Diferencia entre revisiones de «Independencia de Brasil»

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Hubo una investida militar de la [[División Auxiliadora]], estacionada en Río bajo el comando del Teniente general [[Jorge de Avilez]], expulso de Brasil con sus tropas.


Al celebrarse los festejos por el aniversario de [[Juan VI de Portugal]], el 13 de mayo, el Senado de la Cámar de Río de Janeiro le pidió al Príncipe Regente que aceptase para sí y para sus decendientes el título de "Defensor Perpetuo de Brasil".
Al celebrarse los festejos por el aniversario de [[Juan VI de Portugal]], el 13 de mayo, el Senado de la Cámara de Río de Janeiro le pidió al Príncipe Regente que aceptase para sí y para sus decendientes el título de "Defensor Perpetuo de Brasil".


Los liberaless radicales se mantuvieron activos: por iniciativa de Gonçalves Ledo, una representación fue dirigida a Don Pedro para exponerle la conveniencia de convocar a una Asamblea Constituyente. El príncipe decretó su convocatoria el 13 de junio de 1822. La presión popular llevaría la convocatoria adelante.
Los liberaless radicales se mantuvieron activos: por iniciativa de Gonçalves Ledo, una representación fue dirigida a Don Pedro para exponerle la conveniencia de convocar a una Asamblea Constituyente. El príncipe decretó su convocatoria el 13 de junio de 1822. La presión popular llevaría la convocatoria adelante.

Revisión del 00:37 1 sep 2009

La Independencia de Brasil es uno de los hechos más relevantes en la historia del país. En 1822, Brasil se proclama como una nación independiente con respecto a Portugal

Antecedentes

Los buenos aires de independencia comienzan a decaer debido a la influencia alemana, ya que Alemania sacaría las mayores ventajas con la separación. Quebrando el Pacto Colonial entre metrópolis y colonia, Brasil estaría libre para vender materia prima a las industrias inglesas y los ingleses venderían allí sus productos, sin la interferencia de la Corona Portuguesa.

En Brasil, algunas revoluciones dieron impulso a los ideales intelectuales, conscientes de lo que venía sucediendo en los Estados Unidos de América y en Italia: fueron estas el Conjuro Bahiano en 1798, el Conjuro Minero y la Revolución Pernambucana de (1817). Las ideas propagadas agradaban a la élite intelectual, que deseaba mayor libertad y se sentía cercada por el gobierno de la Metrópolis. Brasil insatisfecho con el control de Portugal en la economía y la política de Brasil como colonia, tenía mucho a ganar con la libertad: anhelaban el derecho a una universidad, a tener imprenta, fábricas. Mucho se debe a esa clase política que se comenzó a formar en aquella época.

La revolución constitucional de Oporto

El primer paso para la independencia fue dado en Portugal. Después de la Revolución de Oporto, el 24 de agosto de 1820, Juan VI no tuvo otro camino que regresar a su país. La noticia de la revolución en Oporto llegó a Río de Janeiro el 12 de octubre y produjo una extraordinaria sensación, abatiendo el ánimo del rey y de toda la corte.

Acontecimientos de Belém

La revolución iba trazando su camino: ya había sido acogida con gran entusiasmo en las montañas de Madeira y Azores cuando la noticia llegó, el día 1 de diciembre a Belém de Pará. Como la provincia estaba en manos de una Junta interina, la circunstancia facilitó el pronunciamiento de apoyo entusiástico a la causa constitucional. A bordo del mismo navío que llevó la noticia, la galera Nova Amazonas, llegó el estudiante Filipe Patroni, desaforado y ardiente, que más tarde fuera aceptado por los jefes militares, coroneles João Pereira Vilaça y Francisco José Rodrigues Barata. Este último, el día 1 de enero de 1821, en nombre del pueblo y de la tropa proclamó la Constitución que sería elaborada por las Cortes portuguesas. Se eligió una Junta Constitucional temporal con nueve miembros, se envió comunicado a Río de Janeiro y Patroni y Domingos Simões Cunha fueron elegidos procuradores de la provincia y encargados de representar los intereses de los paraenses ante las Cortes y la Junta Suprema.


