaron casi a las dimensiones del tiempo de [[David]] y [[Salomón]]. Aunque descienden directamente de los Macabeos (''Juan Hircano I era hijo de Simón, el último de los Macabeos''), lo cierto es que tuvieron una gran diferencia en la manera de comportarse, los ideales que los movían y sus aspiraciones políticas. Su apogeo duró el doble del de sus inmediatos ancestros, desde el [[134 adC]] hasta el advenimiento del [[Imperio Romano]] en [[Israel]] en el [[63 adC]].
Los '''Asmoneos''' ('''חשמונאים''') eran los directos sucesores de los Macabeos<ref>En [[I Macabeos]] y [[II Macabeos]] se narran las historias de esta primera dinastía, pero lo que se conoce de los Asmoneos nos viene principalmente por Flavio Josefo en ''La Guerra de los Judíos I''</ref> que lograron establecer un poderoso reino en lo que hoy es [[Israel]] en contraste con las expansiones del [[Imperio Seléucida]]. Con los Asmoneos, las fronteras del Reino llegaron casi a las dimensiones del tiempo de [[David]] y [[Salomón]]. Aunque descienden directamente de los Macabeos (''Juan Hircano I era hijo de Simón, el último de los Macabeos''), lo cierto es que tuvieron una gran diferencia en la manera de comportarse, los ideales que los movían y sus aspiraciones políticas. Su apogeo duró el doble del de sus inmediatos ancestros, desde el [[134 adC]] hasta el advenimiento del [[Imperio Romano]] en [[Israel]] en el [[63 adC]].

Revisión del 11:57 26 mar 2007

Los leones, símbolo de la Ciudad Santa de Jerusalén, escenario de milenarias luchas y centro político de dinastías inolvidables como la de los Asmoneos.

Los Asmoneos (חשמונאים) eran los directos sucesores de los Macabeos[1]​ que lograron establecer un poderoso reino en lo que hoy es Israel en contraste con las expansiones del Imperio Seléucida. Con los Asmoneos, las fronteras del Reino llegaron casi a las dimensiones del tiempo de David y Salomón. Aunque descienden directamente de los Macabeos (Juan Hircano I era hijo de Simón, el último de los Macabeos), lo cierto es que tuvieron una gran diferencia en la manera de comportarse, los ideales que los movían y sus aspiraciones políticas. Su apogeo duró el doble del de sus inmediatos ancestros, desde el 134 adC hasta el advenimiento del Imperio Romano en Israel en el 63 adC.

Identidad

Los Seléucidas, en amarillo, eran descendientes del Imperio de Alejandro Magno y llegaron a Israel aprovechando la decadencia de los helenistas de Ptolomeo en Egipto (en azul).

La palabra Asmoneo viene del griego ασμονεο que traduce "descendiente de Asmón"[2]​. Aunque para muchos estudiosos la dinastía de los Asmoneos no es más que la continuación de aquella de los Macabeos, lo cierto es que tienen notables diferencias históricas que debe resaltarse. En primer lugar los ideales religiosos y el celo por la defensa del Templo de Jerusalén, del Monoteísmo y de la independencia del Reino de Judea, que eran características de los Macabeos, pierden toda su fuerza con los Asmoneos, más ambiciosos, preocupados por extender su poderío militar y marcados por las intrigas, traiciones y luchas fratricidas. Precisamente una guerra cívil entre hermanos marcaría el fin del reino y pondría a Israel en manos de una nueva potencia de la antigüedad: Roma.

Macabeos

Moneda helénica de Perseo de Macedonia. Las gestas macabeas fueron en contra del avance del mundo helénico en la cultura de Israel

La historia de la Dinastía Asmonea continua aquella de la de los Macabeos de la cual la principal fuente histórica es la existencia de dos libros bíblicos reconocidos por los cánones cristianos, pero no por aquellos rabínicos. La razón por la cual los dos libros no fueron incluidos en el canón de la Tanaj es que estaban escritos en griego, pero ello no significa que no sean valorados como documentos históricos[3]​. Los relatos del historiador antiguo Flavio Josefo dan razón de la existencia de estas dos dinastías que se enlazan entre la decadencia del Imperio Seléucida de corte helénico y el surgimiento del Imperio Romano. Sin embargo, los libros bíblicos se detienen en los Macabeos e ignoran a sus sucesores, menos preocupados por las cosas del cielo y más celosos de las cosas de la tierra.

