Nueve millones de ciudadanos portugueses podían participar en estos comicios, pero solamente acudió a las urnas el 46.63%. El proceso electoral se llevó a cabo en medio de un crisis de deuda que podría obligar al país a solicitar un rescate económico a la Unión Europea, como Grecia e Irlanda hicieron unos meses atrás.[1][3]
Aunque el presidente Aníbal Cavaco Silva logró ser reelecto en la primera vuelta, no logró mantener el número de votantes que lo apoyaron en su primera elección presidencial. De hecho, se convirtió en el presidente portugués que ha ganado con la menor cantidad de votos.[4] Por otro lado, el apoyo porcentual que recibió se incrementó al compararse con la elección de 2006.[4] La abstención, 53.3%, fue la mayor registrada en este tipo de comicios en la historia portuguesa.[4]
Aunque la campaña de Cavaco Silva se caracterizó por ser inusualmente crítica sobre la gestión en materia económica del primer ministro José Sócrates; tras anunciarse su victoria, Cavaco anunció que cooperaría con el gobierno socialista.[6] Aunque algunos analistas consideran que con esta victoria los socialdemócratas intentarían adelantar las elecciones legislativas para forzar un cambio de gobierno, esto ha sido negado por Pedro Passos Coelho, líder del partido socialdemócrata, quien ha declarado que aunque su movimiento ha tenido oportunidades de "forzar una crisis" en el pasado, se han abstenido de hacerlo.[6]
Por parte de los socialistas, Manuel Alegre ha reconocido su derrota, aunque se ha negado a aceptar que esta tenga alguna relación con el gobierno de Sócrates.[6] El primer ministro se ha mostrado de acuerdo, ya que en su opinión las elecciones presidenciales se centran más en el candidato que en las fuerzas políticas que lo apoyan.[6]