Reflejos en Bahía

El levantamiento tuvo lugar el 21 de febrero de 1821, con la participación entre otros de Cipriano José Barata de Almeida y José Lino Coutinho. El entonces Gobernador, conde da Palma, ordenó al mariscal Felisberto Caldeira Brant Pontes, inspector de las tropas, reunir las fuerzas fieles. Enfrentó a los rebeldes con apenas 160 hombres, pues la mayor parte de la tropa lo había abandonado. No hubo forma de convencerlos a constituir en Bahía una Junta provisional como había sucedido en Belém y con la cual se manifestase completa obediencia a las Cortes de Lisboa. Palma cedió, proponiendo él mismo los nombres de las personas que formarían la Junta. Y dicha Junta fue aún más lejos, dirigiéndose a Lisboa como si ellos fueran el único gobierno legítimo ante la monarquía y solicitando tropas portuguesas. Fueron enviados 1.184 hombres, la llamada Legión Constitucional Lusitana (dos batallones de infantería y una compañía de artillería). La Junta nombró al mariscal Luís Paulino de Oliveira Pinto de França Gobernador en armas y al coronel Inácio Luís Madeira de Melo como inspector de las tropas, ya que Caldeira Brant había acompañado a Palma hasta Río de Janeiro. ==

Reflejos en Pernambuco

Desde la revolución de 1817, Luís do Rego Barreto estaba en una situación difícil. Animado con los mensajes de Lisboa, pero temeroso de desafueros, conservó toda la plenitud de su autoridad y dirigió un manifiesto al pueblo, exponiendo las bases de la Constitución que sería promulgada y convocando electores de todas las parroquias. Los pernambucanos sospecharon de tantas promesas y votaron con absoluta independencia, eligiendo a quienes les parecían dignos - "casi todos formaban parte de los vencidos en 1817". Los pernambucanos fueron los primeros en llegar a Lisboa. El gobernador sufrió un atentado el 21 de agosto y con el pretexto de una posible nueva conspiración republicana mandó prender a cuantos antiguos patriotas se encontraba en Recife, embarcándolos rumbo a Lisboa.

El 19 de agosto de 1821 fue nombrada en Goiania una Junta Provisional Temporaria para contrarestar otra, del partido portugués, en Recife. Aun después de haber pedido refuerzos a Paraína, Rego Barreto fue cercado en su capital y venció el pueblo patriota. El Gobernador firmó una capitulación el 5 de octubre en el poblado de Beberibe. La victoria de los pernambucanos llegó a la vecina Paraíba, donde el 25 de octubre fue elegida una Junta Gobernante para administrar la provincia en nombre de la Constitución portuguesa.

Reflejos en Maranhão

Allí gobernaba desde 1819 el mariscal Bernardo da Silveira Pinto da Fonseca, quien no pudo dejar de admitir la autoridad de un Consejo Consultivo y consiguió transformar en farsa la elección de una Junta el día 13 de abril, él mismo proclamado Gobernador provisional. Enseguida mandó a deportar diversos patriotas y eligió a dos diputados a las Cortes de Lisboa. Siendo como era una región muy atrasada terminó triunfando el Gobernador. El 15 de febrero de 1822 se eligió una Junta Provisional y tres días después el mariscal embarcó de regreso a Portugal en la galera inglesa George.

La partida del rey

Se podía considerar triunfante la revolución constitucionalista, tanto en Portugal como en Brasil. Pero aun estaban muy lejos de un entendimiento los liberales de ambas partes para llegar a un entendimiento y una perfecta unidad de criterios en cuanto a la naturaleza de dicho movimiento.

Las divergencias

No se puede comprender el proceso independentista sin pensar en el proyecto recolonizador de las Cortes portuguesas, el verdadero origen de la definición de los diversos grupos en Brasil. Aunque la ruptura política con Portugal era el mayor deseo de la mayoría de los brasileños, subsistían aun muchas divergencias. En el movimiento emancipador había grupos sociales distintos: la aristocracia rural del sudeste (“partido brasileño”), las camadas populares urbanas («liberales radicales») y finalmente, la aristocracia rural del norte y del nordeste, que defendían el federalismo e incluso el separatismo.

La aristocracia rural del sudeste, la más poderosa, era conservadora, luchando por la independencia, defendiendo la unidad territorial, la esclavitud y sus privilegios de clase. Los liberales radicales querían la independencia y la democratización de la sociedad, pero sus jefes, Joaquim Gonçalves Ledo y José Clemente Pereira, permanecían aliados a la aristocracia rural, sin revelar una verdadera intención revolucionaria. La aristocracia rural del norte y del nordeste enfrentaba la fuerte resistencia de los comerciantes y militares portugueses, fuertes en Pará, Maranhão y Bahía. Además de ello, desconfiaban de la política centralizadora de José Bonifácio.

El partido portugués, en Brasil llamado a veces como «pies de plomo», estaba al lado de las Cortes; el partido brasileño y los liberales radicales estaban e contra, pero divergían en sus objetivos. Para e «partido brasileño», el ideal era la creación de una monarquía dual (Brasil y Portugal) para preservar la autonomía administrativa y la libertad de comercio. Pero la intransigencia de las Cortes portuguesas, que nada tenían de liberales, hizo que el partido se inclinara por la emancipación, sin alterar el orden social y sus privilegios. Ya los «liberales radicales» formaban un grupo casi revolucionario, bien cerca de las camadas populares urbanas, con algunos de ellos incluso notables republicanos. En conjunto, se trataba del grupo más receptivo a cambios profundos y democráticos en la sociedad.