Política

Si bien para los Macabeos la razón de ser de sus luchas contra el Imperio Seléucida era la defensa de su fe y la independencia de su pueblo, para los Asmoneos ello pierde su sentido como motivo principal y es cambiado por ambiciones políticas muy concretas y a toda costa. Una de las características principales de su gobierno fue el expansionismo logrado gracias a la debilitación de los seléucidas, especialmente aquellos radicados en Siria. Para entonces, el Imperio Romano se consolidaba lejos y no representaba una amenaza real, lo que permitió que los Asmoneos ampliaran las fronteras de Israel: se establecieron en Samaria, Galilea, Idumea, el Golán, el litoral del Mediterráneo y la Transjordania. Dichas conquistas representaron para el reino tiempo próspero y el alejamiento del peligro de perder la independencia y ver amenazada la identidad cultural con el advenimiento del helenismo que tanto preocupaba a los celosos del Templo. Con la excepción de la reina Alexandra Salomé, los Asmoneos se pusieron de parte de la secta sacerdotal de los saduceos y en contra de los fariseos. La primera era más de corte aristocrático, mientras que los fariseos estaban más con el pueblo.

Sin embargo, en sus conquistas hicieron aquello que sus ancestros habían sufrido durante las invasiones extranjeras: forzaron la circunsición de los pueblos conquistados[4]​, como los Idumeos[5]​, destruyeron ciudades y atrajeron un gran odio no sólo entre sus colonias sino entre su propio pueblo.

Historia

Pompeo profana el Templo de Jerusalén: "No vi ninguna imagen de dios, sino un espacio vacío y misterioso", dice después de entrar al Sancto Santorum en donde sólo los levitas tenían permitido ingresar.

El último de los Macabeos, Simón, reinó en paz, mientras el Senado romano reconoció su dinastía en 139 adC. Pero la situación cambiaría pocos años después en 135 adC cuando fue asesinado en compañía de sus hijos Matatías y Judas por instigación de su cuñado Ptolomeo hijo de Abubus. Ello le abrió el camino a su tercer hijo, Juan Hircano que entre el 134 adC y el 104 adC abriría el linaje de los Asmoneos. Se aseguró el poder después de la matanza de Dok en contra de las oposiciones de Antioco VII Sidete de Siria quien pedía para sí las ciudades de Jope, Ghezer y sitió a Jerusalén. Ambos hicieron un pacto en el cual Jope y Ghezer serían de los judíos, pero le pagarían impuesto a Siria e Hircano ayudaría a Antioco contra los partos. Antioco moriría en una batalla contra los partos en 129 adC, lo que significó un golpe de suerte para el nuevo líder. Se puso en marcha y conquistó posiciones estratégicas como Madaba, Siquem[6]​, Edom, Bet Shean y Samaria. Si en principio era amigo de la secta de los Fariseos, bien pronto estos le quitarían su favor al ver lo que sería la nueva dinastía reinante con actos políticos que contradijeron aquellos religiosos como declararse a sí mismo Sumo Sacerdote sin ser descendiente de Sadoq. Como testimonio de este periodo queda en la actualidad la Foraleza Hircana en el Desierto de Judea.

Antes de su muerte, Juan decidió que su mujer le sucedería en el trono y su hijo mayor (tenía cinco hijos varones) Aristóbulo I fuera el Sumo Sacerdote, pero no el rey. Sin embargo, muerto el padre, Aristóbulo puso en prisión a su madre y tres de sus hermanos, entre los que estaba Alexander Janeo. Su gobierno solo duró un año porque murió de una dolorosa enfermedad en 103 adC. Puestos en libertad los prisioneros, la sucesión le correspondió a Alexander Janeo que gobernó hasta el 76 adC y murió durante el sitio de la Fortaleza de Ragaba. Le sucedió su mujer, Alexandra Salomé, que reinó hasta el 67 adC y que pasó a ser la única monarca mujer en la historia de Israel. Bajo su mando, se vivió un tiempo de paz y gracias a ella la secta de los Fariseos, enemigos de los anteriores reyes, pudieron consolidarse y adquirir importancia. Los fariseos tenían la simpatía del pueblo, por lo que la Reina adquirió el aprecio de todos y le dio la fisonomía al judaísmo de las generaciones futuras. Tenía dos hijos, Hircano II, el mayor, de carácter tranquilo y Aristóbulo II el menor, heredero del carácter propio de los Asmoneos. La Reina, que había regido con tranquilidad y justicia por largos años, era la madre de quienes llevarían al desastre definitivo la independencia de Israel.