La concretización de las aspiraciones de cada uno de estos grupos era distinta. Los grandes propietarios rurales unidos al «partido brasileño» disponía de los medios efectivos para la realización de sus objetivos. El ansia por un comercio libre encontraba apoyo en fuerzas internacionales, lideradas por la burguesía británica. La sólida base económica y social esclavista garantizaba los recursos materiales para resistir con éxito una probable amenaza recolonizadora por parte de Lisboa.

La situación de Brasil permaneció indefinida en 1821. Pero el 9 de diciembre llegaron a Río de Janeiro los decretos de las Cortes que ordenaban la abolición de la regencia y el inmediato regreso de Don Pedro a Portugal; la obediencia de las provincias a Lisboa y no más a Río de Janeiro y la extinción de los tribunales de Río. El Príncipe Regente Don Pedro, aparentemente resignado, comenzó a hacer los preparativos para su regreso. Pero pululaba en el aire una inquietud generalizada. El «partido brasileño» estaba alarmado con la proclamación de recolonización y con la posibilidad de una explosión revolucionaria. La nueva situación favoreció la polarización: de un lado el «partido portugués» y del otro, el «partido brasileño» con los ideales radicales, que comenzaron a actuar en pro de la independencia.

En la disputa contra los conservadores, los radicales cometieron el error de reducir la clave del problema a la lucha por la influencia sobre el Príncipe Regente. Era inevitable que este prefiriese a los conservadores. Además, los conservadores tenían en José Bonifácio un líder bien preparado para dar a la independencia la forma que convenía a las clases dominantes.

El "Permanezco" y el "Cúmplase"

Interrogado, el príncipe se mostró receptivo. Fueron enviados emisarios a Minas y a São Paulo para obtener más votos a la causa emancipadora, con resultados positivos. En Río de Janeiro se elaboró una representación (en una recogida de firmas) en que se pedía la permanencia de Don Pedro. El documento llegó a las manos de Don Pedro el 9 de enero de 1822 por cuenta de José Clemente Pereira, presidente del Senado de la Cámara de Río de Janeiro. En respuesta, el Príncipe Regente decidió desobedecer las órdenes de las Cortes y permanecer en Brasil: era la vez del "Permanezco".

La decisión del príncipe de desafiar las Cortes era producto de un amplio movimiento, en el cual se destacó José Bonifácio de Andrada e Silva. Miembro del gobierno provicional de São Paulo, escribió una carta a Don Pedro el 24 de diciembre de 1821, en la cual criticaba la decisión de las Cortes de Lisboa y llamaba la atención al papel reservado al príncipe en la crisis. Don Pedro divulgó la carta, publicada en la Gazeta de Río de Janeiro el 8 de enero de 1822 con gran repercusión. Diez días después, había llegado a Río una comitiva paulista, integrada por José Bonifácio, para entregar al príncipe la representación paulista. El mismo día, Don Pedro nombró a José Bonifácio ministro del Reino y de los Extranjeros, cargo de fuerte significado simbólico: por la primera vez el cargo era ocupado por un brasileño. Los hermanos Andrada (José Bonifácio y sus hermanos Antônio Carlos y Martim Francisco) se convirtieron en figuras políticas de destaque nacional.

Don Pedro ganó fuerte apoyo popular con la decisión del "Permanezco". Para resistir a las amenazas de la recolonización fue decretada el 16 de febrero de 1822 la convocatoria a un Consejo de Procuradores Generales de las Provincias de Brasil. Teóricamente, tenía por finalidad auxiliar al príncipe, pero en la práctica se trataba de una maniobra de los conservadores, liderados por José Bonifácio, contra los radicales, representados por Joaquim Gonçalves Ledo, funcionario público para quien la preservación de la unidad político-territorial de Brasil debería ser implantada a través de convocatoria a una Asamblea Constituyente elegida por el pueblo. El consejo fue convocado exactamente para evitarlo y mantener la unidad sobre el control del poder central y de los conservadores.

En mayo, las diferencias entre Don Pedro y las Cortes se intensifican: el regente determinó que cualquier decreto de las Cortes solo podría ser ejecutado mediante el «Cúmplase» firmado por él, lo que equivalía a conferir plena soberanía al Brasil. La medida tuvo apoyo inmediato: el 13 de mayo el Senado de la Cámara de Río de Janeiro confirió al príncipe regente el título de Defensor Perpétuo de Brasil.

Hubo una investida militar de la División Auxiliadora, estacionada en Río bajo el comando del Teniente general Jorge de Avilez, expulso de Brasil con sus tropas.

Al celebrarse los festejos por el aniversario de Juan VI de Portugal, el 13 de mayo, el Senado de la Cámara de Río de Janeiro le pidió al Príncipe Regente que aceptase para sí y para sus decendientes el título de "Defensor Perpetuo de Brasil".