Muerta la reina Alexandra Salomé, su hijo menor Aristóbulo II ya había preparado el ambiente para tomarse el poder. Hircano II tenía el título de Sumo Sacerdote durante el reinado de su madre y, muerta Alexandra, correspondía a él por derecho el título de Rey de Israel. Pero su hermano no lo aceptó. Le declara la guerra y lo vence en Jericó en donde ambos negocian la paz de cuyos acuerdos Aristóbulo II queda con el título de rey y sacerdote, mientras Hircano II se retiraría a una vida tranquila con una renta vitalicia. Este acuerdo hubiera sido perfecto y hubiera resuelto el conflicto si no hubiera entrado una tercera persona en escena: Antípatro el Idumeo[7]​, que había sido gobernador de Edom durante el reinado de Alexandro Janeo[8]​. Antípatro no estaba de acuerdo con que Aristóbulo se tomase el poder. Su primer movimiento político fue invitar a Hircano a refugiarse en la corte del rey Aretas, rey de Petra y con este hace un pacto en el cual las ciudades de Transjordania serían de Aretas si ayudaba a Hircano a recuperar el poder. El rey Aretas emprende entonces el asedio de Jerusalén y se enciende la guerra civil. Entra entonces en escena otro personaje que cambiaría a su vez los acontecimientos, Pompeyo el Grande, junto a otros generales romanos, estaban en Siria que ya había sido conquistada por el avanzante Imperio Romano. Los dos hermanos asmoneos se dirigen a ellos pidiendo ayuda. Pompeyo, que quiere derrotar a Aretas y a los nabateos, ve que el conflicto entre los dos hermanos le beneficia y se opone a Aristóbulo que huye en un primer momento a la Forteza del Alexandrión. Pompeyo asedia Jerusalén y los saduceos del partido de Aristóbulo, resisten valerosamente en el Templo. En el año 63 adC, después de tres meses de duro asedio, el general romano Pompeyo el Grande se toma Jerusalén y en el acto mueren 12 mil judíos. Pero de ese hecho en el que Israel perdió su libertad por los siglos restantes, queda un hecho recordado con amargura por el historiador judío Flavio Josefo: "Nada aflige tanto al pueblo en aquella desventura como el Santuario hasta ahora invicible, desvelado por extranjeros"[9]​. El romano, espiando en la oscuridad, no encontró nada y dice "nulla intus deum effigie vacuam sedem et inania arcana" ("No vi ninguna imagen de dios, sino un espacio vacío y misterioso") [10]​.

Los partidos

De este tiempo viene la génesis de los partidos políticos y religiosos que dominarían la historia de Israel entre el tiempo de los Asmoneos y el establecimiento de Israel como colonia romana. Flavio Josefo presenta una cuidadosa descripción de los mismos. Entre los más notables se encuentran:

Saduceos

Los saduceos (hijos del Sumo Sacerdote Sadoq), si se hiciera un señalamiento moderno, eran el partido liberal del tiempo, en favor del helenismo y abiertos a las innovaciones occidentales, por lo que eran aristocráticos y dominaban el sacerdocio y el Templo. Estuvieron siempre a favor de la dinastía Asmonea y resistieron valientemente el asedio de Pompeyo el Grande. Son ampliamente mencionados en el Nuevo Testamento y sólo se extinguieron con la destrucción definitiva del Templo por parte de los romanos en el año 70.

Fariseos

Los fariseos eran en cambio en términos modernos, el partido conservador, celosos defensores de la religion y las tradiciones ancestrales, observantes estrictos de la Ley de Moisés (Torah), hóstiles a cualquier elemento helenista que consideraban pagano hasta el punto que tener una relación con lo que no era judío era visto por ellos como un acto de idolatría. Los fariseos eran por naturaleza patriotas y si en principio apoyaron las aspiraciones de Juan Hircano I, pronto se opusieron a sus políticas para nada religiosas. Sólo con la Reina Alexandra Salomé tuvieron una gran prosperidad, lo que les permitió trabajar en el moldeamiento de la religión, lo que subsistiría por generaciones futuras. También son mencionados ampliamente en el Nuevo Testamento y contrariamente a lo que se piensa, muchos de ellos se hicieron cristianos, entre ellos el más célebre fue Pablo de Tarso. Otros en cambio, después de la destrucción del Templo, ayudaron a sentar las raíces del Rabinismo.

Escenios

Los grandes silenciosos de la historia, los escenios, también surgen en este periodo de la Dinastía Asmonea y fueron incluso más radicales que los fariseos. Después de que los Asmoneos dejan como establecido su derecho al título de Sumo Sacerdote y Rey de Israel, ambos reglamentados en las Escrituras y los Profetas como prerogativa absoluta de un descendiente del Sumo Sacerdote Sadoq[11]​ y del rey David[12]​, un grupo de judíos estrictamente observantes abandonan Jerusalén y se establecen en las cuevas del Valle del Mar Muerto en donde se dedican a una vida ascética a la espera del Mesías. Existe la hipótesis que el Profeta Juan el Bautista había pertenecido a esta misteriosa secta e incluso algunos proponen que el mismo Jesús por las semejanzas entre estos y muchas de las descripciones de estos personajes neotestamentarios. Gracias a ellos, se conservaron papiros bíblicos en lo que se conoce como Qumrán. También ellos desaparecieron con la destrucción que los romanos hicieron en Israel en el 70 y su nombre fue olvidado por siglos hasta el descubrimiento de las grutas en 1947.

Notas

  1. En I Macabeos y II Macabeos se narran las historias de esta primera dinastía, pero lo que se conoce de los Asmoneos nos viene principalmente por Flavio Josefo en La Guerra de los Judíos I
  2. Según asegura el biblista y papirólogo catalano Joan María Vernet en su Historia del Nuevo Testamento, textos de Cátedra en el Teologado Salesiano Ratisbone de Jerusalén. Cfr. Num. 34. 4 y Jos. 15. 3.
  3. Los libros en sí no tienen ninguna dificultad teológica para los rabinos, sino que no fueron incluidos en el canón de la Tanaj debido a que no estaban los originales en hebreo.
  4. Las Guerras de los Judíos I, 1-3.
  5. De estos vendría la dinastía del rey Herodes el Grande y la razón por la cual nunca fue aceptado por los judíos como su rey, porque aunque se presentaba como judío, los de su tiempo lo consideraban un gentil y usurpador del Trono de David.
  6. En Samaria, en donde destruyó el Templo sobre el Garizim en 129 adC, lo que atraería más odios entres judíos y samaritanos
  7. Este Antípatro no es otro que el padre de Herodes el Grande, un hombre de una gran estrategia política cuya genialidad en tal sentido heredaría su hijo Herodes para fundar la dinastía que sucedería a los Asmoneos: los Herodianos
  8. Ricciotti, 350.
  9. Flavio Josefo, Guerras Judías I, 7, 6
  10. Tácito, Historia, V, 9
  11. El Sumo Sacerdote Sadoq, hijo de Ajitub, fue confirmado como tal por David (cfr. II Samuel 8, 17). El Profeta Ezequiel en Ez. 44, 15 ss, regulando la normatividad sacerdotal, dice: "Pero los sacerdotes levitas, hijos de Sadoq, que cumplieron mi ministerio en el santuario (...) estarán en mi presencia para ofrecerme la grasa y la sangre (...)". Por lo tanto, los Asmoneos no eran saduceos (hijos de Sadoq) y por lo tanto no tenían derecho a ser Sumos Sacerdotes.
  12. En innumerables pasajes bíblicos David recibe por revelación la promesa de que su descendencia reinará por siempre. Por medio del Profeta Natán dice: "Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas y consolidaré el trono de tu realeza" (I Samuel 7, 12) y al Rey Salomón dice por medio del Profeta Ajías "(...) para que quede siempre a David mi siervo una lámpara en mi presencia delante de mí en Jerusalén, la ciudad que me elegí para poner allí mi Nombre" (I Reyes 11, 36), por esta razón, los Asmoneos no tenían derecho teológico a ser el Rey de Israel.

Bibliografía

  • La guerra de los judíos, Flavio Josefo.
  • Flavio Giuseppe, La Guerra Giudaica (a cura di G. Ricciotti), Torino 1964 (En italiano).
  • RICCIOTTI G., Storia di Israele 2, Torino 1964, (En italiano).
  • Israel, Past and Present. Dr. D. Bahat. Published by Vision S.r.l. and Dorot Avar Ltd. Padova, 1986 (En inglés) (tr.es. "Israel, pasado y presente").
  • MAIER J., Storia del Giudaismo nell’antichità, Brescia 1992 (En italiano).
  • TEYSSIER D’ORFEUIL Y., Bethléem, 2000 ans d’histoire, Paris 1999.
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