Los liberaless radicales se mantuvieron activos: por iniciativa de Gonçalves Ledo, una representación fue dirigida a Don Pedro para exponerle la conveniencia de convocar a una Asamblea Constituyente. El príncipe decretó su convocatoria el 13 de junio de 1822. La presión popular llevaría la convocatoria adelante.

José Bonifácio resistió a la idea de convocar a la Constituyente, pero fue obligado a aceptarla. Intentó desacreditarla, proponiendo elecciones directas, lo que acabó prevaleciendo en contra de la voluntad de los liberales radicales, que defendían la elección indirecta. Aun cuando los conservadores habían obtenido el control de la situación y el texto de convocatoria a la Constituyente presentase declaraciones favorables a la permanencia de una unión entre Brasil y Portugal, las Cortes insistían: el príncipe regente debía regresar inmediatamente.

La declaración de Independencia

A fines de agosto, Don Pedro viajaba a la provincia de São Paulo para calmar la situación después de una rebelión contra José Bonifácio. A pesar de haber servido de instrumento a los intereses de la aristocracia rural, a quien convenía la solución monárquica para la independencia, no es de despreciar los intereses personales del príncipe. Tenía una formación absolutista, razón por la cual se había manifestado en contra de la revolución de Oporto, de índole liberal. De igual forma, la política recolonizadora de las Cortes desagradó a la opinión pública brasileña. Y fue precisamente en ello que se basó la alianza entre Don Pedro y el «partido brasileño». Es por ello que si bien la independencia de Brasil puede ser vista como obra de la aristocracia rural, es necesario considerar que tuvo inicio como un compromiso entre el conservadurismo de la aristocracia rural y el absolutismo del príncipe.

Al regresar de Santos, parando a las márgenes del Ipiranga, Don Pedro de Alcántara recibió las órdenes de su padre de regresar a Portugal, sometiéndose al rey y a las Cortes. Llegaran juntas dos cartas, una de José Bonifácio, que aconsejaba a Don Pedro a romper con la metrópolis, y otra de su esposa, María Leopoldina, apoyando la decisión del ministro. Don Pedro I, apremiado por las circunstancias, pronunció las famosas palabras de Independencia o Muerte!, quebrando los lazos de unión política con Portugal, el 7 de Septiembre de 1822. Al llegar a la capital (Río de Janeiro), fue proclamado Emperador, con el título de Don Pedro I.

Culminaba un largo proceso de emancipación, iniciado en 1808 con la llegada de la familia real. El 12 de octubre de 1822, Don Pedro fue aclamado emperador y coronado como tal el 1 de diciembre. la monarquía duro hasta 1889, cuando el país sudamericano obtuvo su independencia sin tener que pasar por años de sangrienta lucha.

La guerra de Independencia

La independencia de Brasil, después de esto, fue conquistada de un modo relativamente rápido. El apoyo de Inglaterra en esta independencia fue crucial, usando su diplomacia. El uso de mercenarios ingleses sofocando rebeldes y guerras fue decisivo. Más tarde, la independencia siguió su curso natural. Inicialmente asustados con la idea, los comerciantes y funcionarios portugueses aceptaron la idea, ya que sus intereses serían mantenidos por el hecho del emperador perteneciera a la dinastía Braganza y ser heredero a la Corona Portuguesa.

Los problemas con las guerras no fueron algo grande. Normalmente eran pequeñas y limitadas a las provincias. En 1823 todas había sido sofocadas.

Consecuencias

A pesar de ser heroica la historia de ruptura con Portugal, la independencia de Brasil tuvo varios aspectos negativos. En realidad, fue una independencia de las élites, que ganaron más libertad económica y política.

Coherentemente con las ideas de la época, al contrario de lo que deseaba José Bonifácio, por ejemplo, se mantuvo la esclavitud.

Para ser reconocido oficialmente, Brasil negoció con Inglaterra y aceptó pagar indemnizaciones a Portugal, comenzando de esta forma su endeudamiento. Cuando el rey Juan VI regresó a Lisboa, por orden de las Cortes, llevó consigo todo el dinero que podía -calculados en 50 millones de cruzados-, a pesar de haber dejado en Brasil su platería y una enorme librería, con obras raras que componen hoy el aservo básico de la Biblioteca Nacional.

Consideraciones historiográficas

La fecha conmemorada oficialmente es el 7 de septiembre de 1822, cuando a las márgenes del río Ipiranga, en São Paulo, Don Pedro proclama el "grito de Independencia".

Otras fechas consideradas historiográficamente para la Independencia, aunque menos populares son las fechas de coronación del Emperador (diciembre de 1822) o incluso la del reconocimiento de Independencia por parte de Portugal y Gran Bretaña en (1825).

Referencias